(Des)montando a mi vecino
RETO: acaba este relato sin correrte!
Os voy a contar lo bien que me lo monto con mi vecino. Vivo en un bloque de pisos en el centro de Barcelona con mi novia desde hace unos meses, justo cuando los dos cumplíamos 26 años. La verdad que todo en general nos va bastante bien. A mí, sin embargo, de siempre me ha gustado tirarme a algún que otro tío, por puro entretenimiento, me pone cachondo y ya. Mi novia no lo sabe, o eso creo. La cosa es que ya llevo unos cuantos estando con ella y nunca me ha dicho nada, y que conste que estoy enamorado de ella desde el primer día. A lo que iba con mi vecino. Le conocí justo cuando vinimos a vivir aquí. Solo llevábamos unos días cuando me lo crucé subiendo las escaleras. El vive en el primero, yo en el segundo. La cuestión es que nos fuimos cayendo muy bien, incluso con mi novia. Tiene una actitud muy masculina, por lo que nunca sospeché nada. Tiene un físico bastante atractivo. Pocas veces me pasa, pero la primera vez que lo vi me puso nervioso y todo de lo dura que me puso la polla el verle. Incluso alguna que otra paja ha caído pensando en él. Tiene cuerpo de gimnasio, por lo que me ha contado suele ir cada día. Yo voy al mismo gimnasio, pero, por desgracia, no solemos coincidir, que más de una vez he fantaseado con montármelo con él en los vestuarios.
Alex, que así se llama mi vecino, solía invitarme a tomar birras en su casa las primeras semanas. En esas quedadas nos dio para conocernos bastante. Supongo que el hecho de que yo tuviera novia hizo que ralentizara lo que acabaría siendo una relación de “follamigos”. A mi de cada vez me iba poniendo mas cachondo. Un chico de unos 25 años, tan musculado, con unos rasgos muy marcados y además de lo bien que vestía. Solía llevar pantalones de pitillo y unas camisetas que le dejaban ver unos bíceps para relamérselos.
- ¿Y no tienes novia? - pregunté en una de esas primeras ocasiones.
- No, honestamente estoy muy bien así. Aunque esto no quita que de vez en cuando me traiga a alguien para follar- contestó mirándome fijamente a los ojos.
Ya llevábamos unas cuantas cervezas y todavía no había cenado, por lo que no tenía ningún tipo de reparo en seguir por esa conversación.
- con el cuerpo que tienes tendrás tías para elegir -
- y tíos -
- ¿eres bisexual? -
- Según me dé. ¿quieres otra? – me ofreció otra cerveza. Acepté.
Desde ese momento cualquier referencia sexual ya se decía con doble sentido, al menos para mí. Alex estaba un poco más dubitativo sobre mis intenciones ya que al tener yo pareja no quería arriesgar. A mi me tenía totalmente en el bote, lo que quise alargar un poco más la situación.
Fue a buscar las cervezas a la cocina. Era un piso amplio con el salón-comedor-cocina en la misma habitación. Aproveché que le tenía de espaldas para contemplarle de arriba abajo. Estaba demasiado bueno el cabrón. Se notaba que se machacaba en el gimnasio cada día. Además de lo ajustada que llevaba la ropa que me ponía todavía mas cachondo. Aproveché también para colocarme la polla y que no se me notara tanto. Me fijé en que por el brazo izquierdo sobresalía un tatuaje. Y no pude evitar en ver ese culito tan apretadito en esos pantalones, estaba para comérselo. Al regresar retomé yo la conversación.
- ¿has hecho un trío alguna vez? -
- Veo que sigues por el camino de sexo – dijo riendo.
- Es que me da que te lo montas muy bien –
- ¿Por qué? –
- Por el cuerpo que tienes – y creo que esta frase me delató un poco.
- Ya es la segunda vez que te refieres a mi cuerpo, ¿te gusta o qué? –
- Bueno, no puedo evitar fijarme. Estas muy fibrado. – confesé.
- A ti también se te nota bastante -
- No me compares, tú estás buenísimo – no quería decir eso, pero el efecto de las birras empezó a dar sus resultados. Al escuchar mi respuesta cambió inmediatamente la expresión de su cara hacia una sonrisa pícara.
- Quiero decir que tienes un cuerpazo – dije yo antes de que el dijera algo. Aunque me di cuenta de que eso no arreglaba mucho las cosas. Él se echó a reír y yo también. De repente me puse nervioso y eso se notaba bastante.
- Cuéntame Christian – me dijo con un tono bastante tranquilo – ya te he dicho cómo soy yo. Estamos en confianza. De aquí no saldrá nada que tú no quieras – dijo de modo conciliador.
El morbo que de repente se había creado se acababa de desvanecer. Pero sus únicas intenciones era que los dos estuviéramos relajados y tranquilos. A mi me vino bien, porque no dejo de pasarlo mal por mi novia. Ahí vi que Alex podía ser también un buen amigo. Ya casi me había terminado la cerveza que acababa de traer.
- Tengo a Samanta, mi novia, y estoy muy enamorado de ella. Pero esto no evita que de vez en cuando me folle a algún tío. Me gusta mucho el sexo entre tíos y pegar algún polvo con cierta frecuencia pues me ayuda a romper un poco la rutina de todo. Y eso que Samanta en la cama es increíble. -
- pero después ves un cuerpo como el mío y pierdes la cabeza- bromeó Alex.
- Pues sí – confesé por segunda vez.
- ¿A cuántos tíos te has tirado desde que estas con ella? -
- Llevamos poco más de un año y solo me he follado a dos. Aunque con uno he repetido varias veces. Pero ya no nos hemos vuelto a llamar. ¿tu has tenido pareja alguna vez? – pregunté.
- ¿no quieres que hablemos de ti? – preguntó preocupado.
- No, no para nada. Pero también me interesa tu vida. -
- Ah bien. He tenido pareja sí. Estuve con una tía dos años y luego probé con un tío. La cosa no se alargó más de 6 meses. Pero a día de hoy no creo estar preparado para ello. Prefiero el sexo esporádico y no atarme a nada. Ya que nos sinceramos, lo que busco es alguien con quien poder follar cuando nos apetezca a los dos y luego cada uno sigue con su vida. A veces es difícil porque, cuando lo alargas, uno de los dos acaba sufriendo por alguna razón. Cuando veo que alcanzo ese punto, corto de inmediato. Pero, por otro lado, el mejor sexo que he tenido ha sido en este tipo de relaciones. He llegado a hacer cosas que jamás imaginé que haría o que incluso me gustaría. – Yo escuchaba atentamente y debo confesar que me empezaba a subir el morbo de nuevo. Siguió hablando. - El hecho de haber probado con hombres y mujeres. Algo que recomendaría a todo el mundo. Me he visto en decenas de situaciones distintas. He probado con personas de distintas edades. En todo tipo de sitios, posturas o prácticas sexuales. Lo he probado y ya, al final lo que más haces es lo más habitual. Unas cosas me gustan más que otras, como a todo el mundo imagino. –
- Vaya me la estás poniendo un poco morcillona- dije riéndome.
