Deseos íntimos compartidos

Esta vez seriamos cinco para disfrutar del sexo

Deseos íntimos compartidos

Lo habíamos hablado en numerosas ocasiones. Queríamos que Andrés, nuestro amigo de toda la vida, con el que hicimos un trio  en nuestra primera experiencia, participara con nosotros. Esta vez seriamos cinco para disfrutar del sexo.

A los cuatro ―Isabel, Jorge, Paloma y yo― nos apetecía incluir a Andrés en nuestras reuniones. Por nuestra amistad con él y sabiendo de su discreción, hacía tiempo que habíamos pensado incluirle. Por el momento, no teníamos ninguna intención de incluir en nuestras sesiones de sexo a nadie extraño. Andrés era de nuestra total confianza.

Quedamos en que Paloma y yo, hablaríamos con él para exponerle lo que los cuatro habíamos pensado.  ―que se uniera a nosotros en nuestros lujuriosos encuentros.

―Si Jorge e Isabel están de acuerdo, estaría encantado de poder participar, ―nos dijo sin dudarlo―. Sabéis muy bien cómo pienso y mi actitud en cuanto al sexo. Me encantaría disfrutar de lo que me proponéis―añadió.

Con nosotros, era con los únicos, que había mantenido abiertamente unas relaciones sexuales, digamos… poco convencionales. Comenzó con una invitación de fin de semana en el entorno de una playa nudista. En la que desarrollamos una frenética actividad sexual impensable hasta ese momento.

Después de aquel primer encuentro entre los tres, y en posteriores citas con conversaciones subidas de tono, ya habíamos fantaseado con incluir a más gente en nuestro escenario sexual. Nos gustaba comentarlo entre nosotros, nos excitaba mucho hacerlo, y provocaba que hiciéramos lujuriosas escenas de sexo entre los tres. Aunque por el momento, no pasábamos de ahí. Eran elucubraciones calenturientas, avivadas por el extremo apasionamiento que generábamos.

Tanto Andrés como nosotros, acabábamos de empezar un desenfrenado deseo sexual. Y en el fondo, no veíamos posible semejante locura. No obstante, la excitación nos provocaba imaginar morbosas escenas de sexo con más participantes. Evidentemente,  no dejaba de ser una calenturienta fantasía. En aquel momento haber hecho el trio que hicimos, aunque deseado, fue algo excepcional para los tres.  El comienzo de una nueva y excitante etapa sexual, por lo menos para nosotros (mi mujer y yo). Sin saber en ese momento, hasta dónde seriamos capaces de llegar en semejante desenfreno.

Ahora sin embargo, después de la experiencia vivida, y con Isabel y Jorge como cómplices, la idea de disfrutar los cinco juntos, no nos parecía ninguna locura. Al revés, nos pareció una morbosa y excelente idea. Que nos empeñamos en poder realizar.

Tanto Paloma como yo estábamos deseando llevar acabo esta experiencia. Desde que  surgió la idea no habíamos parado e imaginarnos la lujuriosa escenografía de una relación a cinco. Desde luego, a los dos nos excitaba muchísimo dicho escenario. Hacía ya bastante tiempo, que disfrutábamos consumando nuestras fantasías sexuales, con nuestros nuevos amigos (Isabel y Jorge).

Los dos (mi mujer y yo) tenemos claro que el deseo y el goce sexual compartido, son sentimientos adictivos bastante inestables y de corta duración; claramente diferenciados de nuestra sólida relación de pareja y convivencia de años, que incluye muchos más sentimientos: amor, cariño, afecto, comprensión, empatía; todos ellos estables y de muy larga duración para nosotros. Pensamos que el goce sexual en este momento, es compartible con otros. Un aliciente sexual nuevo, que al compartirlo en pareja sin prejuicios, nos produce un gran disfrute sexual y una complicidad difícil de expresar, aunque para alguno será muy difícil de entender.

Esta vez, quedamos los cinco para comer, y que se conocieran: Jorge, Paloma e Isabel. Todavía no los habíamos presentado, y no se conocían físicamente. Solo sabían unos de otros por nuestras confidencias de cama.

Ahora, que se conocerían en persona, podríamos comprobar si realmente se daba ese feeling imprescindible y necesario, para tener una relación de sexo entre los cinco. Por nuestra parte, Paloma y mío, seguro que sí. De alguna manera habíamos sido los instigadores de incluir a Andrés. Queríamos hacerlo.

Procedimos a las obligadas presentaciones. Por las numerosas referencias que  Paloma y yo habíamos hecho con anterioridad de cada uno de ellos, casi podríamos decir que ya se conocían. Lo que desde el principio genero un clima de confianza. Una vez presentados, Andrés fue el primero en iniciar la conversación.

―Por el entusiasmo con que hablan Jaime y Paloma de vosotros, estaba deseando conoceros. ―dijo Andrés― dirigiéndose a Isabel y Jorge. Estrechando efusivamente la mano de Jorge, y besando en la mejilla a Isabel.

―Por la misma razón, nosotros también estábamos deseando conocerte; igualmente los dos hablan maravillas de ti ―contesto Jorge. Complacido por la actitud y aspecto de Andrés.

―En mi caso exageran, muchísimo ―respondió Andrés―  relajado y riendo

―Para nada ―soltó Paloma― más bien nos quedamos cortos. Ya sabes lo mucho que te queremos. Y además te lo mereces.

―Bueno, bueno, no sigáis que se lo va a creer ―dije.

Isabel le observaba atentamente, todavía no se había pronunciado pero era evidente que a primera vista, no le desagradaba en absoluto. Sin duda, le había caído bien. Conociendo los libidinosos motivos por los que quería que Andrés participara con nosotros ―los cuatro habíamos hablado de él lascivamente en más de una ocasión en nuestros encuentros de sexo―, seguramente se le habría pasado algún que otro pensamiento calenturiento por la mente. Y probablemente su marido sería su principal protagonista. La ponía mucho verle en determinadas situaciones, sobre todo con el género masculino.

