Desnuda en la cala familiar 2
Tony intenta cumplir con su trabajo con lo que mejor usa: su cuerpo y su capacidad de excitar.
Desnuda en la cala familiar 2.
Una aventura de Tony R. , de profesión : Resolver problemas.
Capítulo 2 de 2. El amuha ,una fantasía salvaje para mi suegro.
Las manos de Gladys recorrían mi cuerpo, en un masaje en el que se mezclaba la relajación y la hidratación de la piel con aceites aromáticos. Estaba tumbada, dejándome hacer por una mujer que si bien no era muy buena dando masajes, ponía toda su lujuria en sobarme con disimulo. Se entretenía en mis nalgas, jugando con la raja que las separaba, pasaba una y otra vez acariciando mi cola. Manuel , mi suegro,se tocaba la polla mirándonos.
- “
Gladys , ¿ puedo darme la vuelta?”-
- “ Cuando quieras, Tony”-
Lo hice de modo que pareciera que no veía a mi suegro masturbándose con el espectáculo.
La filipina empezó por por los tobillos, al llegar al final de los muslos, paró antes de entrar en contacto con mi zona íntima. Ella estaba hirviendo, yo también me había calentado, aunque tenía que dominar la situación, pero una no es de piedra. El notarla tan excitada ,con los pezones enormes que parecían querer romper el uniforme que se había abierto, dejando ver gran parte de sus tetas majestuosas, me ponía. Fueron las mías el objetivo de su ataque meloso, usó las palmas para amasarlas suavemente, ella no tenía prisa, yo tampoco, estaba esperando. Luego siguió pellizcando mis puntas enhiestas, los apretaba, estrujándoles con mimo, empecé a jadear muy quedo.
Por el rabillo del ojo contemplaba a mi suegro. Tenía la verga dura, en forma, se pajeaba despacio, feliz de ver nuestro juego.
- “
¿ Quieres que te de un masaje en el bajo vientre?
- casi me muero de risa. Me pareció una manera extraña de proponer hacerme una paja, pensé que no dominaba el español.
La vi entregada, así que asentí con la cabeza. Por mi vientre recorrió el camino del monte de Venus depilado. Posó la palma y la movió apretando y rotando sobre la almohadilla de carne ansiosa. El clítoris endurecido, asomaba entre los labios de mi concha. Entreabrí las piernas, quería que tuviera una buena visión de mi sexo y le fuera fácil seguir dándome placer. No sabía cuanto iba a aguantar y tenía que poder dirigir la función.
Una función en la que había tenido que sacar mis habilidades de actriz en un rol de seductora , un poco tonta, y hasta de mal carácter.
El día anterior, en la enorme casa familiar con aquella maravillosa cala, la mañana había transcurrido tranquila, dentro de la particularidad que todos andábamos desnudos, excepto , Gladys, la sirvienta filipina. Me había refrotado con mi suegro simulando inocencia , al pobrecito se le subía y se la bajaba la pija, dentro de un orden ¡qué tampoco tenía 20 años!.
A mi cuñado también lo había encelado, pero a la distancia, de modo yo fuera una fruta apetitosa que deseaba probar. Con mi cuñada, una muñeca rubia, con ojos azules y tetas preciosas, nos hacíamos mimos cargados con el morbo de las que se han comido la concha.
Durante el almuerzo repetimos langosta, que sacamos mi marido y yo del fondo de la cala y el jamón que había traído mi cuñado, seguí con mi estrategia de hacerme la tonta que no se daba cuenta que les ponía a mil. La tarde la dediqué a mi suegro, posando para él, como modelo del retrato que se había comprometido a hacerme.
En la cena, Ricardo avisó que, al día siguiente, nosotros teníamos que hacer un viaje de unos pocos días. Viendo que la competencia se iba, su hermana y el marido dijeron que también ellos volvían a Madrid.
