Desilusión (versión Lidia)
La visión de lidia
Desilusión (versión Lidia)
Mi nombre es Lidia, soy médico de un hospital de una gran ciudad. Soy una persona que siempre consigue lo que quiere, mis padres no podían pagarme los estudios. Yo trabajé para poder pagar las matrículas hasta que al final conseguí acabar la carrera de medicina.
Cuando entre a trabajar al hospital no fue fácil, yo en ese entonces tenía una relación con un chico de mi ciudad. Estaba totalmente enamorada de él, los turnos de urgencias eran agotadores. Cada vez nos empezamos a ver menos y eso se empezó a notar en nuestro ánimo.
Pero si algo caracterizaba a mi chico era que no se rendía nunca, cambio su horario para poder coincidir más conmigo, el horario que le toco era el peor, pero le compensaba por estar más tiempo a mi lado.
Yo no era tonta y me daba cuenta como me miraban los hombres en el hospital, como intentaban ligar conmigo. No di bola a ninguno, no pensaba fallar a mi novio que tantos sacrificios estaba haciendo por mí.
Fue pasando el tiempo y con mucho esfuerzo llevábamos adelante nuestra relación, aunque no carente de ilusión y cariño. Todo cambio cuando llego un médico nuevo al hospital, parecía un modelo.
Nunca había visto a un hombre tan guapo en mi vida, al principio hacia por no coincidir con él, sabía lo que ese hombre causaba en mí solo con su presencia. Me ponía cachonda y mojaba las bragas solo con escuchar su voz.
Cada vez que llegaba a casa y veía a mi novio no podía evitar las comparaciones, tengo que decir que el pobre perdía en todo menos en una cosa, el médico era un creído y un prepotente y mi novio era humilde y cariñoso. Eso tendría que haber sido suficiente, pero tengo que decir que no lo fue.
Cada vez era más arisca con mi novio, quería qué mi novio estuviera tan bueno como ese médico y le insistía que se apuntara a un gimnasio. Al principio se negó alegando cansancio. Pero viendo que mi actitud había cambiado decidió apuntarse a uno.
El problema vino cuando empezó a fallar en la cama, llegaba tan cansado a casa que no tenía ganas más que dormir. Yo se lo achacaba a que ya no me quería, eso le espoleaba, pero su rendimiento en la cama fue insuficiente.
Eso empezó a afectarle y empezó a tener gatillazos, eso me tenía frustrada. Ahora mirándolo desde la perspectiva que te da el tiempo, soy consciente de que casi toda la culpa fue mía.
Mientras tanto el médico me regalaba los oídos, además de llegarme cuchicheos de enfermeras y médicas que habían estado con él. Decían que era un portento en la cama, muchas de ellas eran mujeres casadas, si ellas podían porque yo no.
Si follaba con ese médico mi novio no tendría que enterarse y así estaría satisfecha sexualmente y podría seguir con el hombre que amaba. Lo mejor solución habría sido hablar con mi novio, pero no lo Hice, fui una egoísta y lo quise tener todo.
Una noche que me tocaba guardia, en uno de los descansos decidí llamar a mi novio. Estaba en la sala de descanso en una planta en la que no había muchos pacientes. Me gustaba ir allí porque solía estar casi siempre vacía y podía reflexionar sin que nadie me molestara.
Mientras hablaba con mi novio unas manos se posaron en mis hombros desde atrás, al principio me asustaron. Al darme la vuelta vi que era el médico, este al darse cuenta de que estaba hablando con mi novio, metió una de sus manos en mi entrepierna. Sabía que no le recriminaría nada, de hacerlo podría descubrirme ante mi novio y sabía que yo no haría eso.
Fue muy duro disimular el placer que estaba sintiendo con dos dedos de ese hombre metidos en mi coño, mientras intentaba no cambiar el tono de mi voz. Entonces el médico subió la apuesta, empezó a abrirme la blusa y metió su otra mano en mi sostén, estrujándome el pecho.
Instintivamente empecé a jadear, entonces mi novio dijo.
• ¿Cariño estás bien?, te oigo jadear.
• Si cariño, estoy subiendo unas escaleras, de hay los jadeos que escuchas.
Mentirle no me sentó nada bien, pero las oleadas de placer que me hacía sentir ese hombre, apagaban todo sentimiento de culpa. Su siguiente movimiento fue empezar a besarme en el cuello, ese era mi punto débil. Ya me tenía donde quería.