Aunque la impresión que causa al principio de conocerla, es de cierta timidez o recato. Afortunadamente, nada que ver con la realidad. Es apasionada, fogosa, y siente el sexo intensamente, así lo transmite cuando lo compartes con ella. El placer es máximo.

―Paloma me ha hablado muy bien de ti, y estoy segura que tendrá sus razones para ello, ―dijo, dejando claro la complicidad existente entre ambas―, confío  plenamente en su buen criterio ―añadió sonriendo.

Isabel se había mantenido educada y elegantemente discreta, dejando claro su empatía con Paloma. Pero también manifestando su agrado de conocer a Andrés. Sin hacer excesivas muestras de ello. De primeras, no era muy dada a dejar ver sus emociones.

A partir de ese momento la conversación entre los cinco se hizo fluida y amena. Todos participamos en los diferentes temas que fueron saliendo, todavía no habíamos hecho ninguna alusión al motivo que nos reunía. La charla transcurrió muy agradablemente, parecía que todos habíamos conectado. El primer paso estaba dado.

Después de un rato de charla distendida, me dirigí a Andrés:

―Aunque Paloma y yo ya lo sabemos, seguro que Isabel y Jorge estarán deseosos de saber en persona, tu opinión y lo que piensas de nuestra, ¿Cómo diría?… “atrevida” propuesta ―dije en tono desenfadado y jocoso.

―Los dos gratamente sorprendidos por mi intencionado comentario, miraron a Andrés con cierto morbo, esperando su respuesta con expectación.

Mi intención era que Andrés confirmara de viva voz, ante Jorge e Isabel, lo que todos sabíamos y deseábamos, buscando esa complicidad entre los cinco. El  ambiente se prestaba para generar esa confianza.

― Espero no ser grosero e incomodaros con mis palabras, pero desde entonces, no dejo de pensar en ello, como no os podéis imaginar. Creo que no puedo ser más claro y sincero. Voy a evitar ser más explícito ―dijo con una sonrisa―que mostraba su satisfacción de poder ser incluido en nuestros juegos sexuales.

―Al revés, lejos de incomodarnos te agradecemos la sinceridad. La imaginación es libre. Además, como te podrás figurar, nosotros también imaginamos. ―contestamos todos ―riéndonos.

Terminamos la comida y antes de despedirnos acordamos nuestra próxima cita. Pero esta sería ya, con otros placenteros y lujuriosos propósitos. Andrés ofreció su casa, y  allí quedamos para el siguiente fin de semana.

La velada había sido perfecta, todos mostramos una complicidad que hacía presagiar  un apasionado encuentro entre los cinco, aunque en ningún momento se habló explícitamente de sexo, éste claramente se pudo percibir en el ambiente. Objetivo cumplido.

Después de la comida, Jorge e Isabel, tuvieron que marcharse, llegaban tarde  a un evento familiar ineludible. Se despidieron efusivamente de Andrés reiterándole su agrado por conocerle.

Nosotros propusimos a Andrés tomar una copa en casa, queríamos que nos dijera sus impresiones y que le habían parecido Jorge e Isabel, aceptó encantado. Quedamos en vernos en nuestra casa.

En el coche cuando íbamos para allí le dije a Paloma que me apetecía mucho tener una sesión de sexo los tres.

―A mí también me apetece mucho cariño ―contesto―. Veremos la predisposición de Andrés.

―Me estoy imaginando cuando nos reunamos los cinco; estoy deseando que llegue el próximo fin de semana, le dije a Paloma.

―Yo también lo imagino como tú, y desde luego puede ser una locura. Ya no me sorprendo de mis… ya sabes, deseos. Cariño, cada vez me reconozco menos. No sé si debiera preocuparme, ―dijo mi mujer―, abriendo los ojos de forma divertida, como espantada.

Me reí por su gesto y su ocurrencia y dije; “en todo caso deberíamos preocuparnos los dos, ¿no te parece?”. Por qué a mí me ocurre lo mismo.

Cuando llegamos a casa, Andrés, ya nos estaba esperando en el portal, se le veía sonriente, parecía que estaba satisfecho con la reunión.

―Parecen  un matrimonio muy agradable dijo. Me han gustado mucho, Isabel es preciosa, me encanta ―añadió, cuando subíamos en el ascensor.

―Son encantadores  los dos, además son una gozada en la cama ―dijo Paloma― sin darle importancia, como si su comentario fuera lo más natural del mundo.

Su desinhibido e intencionado comentario, daba pie para que pudiéramos iniciar una conversación, que los dos intuimos como podría acabar. Su propósito estaba claro.

―Voy a preparar las copas, y después seguimos poniéndote al corriente de todo, ―dije―, sabiendo que la cosa no acabaría ahí.

Paloma sentada en el sofá nos observaba relajada y divertida. Seguro que estaba tramando algo, la conozco bien, y esa pose era de…”os vais a enterar”. Andrés inocentemente, todavía no se había percatado de las libidinosas intenciones de mi mujer y por supuesto mías.

―Me han parecido una pareja estupenda, volvió a repetir con énfasis Andrés, y no me los puedo imaginar en todo lo que me habéis contado, sobre todo Isabel, parece un poco tímida, o eso me ha parecido, me cuesta imaginarla en un desenfreno sexual la verdad.

―Eso mismo pensé yo cuando los conocimos, pero no sabes lo equivocado que estaba ―respondí― pero ya lo podrás comprobar tú mismo, añadí riéndome.

