Deseos en familia

Una familia de vacaciones en una casa en la playa. El deseo sexual incestuoso irá entrando en sus vidas.

DESEOS EN FAMILIA.

Deseos en familia 1.

La abuela: Susana. La violación buscada.

Miro a mi marido desnudo, sigue teniendo un buen cuerpo pese a su edad. Sólo el pelo gris casi blanco revela sus casi 68 años. La minga, ahora relajada es grande y gruesa, me ha dado placer durante mas de cuarenta años, porque a mis 62 nunca he estado con otro hombre, por lo menos físicamente, con la mente es otra cosa. Hace un rato he estado cogiendo con Antonio Banderas, ha sido el gallego el que me ha atado a la cama y me ha violado. Porque ese ha sido el juego de hoy, violación de mujer sola en casa en el bosque. Creo que mantenemos la pasión porque siempre nos ha gustado jugar, fantasear, imaginarnos historias. Es la manera de mantener vivo un matrimonio durante más de cuarenta años.

Me gusta el espejo grande del dormitorio, sirve para comprobar como voy vestida, pero lo más importante es que actúa de observador en nuestra actividad sexual. Verte cuando coges es una maravilla, potencia la lujuria. Y estoy ante él, desnuda, como si fuera un hombre que me espía. Sigo siendo atractiva, me he hecho las lolas y la cola. Tenía el pecho demasiado grande y con los años, los partos y el dar de mamar se habían caído. Así que los retoqué, ahora están turgentes, erguidos, con sus pezones enhiestos. La cola la paré un poco. Y luego mucha gimnasia y cremas. Tengo un cuerpo que puede competir con el de mi hija y mi nuera. El pelo rubio, casi platino, para disimular las canas.

Me comienzo a acariciar. Me gusta masturbarme parada ante el espejo. Ahora estoy muy caliente, no me ido cuando hemos cogido, así que me tumbo en la cama y le pido ansiosa.

-“ Cómeme la concha”-

Se levanta y se coloca entre mis muslos abiertos, sabe que no necesito juegos previos, ya los hemos tenido durante casi dos horas, así que me ataca  directamente el  erguido clítoris, lo lame sin parar hasta que comienzo a chillar cuando me llega la primera ola. Mis gemidos siguen hasta que no puedo más.

-“Ya, ya, anda bésame y abrázame.”- le suplico.

Ha sido una buena noche. La familia se había ido a San Bernardo de compras y a cenar. Mis nietos  necesitan de vez en cuando ir a lugares con mas ruido y gente que en los que hay en este balneario. Teníamos algo más de cuatro horas para coger. Gabriel, se había tomado su viagra, y juguetón me susurró al oído:

-“¿ Quieres que te viole?”-

Mi sí entusiasmado era el inicio de la aventura. Salió de la casa, yo me cambié, una camisa azul cielo suya , la parte baja del bikini con lazos de mi hija y unas sandalias de taco medio y estaba preparada. Me senté ante la tele, puse un dvd con la última de Almodóvar y esperé.

De pronto sentí una hoja junto a mi cuello.

-“Guarra. ¿ qué haces solita?. Necesitas un buen macho.”-

Me volví, un encapuchado me amenazaba con una navaja.

-“Si no obedeces, te rajo. Así que paradita, para que vea la mercancía. ¡Desnúdate!”-

Le obedecí y me fui desabrochando la camisa, la abrí para que viera como se me habían puesto de duros los pezones.

-“ Te has calentado, guarra. Fuera esa camisa.”-

La tiré al suelo, hice amago de taparme los senos, como si estuviera avergonzada.

-“Puta, deja que te vea bien. Ven acá.”-

Me acerqué al sillón donde estaba sentado, de un tirón soltó el lazo del bikini que deslizó hasta el piso.

Estaba totalmente desnuda ante él. Me había calentado y deseaba que siguiera dándome ordenes.

-“Sácame la pija, hazme una buena mamada.”-

Me arrodillé entre sus piernas abiertas, le abrí la bragueta y con mis dedos ansiosos le toqué la verga que estaba dura como una piedra. La liberé del calzoncillo y apareció majestuosa ante mí.

Creo que soy buena chupando penes,  por lo menos eso dice mi Gabriel, primero una buena ración de lametones, como si fuera un helado, con especial atención al glande y a su parte inferior, donde está la pielecilla. Después para adentro jugando con los labios y la lengua , haciendo mullida la funda bucal. Se le estuve mamando un buen rato, hasta que me agarró de los pelos y con voz de vicio me mandó.