El dirigió su mirada hacia mi bulto para verificar lo que acababa de decir.
- Ya veo ya jajaja –
- Entonces el hecho de que follemos tu y yo esta noche sería como si nada-
- Bueno no te pienses. Hay quien es mas interesante. Te he contado cosas que no suelo contar. Follar con alguien de confianza siempre es un plus. ¿y tú? ¿tu novia lo sabe? –
- No, no sabe nada.
Torció la boca y miró el reloj.
- Oye no pretendo ser un cabrón, pero se nos ha hecho la una de la madrugada y mañana debo madrugar –
- ¿Qué? ¿en serio? – pregunté molesto por el calentón que me había provocado.
- Jajaja oye la verdad no imaginaba que hubiéramos llegado a este punto. Mira el lado bueno, tienes un coñito que te está esperando. -
- Samanta se habrá dormido hace horas. –
- Pues tendrás que conformarte con una paja jajaja –
- No me da ninguna gracia – aunque sabía que estábamos bromeando.
Nos despedimos como amigos de siempre, y solo hacía dos semanas que lo conocía. Y, efectivamente, antes de meterme en la cama fui a la ducha a masturbarme pensando en el cuerpazo de Alex, imaginándome que le comía el rabo. Antes de que llegara a correrme escuché el sonido de un WhatsApp. Era suyo. Me acababa de pasar una foto de su polla empalmada. Joder con el tío, calzaba un rabo brutal. Era una foto de su polla en todo su esplendor acompañada de unos huevazos depilados que estaban para tragárselos enteros. Me hice un señor pajote gracias a esa foto. Al correrme, antes de limpiarme, tomé una foto de mi polla llena de lefa para mandársela. No pude evitarlo al ver tu foto, le puse en el pie de foto. Joder, me lo hubiera tragado todo, me respondió. Y todavía con la polla empalmada me fui a dormir.
Durante los días siguientes estuvimos hablando esporádicamente por WhatsApp y compartimos alguna que otra foto. Básicamente de nosotros mismos desnudos. Ahí pude contemplar sin problema el cuerpazo de Alex. Efectivamente, tenía un cuerpo espectacular. De músculos marcados y abdominales perfectos. Depilado entero. Un culito que invitaba a comérselo. Y un pectoral de acero. En definitiva, para follárselo unas cuantas veces y que te folle hasta destrozarte. Estuvimos calentándonos semana y media o algo así hasta que un día que mi novia tenía una cena con sus amigas aproveché para decirle de quedar. Quedamos para cenar en su casa. Transcurrió todo con total normalidad, como si de dos amigos de toda la vida se tratara. Y es que en verdad Alex era una persona que hacía que el tiempo transcurriera sin que te dieras cuenta. Estuvimos charlando de todo un poco pero no dejábamos de ser dos tíos que se habían estado calentando durante días y enviándose fotos desnudos el uno al otro. Hasta que ya terminada la cena saqué el tema.
- Bueno y tú que dices que tanto has follado y que tantas cosas has hecho ¿por qué no me cuentas alguna de tus experiencias? - la verdad que me moría de ganas de que me contara alguna de sus prácticas sexuales de las que tanto presumía.
- Vaya sí que has tardado en sacar el tema – dijo riendo.
- En realidad, tengo mucha curiosidad por saber las cosas que has hecho. Y que me las cuentes. –
- Te advierto de que puede que te pongas cachondo –
- Llevo así desde la ultima vez que nos vimos – me atreví a decir.
- Habrás follado con Samanta más que nunca -
- No la metas en medio. Aunque en verdad sí, ayer incluso la convencí para que lo hiciéramos por detrás –
- ¿Se dejó? –
- Claro. No lo hacemos con mucha frecuencia, pero sé que le gusta. –
- ¿Pensabas en mi culo? – Quiso saber.
- Aunque el suyo es delicioso, no pude evitar pensar en la foto que me mandaste de tu culito. Me corrí dentro. Acabé exhausto. –
- Debe estar encantada con tanta actividad sexual por tu parte. –
- No se puede quejar jaja- dirigí de nuevo la conversación hacia él – bueno, cuéntame. Tus experiencias. –
- Pues no sé, tengo muchas que podría contarte-
- La última que hayas tenido – quise ayudarle.
- Pues el pasado fin de semana-
- No pierdes el tiempo eh – interrumpí.
- Con lo caliente que me has tenido estos días qué querías que hiciera. Me follé a una tía que conocí por Instagram. Sexualmente hablando no es que hiciéramos nada especial. Lo curioso fue que ella es la pareja de un tío que me tiré hace unos meses. Siguen juntos y creo que ninguno de los dos sabe de las extra prácticas sexuales que cada uno se toma. Al igual que tú, le pedí de follarla por el culo. Aceptó encantada la tía, y qué culito. Aunque bueno, me puso una condición. Quiso que me corriera en sus tetas y que fuera yo mismo con mi lengua quien se las limpiara. Me hice el remolón, pero no me importó en absoluto. –
- Vaya, ¿así que disfrutas tragándote tu propia leche? – quise saber, ya con cierta calentura en mi cuerpo.
- Y la que no es mía – dijo soltando una carcajada. Capté la indirecta. – seguro que tu también –
- No te voy a engañar - me sinceré, y me imaginé lo sabrosa que sería su leche.
Nos levantamos para movernos de la mesa al sofá, él fue a buscar más cervezas. Llegamos a un punto de la noche en el que los dos ya estábamos bastante relajados, tranquilos y cómodos con nosotros mismos. A los dos nos encantaba estar en esa situación y la verdad que nos estábamos echando unas buenas risas. Le observé desde el sofá. Llevaba puestos uno de esos pantalones negros de pitillo que tanto le marcaban sus piernas musculadas, y otra de sus camisetas que tanto se le ajustaban a esos bíceps redonditos. Volví a fijarme en el tatuaje.
- ¿Qué llevas tatuado? – me pudo la curiosidad.
Y mientras se acercaba al sofá se levantó la manga entera para que lo pudiera ver todo. Al tener el brazo doblado se le marcó todavía más el bíceps del brazo, lo cual provocó que mi polla se empalmara casi a su capacidad máxima. No quería que me lo notara, pero tampoco tuve la oportunidad de colocármela de manera que se disimulara. Y claro, al llegar al sofá vio lo evidente.
- Es una máscara veneciana… ¡pero bueno! ¿qué tenemos aquí? ¿al pequeño Christian? – dijo entre risas.
- Bueno, ¿y qué quieres? Sacando musculitos es lo que hay –
- Jajaja si no pasa nada. Llevo igual casi desde que has llegado a casa. No dejo de pensar en las fotos que me has pasado, son muy cachondas. Tienes una polla increíble, y tu leche tenía una pinta buenísima. Estuve a punto de subir a tu casa y limpiarte la polla delante de tu novia. –
- Dije que no metas a Samanta más de lo necesario. Aunque reconozco que hubiera tenido su morbo hacerlo mientras ella dormía. -
- Deja de ofenderte por si nombro a tu novia. Sabes que soy la última persona del mundo que juzgaría lo que haces. –
- Bueno, no deja que a veces me siento mal. Pero dejémoslo. ¿A qué viene una máscara veneciana? – quise retomar el tema y olvidarme de Samanta.