―Como ya te he dicho son una gozada en la cama, tanto Jorge como Isabel, y actualmente, por lo menos con nosotros, se muestran completamente desinhibidos y sin prejuicios, aunque al principio no fue así ―comento Paloma― insistiendo en su comentario anterior

― ¿Jorge tampoco tiene ningún prejuicio de… género?,  en fin…ya me entendéis. ―Pregunto Andrés― con morbosa curiosidad.

―Como te ha dicho Paloma, lo tuvo en su momento, pero su mujer lo convenció para que se desinhibiese totalmente y actuara sin prejuicios. Por fin han hecho con nosotros lo que tanto imaginaban en sus fantasías.

―Ya me habíais contado algo pero no sabía hasta qué punto, ni todos los detalles; me tenéis que poner al día. No quisiera en nuestra próxima cita, pasarme o quedarme corto.

―Pues ellos saben todo lo que hemos hecho contigo ―respondió Paloma buscando ahondar en más detalles― por ese motivo queríamos que participaras con los cuatro; sobre todo Isabel, que es la que más interés tenía en saber  todos los detalles… sobre ti en fin, ya me entiendes.

―No me extraña, ahora mismo escuchándote me lo estoy imaginando, y… que te voy a contar. ―contesto Andrés―. Espero que me hayáis dejado en buen lugar con vuestros comentarios. Doy por hecho que saben que en el sexo no tengo ningún prejuicio para disfrutar con ambos. Supongo que les habréis contado como han sido nuestros encuentros y lo que hemos hecho, ¿O me equivoco?...

―No te equivocas en absoluto, de no ser así, ahora mismo no estaríamos hablando de ello, ¿no te parece?,  por eso mismo, estaban deseando conocerte ―respondió Paloma sonriendo maliciosamente―. Estoy segura que vas a disfrutar mucho con los dos, y por supuesto ellos contigo. No creo que haga falta ser más explícita.

Llegados a este punto de la conversación, Andrés comenzó a querer saber más detalles morbosos sobre nuestra relación con ellos,  detalles más específicos,  como que era lo que más le gustaba a Isabel, o a Jorge. Si habían puesto algún límite, o si había algo que no quisieran hacer. Y nos lo pregunto sin rodeos, abiertamente.

―Empezando por el final, no han puesto de momento ningún límite, nosotros tampoco, Isabel disfruta muchísimo haciendo sexo oral, lo hace de maravilla, además  no le importa que eyaculen en su boca, más bien la excita. A Jorge le encanta besar a su mujer mientras ella hace sexo oral, y también después de hacerlo, a los dos se les ve súper excitados cuando lo hacen. ―respondí― como si ello fuera lo más natural del mundo.

Mi mujer le miraba sonriendo y satisfecha del impacto que estaban causando mis afirmaciones, segura de que la conversación y mis comentarios, provocarían cierto grado de excitación en Andrés, y no solo en Andrés. Por eso no se resistió a comentar…

―Y eso es una pequeña parte de lo que más les pone; sin olvidar como le gusta a Isabel ver a su marido haciendo sexo oral  a otro hombre o cuando es penetrado. O como a éste, le excita complacer a su mujer en todo lo que le pide que haga. Y… como disfruta el con ello.

―Ya sabéis que no me asusto de nada, y referente a los gustos sexuales menos. Lo que me estáis contando es muy excitante. Respeto cualquier apetencia que se pueda tener en determinadas circunstancias. Sabéis de sobra por mi comportamiento, como pienso en este tema, no hace falta que os diga nada más.

―Por supuesto, por eso mismo queríamos que participaras con nosotros. ―dijo Paloma― estamos encantados de que participes. Creo que los cinco coincidimos bastante en nuestros gustos y podemos disfrutar mucho.

―Bueno, bueno, creo que por el momento es suficiente, ya te puedes hacer una idea de lo que puede ser nuestra próxima cita, y lo que te espera.

―Cambiando de tema,  ¿sabéis lo que me apetecería  ahora mismo, después de esta conversación?, pues… una buena sesión de sexo, ¿y a vosotros?...

―A mí también me apetece mucho, y después de esta conversación más. Espero no molestaros pero con Paloma siempre me apetece,  ―respondió Andrés, sin titubear y esperando la respuesta de mi mujer.

Paloma se nos quedó mirando segura de su empoderamiento, le encantaba vernos en ese estado, sabía muy bien lo que pasaría cuando hizo el comentario, nos conocía perfectamente, además, ella también deseaba una buena sesión de sexo. Se hizo un poco de rogar  durante unos instantes, hasta que al fin soltó.

―Pues casualmente, a mí también me apetece bastante, y desde luego no me molesta  en absoluto tu comentario, al revés me halaga, ―dijo con una sonrisa, dirigiéndose a Andrés.

Los tres nos dirigimos a la habitación, y por enésima vez volvíamos a sentir, esa excitación  extrema que se apoderaba de nosotros, como si fuera la primera vez.

Paloma sugirió darnos una ducha antes de comenzar, aceptamos la sugerencia. Se desnudó delante de nosotros, provocándonos sutilmente, y fue la primera en dirigirse a ella. Nosotros la observábamos excitados, nos encantaba verla expuesta a nuestra vista totalmente desnuda. Respetando cierta distancia; no la gusta que la agobien en determinadas circunstancias. Ahora era una de ellas.

Nos desvestimos, y esperamos a que terminara de ducharse. A continuación nos duchamos nosotros. Cuando salimos de la ducha, Paloma seguía totalmente desnuda, ahora sí, esperándonos y dejándonos tomar la iniciativa.

Los tres, extremadamente excitados, volvíamos a estar dispuestos para gozar abiertamente del sexo sin prejuicios.

