Desescalada - FASE 3

Las fases van avanzando hacia la nueva normalidad

Este relato es continuación del relato "Desescalada - Fase 2 " (https://www.todorelatos.com/relato/162825/)

Era lunes por la mañana. ¿Qué más se puede pedir? Pues que llegues a la oficina al rato llegue Fulgencio. Sí, el típico pesado soez con gracias tan viejas como él. ¿Que hacía él alli en la oficina?

  • Hombre, Fulgencio. Tú por aquí?

  • Ya ves Carlitos, a vigilarte para que no te la menees aquí tú solo.

  • Tú tan cachondo como siempre.

  • Y qué? Quién hay por aquí? -me preguntó.

  • Pues casi nadie, abajo estaban Antonio Gutiérrez y Paco Merino la semana pasada. Y aquí que hay una jefa nueva, creo.

Recordé que tenía que avisar a Laura de que teníamos en la oficina al pesado de turno. La pondría un mensaje contándoselo para que actuara en consecuencia.

  • Una jefa nueva dices? Pues menos mal que ya esta semana hay un hombre aquí, que viéndote habrá pensado que aquí sólo hay pichaflojas.

  • Claro, claro, un hombre que abulta lo que dos -contesté.

Una cosa buena de Fulgencio, que no era mala gente, era que aparte de obeso, cachondo sin gracia y soez, aguantaba todo lo que se le dijera.

  • Y como que has venido? -pregunté.

  • Por que ya no aguanto a mi mujer. Llamé a Manolo (recuerdo, nuestro jefe) y le dije que venía.

  • Pero que tú con 60 y pico años no puedes venir -le dije animándole a irse.

  • Tu es que no sabes lo que es estar con la Mari (su mujer) en casa. Prefiero coger el bicho.

Me fui para mi mesa riendo y poniendo al tiempo el mensaje a Laura. Al rato me respondió que se tenía que quedar en casa. Bueno; al menos por hoy me libraba de ver a Fulgencio baboseando a Laura.

Recordé el mensaje de la noche anterior de Clara. La respondí : "A mi me apetece todo, ya sabes. Te llamo al salir del trabajo". Era una oferta que, ya mas recuperado, no podía rechazar.

El día en el trabajo pasó sin pena ni gloria. Más pena, eso sí, que gloria ya que después del confinamiento me había olvidado de lo pesado que era Fulgencio. Y ahí lo tenía para mí sólo.

Durante la tarde recibí un mensaje de Laura en el que me decía que tenía cosas que hacer y que no podríamos vernos por la tarde, lo cual me ahorró una excusa en caso de que quisiera quedar.

Ya en el parking marqué el número de Clara:

  • Buenas, guapetona, que tal?

  • Hombre, Carlos. Pues muy bien. Y tú? Ya fuera del trabajo?

  • Si. Por eso te llamaba. Qué te apetece hacer?

  • Estaba aquí en casa arreglando una cosa en mi dormitorio. Si quieres, puedes venir a ayudarme.

  • Ya sabes que yo te echo una mano cuando quieras -respondí.

  • Como no he cambiado de casa ya sabes donde estoy.

Joder, hay que ver las ganas de marcha que tenía Clara. Es que no disimulaba.

Pasé antes por mi casa para soltar algunas cosas y acicalarme un poco y salí hacia su casa, que está bastante cerca de la mía.

  • Buenas tardes, que tal? -me dijo al tiempo que me daba un beso de saludo en la cara.

  • Uff, pues ya ves, recién salido del curro -contesté.

Clara seguía igual de bella que siempre. Los años parecían no pasar por ella y todavía conservaba la lozanía de sus años de universidad. Sus ojos, verdes turquesa, casi felinos, tenían mas viveza que cuando era más joven. ¿Y qué decir de su cuerpo? Aún vestida, como estaba, con un pijama, resaltaba su esbeltez y sus preciosas tetas a las que ni les faltaba ni les sobraba un gramo. Físicamente Clara era, simplemente, perfecta. Tenía, eso sí, el pelo más corto y ondulado de lo que le tenía la última vez que la vi, hacía ya unos cuantos meses, que lo tenía lacio y muy largo.