Me bajo las bragas y se empezó a bajar los pantalones y su ropa interior, entonces vi una polla más grande que la de mi novio. Mi coño se convirtió en una cascada deseosa de tragarse semejante trozo de carne.
Me penetro y tuve que morderme la mano para que mi novio no fuera consciente de lo que ocurría. Los jadeos eran cada vez más fuertes y mi novio se estaba empezando a mosquear, sabía que si seguí con la llamada todo se iría a la mierda. Decidí cortar la llamada y empezar a disfrutar de verdad de las penetraciones de ese hombre que me tenían loca.
Todo lo que había escuchado sobre él, era verdad y se quedaba corto, me estuvo follando en esa postura durante un buen rato. Cuando sintió que se venía me hizo agacharme y se corrió sobre mi cara, poniéndome perdido hasta el pelo.
Después se subió los pantalones me miro con una sonrisa y desapareció de la sala, a mí me entraron los remordimientos de lo que había hecho y lo primero que hice fue ir a los vestuarios y darme una ducha, para hacer desaparecer la culpa y toda la corrida que había depositado en mí.
La corrida la eliminé pero los remordimientos no. Cuando mi turno termino, me fui corriendo a mi casa, tenía que compensar a mi novio. Cuando llegue él estaba muy serio, no entendía por qué le había cortado tan bruscamente.
• ¿Qué paso ayer Lidia para cortarme la llamada tan abruptamente?
• Lo siento, entro una urgencia y tuve que cortar la llamada, después preferí hablarlo en persona contigo, ¿me perdonas?
Mi novio cambió de semblante, empezamos a besarnos. Entre beso y beso me fue llevando hacia la habitación, mi novio estaba inspirado y el sexo que establos teniendo era bueno como el de antaño. El problema era que ya no sentía lo mismo, después de follar con ese médico lo que mi novio me daba me sabía a poco.
Los meses fueron pasando y todas las noches que tenía guardia terminaba follando con ese médico que me tenía sorbida el seso y el sexo, ¿estaba enamorada de él?, mi cabeza decía que no, pero mi corazón sentía otra cosa muy distinta. Mi relación con mi novio se deterioró hasta llegar a un punto sin retorno.
Él lo seguía intentando, con ya dije mi novio no se rendía nunca. Me llevo de vacaciones, gastándose un dineral. Pero todo lo que intento fue un fracaso, mi mente estaba en la polla del médico y del placer que me daría cuando volviera de esas vacaciones.
Mi novio se dio cuenta de que yo tenía la cabeza en otro sitio y que no tenía ninguna intención de mantener una conversación con él para arreglar nada. Fue al aeropuerto y cambio los billetes, costándole otro dineral para volvernos.
• ¿Me traes hasta aquí y ahora quieres volver?
• ¡Lidia tienes la cabeza en otro sitio!, ¡no te das cuenta de que no me has dejado ni tocarte!, ¿qué está ocurriendo?
• Nada, es por el trabajo.
• ¡Siempre la misma excusa!
Terminamos teniendo una discusión que dejo la relación herida de muerte. La puntilla final a nuestra relación se dio cuando llegue un día a casa y mi novio tenía todas sus maletas preparadas. Su rostro estaba arrasado en lágrimas, sobre la mesa había un sobre, las llaves de casa y el reloj que le regale para su cumpleaños.
No dijo nada, cogió sus maletas y salió de la casa y de mi vida para siempre. Yo empecé a llorar ya no lo amaba, pero le quería y me entristeció acabar así con una persona que se había portado tan bien conmigo.
Cuando abrí el sobre había distintas fotos en las que salía yo con el médico, en algunas besándonos, en otras teniendo sexo en el coche, en otras entrando y saliendo con el de un hotel…
La había cagado, pero bien, por lo menos tenía a mi médico para seguir disfrutando. Soy una ilusa, cuando llegue al hospital y le conté lo que había pasado, se asustó y empezó a esquivarme. A las semanas pidió el traslado y no volví a saber más de él. Con el tiempo me enteré de que estaba casado.
Desde ese entonces decidí que solo fallaría con los hombres hasta encontrar a uno bueno que se mereciera todo mi amor y fidelidad y me prometí a mi mismo que no volvería a fallar.
Así pasaron dos años, cuando tenía libre, salía con mis amigas a uno de esos locales ruidosos y terminaba con un hombre en la cama, todos se creían los mejores, los más machos, lo más gracioso era cuando les dejabas pensar que eran ellos los que te habían ligado para que pudieran fardar con sus amigos.