Nos acercamos a Paloma y comenzamos a disfrutar de su cuerpo, Andrés se deslizó hasta su sexo depilado, y empezó a saborearlo, su lengua lo recorría despacio mientras Paloma emitía gemidos de placer contenidos, a la vez yo, lamia sus pezones que se erguían erectos por la excitación.

Andrés, seguía inmerso en su sexo, recorriendo cada rincón,  pasando e introduciendo la lengua en él, los jugos que emanaban de su interior los degustaba con deleite.

Viéndole, mi excitación se disparaba. Las corriditas de Paloma se sucedían, y nuestra lujuria con ellas. Nuestras bocas y nuestras manos acariciaban su cuerpo, buscando en cada caricia, la respuesta que confirmara el placer que sentía. Sus gemidos y sus gestos corroboraban su total complacencia, y su extrema excitación.

Estaba en ese estado en el que a mí me enloquece verla. Mi lujuria me delataba, mire a Andrés, y no hizo falta más.  Este le levanto las piernas hasta apoyarlas en sus hombros; su miembro en erección desafiante, apuntaba a la entrada de la lubricada raja rosada de mi mujer, que por su excitación y la postura adoptada, se mostraba totalmente expuesta en toda su dimensión. Se podían ver con nitidez todos los detalles de la misma, sus labios mayores sobresalían de su vulva, el clítoris un poco sobredimensionado por la fogosidad, incitaba a lamerlo, mientras los jugos vaginales fluían ya generosamente de su hendidura.

Ante esa excitante y maravillosa visión decidí  acercarme hasta su cara a escasos centímetros de su boca. Ambos nos dispusimos para hacerla gozar al máximo.

Andrés comenzó a introducir su miembro lentamente hasta que este desapareció totalmente en su interior, en ese momento Paloma lanzo un gemido de placer. Viéndoles mi excitación se disparó de nuevo. Aproveche  para acercarme un poco más, y poner el mío en sus labios. Los entreabrió y su lengua comenzó a lamer mi capullo degustando el líquido pre seminal que salía de él. Mi miembro entraba y salía de su boca, hasta casi rozar su garganta, mi excitación avivada por sus gemidos y la visión de Andrés penetrándola, no tenía límite.

Los embates lentos y precisos de Andrés, seguían aumentando los gemidos de Paloma, que a su vez, se introducía mi miembro en la boca chupándolo con pasión, se lo sacaba despacio para volver a introducírselo nuevamente, sintiendo como su lengua lo recorría una y otra vez. El placer era inmenso. Estábamos al borde del éxtasis.

Sus pechos se movían al ritmo de los movimientos de Andrés, sus pezones reclamaban atención, me dedique a ellos con lascivia, mi lengua los acariciaba sintiendo su dureza, los chupaba con mimo tratando de retener las sensaciones que trasmitían, sublime.

Los tres estábamos deseando alcanzar el clímax, le pregunte a mi mujer si le apetecía finalizar en esa postura, mirándome, asintió con un susurro. En ese momento Andrés aumento un poco su ritmo, y note como Paloma con mi miembro en su boca, respondía agradecida a esos estímulos succionándolo con mimo y acariciándolo con su lengua. No pudimos aguantar más, lance un gemido y eyacule en la boca de mi mujer; prácticamente a la vez, Andrés, eyaculaba en su interior. Los gemidos de Paloma al sentir nuestras eyaculaciones, culminaron en un largo y espectacular orgasmo. Casi se podía sentir las palpitaciones de su sexo. Mi lujurioso deseo, había sido calmado.

No fue  una sesión muy larga, pero sí muy intensa, nos quedamos totalmente satisfechos y relajados. Dispuestos a seguir, si nuestros cuerpos nos lo demandaban.

―Como lo he echado de menos ―dijo Andrés exhausto al acabar.

―Yo también ―respondió Paloma.

―Y yo―respondí―, relajado y satisfecho.

Nos vestimos y volvimos al salón para acabar de tomarnos esas copas, que habíamos dejado a medias. Nuestro desahogo sexual había sido intenso, suficiente.

Seguimos hablando de nuestra próxima reunión en la que ya seriamos cinco.  Andrés nos confesó que estaba deseando participar. Sobre todo después de oír nuestros comentarios.

Estuvimos toda la tarde poniéndonos al día de todas nuestras vivencias, charlamos como siempre de todos los temas que nos apasionan a los tres, hasta que decidimos que ya era hora de dar por terminada la velada.

Pasamos una fantástica tarde, en todos los aspectos. Nos despedimos de Andrés no sin antes volverle a recordar nuestra cita del fin de semana.

― Pareja, ha sido genial, lo he pasado fantástico, gracias ― dijo Andrés al despedirse.

― Nosotros también lo hemos pasado genial ―respondió Paloma ― dándole un cariñoso beso en los labios.

― Nos vemos el próximo fin de semana ―dije― satisfecho de cómo había transcurrido la tarde.

La semana había transcurrido con cierta tranquilidad, habíamos decidido mi mujer y yo reservarnos para la cita del sábado, estábamos dispuestos a disfrutar a tope del escenario que tanto nos excitaba. Por fin se nos presentaba la oportunidad de gozar del sexo como lo habíamos imaginado en numerosas ocasiones. Una orgia de todos para todos.

Estábamos a punto de salir cuando llamamos a Andrés para preguntarle si necesitaba que lleváramos algo. Nos dijo que lo tenía todo preparado. Que solo teníamos que llevar muchas ganas. De eso teníamos para dar y tomar.

Fuimos los primeros en llegar, efectivamente lo tenía todo organizado. En una parte del salón sobre una mesa, unos platos de canapés variados, unos entremeses ibéricos y distintas bebidas, algo frugal para picar, no sería una cena convencional. Habíamos decidido que el plato principal desde el principio seria el sexo.

