Deseos íntimos compartidos II (desenfreno)

Ese fue el detonante y el inicio de una inesperada escena, de lo más tórrida y lujuriosa que nos implicaría en breve a los cinco.

Deseos íntimos compartidos II (desenfreno)

En esta primera sesión de sexo en grupo, todos coincidimos en nuestros gustos y apetencias  sexuales, nadie rechazo ninguna sugerencia. Y todos participamos apasionadamente en ellas.

Ya en el salón nos servimos unas copas, con muy poco alcohol, no queríamos estropear la velada por un exceso etílico. Queríamos estar sobrios para disfrutar consciente y plenamente del sexo. Los entrantes que había preparado Andrés quedaron casi intactos. Nuestro apetito era otro, mas lujurioso, carnal y lascivo.

Andrés y Jorge, habían congeniado muy bien se les veía a gusto charlando entre ellos, sobre todo, después de las excitantes escenas de sexo que habían protagonizado hacia tan solo un momento.

Su mujer (Isabel) les observaba y estaba encantada de que así fuera. Su marido y ella, podrían seguir poniendo en práctica todo lo que ambos habían fantaseado con Andrés, que era bastante, dicho sea de paso.

Los dos, sentados en un sofá, charlaban amigablemente,  y por la notable erección que  ya tenían ambos, seguro que estaban  revelándose alguna de sus más íntimas y perversas apetencias. O quizás, rememorando alguno de los lujuriosos actos que protagonizaron esta noche. Lo que fuese, evidentemente les excitaba y mucho.

El miembro en erección que Jorge exhibía, acaparó la atención y la mirada lasciva de Andrés. Cogerla, acariciarla, y quizás masturbarla y chuparla, podría ser su siguiente paso. Se adivinaba en su cara y en sus gestos, que probablemente esa era su intención.

Ese fue el detonante y el inicio de una inesperada escena, de lo más tórrida y lujuriosa que nos implicaría en breve a los cinco.

Su mujer, mi mujer y yo les contemplamos, imaginando cual sería el siguiente paso. Aunque todos lo podíamos intuir. Nuestra excitación aumentaba por momentos y con ella mi erección.

Andrés, como imaginamos, comenzó a acariciarla y sobarla delicadamente, le comenzó a masturbar despacio, y pudimos observar cómo el glande de Jorge se iba lubricando y se tornaba más brillante por sus fluidos.

Se fue inclinando despacio sobre él, hasta que sus labios rozaron el capullo. Los entreabrió y su lengua comenzó a lamerlo como si fuera un caramelo; a continuación se lo introdujo en la boca muy despacio, recreándose y disfrutando cada centímetro que tragaba.

Los tres (su mujer, Paloma y yo) vimos como  la polla de Jorge desaparecía lentamente en su cavidad bucal. Ver, cómo se movían sus labios para poder engullirla hasta el final, fue extremadamente excitante.

Comenzó a hacerle una felación espectacular, su lengua le recorría la polla desde el pubis hasta el capullo, lamiendo y  tragando todo lo que fluía de él.

Jorge, con los ojos cerrados, gemía mientras le sujetaba la cabeza contra su miembro, e Iniciaba un rítmico movimiento; levantaba y bajaba levemente el culo del sofá, haciendo que su polla entrara y saliera de la boca de Andrés como si de un coño se tratara. Andrés sumisamente, y con la mirada perdida la engullía con “vicio”.

Jorge totalmente excitado, quiso corresponder y aumentar sus sensaciones de placer, alargo su mano buscando la polla de Andrés, cuando la tuvo a su alcance comenzó a masturbarle, mientras éste seguía aún con su polla en la boca.

La escena había captado toda nuestra atención, y desatado nuestra lujuria. Su mujer, mi mujer y yo, les observábamos absortos. A los tres, nos produjo una gran excitación y unas irresistibles ganas de participar.