Los últimos dos años han pasado por mi cama todo tipo de hombres, pero ninguno lograba llenar el hueco dejado por mi novio. Reconozco que algunos eran unos máquinas follando y me llevaron al cielo del placer.
Todo cambio cuando apareció él en mi vida, su nombre era Juan y lo conocí cuando lo trajeron a urgencias con unas grandes quemaduras en un brazo y una pierna. Nunca olvidaré la forma en la que me miro, no fue ni descarado ni irrespetuoso, la verdad que me miro como si estaría viendo la persona más bella del mundo.
Que queréis que os diga me subió el ego, se tuvo que quedar en observación durante unos días. Las quemaduras podían infectarse, era mejor que las primeras curas se las hiciéramos en el hospital. Su coqueteo conmigo era constante, pero siempre con respeto y muy buen gusto.
La verdad que siempre conseguía sacarme una sonrisa, recuerdo uno de los días en el que había entrado una familia que había tenido un accidente y murieron todos menos la hija pequeña. Estaba herida de gravedad y murió a las horas. Cunado entré en la habitación de Juan, este se puso de pies y me abrazo. Tenía que dolerle mucho, pero no lo dudo ni un instante.
Ese abrazo lleno de calidez me reconforto, algo dentro de mí me decía que lo había encontrado. Había encontrado ese hombre que podía llenar el hueco dejado por mi ex.
Recuerdo el día que le di el alta y le lleve el informe medido, estaba hecho un flan, pero se llenó de valor y me invito a cenar, yo nunca salía con pacientes, pero el caso de Juan era diferente. Quería conocer más a este hombre y comprobar que lo que me decía mi instinto era cierto.
Era un hombre normal, lo que más destacaba en él eran sus ojos grises, eran preciosos y tenía buen cuerpo, no de gimnasio, pero se notaba que estaba esculpido por un duro trabajo, pero lo mejor era su personalidad.
La noche que salimos a cenar me llevo a un buen restaurante, lo conocía, no era excesivamente caro, pero se comía muy bien. Lo notaba muy nervioso y se lo icé saber.
• Te noto nervioso toda la noche, ¿estás bien?
• Si un poco.
• ¿No me digas que te sientes intimidado?
• Si, lo estoy, nunca había salido con una mujer tan guapa como tú.
• Pareciera que fuera la primera mujer con la que sales (sonreía).
• No, pero las chicas no hacían cola para salir conmigo.
• Pues a mí me gusta el conjunto.
• ¿Qué conjunto?
• Tienes unos ojos que llaman la atención, un cuerpo bien definido y un personalidad muy positiva. De momento no he visto nada en ti que me desagrade, al contrario.
Quería bailar y me lo llevé a uno de esos locales que solía frecuentar con mis amigas, me di cuenta enseguida que no estaba cómodo. Demasiado ruido y demasiada gente para su gusto, mientras él fue a pedir a la barra, yo fui directa a la pista de baile. Enseguida me sentí rodeada de hombres de todo tipo y todas las edades, pero esa noche era para Juan.
Me deshice de todos los moscones y me fui acercando a él, cogí mi consumación, empece a contornearme al son de la música, restregando mi culo sobre su polla. Podía notar lo dura que la tenía.
Terminamos rápido las consumiciones y nos fuimos a mi piso a follar, y no estuvo mal, follamos tres veces, no pude evitar quedarme con un mal sabor de boca. Le pedí que se quedara a dormir, pero más por lo tarde que era que por otra cosa, me gustaba, pero esa noche me había dejado fría.
Durante la semana me mando varios mensajes que yo no conteste, no estaba segura de seguir con él. No estaba segura y temía volver a meter la pata. Al final llegado el jueves le contesté y le pedí perdón aduciendo al trabajo, no era del todo mentira.
Decidí darle otra oportunidad y la verdad que aunque en la cama no era una máquina se defendía bien, además de ser bueno, atento y muy cariñoso. Me contó que era adoptado y lo agradecido que se sentía a la familia que lo adopto, por darle un techo, tres comidas y ropa limpia.
Lo decía con cariño, pero parecía que estuviera en una cárcel, entre unas cosas y otras paso medio año. Entonces recibió una llamada de su padre que lo cambiaria todo para siempre. La verdad que iba muy nerviosa, iba a conocer a su familia.
Cuando llegamos al hospital y subimos a la habitación, se encontraban el padre y el hermano. Cuando vi al hermano se me cortocircuitaron los cables. Me paso lo mismo que con el médico que termino siendo mi amante.