-“ Vamos a la cama, golfa.”-

Me tomó de la mano y me llevó al dormitorio.

-“Ponte como una perra.”- Le obedecí, sobre la cama me puse en cuatro. Yo estaba empapada, deseaba sentirle dentro. Pero iba despacio mientras se desnudaba, teniéndome en tensión, ansiosa. Me di cuenta que iba a metérmela por el culo. Las primeras veces me dolió, después me fue gustando. Me daba una sensación de poder sobre él, cuando me usaba contra natura, sometida pero triunfante. No me había equivocado, me untó con la crema hidratante el oscuro agujero. Metió un dedo para embadurnarme bien. Noté su glande con el forro rozando mi orto, fue empujando despacio hasta que entró totalmente, yo sentía sus huevos contra mi concha.

- “Muévete, yegua.”- lo hice sintiendo el deslizar de su verga en mi interior. Me hubiera gustado poder tocarme, pero eso iba contra las reglas del juego. En mi mente el que me daba era Banderas, tan guapo, tan hombre. Ese adulterio mental me daba todavía mas gusto.

Gabriel de vez en cuando me daba una nalgada, animándome a moverme con más fuerza.

La sacó y se quitó el forro mientras me la ponía frente a la cara. Me lo metí en la boca, y chupé rápido hasta que  escupió toda la leche. Me la tragué como una gata golosa.

-“Nos hemos echado un buen polvo. Se está bien acá, solos, sabiendo que dentro de un rato vendrán los chicos y los nietos…”-

-“ Y nosotros nos hemos dado un relajo al cuerpo. ¿ sabes que sigues estando muy atractiva?. Me fijo como te miran los hombres en la playa.”-

-“ Bobo, sólo quiero te quiero gustar a vos.”- le miento  mientras reconozco que en mi interior me pone como me miran muchos hombres pese a mi edad.- “ Tú también sos un galán, a lo Richard Gere.”-

Apagamos la luz, sabemos que la familia está por llegar, y no tenemos ganas de estar con ellos, abrazados  nos vamos durmiendo.

La nieta: Belén. Curiosidad juvenil.

Belén está nerviosa y caliente. Sabe que va a debutar.   Cree saber mucho sobre el sexo. Se ha besado con  algunos chicos. Es más, a Mario, un compañero de clase, le ha tocado la poronga, que estaba dura como una piedra y le ha sacado toda la lechecita.

Lo de Juan es diferente, es mayor que ella, tiene 19, y de verdad sabe hacerle cosas a una chica. Hoy cuando ha ido a la disco en San Bernardo, la ha besado como nunca pensó que la pudieran besar. Y cuando le ha acariciado las lolas creía que iba a morirse, se ha dado cuenta que estaba supermojada, gracias al carefree, en otro caso se le habría notado en los pantalones que eran blancos.

Vive en una casa alquilada a trescientos metros de la de sus abuelos, se ven en el balneario, su familia alquila una carpa cerca de la suya. Él sólo pasa un mes, luego vuelve a Córdoba, ella está desde antes de Navidad hasta final de febrero. Tiene que aprovechar porque está convencida que es su media naranja.¡ Es tan guapo!.

Ha chateado con él, desde el año pasado, y cuando se han encontrado ha sido maravilloso. Aprovechan para estar juntos, sus familias se conocen de veranear en el mismo sitio, por eso no pueden hacer lo que desean, siempre tienen gente a su alrededor. Pero en cuanto se quedan solos se besan y se tocan.

Belén recuerda esos encuentros furtivos y sus manos bajan hasta su concha, vuelve a estar empapada. Se acaricia,  descubrió la masturbación con 10 años, y desde entonces se lo hace antes de dormir.

Ahora mientras los dedos recorren su intimidad sueña con la entrega a Juan. Será mañana, los padres de él, se van a Pinamar y le dejan todo el día sólo.

Cuando las olas del orgasmo llegan, Belén  siente a su adorado penetrándola.

Un padre: Sebastián. Usando el poder para la propia satisfacción.

Necesito coger todos los días. El problema es que mi mujer, Marina,  no tiene tantas ganas como yo. Es atractiva, los hombres la miran con deseo, a sus 38 años sigue teniendo un cuerpo voluptuoso de guitarra y una carita de niña inocente. Le ocurre como a mi suegra que a sus sesenta sigue levantando pijas cuando anda en bikini por la playa. Mucha fachada pero le falta ese punto de golfa que apetece en una mujer. Aunque también pueden ser los años que llevamos casados. La desvirgué la noche de bodas, de novios sólo besos, toqueteos y pajas. La obligaba a masturbarme en cuanto nos quedábamos solos pero ella quería llegar virgen al matrimonio. Yo cedí, al fin y al cabo eso aceleró nuestra boda lo que a mi me convenía. Niña guapa, preciosa, y encima rica que me adoraba. ¡ No se podía pedir mas!

