Desinhibiendo a mis amigas

De como induje a mis amigas a disfrutar del sexo.

Desinhibiendo a mis amigas

Estudiaba ingeniería industrial en la U. pero entre mis variados intereses había elaborado varios productos (alcaloides) obtenidos como extractos vegetales que me permitían lograr ciertos efectos en la gente. El más antiguo de los que encontré proviene de una planta nativa que crece abundante en la sierra de mi país y tiene un ligero efecto alucinógeno pero sobre todo provoca una fuerte desinhibición. Desarrollé otros productos más fuertes que logran cosas sorprendentes, pero son peligrosos.

Las chicas en mi ciudad y sobre todo en mi nivel social eran muy conservadoras (hasta hace unos años, en los últimos 10 años todo ha cambiado) y a sus mismos enamorados no les dejaban progresar más allá de unos besos, peor disfrutar en serio del sexo. Yo había sido hasta poco antes un chico muy correcto y respetuoso pero ciertas circunstancias me robaron mis escrúpulos. Deseaba disfrutar más de mi grupo de amigos(as) y me propuse pervertir a las chicas. Para que mi alcaloide favorito lograra lo que deseaba, requería crear el deseo en ellas sin importar en realidad que no lo reconocieran o que no se atrevieran a probar el sexo por su educación, religión u otra cosa, esos factores inhibitorios los eliminaría oportunamente.

Comencé por seleccionar dos amigas Sandra y Adriana que se llevan mucho entre ellas, comparten todo y sobre todo tienen mucha influencia en el grupo y comencé a hablarles de sexo: - ¡no te masturbas! No te puedo creer! Estoy seguro que te gusta tocarte los pechos o allá abajo – Cállate patán! sólo piensas en esas cosas- me respondían a menudo muy molestas – Tengo una compañera que se frota el clítoris en clase de Física y el otro día me pidió que lo hiciera por ella, vieras cómo lo disfrutó! Tuvo que morderse los labios para que el profesor no oyera sus gemidos, y terminó con el pantalón mojado - Eres un cerdo! – decían ellas.

Al principio se enojaban conmigo y cambiaban de tema pero poco a poco comenzaron a prestar oidos a mis historias . Un día, sabiendo que sus padres salían donde sus abuelos los sábados tarde, llegué a visitar a Adriana. Ella es bonita, piel mate, no muy alta, ojos café muy brillantes, sonrisa amplia de niña, tetas pequeñas y paraditas que se logran distinguir incluso con brasier, piernas largas y torneadas que parten de unas nalgas pequeñas pero paraditas. Como por casualidad le conté que había alquilado una película porno y que si quería verla – mis ñaños están en el jardín – dijo – podrían subir – se excusó pero no me dió una negativa directa, quería verla – No te preocupes, yo vigilo la grada y si vienen cambio el canal de la TV. – no respondió pero se puso roja – ábreme la puerta dije, ya regreso del Jeep - cuando llegué abajo oí la vibración de la chapa eléctrica, en dos segundos estaba arriba de regreso con la película y se la entregaba, ella no la tomó – ponle – dijo. Puse la película y me lancé en el sofá, ella no se animaba a sentarse, revisó la grada y se sentó en el brazo del sofá. No pasaron dos minutos de película y sus ojos parecían platos de abiertos, su respiración era superficial y agitada – Mira la exitación de la tipa – dije mostrando la película– ella asintió con la cabeza – está disfrutando en grande – continué - ella llevó su índice a su boca entreabierta – aaha- me quejé mientras me acomodaba el pene bajo mis shorts de punto - disculpa, estoy algo exitado – ella giró su vista y observó la carpa que se levantaba en mi entrepierna mientras yo aparentemente trataba de disimularla – los siguientes minutos dividió su atención entre la película y mis shorts – La tuya es del tamaño del de la película?- preguntó – No, los de las películas son unos monstruos – dije ajustando la tela a mi verga y haciendo que ella pecibiera el perfil – quieres verla? – se quedó callada mirando mi buto – No, tu estás loco, me quieres dañar la mente – dijo fingiendo seriedad pero sin dejar de mirar mis shorts - la película había perdido interés para ella, yo me puse de pié frente a ella levantando mi polo con una mano y bajando mis shorts con la otra mientras tomaba suavemente mi duro mástil y lo masajeaba suave y lentamente, ella se quedó mirando extasiada, yo adelanté mi pelvis invitándola a que la tocase, ella no pudo resistirse, alargó su mano y la empuñó suavemente – que te parece – le dije – está latiendo y es suave- contestó mientras me masajeaba suavemente moviendo su mirada de arriba hacia abajo, su cara se acercaba más y más a mi instrumento con la boca enreabierta, luego dudó y se detuvo – es linda!- dijo con una sonrisa tierna mirándome a los ojos. Justo en ese momento sus hermanos entraron gritando, tuve el tiempo justo para cambiar el canal y sentarme escondiendo mi erección cuando llegaron corriendo arriba y sin saludar entraron corriendo al dormitorio, Adriana sonreía asustada, el hechizo se había roto. -Vamos a buscar a Sandra y Esteban- sugerí luego de pasado el susto - después podemos ir a ver unas pizzas o algo por el estilo-.