Después de saludarnos pasamos al salón de su casa, me ofreció una bebida y sentados en el sofá estuvimos un rato poniéndonos al día de nuestras vidas. En un momento de la conversación, ésta derivó a su ex-pareja. Yo escuchaba, pero pretendía a veces derivar a cualquier otro tema, no fuera que se pusiera melancólica y echase a perder las intenciones que yo llevaba, que no eran otras que echar un polvo con ella.

  • Y para qué era eso que te podía echar una mano?

  • Ehh? a qué te refieres? -respondió Clara extrañada.

Ya pensé que se habían esfumado las opciones de echar un polvo. Se le habrá pasado la calentura, pensé.

  • Si, algo que estabas haciendo en tu dormitorio y que te podría ayudar, me has dicho por teléfono -contesté.

  • Ahh, jajaja, si -contestó Clara al tiempo que yo recobraba las esperanzas-. Mira, ven -dijo levantándose del sofá y yendo hacia su dormitorio.

Entramos y en la cómoda tenía un cajón desvencijado. Vaya! o sea, que la ayuda que necesitaba era de bricolaje. Una decepción.

Me agaché y lo estuve mirando. Resultaba que un tornillo se había soltado y no dejaba que el cajón corriese bien y se inclinaba y por tanto se quedaba de lado sin entrar. La pedí un destornillador para arreglarlo y cuando salió a por él saqué por completo el cajón para poder repararlo. Saqué también el de abajo para tener mejor acceso. Al moverlo, debajo de una camiseta doblada apareció un vibrador.

  • Vaya, Clarita, lo que tienes aquí -pensé que eso me podría dar juego.

  • Ahh, jajaja, es mi compañero fiel. No me falla -contestó sin inmutarse.

  • Pero para esas cosas no es mejor de carne y hueso?

  • Al de carne y hueso lo he echado de casa hace unas semanas, y ahora estoy tan solita...

  • Y para qué están los amigos? -dije levantándome y poniéndome frente a ella.

  • Eso digo yo -dijo poniendo carita de desamparada-, que para qué están los amigos.

La eché las manos a su cintura y la traje hacia mí.

  • Ya sabes que para mí es un placer ayudarte.

  • Seguro? -dijo al tiempo que echaba mano a mi paquete.

Mi polla que estaba casi en estado de reposo de pronto comenzó a tomar consistencia. Clara manoseaba todo mi paquete al tiempo que yo me lanzaba a besarla.

  • Ya veo que va siendo cada vez mas placentero para ti -dijo.

  • Lo mismo digo -contesté tras palpar uno de sus pezones que estaba ya de punta.

Fue maravilloso volver a sobar esas tetas tan tersas, tan bien puestas y de un tamaño tan exacto. Ya mis labios bajaban por su cuello y se dirigían a su oreja, cosa que a Clara la volvía loca, según recordaba. Echó la cabeza hacia atrás y suspiró mientras mi lengua recorría el lóbulo de su oreja.

  • Que rica estás -dije susurrando al oído.

  • Mmmm -fue lo único que respondió mientras apretaba ya mi polla.