Una vez que estuviéramos los cinco decidimos que todos estaríamos sin ropa. Después pasaríamos a emparejarnos evitando coincidir los matrimonios. Ideamos para ello una especie de juego en el que sortearíamos quien se emparejaba con quien. No pudiendo coincidir los matrimonios.

Lo haríamos poniendo los nombres de cada uno en unas copas, las mujeres en una y los de los hombres en dos.

Para ello pondríamos los nombres de **Isabel

,

Paloma** en una copa.

La de los hombres en dos copas. En la nº1 los nombres de: **Andrés

y

Jaime , y en la nº2 los nombres de: Andrés

,

Jorge** . Con ello evitábamos que coincidieran los matrimonios, dándole un morbo añadido.

Primero sacaríamos el nombre de una mujer, y en función de quien fuera, sacaríamos el nombre del hombre de la copa nº1 o de la copa nº2 , de esta manera los matrimonios no coincidirían. ¿El motivo?... generar el mayor morbo y máxima excitación posible. Ejem: Si saliese Paloma , el hombre se sacaría de la copa **nº2

:

Andrés

,

Jorge

.**

Las parejas resultantes iniciarían la sesión de sexo de inmediato, y el que quedara sin pareja podría participar con una u otra o con las dos, a su libre albedrio.

Ya estaba todo preparado cuando Isabel y Jorge aparecieron. Después de los saludos de rigor y de brindar, nos dispusimos para cumplir los propósitos de nuestra cita.

Lo primero, cumplir la primera parte, quedarnos totalmente desnudos. Pasamos a la habitación principal y allí comenzamos quitarnos la ropa. Los hombres fuimos los primeros en comenzar, mientras las mujeres nos miraban sonrientes; nuestros miembros todavía flácidos, no inspiraban demasiada lujuria.

Cuando los tres hombres estuvimos desnudos, Isabel y Paloma empezaron a desnudarse; lo hacían sin prisas, mirando descaradamente nuestros cuerpos desnudos, sentíamos como sus miradas nos recorrían de arriba abajo.

Mientras se desnudaban no pudimos evitar fijar nuestra vista en sus cuerpos. Isabel exhibía un pecho generoso, precioso, con unas aureolas y unos pezones que invitaban a lamerlos con pasión, su sexo totalmente depilado y, en el que se podían intuir sus fluidos, incitaba a degustarlo con avidez.

Los  pechos de Paloma, ligeramente más pequeños, se mantenían firmes, sus pezones ya erectos, provocaban gran excitación, daban ganas de chuparlos sin tregua. Su sexo igualmente depilado,  invitaba a ser penetrado con lujuria. Los tres estuvimos admirando los cuerpos de ambas, sabiéndonos unos privilegiados de poder disfrutar de ellos.

Los cinco ya desnudos pasamos al salón, aunque todos teníamos la experiencia de compartir sexo, en nuestro caso con Isabel y Jorge, y también con Andrés, esta sería la primera vez que los cinco juntos lo compartiríamos. Y la primera vez de Andrés con dos parejas.

Andrés ya tenía preparadas las copas con los nombres, como habíamos acordado, solo faltaba sacarlos y, saber quiénes se emparejarían. Los cinco esperábamos con morbo cómo quedarían las parejas.

Decidimos que fuera Paloma quien sacara de la copa, el primer nombre de mujer; le dio el papelito al anfitrión, para que desvelara el nombre; fue el nombre de Paloma, por tanto la primera en emparejarse. Se rio de la casualidad, pero realmente tenía el 50% de salir. Todos en broma dijimos que había hecho trampas.

―Te veo muy desesperada cariño―le dije―riéndome. Parecía una tontería pero mi excitación aumentaba por momentos.

Ahora solo faltaba saber quién sería su primera pareja, si Jorge o Andrés , porque yo como marido, estaba descartado.

En este caso fui yo el encargado de sacar de la copa nº2 , al afortunado que acompañaría a mi mujer, para mí, el morbo estaba asegurado, la situación totalmente nueva, me producía una extraña excitación que nunca antes había sentido.

Cogí el papelito y como la vez anterior se lo di al anfitrión para que desvelara el nombre: Jorge, fue el afortunado; por tanto Paloma y Jorge comenzarían como pareja.

Seguimos con la parafernalia, y sabiendo que ahora era solo Isabel la que quedaba en la copa de las mujeres, procedimos a sacar el nombre del afortunado que formaría pareja con Isabel, en este caso estaba en la copa nº1 es decir, entre Andrés y Yo .

Dejamos que Jorge sacara el nombre que formaría pareja con su mujer: Andrés fue el afortunado, por tanto Isabel y Andrés comenzarían como pareja. Yo quedaba como comodín pudiendo interactuar de primeras con ambas parejas. Para mí un privilegio.

La situación y el sorteo, había creado un morbo añadido que no habíamos imaginado. Nuestra libido estaba por las nubes, y la excitación ya se podía empezar a vislumbrar. Jorge y mi mujer ya estaban juntos acariciándose sutilmente. Cuando salieron como pareja se abrazaron y besaron celebrándolo entre risas. Todos aplaudimos.

Isabel y Andrés después de contemplar la efusiva celebración de Paloma y Jorge, optaron por celebrarlo de la misma manera. A continuación, brindamos con champan por la velada de placer, que apuntaba ser apasionada.

Andrés sugirió pasar al dormitorio principal, todos estuvimos de acuerdo. La tenue iluminación del dormitorio te daba una sensación de intimidad extraordinaria. La cama de grandes dimensiones, nos permitiría interactuar unos con otros sin problemas.

Mi mujer y Jorge estaban ya besándose y acariciándose, sin ningún pudor y excitados. Les observábamos con excitación contenida. Jorge presentaba ya una buena erección, mientras Paloma comenzaba a masturbarle. Todos disfrutábamos viéndoles.