Yo, no pude resistir el impulso de acercarme a ellos, y poner mi polla al alcance de los dos. Y mientras se masturbaban mutuamente el uno al otro, comenzaron a chupar y lamer mi capullo. Los dos se la introdujeron alternativamente en la boca chupándola y lamiéndola. Tuve que retirarme para evitar eyacular en ellas.

Nuestras mujeres (Paloma e Isabel) totalmente excitadas por la escena, nos observaban acariciándose y besándose a su vez apasionadamente. Sus pezones erectos por la excitación, recibían las lamidas y succiones la una de la otra, mientras se acariciaban sus coños mutuamente.

La escena había despertado nuestros instintos más lujuriosos y “depravados”. Ninguno tuvo reparos en actuar según sus deseos más íntimos y lascivos. Todos alentábamos con descaro, la excitación de los demás con nuestras libidinosas acciones.

Andrés totalmente encendido, se levantó para ir a la habitación invitándonos a seguirle. Las mujeres nos siguieron, no querían perderse nada de lo que iba a pasar. Se acostó en la cama y alzando las piernas y sujetándolas con sus brazos, nos propuso claramente que quería ser penetrado tanto anal como oralmente.

Jorge y  yo totalmente excitados nos dispusimos a complacerle sin reparos. Los tres queríamos dar y recibir el mayor placer posible. Sin importarnos la forma o el modo.

Jorge, se colocó frente a él, le cogió  las piernas, se las coloco en sus hombros. Puso lubricante en su orificio trasero y en su polla, y comenzó a penetrarle despacio, sin ningún preámbulo. Cuando su polla se hundió hasta el fondo, un gemido ahogado de Andrés nos indicó que estaba dispuesto para recibir la otra polla en su boca.

Me arrodille con las piernas abiertas sobre su cara y pasé  mi capullo suavemente por  ella y sus labios, los entreabrió ligeramente y su lengua comenzó a lamerlo y recoger sus fluidos. Acto seguido abrió la boca y lentamente fue tragando mi polla, hasta hacerla desaparecer completamente en su interior. Comenzando así una exquisita felación.

Jorge metía y sacaba su polla suavemente de su culo, para que su orificio se fuera adaptando a la invasión. Mientras lo hacía le acariciaba la polla suavemente, le follaba el culo y a la vez lo masturbaba. Los gemidos de placer de Andrés aumentaban, y en correspondencia mi polla recibía su exquisita mamada.

Las chicas nos observaban extasiadas, imitando en cierta medida lo que estaban viendo. Se acariciaban sus coños la una a la otra suavemente, y sus dedos hurgaban en sus hendiduras, provocándoles gemidos de placer.

Su excitación era más que notable  y sus gestos y acciones delataban sin ninguna duda su estado. Los pezones de ambas se notaban erectos y duros. Sus caras mostraban su desinhibición.

Durante un buen rato, ambas se prodigaron en lamidas y succiones en ellos. Pasaban la lengua a su alrededor, para después, con exquisito mimo succionar el pezón y mantenerlo en el interior de su boca. Todo ello sin quitar la vista de lo que los hombres estábamos haciendo.

Isabel se nos acercó, y vio como la polla de Andrés totalmente erecta, estaba esperando que alguien continuara las caricias de Jorge.

― ¿Puedo? Dijo―, dirigiendo una mirada viciosa hacia su marido, que seguía bombeando su polla en el culo de Andrés, y masturbándole suavemente.

Su excitación, viéndonos a los tres, se había disparado. Pero sobre todo, viendo como su marido se follaba a otro hombre, y lo masturbaba al mismo tiempo. Deseos íntimos que ahora compartían con lujuria.

Quería chupar la polla de Andrés como a ella le gusta, introducírsela despacio en la boca, lamerla y succionarla hasta sentir esa explosión final del semen en su garganta.