Clara comenzó a quitarme el cinturón y los pantalones, que cayeron pos su propio peso. Yo mientras le subía la camiseta de su pijama. En un momento nos quedamos completamente desnudos frente a frente. La empujé contra la cama y quedó tumbada. Volví con mi boca a su cuello. Muy lentamente y recorriendo cada centímetro de su piel fui bajando hasta sus pechos, en los cuales me entretuve chupando y succionando. Con una mano recorría de arriba a bajo su pierna y cada vez que me acercaba su pubis notaba como suspiraba con mayor intensidad. En ese momento volvía a bajar. Tras dejar sus pechos bien lamidos, la mano que acariciaba su pierna la subí por el lateral hacia el pecho. Al tiempo mi boca bajó por el vientre hasta llegar a la fina tira de vellos que tenía. La sorteé y llegue con mi lengua a sus labios vaginales. El volumen de los suspiros de Clara aumentaba. Mientras pellizcaba uno de sus pezones mi lengua rodeaba su coñito hasta que decidí atacarlo. Comencé un cunnilingus que estaba volviendo loca a Clara. Los suspiros habían mutado a gemidos, sólo interrumpidos por algunas palabras ininteligibles.

Apoyó sus manos, las dos, contra mi cabeza presionándola contra su coño. Me apliqué a succionarla el clítoris y estalló en un orgasmo que me dejó la cara empapada aunque yo seguía chupando al tiempo que ella se retorcía ente convulsiones. Pues si que tenía necesidad esta chica, pensé.

Cuando se calmó un poco subí besando hacia sus tetas. Me seguía sorprendiendo del sabor de su piel tan delicioso. Si es que lo tenía todo esta mujer!.

Ella tiró de mí hacia arriba y nos fundimos en un beso. SU lengua trataba de alcanzar lo mas profundo de mi boca y con sus brazos me apretaba contra ella. Cuando dio por concluido el beso, no sólo me soltó sino que me empujó dejándome tumbado a su lado. Se levantó de golpe y se inclinó hacia mi polla, la cual engulló directamente.

Bajaba su cabeza hasta la mitad de mi pene y volvía a sacarlo. Así repetidamente durante un rato. La cogí la cabeza y traté de empujarla para que tragase más polla pero noté resistencia y no insistí mas.

  • Sube Clara, que quiero follarte -dije.

Tumbado como estaba, me mantuvo así y se puso a horcajadas sobre mí y se clavó mi polla en su coño. Al tiempo que yo le sobaba sus pechos ella comenzó una cabalgada sobre mí.

  • Vamos, guarrilla, clávatela -dije recordando el lenguaje soez que a veces utilizábamos en nuestra época de folla-amigos.

No pareció gustarla esa forma de hablar por la cara que me puso. De hecho ralentizó un poco sus movimientos. Me giré, y a ella conmigo hasta quedarnos de lado y posteriormente me coloqué sobre ella en la típica postura del misionero. Ahora era yo el que percutía su coño. Clara volvía a jadear con más intensidad.

La dije de ponerse a cuatro para follarla desde atrás. Agarrada de la cintura la traía contra mí clavándola mi polla todo lo que podía. En esa posición reparé en lo bonito que era su ano rosadito, y, si aún seguía con sus reparos, seguiría virgen. Después de un rato de folleteo bajé una mano a su clítoris lo cual provocó un par de espasmos de Clara y que se corriera de nuevo casi al instante. Para no dejarla a medias seguí un rato bombeando pero mi intención era petarle el ano. Una vez que la vi mas calmada, saqué la polla de su vagina y apunté hacia su ano.

Imaginaba que ofrecería resistencia (como otras veces que lo había intentado años atrás) pero me sorprendí ya que no lo hizo. Mi polla estaba empapada de sus flujos por lo que estaba lubricada. Traté de empujar pero aquello no se abría. Con el dedo pulgar mojado en su vagina intenté lubricar su ano pero me dí cuenta de que no iba a ceder.

  • Ya sabes que no me gusta -dijo Clara-, ¿para qué lo intentas?.

Volví a clavarla la polla en el coño, no me quedaba otra si quería correrme. Bombeé de nuevo. De pronto me vino a la cabeza la imagen del ano de Laura abierto y mi polla entrando en él. Percutí casi con rabia el coño de Clara imaginándome que la follaba ese culo que me estaba vedado, pero lo que de verdad me estaba excitando era la imagen mental y el recuerdo de lo apretadito y dispuesto del culo de Laura.