En la copa que tomamos luego, aprovechando que yo había salido a la enorme terraza, mi cuñado intentó meterme mano, el pobre no aguantaba más. le pegué un rodillazo en los huevos. Se quedó doblado.
-
“ Como vuelvas a ponerme una mano encima , te quemo los cojones y te corto la pija. ¿ Ne has entendido?”-
Mi suegro nos espiaba y sonrió al ver como su yerno se retiraba medio encogido.
Al acostarnos, en la oscuridad, mandé a mi marido que se hiciera una paja. Esparcí la leche por las sabanas como si hubiéramos estado cogiendo como posesos.
A la mañana, los contrarios salieron temprano y tal como tenía planeado, Ricardo insistió en que me quedara con su padre en la finca disfrutando de la cala.
Sonó el celular, estaba el mensaje que debía enviar Rodrigo. Gladys seguía tocándome mientras lo leí. - “
AMUHA SAMURA. OBEDECE”-
Empezaba la fiesta. Miré a mi suegro, que se la meneaba con alegría, creyendo que no le veía y le dije muy seria:
-
“Mi amuha te ruego que te acerques a mi vera”-
El hombre no tenía ni idea que era aquello de amuha, pero lo de ven lo entendió a la carrera. Se puso a mi lado, sus manos cargadas de vicio se dirigieron a mis pechos excitados, su verga quedó a mi alcance, me unté la mano con el flujo de mi concha , escupí en la palma y comencé a hacerle una paja.
Cuando has sido poco agraciada de jovencita, debes desarrollar alguna habilidad para que lo chicos te hagan caso. Yo me convertí en una pajillera maravillosa, todo a aquel que se la tocaba repetía una y otra vez, pese a mis gafas y mi tamaño, me llegaron a llamar la vaca argentina ordeñadora, porque les sacaba toda la leche dejándoles en la gloría.
Y desarrollé todo mi arte en masturbar a mi suegro, despacio, fuerte, lento , rápido, toda la pija, sólo la cabezota, en fin que cuando soltó su geiser, el pobrecito casi se me desmaya, se tambaleó y cayó sobre mí, que le besé en la boca con pasión golosa.
Gladys excitada , había perdido la compostura y mientras se tocaba la concha, me hacía unos dedos que me llevaron a acabar. Ensimismada en su placer , no se dio cuenta que mi orgasmo había concluido, así que le ordené:
-“
Para, no me toques más”-
Separó su mano de mi coñito pero siguió dándole al suyo hasta que terminó. Y allí estábamos tres personas recién masturbadas, ellos no me quitaban los ojos de encima.
Me tocaba contar el cuento. Y lo conté: Mi marido me había ordenado que su padre fuera mi amuha. Era la historia de una tribu del Amazonas donde al jefe , el anciano, el amuha , los jóvenes, sus familiares , le ofrecían a sus mujeres para que gozara de la vida. Y cómo las hembras de la tribu debían esforzarse en llevarle a la nirvana del sexo. La historia era increíble, pero si uno piensa que le toca el papel de amuha está encantando que sea real. Eso le ocurría a mi suegro, que asentía con ojos como platos regodeándose, mirando mi cuerpo desnudo, e imaginando en lo que tenía a su disposición.
-
“¿ Aceptas ser mi amuha?”-
le pregunté muy seria.
-
“ Acepto esa responsabilidad”-
me contestó , entrando a tope en su rol . Creí que me moría de risa, el vejete estaba dispuesto a pegarse las cogidas de su vida. Había puesto la mano derecha sobre mi corazón, entiéndase mi teta izquierda, y añadió:
-
“ Lo juro”-
Gladys miraba emocionada, iba a ser parte de una orgía que prometía, con la esposa del hijo de su jefe, una mujer bandera, que eso es lo que soy, un minón , alto, con pechugas de campeonato, y un lomo bárbaro.
- “
Mi amuha , tus mujeres te harán feliz y cumplirán tus sueños
.