Sandra es mas bien baja, piel morena, senos grandes que hacen juego un trasero redondo y bien formado, Esteban es más bajo que yo, blanco, lampiño, flaco pero con músculos definidos, pelo un poco largo y ojos negros. Los cuatro pasamos bien oyendo música, comiendo pizza y riéndonos hasta como las nueve de la noche, pero Adriana tenía una chispa especial en los ojos y buscaba la forma de indicarle a Sandra que tenía algo que contarle, y Sandra se dio cuenta, todavía era temprano cuando yo puse de pretexto que tenía un partido temprano al día siguiente y que debía irme, Esteban me dijo que le llevara a la casa pero Sandra llamó a sus papas para decirle que pasaría la noche en casa de Adriana. Salimos de la casa y paré en una cabina para llamar a Adriana para decirle que me había olvidado la película en su VHS y que la guardara, por supuesto que fue premeditado, Adriana había caido y se encargaría de encender la curiosidad en Sandra, el plan marchaba a pedir de boca.

Vamos a tomar unas bielas – le dije a Esteban – No ibas a tu casa?-preguntó, le conté que habíamos visto una porno con Adriana sin mayor detalle – espero que en pocos días nuestras amigas sean más divertidas que ahora – Esteban se quedó con la boca abierta mirándome con picardía- quieres cogerte a Adriana? – preguntó – no necesariamente ella – dije – espero que todas estén más dispuestas a disfrutar un poco con nosotros – él bajó su mirada y por un instante se quedó serio y pensativo – ojalá lo logres dijo forzando un poco su risa.

El domingo efectivamente fui a jugar futbol (aunque no muy temprano) y luego pasamos, aún sin bañarnos, con Ronald y Esteban, por casa de Adriana a retirar la película, salieron las dos todavía en pijama, de esas de punto con pantalones cortos que usa Adriana, me devolvieron la película y yo levanté el cassette contra luz, la película estaba completamente recorrida – les miré riéndome - ¡Eres un puerco! Me dijo Sandra con una sonrisa extraña y un postura sensual, con la cabeza medio baja y sus ojos atrevidos – te gustan los puercos?- pregunté arrinconándola contra la pilastra, ella me detuvo con un fuerte golpe de su índice en mi pecho – no se- dijo amenazadora- tal vez cuando no apesten a sudor del futbol - y mordió el aire mostrando y haciendo sonar sus dientes – Tenemos que vestirnos -interrumpió Adirana – llámame en la tarde.

Los padres de Ronald trabajaban para una transnacional y viajaban a menudo, el era hijo único así que muchas veces usábamos una cava en el subsuelo como centro de farra. Él era moreno, bajo de estatura, musculado, un poco extraño en sus cosas y muchas veces impredecible, pero un amigo leal, de esa gente que no dudaría en donarte la mitad de su sangre si se la pides- - Tus padres estarán el otro fin de semana? – pregunté – nop, que planeas – una pequeña fiesta con las chicas, creo que se están volviendo más abiertas - Siii!!, y están bien con esas pijamas, aunque preferiría verles sin ellas –contestó sonriendo y acariciando su bulto que había ocasionado más de un comentario debido al tamaño que podía apreciarse a través de sus pantalones – No creo que suelten nada – intervino Esteban que iba sin camiseta en la parte de atrás del Jeep- son muy mojigatas, tal vez deberíamos hacer otras cosas, tal vez un chupe entre hombres – Ellas suelen retirarse temprano – dije – luego de dejarlas podemos quedarnos chupando – no se – contestó Esteban no muy convencido.

Durante esa semana hablé varias veces por teléfono con Adriana que se mostraba particularmente cariñosa y comencé a disfrutar mucho de su conversa. Cuando llegó el viernes, nos reunimos en la cava de Ronald, que constaba de un cuarto de huéspedes con su baño y una gran sala circular con una banca de cemento en todo el contorno, cubierta de alfombra naranja y llena de cojines multicolor. Trajimos a Adriana, Sandra y Lorena que era alta, blanca, con un cuerpo espectacular, una carita hermosa, era la mujer perfecta mientras mantuviera la boca cerrada y no intentara pensar. Estábamos Ronald, Esteban, yo e Ignacio, que era íntimo amigo de Ronald desde la infancia, era pelirrojo, blanco, flaco, más extraño que Ronald y en general antipático pero le aceptábamos de buen grado.