- Porque mi abuelo era veneciano y de pequeño solía visitar Venecia. Pero murió hace algunos años y no me queda ningún lazo con Italia. Por eso quise hacerme el tatuaje. ¿tu tienes alguno? –
- No, nunca he estado seguro y he acabado por no tener. Retomando lo de tus experiencias, cuéntame algo más guarrete –
- Sinceramente es algo que por lo general no me gusta hacer. Encuentro que se pierde la gracia del momento. Prefiero pasar a la acción y que surja lo que tenga que surgir, hay muy pocas cosas a las que me cierro, así que dejo a la otra persona que vaya haciendo –
El mensaje no podía estar más claro, así que me abalancé a su boca para empezar a morrear. Llevaba días deseando que llegara ese momento. Empezamos a jugar con nuestras lenguas. Yo no me lo podía creer, acababa de empezar y mi polla estaba a punto de estallar. Le propuse lo siguiente:
- Oye no sé cómo lo haces pero tengo la leche apuntito de salir. Por qué no me corro ahora rápido y pasamos tranquilamente a follar. Me has puesto muy burro, te aseguro que tendré leche para más tarde.
- Creo que eso no será posible. Mira la hora que es. Se nos ha hecho tardísimo de nuevo. Nos hacemos unas pajas y cada uno a su casa.
Miré el reloj y eran pasadas las dos. No sabía qué le diría a Samanta. No me quedó otra que aceptar. Me desabroché los pantalones para sacarme la polla, que estaba en su máximo esplendor, ayudé a Alex a hacer lo mismo, quise tener el honor de sacar aquel instrumento a la luz. Y aunque ya lo había visto en fotografías, verlo en persona me impresionó igual. Y aunque ese no fuera el trato me abalancé a su rabo abriendo toda la boca. El tío no se lo esperaba y echó cierto gemido de placer con el primer contacto con mi lengua. Joder, debo admitir que tenía hambre de polla. Hacía tiempo que no me comía una y lo volví a hacer por todo lo grande. No puso resistencia así que yo continué tragando tal sable. Con la punta de mi lengua jugaba con su glande, rodeándolo. Dirigí mi lengua a la base de las pelotas y de ahí fui subiendo, una y otra vez. Más tarde abrí la boca todo lo que pude para que me la introdujera y me hiciera una folladita de boca y, ya que estaba, que se corriera ahí mismo. Él mismo tomó el control subiendo y bajando la cadera, al principio no entraba toda pero el muy cabrón puso una mano sobre mi cabeza para que no pudiera escapar de su enorme rabo. No me quedó otra que aguantar y tragarme el tronco entero. Joder con mi vecino. Se me caía la saliva por la comisura de los labios. Lo bueno es que el tío lo hacía a un ritmo despacio, para que mi sufrimiento/placer fuera mayor. Tras un rato así quise correrme porque de verdad que no podía más, me notaba la polla más dura que nunca. Le quité la mano de mi cabeza y me incorporé. Con mi mano derecha comencé a hacerme una paja, con la izquierda se la hacía a él. Mi corrida no tardó nada en llegar, fue tal la cantidad de leche que saqué que un lefazo me dio en la cara, cerca de los labios. El tío me miraba como si de una película porno se tratara. Estaba disfrutando. Tanto que sin pensárselo dos veces dirigió su lengua al lefazo que había ido a parar a mi cara para chuparlo y morrearnos así, con el semen de por medio. Yo seguía con mi mano en su polla. Notaba como se acercaba al orgasmo, quise adelantarlo lamiéndolo un poco más pero no me dio tiempo. En el momento de acercar mi cara a su polla para comérsela un ratito más comenzó a salir su leche calentita. Y pues pasó lo que pasó, sin quererlo me dejó la cara llena de su corrida. Admito que yo también me dejé un poco, pues llevaba días soñando con beberme su leche. Tras su corrida, Alex me ayudó encantado a limpiarme la cara con su lengua. Lefazo que recogía, morreo que nos pegábamos. De manera que acabé por tragarme su semen también. Me lo gocé de lo lindo. Su leche estaba riquísima, y todavía más mezclada entre nuestras lenguas. Nos despedimos dejando claro que la siguiente vez nos pondríamos antes en faena.
Pasaron unos cuantos días. Intercambiamos algún que otro mensaje pero nada en especial. Un día, hablando con Samanta, estuvo preguntándome por Alex.
- ¿por qué no le invitas un día a cenar? Así lo conozco mejor – propuso.
Lo mejor era aceptar como si nada. Aunque ello suponía que volvería a ver a Alex sin seguir teniendo sexo. Pero bueno, aquellos pajotes que nos marcamos ayudaron a que me relajara bastante. Además de que contaba con los polvos que pegaba con Samanta. Como consecuencia llevábamos unas semanas de intensa actividad sexual. Ella encantada. Hacía tiempo que no practicábamos algo distinto. Como era el hacerlo en la ducha, o en la cocina. Un aquí te pillo aquí te mato.
Ese mismo día me tocaba ir al gimnasio. Ya era tarde, mi hora de siempre, cuando no suele haber mucha gente. Al pasar por la puerta de Alex me lo encontré ahí que estaba entrando en su casa.
- Buenas – le saludé.
- ¿Qué tal Christian?
- Yendo al gimnasio, ¿y tú?
- He quedado con unos amigos. Me pone mucho así como vas vestido – me confesó. Llevaba la ropa para hacer deporte, una camiseta manga corta y unos pantalones de chándal. Él iba con su estilo de siempre.
- Gracias. Tú estás igual de bueno que siempre. Por cierto, Samanta me ha dicho de que vengas un día a cenar a casa. -
- Vaya, ¿una cena con vosotros?, qué morbo ¿no? – dijo con una sonrisa.
- Bueno a mí no es que me apetezca mucho la situación, pero lo pasaremos bien. Siempre y cuando no hagas nada estúpido.
- Pues encantado. Oye, ¿Por qué no pasas? me sé de otro tipo de ejercicios que también van muy bien.- Dijo guiñándome un ojo. Honestamente, me acababa de hacer una oferta que no podía rechazar. No sabía si eso significaba que íbamos a tener sexo, pero seguro que mal no lo pasaríamos. Pasé y dejé la bolsa del gimnasio en el suelo. Él fue a por dos birras.
- Oye, todavía no te lo he preguntado, a la hora de follar, ¿Qué prefieres? – quiso saber.
- Lo mejor es un poco de todo, ¿no crees? – respondí.
