Desmadre sexual en un verano ya lejano - 02

Continúa el viaje por Mallorca con una profesora demasiado lanzada y dispuesta a todo

Viaje de Estudios 2

Tumbadas al sol, después de comer, me pasé casi todo el rato mirando a los chicos a ver si alguno se fijaba algo de mas, y al final me di cuenta de que así no podía estar todo el día. Y acabé con la conclusión de siempre. Si querían mirar, pues que mirasen, y si veían algo, pues mejor para ellos.

Montse me propuso ir a ligar esa noche. Me lo tomé como gracia y no la hice caso, pero me dijo que no me inquietase, que ya me buscaría uno para mí. Cuando recapacité que lo decía en serio es cuando empecé a preocuparme.

Las chicas de nuestro colegio y las de algún otro que coincidía allí usaban unos tangas minúsculos. Yo me había puesto algunos bikinis casi igual de pequeños cuando era algo mas joven, pero nunca delante de todos mis compañeros y amigos y en playas en las que mucha otra gente iba desnuda.

Daba envidia ver esos cuerpos, tan esbeltos y jóvenes y daba envidia también la despreocupación y naturalidad con qué hacían todo. Entonces recordé la conversación oída en el baño y me subió un poco la moral. Estaba segura que si Montse decidía ir a ligar era capaz de lograrlo antes que cualquiera de esas niñas.

Bueno, lo malo es que si decía en serio lo de buscarme otro para mi, era capaz también de conseguirlo.

En la noche estuvimos en la disco, con los chicos, y salimos un rato a bailar nosotras solas. Siempre me ha gustado bailar y me muevo bien en la pista. Los bailes modernos de contonearse son muy fáciles si sabes llevar el ritmo. Ella también tenía mucha gracia. Incluso me agarró una vez cuando pusieron algo mas lento.

Cuando nos estábamos acostando volvió con el mismo tema.

  • es dificilísimo ligar aquí. Te has fijado que ninguno de los chicos nos ha sacado a bailar.

  • pero es normal. ¿Como van a sacar a bailar a una madre de un compañero o a una profesora?

  • mañana vamos al hotel de al lado, ya veras como allí, que no nos conoce nadie, lo conseguimos.

  • ya veremos mañana.

  • al final me voy a tener que liar contigo.

  • de acuerdo. Seré tu reserva. Duérmete ya.

Por la mañana estuvimos viendo museos y por la tarde de nuevo tomando el sol, pero en la playa un poco más alejada del hotel, porque decía Montse que ahí no nos conocía nadie y seguro que alguien se nos acercaba.

Lo de que no nos conocía nadie era verdad, yo incluso me quité el sujetador del bikini, y  ella me imitó para tener más oportunidades, según dijo. Era mejor que la piscina, pasaban muchos tíos buenos, pero ninguno se acercó.

Yo cené con Rufino, pero Montse se arregló bien y se fue a cenar al hotel de al lado y me dijo que me llamaría si lo conseguía. Estaba en la cama cuando me llama este para ver si podía ir a la habitación de unos alumnos, porque había un problema.

Me puse rápidamente la bata, sin darme tiempo a ponerme nada debajo porque era justo en la habitación de al lado. Llamé y me abrió Rufino, muy preocupado: uno de los alumnos se encontraba mal, parecía que estuviese bebido, a pesar de que en el hotel no servían bebidas alcohólicas.

Llamé al servicio de urgencias, dándoles el número de nuestro seguro y nos dijeron que le llevásemos allí inmediatamente, que le atenderían. Quedé con Rufino en que se iría con él en un taxi y yo me quedaría allí, esperando sus noticias.

Los otros dos compañeros de habitación también estaban algo bebidos, pero razonaban casi normal, incluso parecían preocupados por su amigo. Les mandé acostarse, pero querían esperar noticias del hospital. Rufino llamaría a mi habitación, de modo que les dije que se pusieran el pijama y vinieran conmigo.

Les tuve que ayudar porque no se tenían casi de pie. Cuando les quité los pantalones y les di el del pijama, se quitaron además los calzoncillos, dejándome sorprendida, yo con sus pantalones en la mano y ellos totalmente en pelotas, exhibiendo un par de herramientas que para su edad estaban mas que bien.