Un viaje de novios por Europa, Madrid, Barcelona, París y Roma, con una escala en Galicia para conocer a la familia de mi padre y que vieran que teníamos dinero y yo, una mujer bandera, como decían ellos.

Porque Marina luce donde vas con ella. En aquel viaje, me excitaba como la miraban todos los hombres, los mas peligrosos los italianos, que parecían querer comérsela. A ella le gustaba que los europeos tan cultos, según su pensar, se volvieran perros en celo con una porteña. Y yo me aprovechaba. Cogía como una bestia, por la mañana, por la tarde si íbamos a cambiarnos al hotel, al acostarnos  y en la mitad de la noche. Vamos que vino embarazada de Belén.

Fue el parto lo que la enfrió, después nunca fue lo mismo. Sólo de vez en cuando, si estamos solos una semana, sin familia, sin trabajo, hace el amor con ganas. La mayoría de las veces, yo la jodo bien jodida y ella se deja hacer. Al principio me molestaba, ahora no, me excita más. Saber que cojo a esa mujer que todos desean y que es mía, me da una sensación de poder genial. Y además no se niega, asume que debe satisfacerme y lo hace. Me siento un macho que tiene una hembra para su disfrute.

Hoy lo he hecho en unas de las posturas que me gustan. Ella tumbada en la cama, con las piernas fuera, yo levantándolas y abriéndolas, bien agarrados los tobillos y clavando la pija hasta dentro. Con un mete y saca rápido y fuerte.

La verdad es que cuando me he corrido  pensaba en mi cuñada: La Renata. Tiene pinta de giro, un pedazo de hembra que además juega a calentar, enseñando piernas y escote. Hoy en la cena con  los minijeans y una musculosa parecía mas una gata buscando clientes que una honrada madre de familia.

Un nieto: Ginés. ¡Qué buena está mi tía!

Saca  el pañuelo de tela de la mesita de luz. Está limpio, blanco. En la cama, desnudo, piensa en el cuerpo de su tía Marina y los dedos buscan su verga dura. Sabe que su madre causa mas sensación en la playa, alta, con unas piernas largas y un cuerpo trabajado en el gimnasio, pero a él, le excita su tía, sobre todo las tetas, grandes, que el bikini deja ver tan poderosas, tan apetecibles, apenas cubiertas por el top.

La mano trabaja el miembro del adolescente.

Marina tiene una cara viva, con ojos castaños, la sonrisa siempre en los labios, pese a lo grosero que es su marido, su tío Sebastián que es un impresentable. Hoy en la cena se comía a su madre con los ojos, es verdad que llevaba unos shorts y una musculosa que dejaban poco para la imaginación, pero Marina estaba mucho mejor, con una blusa medio desabrochada, que dejaba ver casi todas las lolas, que el corpiño destacaba.

Los dedos juegan con el pene del muchacho.

Recuerda el fin de año. Habían comido un buen asado y bajado a la playa, allí brindaron por el nuevo año con champagne, mientras los fuegos de artificio cubrían el cielo de colores. Cuando acabaron la música de baile inundó la terraza, bailó con su madre, con su abuela y cuando estaba sentado descansando, fue su tía la que le sacó.

-“Ginés creo que sos el verdadero bailarín de la familia. Anda lleva a tu vieja tía en este rock”-

A él se le daba bien el rock, sabía llevar, sus manos rozaron más de una vez los senos turgentes de la mujer. Se excitó. Luego ella le obligó a seguir.  Las típicas piezas de fiestas donde se mezclan las edades y los públicos, para acabar una samba. Ahí , su tía que reía como una cría, se apretó a él. No pudo contenerse, se le puso dura, pero ella parecía no darse cuenta, seguía bailando agarradita a él. El roce de las pelvis le ponía más y más cachondo, cuando los enormes pechos se pegaban a su cuerpo creía que se iba a estallar. Al terminar la canción volvieron a la mesa agarrados de la mano.

-“Ginés es un bailón. Tiene ritmo en el cuerpo.”- confesó Marina al sentarse.

Él pasó el resto de la velada sin quitar los ojos del cuerpazo de su tía. Estaba buenísima.