Cuando mis gemidos iban aumentando Clara me dijo que no me corriese dentro. Para no hacer esperarla la dije que pusiera su boca. Me salí de su coño, ella se giró y la enchufé mi polla en la boca aunque tuvo que frenarme con las manos porque mi intención era clavársela hasta la campanilla.

Quizás por rabia, por no haber podido follarla el culo o por no permitirme penetrar más su boca me corrí sin avisarla, cosa que, si mal no recordaba, era algo que me pedía siempre. No sé para qué, pero me pedía que antes de correrme en su boca la avisara.

Después de correrme se levantó a escupir mi corrida, cosa que siempre hacía. Yo me quedé tumbado en la cara descansando un momento. Clara volvió y se tumbó a mi lado.

  • Que buen polvazo -dijo.

  • Si -contesté yo sin demasiado convencimiento.

Realmente mi pensamiento estaba en los orgasmos del día anterior con Laura. La intensidad de lo de hoy no había sido, ni de lejos, parecido a lo del día anterior. Clara esta muy buena, sí, quizás la mujer más perfecta que conocía, pero seguía sin el puntito ese de vicio que hubiera hecho que yo quisiera algo más con ella en su día que un polvo de vez en cuando. Recordaba como, en ocasiones anteriores, algún día en el que no estaba demasiado excitada, se comportaba poco más que una muñeca hinchable, la muñeca mas perfecta, pero sin apenas iniciativa.

Descansamos un rato el cual yo corté diciendo:

  • A todo esto, el cajón sigue sin arreglar, que era a lo que venía, no? -pregunte con un punto de ironía.

  • Si no te apetece déjalo, ya has arreglado bastante, y así tienes tarea para otro día.

Media hora más tarde estaba de camino a casa.

Al llegar puse un mensaje a Laura : "Buenas noches. Mañana te veo en el trabajo?". Acto seguido le envié otro : "Te recuerdo que esta Fulgencio, un baboso. Tenemos que andarnos con cuidado". Después de los mensajes iba a preparar algo para cenar. Recibí un mensaje suyo: "Te puedo pedir una cosa? Puedes venir a mi casa, porfa?"

Me preocupé y la llamé.

  • Buenas, guapa, está todo bien? Me he preocupado al leer tu mensaje.

  • Si, no me pasa nada, pero necesito verte.

  • Ok, dame un ratito y estoy en tu casa.

  • Has cenado? -me preguntó.

  • Aún no, iba a preparar la cena ahora -contesté.

  • Vale, voy preparando algo para los dos -dijo.

Me dí una ducha rápida, ya que no me había duchado en la casa de Clara y en poco tiempo estaba llamando a la puerta del edificio de Laura. Me abrió la puerta y subí a su casa.

  • Buenas noches -dijo al abrirme vestida con un camisón de raso.

  • Vaya, y muy buenas que están -dije sonriendo.

Laura, agradecida por el piropo esbozó una sonrisa. Entré en su casa y nos dirigimos a la cocina. Allí tenía preparada ya la mesa con la cena.

  • Ay! no quiero agobiarte -me dijo-, pero es que me apetecía estar contigo.

  • Aquí me tienes, pero te ha pasado algo? -pregunté viendo que estaba un poco acongojada.

  • Nada... bueno, sí, pero es una tontería -dijo.

  • Cuéntame, anda, suéltalo -dije abrazándola.

Laura de pronto se puso a llorar sobre mi hombro. Yo la acariciaba la cabeza mientras ella, o eso esperaba yo, se desahogaba.

  • Esta tarde he ido a una revisión de lo mío, ya sabes -dijo levantando la cabeza y mirándome-. El doctor me ha hablado de la operación de reasignación de sexo y yo, ya sabes, de momento no estoy muy convencida.

  • Si, lo sé -dije.

  • Pues eso -continuó-, que no sé por qué, pero de pronto se ha molestado y me ha dicho que si quiero seguir como un hombre con tetillas.