Andrés por su parte, no podía ocultar la excitación que le provocaba ver la escena, comenzó a acariciar a Isabel con delicadeza, acariciaba sus pechos con mimo, mientras esta, a su vez le acariciaba el miembro que estaba ya en plena erección también.

Como privilegiado comodín, aproveche para participar  en la escena. Me acerque a ellos,  abrí delicadamente con mis dedos el sexo de Isabel, y comencé a lamerlo saboreando los jugos que empezaban a fluir de él. Su raja totalmente rosada y brillante invitaba a mi lengua a introducirse en ella.  Lo hice despacio, deteniéndome con ansia en su clítoris que emergía sobredimensionado por la excitación. Lo lamí extasiado recibiendo una oleada de fluidos en mi boca que bebí sin reparo.

En ese momento Isabel se inclinó hasta al miembro de Andrés y se lo introdujo lentamente en su boca, comenzando una felación como solo ella sabe hacer. Andrés emitió un gemido, y a su vez, la correspondió chupando sus pezones y mordiéndolos suavemente con sus labios, su lengua los acariciaba con lujuria. Los gemidos de ambos se mezclaron para dar paso a una frenética acción para buscar entre los tres el máximo placer. Los jugos de Isabel que fluían sin parar, inundaban mi boca, que ávidamente los degustaba. La excitación me sobrepasaba ampliamente.

A la vez, la visión de Jorge y mi mujer, haciendo un sesenta y nueve en la misma cama, me transportaba a otro nivel de excitación, difícil de expresar. Ansíe en ese momento participar en la escena que ambos estaban disfrutando, y que me provocaba tanto deseo y lujuria.

Me acerque a ellos y aprovechando  la postura en que estaban, comencé a penetrar a mi mujer desde atrás, mientras Jorge a su vez, introducía la lengua en su hendidura lamiendo y degustando sus jugos. Cuando la sacaba para volvérsela a meter, sentía como la lengua de Jorge acariciaba mi miembro intentando atraparlo para que entrara en su boca, ante esa invitación, opte por alternar la penetración a mi mujer con la boca de Jorge. Exquisito el placer obtenido.

Isabel le hacía una felación a Andrés, mientras contemplaba como su marido lamia y chupaba el sexo de mi mujer y el mío a la vez. Chupaba y lamia mi miembro, para a continuación introducírselo lentamente en lo más profundo de su boca. Su cara y sus gestos indicaban su inmenso disfrute con esa acción.

Su mujer ante esa visión y visiblemente excitada, dejo de hacerle la felación a Andrés y le pidió que ocupara mi lugar. Quería verle penetrando a Paloma, como lo estaba haciendo yo, con su marido en el mismo escenario, siendo ahora  Andrés, quien penetrando a mi mujer, recibía la invitación de introducirse en la boca de Jorge . Su miembro entraba y salía de ambas cavidades, como antes lo había hecho el mío.

Una escena que siempre la excitaba muchísimo. Ya lo habíamos hecho los cuatro (mi mujer, Isabel, Jorge y yo) anteriormente en todas las versiones posibles. Le encanta ver como su marido lame y chupa el sexo de mi mujer y el mío a la vez, mientras yo la penetro a cuatro. A Paloma y a mí también nos excita muchísimo esa escena cuando somos nosotros los que la disfrutamos como Jorge, los cuatro la hemos disfrutado como él. Ahora, Andrés era la novedad y, el que ocupaba mi lugar.

Estuvieron unos instantes disfrutando en esa postura, Andrés embestía a mi mujer con suavidad, su miembro entraba y salía de su sexo lentamente, dando tiempo a Jorge, para que a su vez, pudiera atraparlo e introducírselo en la boca. Mi mujer a su vez descontrolada por la excitación, se introducía el miembro de Jorge en la boca disfrutando cada centímetro de él, veíamos como salía lentamente de ella y su lengua lo acariciaba hasta llegar al glande para lamerlo en círculos y recoger  lamiendo todo el fluido que salía de él. Para a continuación volverlo a repetir otra vez.

La lujuriosa escena, del miembro de Andrés entrando y saliendo, alternando ambas cavidades, y la felación simultanea de mi mujer a Jorge, provocó nuestros instintos sexuales más primitivos. Los cinco deseábamos disfrutar del sexo a tope.

La excitación nos embargaba cuando Paloma se levantó para cambiar de postura y acercarse a Andrés. El miembro de Jorge estaba en su máxima erección la felación de mi mujer le había dejado al borde del clímax. Se acercó a Andrés y comenzó a hacerle una felación, como la que acababa de hacer a Jorge. Isabel y yo, nos mirábamos sin ocultar nuestros lascivos y libidinosos deseos.

Mi mujer es extraordinaria haciendo sexo oral. Se introduce el miembro en la boca muy lentamente, mientras lo hace su lengua acaricia toda la longitud del pene, recreándose con mimo en el glande, sin prisa, lo recorre con su lengua en círculos, para terminar introduciéndoselo en el calor de su boca, succionándolo pegado a su paladar. Una auténtica delicia poder disfrutar de ello. Jorge lo acababa de disfrutar.

Sabiendo Paloma lo que le gustaría  ver a Isabel, le pidió a Jorge que se uniera a ella, y juntos comenzaron una felación a dúo. Ambos al unísono comenzaron a lamer y tragar el miembro de Andrés. El líquido pre seminal que fluía del capullo  lo compartían en un apasionado y lujurioso beso. Rivalizaban para introducírselo en lo más profundo de su garganta. Morboso y ardiente espectáculo, que nos puso a cien a Isabel y a mí.