Si me permite, mi amuha, su nuera le ayudará a ser un monstruo de potencia”-
El deseo era grande, pero su edad también para una movida sexual. Yo, como siempre, iba preparada, había traído unas pastillitas chinas, que le daban al difunto Mao, que le tuvieron coge que coge hasta los últimos días de su provecta vida.
-
“ Lava a nuestro señor mientras voy a prepararle un tónico que le rejuvenezca como a Fausto.”-
ordené a Gladys.
Fui a la cocina, mezclé jugo de naranja, con campari, un poco de tónica y hielo, de mi cuarto saqué dos píldoras que añadí al mejunje. Removí y listo para tomar. Volví donde estaba
Manuel , parado, desnudo, pija en descanso, siendo lavado por la filipina , vestida con una bata, con una pequeña toalla húmeda.
-
“Déjame a mí. Vos ve a buscar dos cinturones de cuero del amuha y cuatro pañuelos blancos.”-
salió disparada a cumplir mi orden.
Yo le dí la bebida a mi supuesto suegro, que la acabó de un trago, me mojé las manos en las toallas empapadas, y comencé a pasarlas por su piel desnuda. Era una caricia húmeda, que recorría cada milímetro de su cuerpo, sin tocarle la verga flácida, se necesitaba una media hora para que el afrodisíaco cumpliera sus objetivo, eso me habían dicho mis suministradores, socios de la agencia donde yo trabajo. Gladys volvió con mi encargo, la ordené que se desnudara, cuando lo hizo, si bien lo había sospechado, me di cuenta que tenía un buen cuerpo, era una bajita tetona ( unas lolas grandes y bien paradas) , un poco pasada de peso, un vello liso y escaso en el conejo, no era como yo , un pedazo de hembra, pero estaba muy , pero que muy, apetecible.
-
“
Ponete el cinturón, ata dos pañuelos que te tapen el chichi y la raja del culo y ven a humedecer con tu lengua el pecho y el corazón del señor”-
Obedeció en segundos, yo aproveché para imitar su vestuario. Estaba convencida que le daba más morbo que estuviéramos semi desnudas que totalmente en cueros: en una zona nudista la que se tapa un poco triunfa. Me puse el cinto y los pañuelos, me moví, se me veía el coñito y el desfiladero de la cola, hasta yo misma me estaba poniendo.
Me paré en la sombra , junto a una tumbona, comencé a mover los pechos como si un ritmo sensual estuviera en mi cerebro, Manuel vino hacia mí, Gladys seguía lamiéndole los pezones. Comenzó a meterme mano, lo llevaba deseando desde que llegué, estaba ansioso, me tocaba , me pellizcaba , me estrujaba, mis tetas eran una de sus objetivos principales, pero no olvidaba de atacar mis nalgas y mi concha. Me manoseó vicioso, con hambre acumulada, era el macho que tiene la hembra de sus sueños a su disposición. Yo gemía, al principio simulando, pero una no es de piedra, y tanto sobe me iba excitando más y más.
-“¿ Querés que te coma la pija”-
no esperé a que contestara, me arrodillé y empecé a lamerla.
He confesado que de adolescente era una vaca grandona con lentes, mucha teta, gorda y miope, para que algún chico me hiciera caso, empecé con ser una buena pajeadora y seguí hasta que me convertí en una mamadora de pollas de campeonato. Pocos compañeros me hacían caso , pero los que probaban se hacían adictos. Aunque debe reconocer que mis mayores éxitos se dieron en amigos de mi familia, que sin enterarse de nada, dejaba que su hija o su hermanita masturbara o chupara la verga de sus conocidos. Ahí me surgió mi primer trabajo, pero eso es otra historia.