Pasamos a mi habitación, les señalé las sillas y yo me senté en la cama, apoyándome en el cabecero. Se quedaron dormidos y yo, sin darme cuenta, fui resbalando por el cabecero y caí dormida también, atravesada en la cama.

Me despertaron sus besos en mi piel y sus caricias en mi pecho y mis muslos. Medio dormida como estaba, no tenia yo muy claro donde me encontraba, ni quien me tocaba. Uno restregaba su pija por mi cara y el otro me metía mano y me chupaba la conchita con mucho entusiasmo.

Bueno, parece que no era Montse la única que necesitaba sexo porque me estaban dando un gusto tremendo y me quedé quieta, con los ojos cerrados como si estuviera dormida, disfrutando del momento, mientras pensaba qué hacer.

Abrí algo la boca y sentí el pene entre mis labios. Lo chupé un poquito pasando la lengua  por su glande, que ya soltaba algo de líquido, mojándome la cara. El otro se enderezó a mis pies.

  • no se la metas, estas tonto. Se va a despertar y nos la cargamos.

  • pero si es que mira como me ha puesto. No aguanto más.

  • solo veníamos a verla de cerca y hasta la hemos podido tocar bien. No hagas tonterías.

Mi subconsciente decía que siguiera, pero tenía que cortarlo. Ya habían tenido su ración, como dijo uno de ellos y seguir más era muy peligroso. Eran de mi colegio y seguro que menores de edad.

Noté la punta entrando despacito, era fácil, me había chupado un montón y estaba llena de saliva. Apenas me tocaba y entraba lentamente, para no despertarme. Tenia que tomar una decisión: mi mente decía que había que parar aquello, pero mi cuerpo gritaba que esperase un poquito, solo un poquito mas.

Estaba ganando mi cuerpo y le dejé un poco mas, pero tenía que decidir de una vez. Gracias a Dios se despejó providencialmente la pelea en mi interior. La campana salvadora vino en forma de teléfono.

Dejé que sonara dos o tres veces, hasta que hice como que me despertaba. Disimulé muy bien, abrí los ojos, me quedé quieta un rato y luego di un salto y me lancé al teléfono. Ellos estaban sentados, tan formales, como si se acabaran de despertar igualmente. Lo hice tan bien que ni me abroché la bata, enseñándoles todo mientras descolgaba.

Al chico le habían hecho devolver y le dieron no se qué y en un par de horas estarían de regreso. Mientras hablábamos me iba cerrando la bata, y me abroché el cinturón. Les dije lo que me contó Rufino y les mandé a dormir a su cuarto.

Me volví a meter en la cama y no me enteré de nada más hasta que sonó el despertador. Montse estaba frita y no la quise despertar porque debió de llegar muy tarde. A lo mejor por fin había triunfado. Ya me contaría y hasta era posible que dejara de meterse conmigo.

Tuve que insistirle a Rufino que se metiera en la cama y que no se preocupara, que yo me encargaría de todo. Hoy tocaba visitas por la ciudad, de museos, totalmente cultural y lo haríamos andando. Aceptó, el hombre. Tenia unas ojeras enormes y le dije que ya le contaría a mediodía.

A la hora de comer aparentaba mejor aspecto y Montse estaba ansiosa por contarme novedades. Tuvo que esperar hasta que estuvimos sentadas en la playa para decirme que estuvo con dos chicos casi toda la noche, que habían estado a punto de follársela, pero que no hacían mas que rondar otros chicos por allí y al final lo tuvo que dejar.

  • lastima, ahora que por fin lo conseguiste.

  • no, no te preocupes. He quedado con ellos esta noche y casi es mejor, porque mañana nos vamos y así no hay problemas ni complicaciones.

  • ¿y donde vas a ir?

  • pues a lo mejor a nuestra habitación, ya te avisaré.

  • no me compliques la vida. Te buscas un sitio o te vas a la habitación de ellos.

  • si es que cada uno esta en una habitación. Oye tienes un moretón en esa teta.

  • ¿que? ¿Donde?

  • en una no, en las dos. ¿Que hiciste anoche? no se te puede dejar sola. Cuenta, cuenta.

  • no hay nada que contar. La mitad de la noche esperando que sonase el teléfono.

  • bueno, ya me lo dirás cuando quieras.

No cenó con nosotros y Rufino y yo estuvimos con los alumnos, vigilando a los mas díscolos y comprobando que no entraban alcohol sin que los vigilantes del hotel, avisados por nosotros, lo advirtiesen. Parecía que todo estaba bien, pero hasta que no empezaron a retirarse, pasada la una de la madrugada, no nos fuimos a dormir.