Me di cuenta de que entre Juan y su hermano las cosas estaban tensas, se acercó a nosotros, le dio un abrazo a Juan que este respondió por cortesía y a mí me dio dos besos. Cuando acerco su cuerpo al mió pude notar su calor y me empecé a humedecer.
Me disculpé y me fui al baño tenía que sosegarme, Juan no se merecía que le hiciera lo mismo que la había hecho a mi ex. Solo estaríamos una semana, podía aguantar y después volveríamos a nuestra vida como si no hubiera pasado nada.
Me fui a una sala de descanso que estaba al final del pasillo para sacarme un botellín de agua y note a alguien detrás. Pensé que seria Juan, al darme la vuelta vi que era su hermano, este se presentó.
• Me llamo Roberto, ¿y tú te llamas?
• Lidia, encantada.
• Siento que nos tengamos que conocer en esta situación.
• No pasa nada, tu madre parece estar bien y eso es lo más importante.
• Es verdad, pero gracias por venir.
No solo era guapísimo y estaba muy bueno, sino que también era tan bueno y amable como Juan, me empezaba a sentir atraída por Roberto y Juan empezó a notarlo. Empecé a pasar más tiempo con Roberto, yo me decía a mi misma que solo era porque me caía bien y me hacía sentir parte de la familia.
Juan no lo soporto más y tuvimos una pequeña discusión.
• ¿Te ha gustado mi hermano verdad?
• Si, me ha caído muy bien, lamento que no os llevéis bien.
• ¿Qué te ha contado?
• Que tú siempre te metías con el porqué vuestros padres le preferían a él al tu ser adoptado.
• ¡Eso te ha contado!
• ¿Qué ocurre cariño?
• A mí siempre me ha dado igual que todos los caprichos se lo concedieran a él, yo tenía un techo, tres comidas diarias y ropa limpia. Para mí eso era más importante que me compraran un coche nuevo.
• Pareces molesto.
• ¡Lo estoy porque sé por donde va y lo que quiere!
• ¿Qué insinúas Juan?
• Que no es la primera vez que se encapricha de una mujer que se ha fijado en mí. Mi hermano aparecía para hacerme sombra y ver como terminaba con él, para restregármelo.
• ¿Y crees que esta vez va a pasar lo mismo, verdad?
Juan no andaba errado, de no estar con él habría acabado en brazos de ese hombretón, Juan dijo que subiría a ver a su madre, entonces Roberto me dijo de enseñarme el pueblo. Yo acepté encantada, mientras dábamos un paseo nos encontramos con una exnovia de Juan. Se llamaba Lorena, era una mujer muy guapa y parecía que no se llevaba muy bien con Roberto.
Roberto me presento como la novia de Juan, ella me dio dos besos muy amable, pero yo me puse muy celosa, solo de pensar que esa mujer se acercara a Juan me ponía enferma, Roberto lo noto y nos despedimos de Lorena.
Cuando llegamos a la casa de los padres de Juan no había nadie, empecé a llorar por la rabia producida por unos celos infundados, Roberto me abrazo y una cosa llevo a la otra. Nos estábamos besando, me llevo a su habitación y para cuando me di cuenta estaba de rodillas con su polla metida en la boca.
Su tamaño era parecido al de Juan, pero Roberto demostraba muchísima más seguridad. Cuando me tumbo sobre la cama y me bajo las bragas, empezó a lamer mi coño y en poco tiempo me tenía corriéndome como una perra en celo. Ni punto de comparación con Juan, saco un condón de una mesilla y se lo enfundo.
Cuando me penetro y empezó a follarme, al poco tiempo me tenía aullando como una loba. Sentía pensarlo, pero le daba cien mil vueltas a su hermano, vaya forma de follar. Para cuando se corrió él, yo había alcanzado tres orgasmos. Después decidimos ducharnos por si venía alguien no sospechara nada.
Me sentí fatal, volvía a hacerle lo mismo a otro buen hombre, decidí que no volvería a pasar y que esté sería mi secreto. Al rato llego su padre nos saludó y se metió en su habitación, nos dijo que quería ducharse.
Yo decidí resguardarme en la que era la habitación de Juan, la verdad que sí que parecía más Espartana en comparación con la de su hermano. Tenía lo justo ni más ni menos, pasados unos veinte minutos entro Juan hecho una furia y empezó una discusión con su hermano que termino con Juan dándole un puñetazo a su hermano.