Andrés iba a tener la oportunidad de sentirse atendido en todas sus zonas erógenas, por varias personas a la vez. Isabel se colocó a su lado puso la cabeza apoyada en su estómago cogió su miembro con la mano y  comenzó a introducírselo lentamente en su boca, cual ternero que se acerca a su madre a mamar.

Engullía la polla de Andrés una y otra vez con fruición, su lengua recorría el capullo para recoger el líquido que tanto la gustaba y excitaba. Su marido la observaba con lujuria. Compartir a su mujer de esa forma siempre le pone fuera de sí.

Contemplarla, mamando una polla ajena, y ver como eyaculan en su boca, es lo más. La visión de su mujer mamando la polla de Andrés era de lo más excitante para él

―te gusta como lo hago cariño ―dijo Isabel― dirigiéndose a su marido, viendo como la miraba, y sabiendo cómo le ponía que hiciera este tipo de comentarios.

―no pares cariño ¡cómo me estas poniendo! ¡Cómetela toda!, ―dijo Jorge―totalmente excitado y sin querer reprimir el comentario.

Cuando Andrés noto la calidez de la boca de Isabel en su polla, emitió un gutural gemido, notando como su lengua chupaba  con más frenesí mi polla. Lamia mi capullo succionándolo y presionándolo contra su paladar. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no eyacular.

Mi mujer viéndonos, se masturbaba y sobaba los pechos mientras contemplaba la  lasciva escena que había surgido entre los cuatro. (Andrés, Jorge, Isabel, y yo)

Se puso a mi lado para no perderse ningún detalle de la excitante escena, le pase la mano por su coño, estaba totalmente empapado, y sus jugos resbalaban por sus muslos. Aproveche para lamer  y succionar sus pezones, mientras hurgaba con mis dedos en su encharcada hendidura.

Saque mi polla de la boca de Andrés, y por un momento le propuse el inundado coño de mi mujer. Paloma  se colocó delante de el con las piernas abiertas, y abriendo con los dedos su coño se lo ofreció para que pudiera comérselo y su lengua llegara a lo más profundo de su interior.

Para mí, la visión más lujuriosa, que siempre me encantaba presenciar y que me ponía fuera de sí.

Yo, veía como la lengua de Andrés, penetraba en la hendidura de mi mujer, lamia todos sus fluidos y se los tragaba sin reparos. Le inundo la boca al instante con una corridita de las suyas que se tragó con gusto, lamiendo todo lo que fluía de él.

Excitadísimo, volví otra vez a poner mi polla en su boca, y de nuevo la engullo, no sin antes pasar su lengua por ella. La mantuvo en su interior un buen rato, a la espera de recibir la primera descarga de semen en su garganta.

Otra vez éramos cuatro recibiendo y dando placer. Isabel, experta maestra en practicar sexo oral, estaba disfrutando al máximo de la polla de Andrés. Y  por supuesto, de la visión de las embestidas de su marido penetrándole.

Su marido no paraba de animarla, con excitantes y lujuriosos comentarios, que a todos nos ponían a mil.

―No aguanto más me voy a correr ―dijo Andrés―enajenado de placer y liberando por un instante mi polla de su boca.

Se iba a correr de un momento a otro. Nosotros también.

Paloma, totalmente excitada, viendo como Isabel se masturbaba mientras mamaba la polla de Andrés. Se acomodó a su lado, le aparto la mano, y comenzó a comérselo con fruición, su lengua penetraba en la hendidura buscando los fluidos que emanaban de ella.

El clítoris de Isabel resaltaba de forma visible en la parte superior de su raja, los labios de mi mujer lo atrapaban con mimo y lo chupaba como si fuera una golosina. Cuando dejaba de hacerlo, su lengua volvía a introducirse en su interior buscando la recompensa de sus jugos. Isabel complacida le acariciaba el pelo, presionando su cabeza con fuerza contra su coño.

Los cinco estábamos en una viciosa e irrefrenable vorágine de sexo lujurioso y lascivo. Solo nos importaba acceder al máximo placer; darlo y recibirlo.