Al abrir la puerta de la habitación me encontré de pronto con una de las escenas mas pornográficas que nunca había presenciado.

Montse estaba despatarrada sobre la cama, con los ojos medio cerrados y la cara de placer absoluto que le estaban dando sus dos amiguetes, también desnudos. Tenia a uno sujetándole las piernas, con el pene totalmente introducido en su interior y golpeándole las nalgas con su movimiento de mete y saca. El otro le había metido la pija en la boca, casi hasta la mitad y se la chupaba con voracidad y además parecía que la gustase.

Cerré la puerta porque se oía venir alumnos a sus cuartos y aquello era demasiado fuerte.

Entonces me vio, saco la verga de su boca y me hizo señas de que me acercase. No me moví. Estaba paralizada y escandalizada. ¿Como podía estar haciendo eso con dos chicos y poco mayores que su hijo? ¿Y esa cara de placer? que vergüenza.

Entonces me vi a mi misma, la noche anterior y era exactamente lo mismo, pero cambiándose ella por mi. Y así hubiera yo estado si el teléfono suena diez minutos después. Y así me hubiera encontrado si ella hubiera regresado un rato antes.

Cuando el chico que estaba desocupado por mi irrupción se acercó y empezó a quitarme la ropa, yo ya estaba decidida. ¿Podía engañarme a mi misma? era un poco tonto, ayer estaba dispuesta y lo aceptaba, porque yo no lo había iniciado. ¿Por qué tenía que rechazarlo hoy? tampoco yo lo había iniciado.

Me quedé quieta, dejándome desnudar poco a poco, mientras me acariciaba y besaba cada parte de mi cuerpo que iba descubriendo. Agarré su pene, ya crecidito gracias a la boca de Montse, y lo acaricié con mimo.

Me tumbó en la misma cama, atravesada y al lado de Montse y se lanzó a chupar mi vagina y acariciar mis pechos. No tardo mucho en darme gusto y le sujeté la cabeza con las dos manos. Al ver que mi concha estaba bien lubricada me la fue metiendo y comenzó a moverse.

La otra pareja estaba en pleno orgasmo, retorciéndose y jadeando. y al poco tiempo nos unimos a sus gritos y gemidos, contagiándonos y sintiendo venir el placer por todo mi cuerpo.

Sentí su esperma golpeando en mi interior y, sin salirse de mí, fue dejándose caer lentamente, cubriendo mi cuerpo con el suyo.

La otra pareja empezó de nuevo. Montse parecía insaciable. ¿Como podía querer más?

El pene que estaba en mi interior, empezó de pronto a revivir, y noté mi pecho acariciado y besado de nuevo, con pasión.

Estábamos muy juntas y se acerco a mi oído, diciéndome.

  • ¿te ha gustado la sorpresa? ¿Ya te dije que te traería uno?

  • estas loca. (Le respondí con muy poca convicción)

Se separaron de nosotras y Montse me dio unos besitos.

  • son incansables. Me recuerdan a mi marido de novios.

Yo apreciaba de mi marido otras cosas mas que el sexo, pero no iba a empezar una discusión con ella en ese momento y además ellos lo que estaban haciendo era intercambiarse, o mejor dicho, cambiando de pareja para catarnos a las dos.

Me giró, quedando con el culo levantado y me penetró desde atrás, sujetándome las caderas y agarrando mis pechos con sus manos, jugando con mis pezones.

Éste poseía una herramienta mas larga y casi me hacia daño cuando empujaba. Me daba muy fuerte y fui dejando caer mi cuerpo, quedando tumbada boca abajo en la cama. Esto me alivió un poco, porque mi culo le dificultaba golpear con más energía y así pude empezar a disfrutar otra vez.

No se cansaban nunca. Yo creo que ellos se vinieron tres veces, apenas sin descansar y cada vez nos cambiaban. Acabamos las dos agarradas de la mano, sudando y retorciéndonos, agotadas y felices. Podíamos haber seguido toda la noche, pero supongo que ellos se dieron cuenta que está vez tardarían más tiempo en recuperarse de la ultima y sensatamente decidieron dejarlo para otra ocasión, porque se vistieron sin decir nada y se fueron.