Deseos II
Son primos pero desde la primera vez que se probaron, necesitan más sexo y sudor.
Desde aquella mañana de sexo. Mi primo se aparecía con más frecuencia en mi casa, aunque nunca podía pasar nada más que algún beso desenfrenado en algún rincón aculto. Pero mi cuerpo rogaba ser invadido de nuevo por ese macho.
Y un día, se nos dio.
Mis padres estaban trabajando, Gian se había ido a la casa de su novia y Tomás estaba en la casa de un compañerito para hacer tareas. Tenía que ir a buscarlo yo a las 7 de la tarde porque nadie más tenía tiempo. Eran las dos de la tarde y me estaba apurando en contactar a Dante, no me costó más que un "tengo casa sola" para que condujera hasta mi casa de inmediato.
Cuando le abrí la puerta saltó encima mío y me comió la boca de un beso deseperado. Yo no me quedé atrás y le devolví el gesto con la misma intensidad.
Comenzamos a desvestirnos solos y pronto nos encontramos en ropa interior en el living de mi casa, él me miró de arriba a abajo con una expresión libidinosa. Mis pechos generosos pronto fueron atacados por su boca mientras se asomaban por las copas de mi sostén. Yo lo tomaba de la cabeza y lo pegaba aún mas a esa zona, sentí un mordisco y chille perdiendo el equilibrio el me sostuvo a tiempo por las nalgas y me alzó en brazos sin problemas, sin separar su boca de mis maltratados pezones, su erección se clavó contra mi centro al chocar cuando me alzó y mi pelvis comenzó a moverse y refregarse aunmentando el calor.
Me dejó en el piso de pronto viendose un poco alterado, me sentí abandonada. Entonces lo vi ir hasta su pantalon y revisarlo con prisa. Su gesto de derrota me lo dijo todo. Sonriendo le dije que había comenzado a tomar las pastillas. Él volvió hecho una fiera y prácticamente me arrancó las bragas y lo mismo hizo con su boxer. Me alzó en volandas y guió a su pene dentro de mi vagina. No había más tiempo para preliminares era necesario sexo duro rapido y fuerte, me alzaba y dejaba caer una y otra vez. Yo lo ayudaba agarrandome de sus hombros e impulsandome. Se sentía tan bien. Cuando se cansó de sostenerme nos echó en el sillon y abriéndome las piernas tomándome de las rodillas e incandose en medio comenzó a bombear una u otra vez sin pausa, entraba y salía. Se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos chocar. Mis manos apretaban mis pechos y no podía dejar de observar detenidamente cómo su pene maltrataba a mi vagina constantemente. Gemia entrecortadamente por sus embestidas y sentía como mi orgasmo estaba contruyendose. Llevé mi mano hasta mi vagina para estimular mi clítoris y vi estrellas de colores era tan fascinante como me estimulaba todo él.
Sus gruñidos animales me incitaban a gemir más fuerte y cuando me vine. Él comenzó a adentrarse con más fuerza y rapidez. Sentí una calidez inusual en mi interior y acto seguido se quedó quieto y temblando con su pene aún incrustado en mi vagina. Mirándome fijamente.
Nos quedamos en un transe de no sé cuánto tiempo y me sorprendió cuando volvió a tomar dureza. Aunque se retiró de mi vagina necesitada mirándome con una expresión seductora. Se sento con el pene en la mano, sacudiendolo y supe lo que quería. Me levante y me posicione de rodillas frente a él, colocando un almohadon debajo de mi rodilla para no cansarme.
Me introduje su pene en la boca sin pensarlo, tenía una mezcla de sabores agridulces. Pensaba mamarselo tranquila hasta hacerlo acabar pero él tenía otros planes. Me tomó del cabello y comenzó a mover su pelvis, su pene se estaba masturbando en mi boca. Ahogandome. Me liberó y tomé aire von ganas pero me pareció algo totalmente caliente, cuando supo que no lo mataría por haberme hecho eso volvió a hacerlo y sentía mi rostro caliente y las lagrimas bajando por mi rostro.
Lo dejé hacer, tomando aire cuando se me hacía imposible seguir. Lami, chupe. Hasta que sentí un liquido llenarme la boca. Lo trague sin pensarlo y junte lo que se me caía por las comisuras para chupar mis dedos y terminar de comerme todo su semen.
Satisfecho, se hizo cargo de mí entonces. Me hizo recostar en el sillón y esa imagen que me había perseguido por mis sueños tantas veces se hizo realidad. Su boca arremetió contra mis labios vaginales y comencé a soltar improperios al viento. Lamio, chupo, mordió e incluso introdujo tres de sus dedos. Pero terminé acabando cuando se le ocurrió meter uno de sus grandiosos dedos en mi culo. Dios. Vi fuegos artificiales.
Mis deseos se habían vuelto realidad... Y de qué manera. El invierno había terminado siendo la estación más calurosa.