Se sentó a mi lado del sofá. Nada más darle un sorbo a su cerveza dirigió su boca a la mía. La situación era exacta a la vivida en nuestro primer encuentro sexual, cuando nos hicimos unas pajas y nos tragamos nuestra leche. Yo aproveché que estaba más lúcido que la vez anterior y quise disfrutar más de ese cuerpo. Tras unos segundos morreando comencé a pasar mi lengua por su cuello y su oreja. Luego bajé y la pasé por su bíceps, pegando unos buenos lametones, como si me quisiera comer su cuerpo entero y dejándole saliva por todo. Metí una mano por debajo de su ajustada camiseta y acariciaba su pectoral deteniéndome en sus pezones. En un momento dado se la levanté y el acabó por quitársela. Qué espectáculo ver aquel torso perfecto. Me correría una y mil veces sobre él. Lamí sus pezones y parte del pecho. Bajé con mi lengua hacia el ombligo pasando por sus marcados abdominales. Mientras le iba desabrochando el pantalón. Me apartó para ponerse de pie y poder quitarse los pantalones. Quedó completamente desnudo. Su polla quedó majestuosamente colgada en frente de mí. Era la primera vez que lo tenía totalmente desnudo.
- ¿te gusta? – me preguntó.
- Joder – solté. Y es que estaba asombrado de ver tal cuerpazo solo para mí. Y, por supuesto, su grandísima polla.
Sin decirme nada se marchó y se metió en lo que supuse que era la habitación. Como veía que no regresaba ni decía nada decidí entrar en la habitación. Cuál fue mi sorpresa cuando al entrar me lo encontré de cuatro patas sobre la cama. Qué pedazo de espectáculo que tenía en frente mío. Dediqué unos segundos a contemplarle. Me puse detrás para verle ese culito tan redondito que tenía. Estaba con las piernas un poco abiertas por lo que le podía ver sin problema su estrecho agujerito. Perfectamente limpio y depilado. Así que no me pude resistir un segundo más y me lancé a comerle el ano con toda mi lengua. Me puse de rodillas sobre la cama y sin pensarlo le pegué un lametazo que fue desde las base de los huevos hasta su agujero. Estaba delicioso. Por el gemido que pegó le debió encantar. Estuve así un rato. Una mano en cada nalga para abrirle bien el culete y poder meter lengua. Une vez le humedecí bien el ano comencé a jugar con mi dedo índice.
- Ah pero qué bien lo haces cabrón. No me esperaba que me comieras el culo con tanto entusiasmo.
- Si es que tu culo lo pide a gritos.
- Méteme los dedos joder. Me pone burrísimo.
Del índice pasé al corazón. Y después los dos a la vez. Los metía y los sacaba. Se lo había dilatado bastante por lo que entraban y salían sin problema. Añadí un tercer dedo. Alex gimió todavía más alto. Me la estaba poniendo durísima ver como disfrutaba el tío. Le saqué los dedos para metérmelos en la boca y humedecerlos un poquito más. Los llevé de nuevo a su culo. De repente, Alex incorporó su espalda de manera que el culo se le cerró un poco con mis dedos dentro. Yo me coloqué tras él quedando mi pecho pegado totalmente a su espalda. Mi polla quedaba atrapada entre nuestros cuerpos. Seguía sin sacar mis dedos del interior de su culo. Iba haciendo pequeños movimientos para no dejar de provocarle placer. Estando en esa postura el giró su cabeza para que pudiéramos morrear. Mi lengua jugaba con su lengua y mis dedos jugaban en su culo. Con mi otra mano le acariciaba los huevos y la polla. Saqué los dedos, noté como le dejé el ojete súper abierto. Directamente llevé los dedos a su boca. Los recibió encantado, chupándolos uno por uno, tragando todo el líquido que había en ellos y dejándolos bien limpios.
- Méteme la polla de una puta vez – me obligó.
Y así hice. Me humedecí la polla con el resto de saliva que me quedaba en la mano y la dirigí directa a su ojete. Sin meterla, jugaba con la punta de mi polla alrededor de su agujero. Haciendo círculos o algo de presión.
- Como sigas así conseguirás que me corra sin que me folles – se atrevió a decirme.
Pero a mí me gustaba hacerle esperar, llevaba tiempo queriendo follarme ese culo así que quería alargarlo al máximo que pudiera.
- Aunque te corras ahora no pienso irme de aquí sin follarte – le respondí.
Continué con mi juego. Ahora le ponía el rabo entre las dos nalgas y hacía el movimiento de cadera como si le estuviera penetrando.
- Qué cabrón. Fóllame cerdo. – ya se estaba desquiciando un poco así que decidí que ya era el momento.
Coloqué mi sable en su ano y muy poco a poco comencé a introducirlo. Así como la iba metiendo el tío iba echando un pequeño jadeo de dolor/placer. Así hice, muy despacio, hasta que mis huevos tocaron los suyos. Totalmente dentro. Me quedé así un rato. Adoraba hacer eso. Se incorporó de nuevo para volver a morrearnos con la diferencia de que ahora era mi polla la que estaba dentro de su culo. Con una mano cogía nuestros huevos y los acariciaba. El tío estaba en pleno éxtasis, y yo también. Una vez su culo se acomodó a mi pene comencé a sacarla y a meterla a un ritmo normal.
- Me encanta como me follas – me dijo entre morreo y morreo.
- Y a mí me encanta tu culo – le respondí.
Y continué la penetración aumentando de cada vez el ritmo. Alex se agachó de nuevo quedando a cuatro patas. Así tenía su culo más a mi disposición. Llegamos a cierto punto donde los dos ya estábamos gimiendo algo alto y nuestros cuerpos algo sudados. Un punto en el que los dos nos acercábamos al orgasmo y lo sabíamos y lo queríamos. Un punto en el que el ritmo era ya bastante rápido. Un punto que le hizo agacharse hasta quedar su cabeza apoyada en el colchón y seguir gimiendo desde esa postura. Poco a poco fue abriendo las rodillas de manera que quedaba su culo más abierto que nunca.
- Voy a correrme – dije en voz alta.
- ¡Córrete joder! – me obligó.
- ¿Dónde? ¿en tu culo?
- Lléname el culo de leche joder
- ¿quieres que te preñe el ojete? – quería darle más morbo mientras seguía penetrando a toda ostia.
- ¡Que sí coño! ¡fóllame hasta que te corras!
Y lo que vino después fue una de las mejores corridas que recuerdo. Los lefazos iban saliendo así como seguía penetrando ese maravilloso culo. Descargué toda mi leche dentro sin dejar que saliera una gota. Incluso tras haber salido toda la corrida no pude resistirme a follarle un ratito más. El tío lo pedía a gritos. Saqué mi polla y le miré el ano. Lo tenía dilatadísimo el tío.
- Tío te lo he dejado abiertísimo jajaja.
- Mira lo que tengo para ti – Dijo mientras hacía presión para que le saliera mi corrida.
Se incorporó de nuevo y se dio la vuelta para morrearnos de nuevo. Esta vez estábamos pecho contra pecho. Con mis manos apretaba sus nalgas para que nuestras pollas estuvieran bien juntitas. Con una mano le acaricié el agujerito para relajárselo un poco. Estaba lleno de mi semen. Le metí un dedo ahora que era tan fácil hacerlo. Y dos. Y tres. Y mi leche. Evidentemente traje esos dedos para metérselos en la boca y así seguir morreando.
- Tío eres un guarro – me dijo tras estar besándonos con mi leche recién sacada de su culo.