El momento había llegado, todos estaban alegres, bailando y tomando un ponche al que le adicioné mi alcaloide en complicidad de Esteban, aún no eran las 10 de la noche cuando el baile se hizo más lento y sensual, una sonrisa extraña apareció en los rostros y pronto los cuerpos se tocaban al bailar, yo me acerqué a Adriana para disfrutar de la deshinibición y había comenzado a acariciar sus hombros cuando Sandra y Ronald nos interceptaron y nos separaron, Sandra llevaba una minifalda negra y un top rosa que magnificaba su pecho – te gustan me preguntó con lentitud mientras acariciaba sus tetas, -claro- le dije ayudándola con su masaje – no me gustan los puercos, pero esta vez haré una exepción- dijo acercándose y tocando mis nalgas, yo le seguí el juego y le devolví el favor, pronto estaba besando su cuello mientras ella abría mi pantalón, mi plan había sido más exitoso de lo que me imaginaba, la arrinconé contra la pared mientras sus tetas saltaban bajo el top en busca de mis manos y mi boca, minutos después me encontraba sin camiseta lamiendo el clítoris de Sandra que gemía y se sacudía sin reservas, en ese momento recordé dónde estába y una idea asaltó mi mente: Adriana, giré mi cabeza y pude apreciar que Lorena estaba en gran faje con Esteban que no lograba quitarle su blusa y hacia el rincón Adriana se encontraba en ropa interior en sánduche entre Ronald que trabajaba sus pechos y Nacho que la acariciaba desde atrás; no pude ver más porque Sandra aprisionó mi cabeza entre sus piernas y me obligó a seguir mi trabajo, cuando pude volver a mirar vi que Ronald se había quedado sólo con su camiseta negra de la que salía una verga enorme y gruesa como una serpiente que había hipnotizado a Adriana que se encontraba de rodillas sujetándola mientras Ignacio, completamente desnudo, trabajaba sus pechos desde atrás.

-Deja de mirarla! – ordenó la voz dominante de Sandra girando mi cabeza por el mentón – hoy eres mío – pronto estuve boca arriba, completamente desnudo mientras Sandra se masturbaba con mi mastil bañándolo de fluidos, poco a poco iba bajando e insertándoselo más y más , hacía movimientos giratorios que me producían un placer delicioso y pronto mi verga encontró un obstáculo que no prevaleció, Sandra se sentó con fuerza y mi aparato la penetró completamente – Ahhhrg, ahhh, mierda, esto duele – exclamó pero pronto comenzamos a movernos a ritmo hasta terminar cinco minutos después con un orgasmo simultáneo digno de Hollywood. Ella se separó y miró mi miembro medio flácido - ¿crees que se recupere? – preguntó con la sonrisa idiota que provocaba el alcaloide – depende de lo que le hagas – respondí, de inmediato, ella me abrazó por la cintura y comenzó un trabajo con su boca digno de una experimentada prostituta, sabía exactamente cómo hacerlo. Nuevamente miré a Adriana con sus piernas bañadas en un líquido transparente rojizo, siendo cogida por Iganacio mientras difícilmente lograba meterse en la boca la cabeza del enorme miembro de Ronald, sus cejas se encontraban fruncidas y sus ojos mostraban terror, el paisaje de verla siendo penetrada por Nacho era como de un gusano sobre una rosa; unas piernas me abrazaron nuevamente y tuve que atender las urgentes necesidades de Sandra.

No era la media noche cuando todo terminó, Ronald e Ignacio permanecían sin vestirse mientras Esteban y Lorena aún se acariciaban con la ropa puesta. Sandra y Adriana se habían vestido, la primera estaba feliz y la otra parecía que iba a llorar, huía mi mirada y mi presencia. - Voy a dejarles – dijo Esteban – ya vuelvo – las chicas ya se encontraban fuera de la cava y se dirigían al portón de entrada, alcancé a Adriana en la puerta y le dije -¿qué pasa? – No se que me pasó – dijo – quería que tú fueras el primero – y se alejó llorando.

Cuando regresé a al cava encontré a Ronald ya con slips colocando papel toalla sobre las manchas de sangre, única evidencia de lo que fuera la virginidad de Adriana y Sandra. Ignacio, ya vestido se acercó a despedirse – que noche!, Adriana estuvo buenísima, nos vemos – ya nos vemos – le dije, alegrándome de que se vaya porque en ese momento deseaba triturarle la cabeza.