Su padre y yo le recriminamos la acción, pero dentro de mi sabia que Juan tenía parte de razón para sentirse así, por lo menos no sabía lo que había pasado esa tarde entre su hermano y yo.
En el viaje de vuelta yo me hice la indignada, quería disimular en lo máximo posible el sentimiento de culpa y traición que recorría todo mi cuerpo. Hasta que no hicimos la primera parada no me digne a hablarle, y solo fue para meter la pata.
• ¡Te pasaste con tu hermano, es muy bueno y se preocupa por ti!
• Si se preocupa un montón, me ha estado puteando desde que ose pisar esa casa hace años, ¡ha puesto su mira sobre ti!
No pude evitar sonreír y desde ese momento nuestra relación se fue enfriando, yo no podía quitarme a su hermano de la cabeza y él intuía algo que le hacía protegerse de lo que se avecinaba. Como Juan y yo no hablábamos mucho, decidí desahogarme con Roberto y dos días después se presentó en casa cuando sabía que su hermano no estaría.
Volvimos a terminar follando como dos animales, era acercarse a mí y no poder contenerme, durante dos semanas venía dos días a la semana, se estaba portando tan bien y Juan estaba tan frió conmigo que decidí dejarme llevar del todo.
El día que todo exploto por los aires, había quedado con Roberto para ir a comer, después de comer volví al trabajo, quede con Roberto en casa media hora después de que Juan hubiera entrado a trabajar, cuando toco el timbre le abrí casi desnuda.
Sé que era una temeridad y los vecinos nos podían pillar, pero me tenía extasiada y todo me daba igual. Esta vez no llegamos ni a la habitación, le bajé los pantalones y le empecé a comer la polla con gula. Roberto estaba en el cielo y yo tan concentrada en la mamada, que no nos dimos cuenta cuando Juan entro en casa y nos pilló en plena faena.
De repente vi como la guitarra que habían regalado a Juan y este jamás había tocado, acabo estrellándose en la cara de Roberto. El golpe fue tal que termino cayendo de espaldas sobre el sofá y sangrando copiosamente de la nariz.
Juan no dijo nada, me miro con una mirada muy severa y se fue a recoger todas las pertenencias que tenía en mi casa, cuando termino me miro con una mirada llena de decepción, tristeza y rencor.
Volví a cagarla otra vez, una vez que Juan se fue, lleve a Roberto al hospital para que le miraran esa nariz y le sacaran unas placas. Intente llamar a Juan, pero fue imposible dar con él, lo intente durante semanas hasta que me di por vencida. Lo había perdido y todo era culpa mía.
Roberto siguió comportándose de forma cariñosa y atenta conmigo, empezamos una relación que funciono los primeros dos meses, después se fue desinflando como un globo. Me empezó a ser infiel con compañeras, yo no lo pille nunca, pero las habladurías ya eran demasiado evidentes.
Había pasado un año en una relación con infidelidades y arrepentimientos, Empezó Roberto, pero después fui yo la que le empezó a pagar con la misma moneda. Nos invitaron a una boda, al llegar allí me fijé y vi a Juan. Estaba guapísimo con ese traje y la corbata, venía del brazo de Lorena.
Más tarde me entere de que llevaban saliendo un año, empecé a beber mucho, Roberto hizo lo propio al ver como miraba a su hermano. En un momento este se encaró con Juan y al ir a agredirle se tropezó y termino cayendo sobre una mesa llena de comida.
Me habría reído si ese patán no hubiera sido mi novio, salí detrás de Juan he intente que volviera conmigo, (sé que no tiene sentido) intente besarle y me hizo una señora cobra. Me tropecé con el vestido y terminé cayéndome al suelo, la humillación era máxima.
• Tú ya tuviste tu oportunidad conmigo y la tiraste por la borda, si no eres feliz con él, déjale Lidia, pero olvídate de mí. Yo ya he conseguido ser feliz con Lorena lejos de ti.
Esas palabras me hicieron ver que no necesitaba a Roberto en mi vida, pero también me hicieron ver que tenía al hombre que había estado buscando, saber que Juan era feliz con otra mujer me dejo desolada, aun sabiendo que me merecía esas palabras.
Entre en una depresión que con el tiempo hizo que perdiera mi empleo, volví a casa de mis padres y empecé terapia para intentar recuperarme. Llevo así más de un año y lo único que me hace sonreír, es recordar los buenos momentos que pase con Juan.
FIN.