- Y lo que te gusta cabroncete jajaja.
Tras un rato jugando con nuestras lenguas pasándonos fluidos se levantó y salió de la habitación. Me incorporé e intenté recomponerme un poco tras el polvo que acabábamos de pegar. Me había dejado exhausto. Aun así me fijé en que mi polla seguía igual de dura. El cuerpo atlético de Alex me ponía tan cachondo que ni un polvo me bajaba la polla. Tenía pensado en follarme a Samanta al volver a casa o al menos pajearme en el caso de que se opusiera.
- ¿no vienes? – me dijo desde el otro lado de la casa mientras estaba sumido en mis pensamientos.
Salí de la habitación en su busca sin tener ni idea de lo que me esperaba. Al pasar al salón lo vi aposentado en el sofá. Llevaba unos gayumbos puestos donde todavía se le marcaba su tremenda polla. Le observé ahí sentado. Seguía sin creerme que le acababa de perforar el culo a ese cuerpo increíble. Aproveché para mirarle bien. Sus abdominales perfectos, todos u cada uno de ellos marcados. Su pectoral curvado de manera perfecta. Unos pezones más bien pequeñitos y marcaditos de lo caliente que estaba. Sus piernas musculadas. Y sus brazos. Unos brazos fuertes, marcados por todas las formas de sus músculos y unas venas que se resaltaban sobre su piel. Se me caía la baba de solo mirarle.
- ¿qué haces ahí pasmado? – me interrumpió mi admiración de su cuerpo.
- No puedo dejar de contemplar tu cuerpo. Estás para follarte una y mil veces.
- Joder, veo que no te sacias con un polvo.
- Eres tú que me la pones así de dura. Como tú ahora mismo ¿no quieres que te haga una mamada?
- Siéntate aquí – mi dijo señalando justo a su lado.
Así hice. Había traído dos cervezas que estaban sobre la mesa. Chocamos las latas y dimos un trago. La situación era muy morbosa. Yo estaba desnudo sentado en su sofá y a mi lado estaba él con aquellos gayumbos de color azul que la hacían todavía más sexi. Pero lo mejor de la situación era ver que nuestras pollas estaban durísimas.
- Me has follado de puta madre – me confesó.
- Y tengo que decir que ha sido un placer follarte el culito.
- Me ha bastado con ver que me lo has llenado de leche – dijo soltando una carcajada.
Fue acabar de decir la frase y dirigir su boca directamente a la mía. Comenzamos de nuevo a morrear a lo guarro. Abriendo bien la boca y jugando con nuestras lenguas como si quisiéramos comernos. Esta vez se mezcló el sabor del semen con la cerveza. Estuvimos así un rato hasta que empezó a bajar con su lengua por mi cuello, mis pezones, mi abdomen hasta llegar a mi polla. La tenía lista para recibir su boca. Empezó dando lametones por el tronco. Lamiendo mis bolas. Metiéndoselas en la boca. Pasaba su lengua por debajo de ellas. Más tarde se cambió de postura. Se colocó en el suelo de rodillas en frente de mí. Puso sus manos por detrás de mis muslos y me levantó las piernas hacia arriba. Y mirándome a los ojos dijo:
- Ahora me toca a mí.
Y con eso supe lo que vendría después, es decir, una gran follada por parte de Alex. Por lo que, evidentemente, no me resistí. Me arrastré un poco hacia abajo para dejarle mi ano más a su disposición. Me abrí bien de piernas. Me relajé y me dejé hacer a su antojo. Mi amante comenzó pasando dulcemente su lengua alrededor de mi agujero. Masajeándolo poco a poco y dando círculos. Realizaba los movimientos de lengua de una manera brutal. No muchas veces me han comido el culo pero debo decir que aquella fue una de las mejores. Se ayudaba con un dedo. Se acercaba mucho la entrada de mi culo hasta que con la punta de su lengua comenzó a hacer cierta presión sobre ella. Y tras su lengua pasó su dedo. Estaba temblando del placer que me provocaba Alex. Deseaba que me follara con toda la fuerza del mundo y que me rompiera el puto ojete.
- Joder tío. - Exclamé. Y es que no era capaz de mediar más palabras.
Con mis manos me aguantaba las piernas que las tenía totalmente apuntando hacia arriba. Las abría lo máximo que podía como si eso fuera a hacer que la polla de Alex entrara antes. Solté una pierna para llevar una de mis manos a su cabeza y apretarla hacia mi culo. El tío tenía su cara totalmente aplastada en mi culo. Notaba como su nariz me apretaba en medio de mis nalgas. Mientras tanto él seguía con sus movimientos de lengua sobre mi ano. Pero de repente todo pareció detenerse cuando escuchamos el sonido del timbre. Alex se quedó mirándome. Yo, con las piernas abiertas apuntando hacia arriba me quedé mirándole.
- ¿esperas a alguien? – pregunté.
- La verdad que no.
Se levantó y fue directo a la puerta. Miró por la mirilla y dirigió su mirada descaradamente hacia mí.
- Samanta.
Se me hizo un nudo ella garganta. Me incorporé rápidamente y me dirigí a la habitación como si de un bunker se tratara. Mientras tanto, Alex fue corriendo al baño para ponerse una toalla por encima y poder abrir la puerta.
- Qué sorpresa samanta- dijo Alex al abrir la puerta y verla de frente.
- Hola Alex. No quería molestarte. Solo era por si habías visto a Christian. Hace ya más de una hora que se ha ido al gimnasio y no suele tardar tanto. Además no me contesta al móvil.
Yo escuchaba todo desde la habitación. Estaba temblando. Sería la ruina de mi relación si Samanta me hubiera visto en aquella postura hacía apenas unos segundos. Temía lo que le pudiera decir Alex. Tenía la esperanza de que se le ocurriera algo sensato.
- Pues la verdad que no. Llevo toda la tarde en casa y no sé nada.
Mientras miré el móvil y corroboré que Samanta me había estado llamando. Contesté enseguida diciéndole que me había retrasado y que en nada llegaría a casa.
- Mira, qué casualidad, me está escribiendo ahora que todo está bien. – le dijo Samanta a Alex. – perdona que te haya molestado. Por cierto, le he comentado a Christian de que vinieras algún día a cenar a casa. me habla muy bien de ti.
- Iré encantado.
Se despidieron y pude al fin salir. Alex y yo nos miramos aliviados. De los nervios se me había bajado la polla.
- Por poco me pilla comiéndote el culo.
- Tío lo siento pero paso de seguir. Será mejor que me vaya.
- Te entiendo. Pero que sepas que me estás dejando totalmente con el caramelo en la boca.
- Tienes razón. Te lo compensaré.
- ¿cómo?
- No sé. Haciendo lo que quieras.
- ¿Lo que quiera? ¿sin límites? – me preguntó.
- Sí. – respondí con cierto temor.
- Eso es muy atrevido por tu parte.
- Pagaré las consecuencias de dejarte a medias.
- Eso espero. Ven el sábado por la tarde.