El manubrio se iba poniendo más y más duro, más y más grande. Había llegado el momento del polvo salvaje, pensé en ponerme en cuatro, pero lo mismo me enculaba y eso tocaba más tarde como gran premio. Así que liberé mi boca del caramelo de carne chupada y con voz gimiente le rogué:
-
“Mi amuha, permite que esta hembra se clave en tu arbol y cabalgue hasta el más allá”-
Me separé de él y me levanté , dejé que me devorara con los ojos, y besándolo hice que se fuera tumbando. Quedó en el suelo con la pija en alto. Me paré sobre él, un pie a cada costado y me fui arrodillando con un movimiento de tetas que bailaban ante su mirada lujuriosa. Mi concha entró en contacto con su glande, agarré la verga y la puse en posición, y lenta
la hice entrar en mi sexo mojado, fui bajando, la vagina se llenaba de la piedra del macho, me quedé empalada en su vástago. Me movía despacio , arriba y abajo, a un lado y a otro, adelante y atrás, rotaba las caderas al tiempo que con músculos más íntimos estrujaba y soltaba la polla de Manuel.
-“Gladys, ven y chúpame las tetas y pon tu coño para que el amuha te pueda tocar”-
Obedeció encantada, y me añadió un gustirrinín especial porque sabia lamer bien unos pechos femeninos. La mano del hombre acariciaba su conejito, pero a medida que su placer iba en aumento sus dedos eran garfios en el clítoris femenino.
-
“¡ Qué buena estás!...¡que puta eres!...guarra ...¡ me vuelves loco!....¡sigue perra!....¡qué gusto!..”-
le tenía donde quería , desaforado, loco de placer, pensando con la polla en vez de con el cerebro.
Estaba tan fuera de sí, que había metido el puño en el coño filipino, que todo hay que decirlo se había unido a los gritos de placer con sus
Aaaayyys , Uuuuuhhhh.
Yo no no podía estar callada así que comencé con :
¡Qué lindo! ¡ ASI papitoo!”
Yo me iba poniendo a mil, como mis compañeros de cogida, Gladys sabía chupar unas tetas, me mordisqueaba los pezones de una forma divina y la pija que me taladraba rozaba mi punto G, así que estaba en la gloria...pero yo estaba trabajando no buscando placer, aunque siempre es bueno mezclar lo con el trabajo, aquello de enseñar deleitando de la escuela siempre he pensado que es un buen método de lograr objetivos.
Primero fue la filipina, era una delicia ver su orgasmo, temblaba como una posesa y se mordía los labios para no gritar al tiempo que me apretaba las lolas. Después Manuel , movía el culo arriba y abajo desesperado para poder soltar su lava, decidí que había llegado el momento de soltar mi lívido y que fluyera en el orgasmo compartido. Acabé cuando mi suegro se quedó desfondado. Había estado bueno.
Tocaba darnos un descanso, antes de continuar la función. Le propuse bajar a bañarnos en la cala, relajarnos nadando un rato, Gladys dijo que ella prefería quedarse preparando una ensalada para el almuerzo y arreglando la casa.
Mi supuesto suegro y yo entramos en el agua, al hombre todavía no le había vuelto la energía a la polla, pero sí a la mirada y las manos. No paró de sobarme y besarme mientras estuvimos en la playa. Me dejó ir cuando le propuse que le podía intentar pescar alguna langosta. No llevaba gafas de buceo, y me costó un poco más pero al final encontré una de tamaño mediano que daba para el almuerzo. Cuando volví a la arena, no sabía de quien tenía que cuidarme más si de las pinzas del bicho o de las garras de Manuel.
Al subir a la casa nos esperaba Gladys, se la veía feliz, como hembra que espera dar y recibir placer. La di un mordisquillo en cada pezón. Su gemido de gusto pareció el ronroneo de una gata satisfecha.
-“
¿ Puedo?”-
me preguntó acercando su boca a mis lolas.
- “
Lo estoy deseando, pero luego debemos hacer lo mismo a nuestro amuha”-
me dio unos chupetines que me pusieron los pezones largos , enhiestos, como piedras.