Jorge sabiéndose observado por su mujer, estaba totalmente desenfrenado de deseo, se introducía el miembro de Andrés casi hasta la garganta, lo sacaba lentamente lamiendo cada milímetro de su piel, para después compartirlo con Paloma.

Yo, totalmente excitado, contemplaba la escena. Veía como mi mujer, en ese estado de desenfreno sin límites, disfrutaba y compartía con Jorge, los atributos de Andrés que por sus gestos estaba ya a punto de llegar al clímax.

Isabel totalmente excitada cogió mi miembro y comenzó suavemente a masturbarlo, a continuación, se  lo introdujo en la boca, mientras miraba como su marido y Paloma se alternaban para compartir el miembro de Andrés. Su excitación se manifestaba en la forma de lamerme y  chuparme. Su experta lengua lo recorría ávidamente, para terminar engulléndolo hasta casi su garganta.

Es una maestra de  la felación. Yo, ya no podía aguantar más, estaba deseando vaciarme en su boca, así se lo manifesté totalmente excitado. Me contesto que cuando quisiera. Estaba preparada y deseosa también de recibir mi eyaculación, pero que la avisara cuando lo fuera a hacer.

―Isabel, ya no aguanto más  ―dije gimiendo― casi descontrolado. En ese momento note como mi miembro se introducía hasta lo más profundo de su cavidad oral y, a la vez su lengua activaba todas terminales de placer de mi glande. Explote en un orgasmo salvaje, y mi semen inundo su boca bajando por su garganta para tragarlo sin reparo. Acto seguido se acercó a su marido que estaba haciendo una felación a Andrés con mi mujer, y se besó apasionadamente con él. Compartiendo seguro, parte de mi semen.

Isabel dijo algo al oído a su marido y a Paloma. En ese momento, mi mujer dejo que Jorge siguiera en solitario la felación a Andrés. Con un gesto, Isabel me indico que me acercara hasta su marido, y  le ofreciera mi miembro. Quería verle con los dos en su boca. Jorge no la defraudo, se tragaba ambos miembros ante la lujuriosa mirada de su mujer, disfrutando el también del momento. Su erección lo confirmaba.

Aunque en mi caso y a pesar de la escenografía altamente erótica, mi miembro, todavía no alcanzaba todavía, el estado de erección deseado y necesario ―Isabel se había encargado de descargarlo y relajarlo hacia escasos minutos― a pesar de ello, en mi mente seguía bullendo un deseo lujurioso e incontrolado.

Isabel junto con Paloma, disfrutaban de la lasciva escena que Jorge, Andrés y yo estábamos protagonizando. El deseo que Isabel  había sugerido al oído a su marido y a Paloma, se estaba cumpliendo tal y como ella quería.

Andrés dijo que no aguantaba más, estaba a punto de llegar al clímax. Yo acababa de hacerlo en la boca de Isabel. Y aunque, mi miembro comenzaba a revivir tímidamente por la acción de Jorge, me resultaba imposible en ese momento.

―Cariño, ¿te importa que Andrés termine en…? Por obvia, no acabo la frase. A mí me encantaría verlo ―añadió sin pudor y enajenada por la excitación.

No hubo contestación, simplemente continuo la felación. La pregunta de su mujer, y el comentario final activó su lado sumiso y excitación al máximo. Se la introducía hasta casi rozar sus labios el pubis de Andrés, y cuando la sacaba, su lengua la recorría despacio acabando en su glande para recoger el fluido que emanaba de él.

―Adelante Andrés ―dijo Isabel extasiada― al ver a su marido en ese estado. Confirmándole que podía eyacular cuando quisiera.

Los tres, Isabel, Paloma y yo, contemplábamos la escena totalmente excitados. Ver como Jorge se tragaba casi entero el miembro de Andrés era un espectáculo súper morboso. La cara de su mujer reflejaba que lo estaba disfrutando más que él. Nosotros incrédulos, también.

Andrés lanzo un gemido, y sujetó la nuca de Jorge para indicarle que no se retirara, adelanto su pubis con suavidad, e introdujo su miembro lentamente casi hasta el final en la cavidad oral que este le ofrecía. Jorge, totalmente excitado, aguanto impasible esperando que Andrés eyaculara de un momento a otro. Lo hizo con su miembro en plena erección, mostraba con ello la excitación y placer que le producía protagonizar dicha acción.

Andrés le advirtió de la inminente eyaculación, y tensando su cuerpo descargó  todo su semen en la boca de Jorge. No se apartó, siguió con el miembro en el interior de su boca, saboreándolo mientras eyaculaba y le inundaba de semen. Lascivia extrema.

Su mujer viendo la escena, no pudo aguantar más, se acercó a su marido para poder compartir con él los fluidos de Andrés. Se besaban con lujuria compartiendo el semen que se había depositado en sus bocas, sus lenguas se entrelazaban lamiéndose, y chupándose. Ambos, entre lujuriosos y apasionados besos, degustaron hasta los últimos restos de fluidos. Andrés algo sorprendido y satisfecho los miraba con cierto deseo. Él también había compartido con nosotros (mi mujer y yo) algún momento parecido.

A pesar de todo, esta era la primera vez que contemplábamos en vivo y en directo sin participar, una escena de tan alta carga porno erótica como la que nos brindaron Jorge, Isabel y Andrés. Impactante y espectacular ver como como Jorge e Isabel, compartían el semen de Andrés en sus bocas, lamiéndose y besándose con pasión.

La excitación de mi mujer y mía por la escena presenciada, se manifestaba claramente en nuestros cuerpos, mi miembro estaba ya totalmente erecto, y los pezones de Paloma apuntaban inhiestos deseando que alguien los comiera. Su sexo brillante mostraba los jugos que emanaban de él, ansiando que alguien lo penetrara.