Y me fui con la intriga de qué sería aquello por lo que me quería hacer pagar el dejarle a medias. Al llegar a casa bastó con decirle a Samanta que me habían enredado hablando en el gimnasio. Pasó la semana con total normalidad. No intercambié ningún tipo de mensaje con Alex, ni siquiera coincidimos por la escalera. Hasta que el sábado al mediodía decidí enviarle un mensaje para saber si seguía en pie nuestro encuentro. Me contestó que fuera a las ocho. No tuve que inventarme ninguna excusa para Samanta puesto que se pasó el fin de semana entero con su madre. Esa semana follamos dos o tres veces. Debo admitir que tanto por mi parte como por la suya no estuvimos en nuestro mejor momento. A mí me había dejado atontado el cuerpo de Alex. Bueno su cuerpo, su polla, su carita, su culo. Así que no me entregué a 100% con mi novia que, evidentemente, me lo notó.
Me presenté a las 8 en punto. Me había arreglado como nunca. Era la primera ocasión en la que íbamos a tener tiempo de verdad, o eso esperaba. A mí nadie me esperaba en casa así que por esa parte estaba tranquilo. Me abrió la puerta. Iba vestido con su estilo de siempre. Con su camiseta ajustadita para marcar bien aquellos brazos de hierro. No me cansaba de verle así, se me ponía igual de dura que la primera vez.
- Has venido, pasa. – me dijo con una sonrisa.
Me senté al sofá y esperé a que regresara con las cervezas. Me preguntó por la semana y por Samanta. No llevábamos ni dos minutos hablando cuando escuché la voz de un hombre que venía del baño.
- Así que este es el tipo que quieres que nos follemos. – dijo mirando a Alex. – Soy Lucas. – dijo dándome la mano.
Supuse que esa iba a ser su recompensa por haberle dejado a medias: no solamente dejar que me follara sino que lo haría por partida doble. Nunca había hecho un trío antes, y menos solo con pollas. Para ser honesto, me apetecía la idea. Todo lo que estuviera relacionado con Alex me la ponía dura, así que no iba a poner impedimento alguno. Además, Lucas tenía un cuerpo atlético como el de mi amigo Alex. Al principio no me percaté, pero al sentarse al otro lado del sofá pude contemplarle bien. Por su cara deduje que sería un poco más joven que nosotros, de unos 22 años. Pero el cuerpazo que se gastaba el tío no era de este mundo.
- Bueno Christian, ya conoces a Lucas. Y como muy bien ya te ha dicho, vamos a abrirte el culo como tú hiciste con el mío el otro día.
- Bueno, dos pollas son más que una. – dije admitiendo una obviedad.
- Y todavía más tratándose de la polla de Lucas. Verás.
Se echaron los dos a reír. Fijé mi vista en su entrepierna por si podía vislumbrar algo. Lucas, al percatarse, se bajó el pantalón para enseñarme el rabo y rápidamente se lo volvió a colocar. Efectivamente, tenía pollazo.
- Mira la cara que se le ha quedado jajaja.
Sinceramente ese juego que estaban llevando ya me estaba poniendo cachondo. En cierta manera me estaban humillando así que imaginé que lo que vendría después sería follarme sin ningún tipo de piedad. Por lo que decidí entrar en su juego y meterme en mi papel.
- No hay polla que se me resista.- me atreví a decir.
- Esa es la actitud.- respondió Lucas. – veo que te ha gustado mi polla.
- Pues hoy te las vas a comer a pares. – intervino Alex.
- Joder, no puedo aguantar.
- ¿Así que te gusta comer pollas? - quiso saber Lucas.
- A todas horas. – respondí con intención de calentarles.
- Eres de los míos. ¿tienes buena polla?
- Bueno, yo diría que sí.
- Lo corroboro. – aclaro Alex.
- Me encanta comer pichas- empezó a contarnos Lucas- soy activo de siempre, pero por la boca soy la más puta que te puedas encontrar.
- Pues ya tenemos algo en común.
Y nos echamos todos a reír. Aunque no dejaba de sentirme extraño, me estaba gustando la situación. La verdad que Lucas era un chico muy simpático, desde el principio te sientes a gusto con él, como si os conocierais de siempre. Empezamos a bebernos las birras mientras íbamos charlando de nada en particular. Le contamos a Lucas los escasos encuentros que habíamos tenido pero un poco por encima. Muy morboso todo pero a la vez con total normalidad. Pasamos a una segunda ronda. Y a una tercera. Y una cuarta. Y las horas pasaban como si fueran segundos. Parecía que allí no se había quedado para follar, llegó un punto en el que casi se me olvidó y todo. Mientras tanto, pude apreciar todavía más el físico de Lucas. Era muy guapo, tenía una cara muy atractiva, de follador compulsivo, de estos que empiezan a bombearte como si no hubiera un mañana. Pero a la vez tenía un rostro como de niño bueno. Tenía un cuerpo muy bien cuidado, de gimnasio como Alex. Pero he de confesar que Lucas me ponía más. Tenía unos hombros redondos muy bien puestos, acompañados de unos brazos totalmente proporcionados. Llevaba puesta una camiseta gris (mi color fetiche) ajustada, del estilo que llevaba Alex. Se le traspasaban las venas de los brazos. Y tenía una cintura estrechita que le hacía un culito muy apetecible, aunque no estaba muy seguro yo de que lo podría probar. En un momento de la conversación salió el tema de mi novia.
- Pues Christian tiene novia, como tú- dijo Alex mirando a Lucas.
- ¿tú también?- me preguntó. – la verdad que no conozco mucha gente como nosotros. Muchos no lo dicen por cómo se lo pueden tomar sus parejas. La mía lo sabe todo, aunque no quiere que le cuente nada sobre mis encuentros.
- Pues yo soy de esos que no dice nada.
- Bueno, depende de la situación de cada uno. Mi novia lo entendió desde el principio. Ella sabe que estoy enamorado de ella pero que de vez en cuando me gusta quedar con tíos con la diferencia de que en vez de tomar unas cervezas echamos unos polvos. Pero eso sí, yo siempre hago de activo.
- Con decirte que algunos le llaman el “revientaculos”.- intervino Alex.
- Pues sí. Cuando me pongo a trabajar un agujero lo exploto al máximo.
- Pues me tendré que ir abriendo bien de piernas- dije para calentarles un poco.
- Veo que ya lo has asumido- dijo Lucas señalando a su bulto, que de cada vez se hacía mayor.
- Llevamos horas hablando, ¿no os apetece follar un poco?- propuso Alex.
- Antes déjame ir al baño. Acompáñame- me dijo Lucas como si de una orden se tratara.
Y yo, obediente sin saber muy bien por qué, le seguí.
- Quítate la ropa y ponte de rodillas.- me dijo señalando al plato de la ducha.