Manuel miraba extasiado, esperando que tocara su turno. Cuando las dos, una en cada mamilla, empezamos a lamer, chupar y morder, largó un suspiro de alegría cachonda. Me gustaba el sabor salado de su piel. Pegadas, haciendo que notara nuestros cuerpos , sopesé si la pócima le daría para un tercer round, bajé la mano y noté como la verga engordaba y se endurecía. La acaricié experimentado su capacidad de reacción. Aquel afrodisíaco era maravilloso. La polla iba convirtiéndose en un arma de matar.
-“Mi amuha,....¡ qué hombre sos! ...Papito....me gustaría que me cogieras”-
le susurré al tiempo que iba llevándoles hacia la mesa vacía. Me separé y me apoyé mi espalda. Me miraban ansiosos. Levanté las piernas, las abrí y supliqué:
- “¡ Fóllame!”-
No se hizo rogar , agarró una tobillo en cada mano y dirigió su verga a mi concha, le costó encontrar mi cueva que la esperaba cumplidora, por fin tras un recorrido por mi sexo se enfiló a su objetivo. La clavó hasta dentro. Y empezó a moverse en un mete y saca rápido, profundo , poderoso. Yo estaba dispuesta a gozar, estaba convencida que tardaría tiempo en correrse, así que tiré de Gladys para que me diera una buena ración de chupetones de pezones, mientras con la mano yo la pajeaba.
Me dejé llevar mezclando trabajo y placer. La filipina se vino con un grito, era calentona, de orgasmo fácil, le susurré una orden al oído cuando casi se cae sobre mi torso.
Se colocó tras Manuel, se pegó para que notara sus tetas enormes contra su espalda , se embadurnó el dedo con saliva y se lo metió con dulzura por el orto. Mi suegro dio un brinco empalándome hasta lo más profundo de mi ser.
-“
Uaaaauuu”-
chilló cuando el dedo femenino comenzó a acariciarle la próstata. Sabía que con ese masaje iba a soltar su carga enseguida, así que busqué que también me llegara a mí la oleada de placer , su romper coincidió con estallido entre voces de mi suegro.
Nos quedamos agotados, abrazados hasta que mis tripas dijeron que había hambre.
Mientras tomábamos un blanco frío, decidí que me tocaba preparar la langosta, recordé las fotos del archivo erótico de Manuel: su difunta esposa disfrazada de ama, le debía ir el rollo del dominio, así que demostrar que una era cruel venía al pelo. Puse la plancha a calentar, cuando estaba a punto, añadí manteca con aceite de oliva, y poniendo la langosta, que todavía intentaba agarrar mis dedos con sus tenazas, la dí un corte con un golpe seco de cuchillo que la partió en dos, la salé un poco y a la plancha.
En la mesa , si bien Gladys había vuelto a su condición de sirvienta, decidí que se sentara a la mesa con nosotros. Compartir comida y sexo con su jefe la ponía en la gloria. Jamamos y soplamos como salvajes, nos quedamos amodorrados un rato a la sombra.
Pero yo tenía un trabajo, así que desperté a mi supuesto suegro y le propuse una sesión de fotografías subidas de tono, eróticas, pornográficas como él quisiera. Salió de su ensoñación en segundos, el tema le iba. Dijo que el sitio ideal era su casa estudio, yo acepté encantada y le dije a la filipina que cuando recogiera la mesa , viniera con nosotros.
Al entrar en la cabaña donde pintaba, espiaba , en fin disfrutaba, le di un beso apasionado, incrustada en él le pregunté:
-“ Amuha , ¿ tenés ropas para hacerte un show que podás retratar y te inspire en tus dibujos y pinturas?. Quiero que seas muy feliz, que goces cumpliendo todos tus deseos. Yo estoy para ayudar que se cumplan.”-
No dijo nada, sacó una llave de uno de los cajones de la mesa de trabajo y me llevó hacia un placard. Lo abrió , aunque sospechaba su existencia, me dejó maravillada. Todo una colección de lencería erótica y algunos juguetes pasados de moda pero con el encanto de lo primitivo. Me dio un falo de alabastro, fuí hacia la bacha y lo lavé y sin dejar de mirarle a los ojos, me lo fui metiendo en mi concha.