  • Eso te ha dicho??? En serio?

  • Si -dijo sollozando-, y me he venido abajo. Sé que hay gente que no entiende lo que hago, pero de esa clínica..., eso no lo esperaba y me ha dolido mucho.

  • Tranquila -dije-, ya buscarás otra. Y así tal y como estás, eres preciosa.

  • De verdad? lo dices de verdad? -preguntó muy seriamente mirándome a los ojos.

  • De corazón te lo digo.

  • Y otra cosa -continué hablando-, si quieres para la próxima visita te acompaño y si se pasa ese médico se las tendrá que ver conmigo.

Laura se lanzó a besarme. No fue ni de lejos un beso pasional que invitara al sexo. Fue un beso, yo diría, de amor, lo cual, si os soy sincero, me asustó un poco. No sabía aún, porque apenas la conocía, si querría algo más con Laura o no.

Cuando se despegó de mi señaló la mesa y dijo que había preparado una ensalada de aguacates y pavo con un poco de ventresca. La mesa estaba dispuesta casi como en un restaurante de lujo, con mantel de tela incluido, lo que me extraño tratándose de una cena de diario en una cocina casera. Me invitó a sentarme y me sirvió un vino.

  • Te gusta? -dijo enseñándome la etiqueta.

No suelo ser muy amante de los vinos, y menos un entendido, pero era un Protos, que, por poco que se conozca del tema, se sabe que es un buen vino. Cuando se sentó a la mesa cogió su copa y la levantó invitándome a brindar con ella.

  • Por nosotros -dijo-, por ti que eres un encanto.

  • También por ti, que eres toda una mujer preciosa -dije al tiempo que chocaba mi copa.

Su estado de ánimo había cambiado. Se la notaba mucho más feliz. Tengo que decir que tiene buena mano para la cocina. La mezcla de ingredientes de la ensalada que a priori no prometía demasiado resultó estar exquisita. Cenamos realmente en poco rato. Laura rellenó las copas y me invitó a ir con ella al salón. Nos acomodamos en el sofá frente al televisor, ella con una pierna sobre el asiento y girada hacia mí. Así como estaba dejaba al descubierto prácticamente sus piernas.

  • De verdad, gracias por todo, Carlos.

  • No hace falta que me des las gracias -dije poniendo mi mano en su pierna-, no me cuesta nada venir contigo. Estoy muy a gusto, lo sabes.

  • Sí, lo sé, pero es que me haces sentir muy bien.

Me acerqué a ella y la besé. Durante el beso ambos soltamos las copas sobre la mesita y la cogí de la cara para seguir besándola. Las lenguas pugnaban por entrar en la boca contraria. Las manos, las de los dos, comenzaron a recorrer los cuerpos. Por mi parte, mi polla comenzó a despertar y a pedir guerra. Al poco Laura pudo comprobarlo ya que pasó por ahí su mano. Viendo el estado se aferró a la polla masajeándola sobre el pantalón. Mis manos recorrían sus pequeños pechos y sobre su camisón, pellizcaban sus pezones que se marcaban claramente en éste.

Por un momento despegamos nuestras bocas para desnudarnos. Laura sólo llevaba el camisón y al quitárselo vi su cuerpo juvenil (porque era eso, un cuerpo de chica adolescente) en el cual destacaba una polla mas larga que la mía. Pero, y creo que lo comenté, el conjunto me parecía armonioso y con un toque muy sexy y tentador.