Me desnudé. Le enseñé mi polla que estaba a medio crecer. El esperaba sin decirme nada. De repente su actitud cambió. Del buen rollo que había en el salón ahora era como si fuera mi jefe o incluso mi amo. Aun así, me ponía demasiado cachondo ese cuerpazo como para negarme a algo. Así que obedecí una vez más y me puse de rodillas en el plato de la ducha. El tío, sin pensarlo, se postro ante mí y se sacó el enorme rabo. Quedó colgando ante mi cara, estaba a medio crecer todavía. Estaba depilado pero de hacía unos días y tenía unos huevazos colgando que a nada estuve de metérmelos en la boca. No sabía muy bien qué hacer. Hasta que se la cogió con una mano y la puso en dirección a mi cara. Le miré a los ojos y vi como si se estuviera concentrando. Hasta que de repente comenzó a mear. Mi primera reacción fue cerrar los ojos y ladear la cara. Pero no me moví. Dejé que siguiera a su gusto. Luego apuntó hacia mi pecho y pude así abrir los ojos y mirarle. El tío estaba disfrutando, disfrutaba humillarme de esa manera y yo que me dejaba hacer como si de una puta se tratara. De hecho, ese era su objetivo.
- Así me gusta. Que hagas lo que te digo. Que me obedezcas. Que seas mi putita. Y ahora vas a abrir la boca para que pueda mearte dentro.
Y así hice. La abrí bien para facilitarle que entrara. Aunque imagino que no le importaba mucho que hubiera meado por todo. Yo dejaba que me llenara la boca pero no me lo tragaba. Lo iba echando e iba cayendo sobre mí. Habíamos estado bebiendo bastante cerveza por lo que estuvo un buen rato echándome su pis por encima. En un momento dado, ya cuando le quedaban las últimas gotas, entró Alex.
- Pero bueno. Mira quien se ha convertido en una putita.
Y los dos se echaron a reír. Alex aprovechó el tenerme así para hacer lo mismo que su amigo Lucas. Por lo que se sacó la polla y la apuntó hacia mi cara. Una vez Lucas hubo echado sus últimas gotas, fue Alex quien empezó con la meada de nuevo. Y yo seguía sin moverme, con la boca bien abierta. Esperando sus meadas. Ellos dos de pie ante mí y yo de rodillas recibiendo su orina. En ese momento me di cuenta de que estaba empalmado. Y de lo puta que me sentía al estar haciendo algo así. Qué pensaría Samanta al verme en esa situación. Pero decidí aprovechar el momento y disfrutar dándoles aquel capricho a esos maromos. Lucas, que ya lo había echado todo, puso una mano sobre mi cabeza y la otra por debajo, como para no dejarme escapar de la meada de Alex. Me mantenía así la boca bien abierta. Alex aprovechó y acercó todavía más su polla a mi boca hasta meter la punta. Estaba ya sacando las últimas gotas. Yo esperaba a que se me llenara un poco la boca y luego lo echaba. Y finalmente acabó y me la metió casi de golpe. Lucas me agarraba fuerte la cabeza por lo que no pude evitar tener que tragarme la polla de Alex. La saboreé y se mezclaron los restos de pis que se habían quedado en su polla y en mi boca. Estando así comenzó a follarme la boca a un ritmo normal. Lucas dejó de agarrarme la cabeza para llevar sus manos a mi culo. Separó mis nalgas y con sus manos ensalivadas comenzó a tocarme la zona desde mis huevos hasta mi ano. Después él mismo paró la follada que me estaba metiendo Alex para así poder plantarme un morreo. Empezamos a jugar con nuestras lenguas. En mi boca todavía había restos de orina e incluso un poco de líquido pre seminal de Alex.
- Esta boca sabe a puta.
Y siguió metiendo lengua. Alex pasaba su polla por mi mejilla y la acercaba hacia mi boca. Fue Lucas quien invitó a que la polla de Alex quedara entre nuestras bocas. Así que el tío que anteriormente me había parecido un macho empotrador, ahora se estaba poniendo de rodillas a mi lado para comernos juntos el rabo de su amigo. Y así hicimos durante un rato. Alex estaba en la gloria con dos boquitas lamiéndole el rabo. Era enorme por lo que nos la repartimos sin problema. Lucas parecía estar disfrutando, tanto que en un momento dado se la metió en su boca dejándome a mí sin el placer de lamerle la polla a Alex. Este comenzó a meterle y a sacarle la polla suavemente. Yo estaba contemplando ese espectáculo pajeándome. Alex intentaba metérsela hasta el fondo, poco a poco lo iba logrando. Mientras yo puse una mano en la cabeza de Lucas y otra en el culo de Alex para ayudarles con la penetración. Mi vecino apretaba con fuerza haciendo sufrir un poco a Lucas. Aunque este no dejaba de abrir al máximo su boquita para que cupiera todo. Continuó haciendo fuerza hasta que consiguió que los labios tocaran sus huevos. Le saliva la saliva por la comisura de los labios. Lucas estaba con lagrimitas en los ojos de tanto aguantar. Pero podía ver cómo le ponía totalmente cachondo, y a nosotros también. Finalmente, sacó la polla y dejó que al fin pudiera coger aire. Acto seguido me pilló a mi desprevenido, me abrió la boca y me la metió. Y repitió exactamente lo mismo que acababa de hacer con Lucas. Por lo que me preparé para que me hiciera aguantar la respiración. Abrí lo máximo que pude la boca y dejé que me la metiera hasta donde él quisiera. Una embestida. Dos embestidas. Tres embestidas. Y a la cuarta ya tenía sus huevos rozándome los labios. Se me empezaba a caer la baba también y se me saltaron algunas lágrimas. Pero a la vez me estaba provocando un placer terrible. Hubiera seguido así todo el rato que hubiera querido. Me encantaba tener esa polla enorme en mi boca y que me casi ahogara de esa forma. Lucas nos observaba mientras se tomaba un respiro. Y tras aguantar unos segundos así sacó su pene de mi boca y pude aliviarme. Pero inmediatamente llevé de nuevo mi boca a sus bolas. A lo que se unió Lucas también. Le estábamos propiciando la mamada de su vida. El tío estaba gimiendo como un loco. Y nosotros también, compartíamos totalmente el gusto por estar de rodillas comiendo polla. Nos mirábamos y nos morreábamos. Y volvíamos a su polla. Estuvimos unos minutos mas hasta que Alex propuso de ir a la habitación.
- Menudo cuerpo tienes Christian- me confesó Lucas.
- Gracias. A mí me encantaría ver el tuyo.
- Mira, ven aquí.
E hizo algo que jamás hubiera imaginado. Apoyado en la pared de la habitación me indicó que fuera hacia él hasta que estuvimos pegados cuerpo a cuerpo. Me agarró por los muslos y me levantó hasta quedar como cabalgando, pero cara a cara. Por la postura nuestros cuerpos estaban muy juntos igual que nuestras caras y nuestras vergas. Por lo que empezamos a morrear jugando con nuestras lenguas al igual que habíamos hecho anteriormente. Le pidió ayuda a Alex para quitarse la camiseta. Al fin pude contemplar ese cuerpazo de hombre musculado, y de la mejor manera posible, agarrado a él, colgando de sus espaldas. Comencé a lamerle los pezones, cosa que le ponía muy caliente por los jadeos que echaba. Pasaba de uno a otro, lamiéndole el pectoral. Subía al cuello y le besaba a la vez que le lamia. A la vez nuestras caderas se movían al mismo son para restregar nuestros cipotes. Lo mismo hice con sus brazos, con sus marcados bíceps. Hasta que los levantó (y yo me aguantaba solamente con mis brazos) y pude así lamerle las axilas.