Manuel comenzó a fotografiarme mientras yo me masturbaba con la piedra fálica. Tenía una Nikon francamente buena. Al cabo de unas veinte poses mía , se acercó y comenzó a enseñarme las fotos que me había sacado, no era mal fotógrafo. Dejé el consolador y busqué entre la ropa lo primero que deberíamos ponernos. Para Gladys un body de nylon blanco trasparente que dejaba el sexo al aire. Apenas lo había sacado cuando la filipina entró en la habitación.
-
“ Vos, mi amuha cerrá los ojos para que te demos nuestra sorpresa. Gladys ponete esto”-
Manuel cerró los ojos como un niño que espera un regalo. Mientras mi compañera se enfundaba en el guante que le moldeaba el cuerpo y lo volvía mas y más insinuante. Yo elegí unas medias negras, un liguero y unos botines de taco enorme que me venían bien. Cuando me lo puse y me miré en el espejo casi silbo de admiración. Era un pedazo de hembra salvaje. Agarré un látigo de varias colas y una palmeta, se las enseñé a Gladys para que eligiera con que quería que la castigara. Me señaló el látigo y se chupeteó los labios con lujuria.
-
“ Amuha, abre los ojos y tendrás a tus chicas dispuestas a posar para tu deleite”-
Mi supuesto suegro pareció flotar cuando nos vio.
Y empezamos a montarle cuadros de todas las cosas que dos mujeres pueden hacer. Eso sí con bastante sado, con azotes en el culo de la criada, que los aceptaba gustosa, había acción , pero de vez en cuando parábamos para crear una escultura viviente. Me di cuenta que llevábamos dos horas y al hombre se le había puesto morcillona pero no dura. Pensé que necesitaba otro chute.
-“
Voy a buscar bebidas . Vos, Gladys hacete una paja mientras vuelvo. Podes meterte esa piedra por el culo”-
Fui a la casa principal , agarré las botellas ,las metí en un pequeño canasto donde dejé los polvos mágicos, cargué un cubo con hielo, y volví al refugio.
Cuando entré vi a mis parteners entretenidos. Ella con una mano en el falo que metía y sacaba en el orto y la otra tocándose el clítoris. Mi suegro, maquina de fotos en ristre al tiempo que se la meneaba, eso sí seguía blandorra.
Besé a los dos, como la amiguita que vuelve con juguetes. Y preparé las bebidas cargadas de afrodisíacos. Les ofrecí un vaso largo a cada uno, tomé el mío y brindamos. Los bebimos de un trago, el ejercicio nos había dado sed. Y comenzaba la parte en la que me la jugaba. Debía volverle tan loco que la casa estuviera a mi disposición, de modo que el trabajo estuviera hecho.
-“Amuha, ¿querés que Gladys nos saque fotos a nosotros dos jugando? Podemos hacer cuadros eróticos que luego te sirvan de modelo para tus pinturas.”-
le dije con el látigo en la mano, contoneando mi cuerpo apenas cubierto por las medias, el liguero y los botines.
Me miró ansioso y contestó con un
Siiii.
Gladys tomó la maquina y adoptó pose de fotógrafa profesional, le pedí que me hiciera algunas para ver de qué era capaz. Posé con mis mejores posturas de chica Playboy y fui a ver los resultados, estaban aceptables, tirando a buenas.
Primera tanda: mi suegro arrodillado besándome los botines. Primeros planos de tacos en la boca.
Segunda tanda: paseo de ama con perrito a cuatro patas detrás con la lengua fuera de puro gusto.
Tercera tanda: desnudo, atado colgando del techo. Azotes simulados y reales.
Para entonces la verga estaba dura como una piedra, y el afrodisíaco nos había afectado también a las chicas. Entre fotos y foto, la filipina no dejaba de pajearse y yo estaba totalmente mojada, empapada la concha de flujos.