Cuando me terminé de quitar todo me iba a sentar. Laura me retuvo, acercó sus manos a mi trasero y me llevó hacia ella. Colocó sus manos en su espalda y muy delicadamente, casi con mimo, comenzó a pasar su lengua por mi capullo, lo cual me producía un cosquilleo muy agradable que hizo que mi polla se pusiera a tope. Pasó la punta de la lengua por todo lo largo del tronco y volvía a subir hasta la punta. Trataba a veces de meterla por el agujero. Después de un rato de casi adoración de mi polla comenzó a dar lametones mas húmedos y a abarcar con sus labios parte de ella, pero por el tronco. Yo ya estaba deseando lo que al final hizo: lentamente, pero sin pausa, fue engullendo mi polla hasta chocar con su nariz en mi pubis. Se mantuvo unos segundos y también lentamente fue sacándola. Repitió esto unas cuantas veces mientras yo la acompañaba con mis manos sobre su pelo rubio, pero sin hacer presión. Me cogió los testículos y agarró el mástil de mi polla echado atrás todo lo que daba el pellejo. Entonces comenzó un mete-saca ya menos profundo pero mas intenso.

Como ya me había corrido haría un par de horas con Clara, no quería hacerlo con la mamada, sino en su culo, así que la hice parar. Me miró con cara de extrañeza, pero la dije que se sentara y me dejara hacer.

La agarré de su polla (no me dio el más mínimo reparo) que ya estaba bastante erecta y comencé a masturbarla. Pasé la mano que me quedaba libre bajo sus testículos buscando su ano. Mi intención era ir dilatándola para poder follarme ese culito. Laura gemía con los ojos cerrados al tiempo que le masajeaba por delante y por detrás. Se hizo mas hacia delante para permitirme tener un mejor acceso a su trasero lo cual facilitó que la pudiera insertar un segundo dedo y además más dentro.

Según la masturbaba me fijaba en su polla. Era, como he dicho alguna vez, algo más larga que la mía pero mas fina. Me quedé embobado mirándola hasta que, sin pensarlo (y de haberlo pensado seguramente no lo hubiera hecho), pasé mi lengua torpemente por su capullo. No solo no me desagradó en absoluto el sabor sino que quise probar un poco mas y mis labios abrazaron la punta de su polla. Los gemidos de Laura ahora eran jadeos entrecortados. Eche la vista arriba y la vi mirándome con una cara entre sorprendida y viciosa. Volví a besarla la polla al tiempo que arreciaba tanto mi masturbación como el movimiento de mis dedo en su ano.

Laura echó atrás la cabeza al tiempo que apartaba mi cara de su polla.

  • Ahhhh, joder, me corro.

Se sujetó la polla para que no me salpicasen los varios chorros de semen que salieron. Yo inmediatamente saque los dedos que tenía en su ano y asiéndola de las caderas la traje hacía mí y apunté mi polla a su culo. No necesité empujar mucho ya que entraba perfectamente.

Laura, ya repuesta de su corrida me miraba a los ojos con mas cara de vicio si cabe.

  • Vamos, hasta adentro -me decía-. Fóllame.

  • Sí preciosa, te voy a dar polla -dije al tiempo que daba un empujón.

Le metí la polla hasta la bola, me eché atrás y volví a clavársela. Su culo tan apretado abrazaba mi polla y diría que la masajeaba conforme entraba o salía. Ella con sus piernas alrededor de mi cintura me atraía hacia ella para que se la clavase mas a fondo. Imprimí un buen ritmo de follada. Al rato, la polla de Laura aún seguía casi empinada. La agarré con una mano y volví a masturabarla. Cada vez le daba mas duro en su culo y meneaba su polla al ritmo. Un par de veces tuve que decirla que bajase el volumen ya que sus jadeos eran casi chillidos.

  • Me vas a matar, cabrón. No pares, fóllame... así, duro -decía entre jadeos.

Eché una mano a una de sus tetas y la pellizqué el pezón. Esto parecía que aún la excitaba mas y eso ella lo agradecía cerrando más su culo y apretando mas fuerte mi polla. Yo ya estaba a punto de reventar.

  • Laura, me voy ya correr -avisé.

  • Espérame -dijo-, estoy a punto yo también.