El morbo la lujuria y la excitación eran extremos. En ese momento ninguno de los cinco, teníamos límites. El sexo más extremo se había apoderado de nosotros, y solo buscábamos obtener el mayor placer posible, sin normas ni prejuicios. Todo era válido, a excepción del daño físico o escatológico.

Jorge, tenía una erección de caballo, todavía no se había desahogado, y su excitación necesitaba calmarse de alguna manera. Isabel y Paloma también necesitaban un buen desahogo. Ambas por su participación en diversas escenas mostraban la humedad en sus sexos depilados. Todavía no habían tenido su orgasmo.

En esa tesitura, Jorge comenzó a besar a mi mujer, que a pesar de lo que había presenciado y por su extrema excitación, le correspondía con pasión, Isabel, los contemplaba masturbándose con suavidad. Se acercó a ellos y empezó a compartir los besos, con su marido y con mi mujer. Los tres se besaban con ardor y pasión.

Paloma se colocó a cuatro, para que Jorge pudiera penetrarla, mientras, Isabel debajo de ella, contemplaba como el miembro de su marido se introducía lentamente en la cavidad que le ofrecía Paloma. Su lengua se apresuró para introducirse en ella, recorría todo su interior, recogiendo los jugos que fluían en abundancia. Mi mujer tiene la potestad de ser multiorgásmica liberando sus fluidos con cierta facilidad, alcanzando con ello pequeñas cuotas de placer. Esta vez, era Isabel la que pugnaba por atrapar el miembro de su marido para tragarlo y saborearlo en su boca, antes de que este penetrara a mi mujer.

La postura de Isabel era la misma que momentos antes había adoptado su marido con mi mujer y con Andrés, pero en esta ocasión, sería ella la que disfrutara de los placeres de ambos sexos.

Por la postura en la que estaban (69), Paloma tenia total acceso al sexo de Isabel, que por su posición, estaba debajo de Paloma con su cara a escasos centímetros de sus dos orificios. No dejaba de lamer a Paloma y a su marido, cada vez que este metía y sacaba su miembro de la vagina encharcada de mi mujer.

La excitación la hizo inclinarse hacia adelante para disfrutar también del sexo de Isabel.  Puso su cabeza entre sus muslos, y su lengua comenzó a introducirse en la brillante hendidura que le ofrecía su amiga, la recorría de arriba abajo saboreando los fluidos que emanaban de ella. Se detuvo en su clítoris para recorrerlo en círculos con su lengua y apresarlo entre sus labios con mimo. Isabel entre gemidos, la correspondía apasionadamente de la misma forma. Y a la vez le acariciaba los pechos pellizcando sus pezones. De vez en cuando se deslizaba hacia abajo, para poder atraparlos con sus labios, mamar  y pasar la lengua por ellos. ¡Excitante!

Andrés y yo observábamos la escena, totalmente excitados y con una buena erección.

Jorge la penetraba desde atrás sin pausa, su aguante es increíble. Lo cierto es que él, es siempre quien más tiempo aguanta. Afortunado.

Me invadió un deseo irrefrenable de participar y me acerque para que mi mujer me hiciera  una felación, mientras era penetrada y lamida por Jorge e Isabel. Su boca atrapo mi pene desesperadamente, y lo succiono cariñosamente, tuve que retirarme para no tener una segunda eyaculación. Estaba demasiado excitado.

Andrés con su miembro erecto, se acercó también a mi mujer solicitando con su gesto los mismos favores. Paloma desenfrenada, volvió a introducirse de nuevo el miembro de Andrés en su boca, y durante unos segundos lo chupo desaforadamente. Lo mantenía en el interior de su boca, degustándolo con pasión. Andrés se mantuvo unos instantes, pero su excitación le obligó a retirar su miembro de la confortabilidad oral de mi mujer, si no quería volver a eyacular de nuevo. Su intención era aguantar  lo más posible para poder compartir y disfrutar todos los deseos que pudiéramos plantear.

Jorge estaba llegando ya al punto de no retorno, avisó de que no aguantaría más. En ese momento Andrés y yo dejamos que los tres: Jorge, Isabel y Paloma tuvieran su clímax. Y descargaran sus fluidos.

Jorge acelero el ritmo, mientras su mujer no dejaba de chupar y lamer los orificios que Paloma ofrecía y que alternaba lujuriosamente con el miembro de su marido. Paloma a su vez con la cabeza hundida entre los muslos de Isabel, la correspondía lamiendo su vagina e introduciendo la lengua en ella. Los fluidos de Paloma ya se habían escapado  varias veces, e Isabel los había recibido con gusto, provocándole una mayor excitación.

Un gemido prolongado de Jorge nos avisó de que su eyaculación era inminente, su mujer continuó lascivamente chupando y lamiendo, esperando recibir también por la posición en la que estaba, parte del semen de su marido. Mi mujer esperaba deseosa ser inundada. Cuando sintió en su interior el primer impacto de la eyaculación de Jorge estallo en un descomunal Orgasmo, mientras lamia y chupaba la vagina de Isabel inundada también por otro espectacular orgasmo. Su lengua penetraba en ella recogiendo los jugos que no paraban de salir. Espectacular.

La eyaculación de Jorge había inundado de semen el sexo de mi mujer. Lentamente  saco el miembro de su hendidura, mientras Isabel seguía lamiendo y chupando los fluidos que abundantemente había depositado su marido.  Mi mujer hacia lo mismo con los de ella. Las dos habían tenido su primer orgasmo. Todos lo disfrutamos.

Todavía excitados decidimos salir al salón para reponer fuerzas. Los cinco, por fin, estábamos disfrutando abiertamente de sexo como nos apetecía y con absoluta normalidad. Una excelente noticia para todos.

Continuara…

Unomas