Me pegué a él, restregué mi cuerpo contra el suyo, le mordisqueé los pezones fuerte para que le dolieran, el cabrón de amuha no hacía mas que gemir de placer. Le agarré la verga y tiré con fuerza hacia atrás de modo que el capullo saliera fuera completo, molestándole. Me arrodillé y con los dientes le di un buen repaso. El vejete estaba en la gloria.
Fui al armario de las sorpresas, busqué y lo encontré. Un arnés con doble cabeza, era antiguo, un poco cursi, con un cinturón rosa de encaje, pero las dos pijas eran grandes, de goma elástica, un buen arma para lo que quería. Lo lavé a conciencia, tampoco era cosa de agarrar lo que no tenía. Y mojado me metí la polla más delgada en la concha , me lo até y como un travesti bien dotado me acerqué a mis dos acólitos que babeaban con ojos como platos mirando el ligero balanceo de la pija.
Solté a Manuel , ordené que Gladys se pusiera en cuatro, lo hizo gustosa, el body dejaba al aire su sexo y su culo, me excitaba aquella vulva morena, empapada.
-“Nena, ¿prefieres prefieres por el coño o por el culo?”-
le pregunté.
- “
Primero por delante y si usted quiere más tarde por detrás”-
Busqué un par de almohadones y se los coloqué bajo el torso para que pudiera apoyarse, la sesión iba a ser larga.
Me esperaba ansiosa, le metí el consolador despacio hasta chocar con mi pubis, usé mis propios flujos para embadurnarme el orificio del orto.
-“ Mi amuha, ¡ tómame y lleva el ritmo de la cogida!”-
No se hizo esperar, empalmado como estaba mi suegro tanteó mi puerta trasera y sin titubeos me la fue clavando. Me quedé empalada por delante y por detrás.
Y empezó el va y ven del sexo, siempre fuerte, profundo, dominante, lujurioso. Las pastillas que habíamos tomado hacían que el placer se disparase. Las chicas competíamos en orgasmos, el hombre seguía dale que dale incansable. El macho comenzó a chillar y sus metidas y sacadas llegaron al ritmo salvaje precursor de la explosión que llegó con Manuel cayendo agotado y exhausto sobre mis espaldas.
Dejé que la sacara, yo le imité con la filipina, hice que se girara y le limpiara la verga con la lengua. Seguía dura.
-“¡Ay mi amuha vicioso! Seguro que querés más y más.”-
Mi cliente venía acompañado de un macizo mulato, más joven que él, recién cumplidos los treinta, guapo de verdad. Me lo presentó como su novio. Yo serví unas copas de cava. Brindamos. Yo lo había conseguido: la donación de la casa y la cala a mi supuesto marido, con tres pequeñas clausulas.
Primero: el uso y usufructo de su padre hasta que falleciera.
Segundo: Gladys seguía al servicio de su padre y de la casa.
Tercero: como bien ganancial , yo era propietaria de la mitad.
-“ Ahora hacemos el contrato de venta de mi parte. Pero tu padre quería que yo fuera semidueña para que pudiera volver cuando me apeteciera.”-
-“ Y tú le dejaste poner la clausula para asegurarte que yo pagara y además....pudieras tener una gratificación por éxito. “-
-“ Un poco de razón tienes, pero ...de verdad lo que me apetece es poder a esa paraíso de vez en cuando sin problemas”-
-“ Una parte, la de la gratificación creo que vale 20000 euros y la segunda lo ponemos por escrito. Seguro que tú cuidas la casa y la aprovechas cuando yo no esté”-
Recorrí con la mirada a aquellos dos ejemplares de macho gay, sonreí con picardía, y con voz melosa susurré: -
“También puedo ir cuando estéis vosotros”-
- “La niña parece moito ardorosa, me da está pidiendo guerra”-
soltó el mulato en delicioso portuñol.