No tuve mas remedio que cambiar mis pensamientos para tratar de evitar el orgasmo inmediato. De pronto a la mente se me vino el culo cerrado a cal y canto de Clara, pero ver lo diferente que estaba ahora no ayudaba mucho. No sé si fue pensar en Fulgencio, el del trabajo, o algún otro compañero lo que evitó que me corriera.

  • Un empujón más y me corro -dijo Laura.

Mi mente volvió a lo que tenía delante. Una chica que me gustaba con su culito ensartado por mi polla y yo masturbando la suya (cosa que me daba mucho morbo). La reacción fue casi inmediata.

  • Ahhhh, Laura, me corrrroooooo

  • Siiiiiiiiiii, cabrón, yo también, ¿que me has hecho?

Al tiempo que yo me corría en su culo ella soltó de nuevo unos cuantos chorros de esperma que cayeron sobre su pecho. Ambos nos quedamos parados un instante, lo justo hasta recuperar el resuello.

Saqué mi polla de su culo y me senté a su lado.

  • Joder... que buena estás -dije-, que gusto!

  • Me ha encantado -respondió-.

Me cogió la cara y la giró hacia ella. Puso el gesto muy serio y me dijo:

  • Te lo digo en serio, ha sido el mejor polvo de mi vida.

  • No será para tanto -dije tras un rato.

  • Uff, ha sido bestial. No sé que ha sido, pero jamás había tenido un orgasmo igual.

Echamos atrás las cabezas reposando un rato. Dimos unos tragos a las copas que seguían tal y como las dejamos. Tras un silencio, Laura dijo:

  • Nunca me habían besado en la polla. Me ha gustado.

  • Nunca? -dije mirándola.

  • No, nunca -contestó con la mirada perdida.

Me contó que sus relaciones, que tampoco habían sido muchas, se habían limitado a comerles la polla y a que después la follaban y salvo alguna ocasión era ella misma la que se tenía que masturbar. Pero nunca nadie la había besado en la polla y ella tampoco lo había pedido.

Miramos el reloj y marcaba las 11 de la noche pasadas. La dije que iba siendo hora de irme.

  • Quédate conmigo -me pidió-. Quédate a dormir aquí, por favor.

  • Mañana tengo que ir al trabajo, y tú también, no?

  • Vamos juntos desde aquí -respondió.

A pesar de decirla que en mi casa tenía el portátil que llevaba al trabajo insistió en que pasaríamos a recoger mis cosas, pero que me quedase. Con tanta insistencia lo pedía que al final la dije que me quedaba. Se lanzó a darme un beso.

Como estábamos empapados aun de nuestros fluidos, sobre todo ella, pasamos un instante a darnos una ducha rápida. Mientras yo me duchaba ella limpió el sofá, que afortunadamente, al ser de cuero, se limpió fácilmente.

Después de la ducha volvimos al sofá y acurrucados pusimos una serie en la televisión, la cual veíamos mientras hablábamos de los temas más diversos. Por las ventanas entraba ya el frescor de la noche y ella se puso el camisón. Yo no tenía nada para dormir y en un instante fue a su dormitorio y volvió con una camiseta grande que ella usaba a veces a modo de camisón para que me la pusiera. No sin reparos (era bastante femenina) me la puse, ya que empezaba a tener fresco.

Como una media hora más tarde, ya con sueño, decidimos ir a acostarnos. La situación para mí era rara, ya que sería la primera vez que sólo iba a dormir con una chica. Si, alguna vez había dormido pero tras un polvo en la cama. Esta vez estaba claro que sólo íbamos a dormir. Ella se colocó a mi lado y la abracé. Me dio un beso muy tierno y dijo:

  • Buenas noches y gracias por todo.

  • Buenas noches -respondí.

  • Si, la mejor -musitó mientras se giraba para dormir.

Me quedé un rato pensativo. Ciertamente estaba a gusto con Laura, quizás más de lo que quisiera. Decidí no marearme con eso esa noche y descansar. Apreté brevemente el abrazo que daba a Laura, a lo que ella respondió con una leve caricia y me dormí.