- Joder no sabia yo que eras tan buena puta. Haces todo lo que quiero. Te voy a reventar pero bien. – dijo entre jadeos.
Así que no esperó mucho mas y me llevó hasta el borde de la cama. Me dejó allí levantándome las piernas, se acabó de quitar la ropa, y dirigió su lengua directa a mi culo. Empezó a lamerlo para lubricarlo bien. Con las manos separaba los glúteos para que pudiera meter bien la lengua y así que comenzara a dilatarse un poco. Al cabo de unos segundos así note cómo empezó a introducir un dedo. Yo estaba en la puta gloria. De repente, vi entrar a Lucas, que no sabía adonde había ido y ya se había quitado toda su ropa, y se colocó de rodillas a mi lado para que le comiera el falo. En un rato Lucas ya podía meterme hasta tres de sus gordos dedos, señal de que mi culo empezaba a estar listo para su cipote. De siempre he preferido más ser el activo que el pasivo, pero dejar que alguien disfrute con mi culo también me pone muchísimo, y más si es alguien como aquel hombre. Me estaba provocando cierto dolor, pero también cierto placer. Yo quería que me follara ya y que se corriera.
- Fóllame – le supliqué.
- ¿Qué? ¿no te he oído? - se hizo de rogar.
- Que me folles el puto culo. Que me metas el rabo hasta reventar.
- Tus deseos son órdenes.
Y sin condón ni nada llevó su polla a mi agujero para empezar a introducirlo lentamente. Con mis pies sobre sus hombros y la polla de Alex en mi boca, empezó a bombearme a un ritmo moderado. Mirándome a los ojos con cara de depravado gemía a cada embestida. Iba acelerando poco a poco hasta un punto en el que iba a toda hostia. Yo había tenido que abandonar la polla de Alex porque sino no podía seguir el ritmo que estaba llevando ahora. Se le caían las gotas de sudor por todo el cuerpo y ahora los gemidos eran gritos. Estaba al borde del orgasmo y yo lo notaba con su polla cómo de cada vez estaba más dura.
- Córrete dentro cabrón- le dije.
Lucas sonrió y se concentro en su corrida. Sin dejar de mirarme a los ojos aceleró el ritmo, me estaba partiendo el culo de la follada que me estaba metiendo. Los dos nos mirábamos y apretábamos los labios del placer. Hasta que noté un líquido caliente por le interior de mi ano. Lucas ahora gritaba de placer. El seguía embistiéndome a cada lefazo que echaba. Y yo le acompañaba con gemidos. Vació toda su leche dentro de mí. Me preñó como nunca antes lo habían hecho. El tío seguía metiendo y sacando su pene una vez acabada la corrida, aunque a un ritmo muy despacio. Se agachó para besarme. Jugamos con nuestras lenguas mientras movía sus caderas. Y dentro de mi culo su polla se paseaba mientras su semen comenzaba a salir.
Al fin se puso en pie sacando su polla. Se quedó mirándome el culo y le pasó dos dedos para recoger un poco del semen que estaba saliendo. Se lo llevó directo a la boca. Lo hizo una vez más, pero esta vez los llevó a mi boca. Yo recibí sus dedos ofreciendo mi lengua. Y me los metió y pude así probar su riquísima leche. Y así volvimos a morrearnos. Esta vez jugamos con nuestras lenguas empapadas de su leche.
Le estábamos dando un espectáculo a Alex que no dejaba de pajearse. Yo estaba exhausto de la follada de Lucas. Miré a Alex y vi cómo ahora era él quien quería follarme. me dio la vuelta, quedándome totalmente tumbado boca abajo. Me puso una almohada bajo la cadera para facilitarle bien la entrada de mi culo y yo cogí otra para apoyar la cabeza.
- Tío tendrías que verlo, lo tienes brutal para meterte la polla. Tu culo está pidiendo a gritos que lo follen.
- Pues, ¿a qué esperas?
Así que no esperó mucho mas e introdujo su polla lentamente en mi culo. Era de similar tamaño que la de su amigo Lucas por lo que no notaba mucha diferencia. Ya tenía el culo bien abierto después de la follada del cabrón de Lucas por lo que fue fácil que me penetraran de nuevo. Aun así, no estaba acostumbrado a que me follaran, y mucho menos que me follaran dos pollas como aquellas, por lo que no podía evitar querer que se corriera y que acabara ya. Aunque, por otra parte, también disfrutaba de la jornada de sexo que nos estábamos pegando y lo morboso que era todo. Con decir que casi me corrí por el hecho de estar morreándome con Lucas con su leche recién sacada por nuestras bocas. Todavía me quedaba el gusto de su leche por la boca.
Yo estaba concentrado para no correrme mientras Alex ya comenzaba a llevar un ritmo cerca al orgasmo. Yo hundía mi cabeza en la almohada y gemía lo mas fuerte posible. Podía escucha a Alex cómo gritaba también de placer. Yo levantaba bien mi cadera para que pudiera meter la polla hasta el final. Notaba sus huevos cómo rebotaban en mi piel. Le supliqué que se corriera porque ya no podía aguantar más. El tío aceleró todavía mas la embestida. Me estaba empotrando con una fuerza descomunal. Yo me dejaba llevar y hundí en la almohada mi cara para poder gritar, esta vez ya con cierto dolor. Hasta que paró en seco y, rápidamente, me dio la vuelta, se sentó sobre mi pecho dejando su polla justo sobre mi boca e inició su corrida que inundó mi cara de semen. Con la mano se pajeaba y dirigía los tiros de lefa sobre mi cara. El primero fue a parar sobre mi frente, el segundo sobre mi nariz, y al tercero me metió la polla en la boca y continuó la corrida dentro, donde siguieron saliendo tres o cuatro tiros mas de leche que me tuve que tragar. Mientras saboreaba la lefa y la polla de mi vecino Alex, Lucas aprovechó para tragarse mi polla que estaba mas que lista para sacar leche. Un poco a mi pesar (porque lo hacía de puta madre), no le costó mucho que llegara mi orgasmo. Yo no podía verle porque todavía tenia a Alex sentado sobre mi con su polla dentro de mi boca, pero, aun así, lo gocé como nunca. Preñé la boca de Lucas con una considerable cantidad de leche. El tío me pajeaba a la para que ponía sus labios sobre mi glande. Una vez acabé de correrme, se acercó a mi boca para darme de probar de mi propia leche. Por lo que se acabaron mezclando en mi boca el semen de cada uno de nosotros. Lucas vino con una buena cantidad de leche, así que acabamos los dos con hilillos de leche entre nuestras bocas y gotas de semen cayendo por nuestros labios. Yo le limpiaba la boca y él la mía y volvíamos a jugar de nuevo con nuestras lenguas hasta que poco a poco nos acabábamos tragando toda la leche.