Las corridas eran inminentes, Andrés fue el primero en inundar abundantemente la boca de Isabel, con la mirada de su marido clavada en ella para no perderse ningún detalle, a ella le gusta que su marido la vea cuando la inundan. Jorge al ver como su mujer recibía la corrida de Andrés en la boca, no pudo aguantar más y se corrió en el culo de Andrés. Este al sentir la corrida en su interior succiono mi capullo de tal forma que descargue toda mi corrida en su boca, tragándosela prácticamente toda.  Fueron unos segundos de placer intensos e indescriptibles

A su vez la lengua de mi mujer se perdió en el coño de Isabel degustando los abundantes fluidos de un orgasmo brutal.

Jorge y su mujer se fundieron después, en un apasionado beso, compartiendo los fluidos de Andrés. Mi mujer y yo hicimos lo propio y compartimos los de Isabel. Y las chicas lo compartieron al unísono con Andrés, besándole apasionadamente.

―La mejor noche de sexo de mi vida ―dijo Andrés eufórico― increíble el placer. Ha sido espectacular.

―La verdad es que nos hemos dejado llevar, y de qué manera. Somos unos “depravados” ―dije sonriendo. Desde luego me apunto a muchos encuentros como este.

― Vuestro “numerito de tres” ¡Súper excitante!, veros a los tres de esa manera ha sido…algo que siempre he querido presenciar en vivo ¡fascinante! ¡Y como me habéis puesto! Me apunto para ser yo, la próxima en ocupar el lugar de Andrés ―dijo Paloma―sin ocultar su excitación, y totalmente desinhibida.

― Coincido con Paloma, lo mejor ha sido la escena de los hombres, y por supuesto, los comentarios de mi marido cuando me estaba viendo,  me han puesto…puuuufff  ―dijo Isabel ―

― Ya sabes cómo me pone ver cómo te comes una buena polla, me pone a mil —dijo Jorge― con descaro y sin pudor, mirando a su mujer y respondiendo así a su comentario. Ambos dejaban claro sus calientes apetencias.

La confianza que se había generado entre los cinco, daba lugar a expresarnos con total sinceridad, y sin pudor en cuanto a manifestar nuestros gustos y apetencias del momento.

Se estaba cumpliendo ampliamente el objetivo de nuestro encuentro sexual entre los cinco. Disfrutar del sexo todos y cada uno de nosotros, en cualquier variante.

A los dos matrimonios nos ponía muchísimo, poder ver a nuestra pareja en esa lujuriosa postura. Solo con la idea de que alguno de nosotros ocupara el lugar de Andrés, disparaba nuestra calentura.

Los cinco queríamos seguir manteniendo ese deseo lujurioso y lascivo que nos invadía. Y para ello, no se nos ocurrió otra cosa que… manifestar  claramente nuestras apetencias más lujuriosas y lascivas del momento.

Sin duda, revelar tus gustos sexuales más íntimos, y poder escuchar los de los demás, nos producía una inmensa y morbosa excitación a todos. Nos conectaba lujuriosamente a los cinco  para practicar  sexo de una manera abierta y sin límites.

El querer desvelarlos y compartirlos, tenía un morboso y lujurioso objetivo, ¡realizarlos!

Mi mujer quería que los tres nos corriéramos en sus pechos, y que alguno o algunos se los chuparan, es una de sus fantasías favoritas, (comentada entre nosotros) una de las que más la pone. También quería sentir sus tres orificios ocupados, boca, culo, coño, y ser inundados los tres a la vez. A mí también me pone muchísimo verla en los dos escenarios. Perverso. Este fue literalmente su comentario…

―Vais a tener que reponeros lo más pronto posible, porque yo quiero lo mismo con los tres ―dijo Paloma― ya totalmente desinhibida y excitada por nuestros anteriores comentarios. Me encantaría que los tres a la vez, acabéis en mis pechos, los  acariciéis los beséis y los chupéis.

―Eso está hecho ―dijo Andrés― mirándola lujuriosamente

―Por supuesto ―confirmo Jorge― me pone muchísimo verte bañada con nuestras corridas, añadió descaradamente.

―Cariño, ya sabes que yo también estoy deseando hacértelo, dije otra vez súper excitado, por el comentario de Jorge e imaginando la escena.

Jorge volvió a decirnos lo que ya sabíamos, lo mucho que le ponía ver a su mujer haciendo una mamada, y ver como se corrían en su boca. Y que él lo había probado con nosotros por primera vez, y también le gustó y excitó muchísimo sentir esa descarga.

Las confidencias aunque muchas ya conocidas, al oírlas a viva voz, y en el estado en el que estábamos, aumentaban nuestro deseo de forma espectacular.

Con nuestra libido por las nubes, los deseos se desataron, y todos planteamos nuestras apetencias más morbosas del momento. Intentando con ello provocar a los demás.

Isabel dijo que quería que los tres  uno detrás de otro nos corriéramos en su boca, quería que le hiciéramos un bukake en toda regla. Estas fueron sus palabras literalmente…

―Yo quiero lo mismo que Paloma, estar con los tres a la vez, pero a diferencia de ella, ya sabéis donde me gusta recibirlo ―dijo Isabel― entreabriendo los labios sutilmente y pasándose la lengua por ellos, provocativamente.

Su marido la miro excitado al oírla plantear sin remilgos, lo que en ese momento deseaba, y que a ambos les ponía.

Ella sabía que él, estaría encantado de oírla y mucho más verla en esa situación. Sabía  lo mucho que disfrutaría viéndola.

Andrés nos sorprendió a todos con el suyo:

― Tengo una fantasía descabellada que me ronda por la cabeza, me gustaría complaceros a los cuatro. Follar a Paloma e Isabel a la vez, y al mismo tiempo saborear los miembros de Jorge y a Jaime,  ¿Qué os parece? ―dijo Andrés― totalmente desinhibido y excitado

―En cuanto a mí ya sabéis que los deseos de (Paloma) mi mujer son mis deseos, y me encantaría verla, en el lugar de Andrés, como ella ha dicho. Y también complacerla los tres como ella desea. Y tampoco me importaría ser yo, el que ocupara el lugar de Andrés.

Los deseos expresados a viva voz cumplieron ampliamente su objetivo: unas ganas locas de follar con desenfreno y sin limitaciones. Sobre todo el ultimo expresado por Andrés había disparado nuestra imaginación.

Ver a nuestras mujeres a cuatro siendo folladas por Andrés alternativamente, mientras nos hacía a Jorge y a mí una felación simultánea, mostraba una escena inédita y muy morbosa, que tanto las mujeres como nosotros quisimos llevar a cabo.

Cualquier combinación para obtener placer nos parecía fantástica. Queríamos seguir disfrutando del sexo en todas las variantes posibles. Y esta era muy posible.

Pero los hombres, éramos conscientes de que teníamos ciertas limitaciones para responder adecuadamente en un corto periodo de tiempo. Así se lo manifestamos a las chicas (aunque obviamente ya lo sabían).

Las mujeres en tono de broma se mofaron un poco de ello, diciendo que ellas ese problema no lo tenían, más bien al contrario, las dos dijeron que cuanto más lo hacían más querían.

Las conversaciones fueron subiendo de tono hasta que desemboco en una orgia de sexo entre los cinco, que intentare describir con el máximo detalle.

Los objetivos de nuestro primer encuentro entre los cinco se estaban cumpliendo ampliamente, el sexo nuestro principal nexo de unión, nos unía lujuriosamente a todos sin limitaciones.

La noche continuaba excitante y lujuriosa, queríamos seguir explorando nuestra perversa sexualidad descubriendo nuevos placeres.

unomas