Al llegar a su cuarto no podía más. Le dolían los huevos del calentón . Desnudo en la cama, boca arriba, su mano buscó el pene erecto de sólo pensar en los pechos de su tía. Lo agarró y comenzó a masturbarse. No tardó en soltar la leche. La explosión fue volcánica. Los chorros de semen saltaron en el aire, parte cayeron sobre él, otros sobre la sábana.

Se durmió pensando en ella.

Al día siguiente , al levantarse vio la mancha en la tela. Se puso la malla y una remera para ir al baño. Se lavó la cara y los restos de su paja , se secó y volvió a la habitación con una toalla un poco mojada para limpiar la sábana.

Se pegó un susto de muerte, en el dormitorio estaba su tía que le recibió con una sonrisa cómplice.

-“ Ginés, va a ser necesario lavar esta sábana.”- le soltó sonriente tras una mirada a la mancha amarillo verdusca.

-“ Es que…”-

- “ No te preocupes , estás en la edad en que te sobra testerona. Lo único , y hoy te los daré, que sueltes esa leche que se te dispara en un pañuelo, así es más fácil de limpiar y no se entera casi nadie. Hoy te traeré algunos por si los necesitas.”-

Ginés no supo a donde mirar, estaba avergonzado, pero a la vez excitado.

Esa tarde, su tía le trajo una caja de pañuelos.

“Es nuestro secreto.”- le dijo al dárselos con una sonrisa. Luego le abrazó y  besó en la mejilla, pero muy cerca de la comisura de los labios. Ginés sintió su cuerpo pegado y el calor de su boca y no pudo evitar la erección.

“ Si tienes que hacerte una pajita, dejas el pañuelo en la mesilla , yo lo lavaré. No hace falta que se entere nadie más.”

Al separarse le miró el bulto del pantalón, le sonrió, le dio otro beso y se despidió con : “ Sobrinito, me parece que voy a tener que lavar muchos pañuelos.”-

Cuando se derrama, la imagen de las lolas de Marina están en su mente.

Una madre: Renata. El encanto de la flaca.

Me encanta verme desnuda en el espejo. Mi cuerpo delgado, de piernas largas, bien musculadas, mi culo pequeño, parado, las caderas adecuadas a mi cintura estrecha, el fino vello que como una hilera de hormigas recorre mi vientre plano, mis pechos duros, erguidos, un 85 de corpiño, los pezones, ahora que me miro, enhiestos, de un beige aterrado, mis brazos sin gota de grasa, mis manos y pies finos y de dedos largos.

Llevo el pelo corto, remarcando la fuerza de mi rostro, sin pintar , los ojos negros, la boca de labios grandes , quizás un poco gruesos. Sé que soy un minón. Y lo destaco al vestirme, me encanta que los hombres me deseen y las mujeres me envidien.

Porque no siempre he sido así. En mi adolescencia era la flacucha larga de la clase, cuando mis compañeras ya empezaban a ser mujeres, yo parecía una escoba. Me hacían de menos, sólo Marina, la más guapa del curso era mi amiga y confidente. Y así conocí a Genaro, mi marido, su hermano. El chico que volvía locas a mis condiscípulas, 5 años mayor que nosotras, guapo, divertido, educado, todo lo que se puede  desear.

Y él se fijó en mí. Siempre me dice que fue como un rayo, que le deslumbré. Yo tenía 15 , recién cumplidos, y me pareció imposible que se quedara conmigo. Pero ocurrió. Marina hizo de celestina, me invitaba a estudiar en su casa, y siempre aparecía él, como un dios, a tomar mate con nosotras. Él estudiaba para contador, fue a final de aquel curso cuando me besó por primera vez, creí derretirme. En marzo nos hicimos novios, y en julio me hizo suya.

Recuerdo su dulzura, su pasión al poseerme, el cuidado que puso en que yo gozase y sobre todo estuviera cómoda, sin miedos. No sabía que se podía experimentar tanto placer. Y florecí, la niña flacucha comenzó a convertirse en una mujer con estilo, me fui haciendo a su lado, una atractiva joven a la que los hombres se volvían al mirar. Y empecé a cuidarme, a ir al gimnasio, a modelar mi cuerpo.

Nos casamos apenas cumplí los 18, entré en el negocio de mis suegros, estudié cocina, viajamos viendo y probando restaurantes por Europa y América, ampliamos la oferta, en la actualidad tenemos tres locales. Las tres mujeres nos encargamos de ellos, con la supervisión de mi suegro, van muy bien, ganamos mucho dinero. Genaro montó una pequeña inmobiliaria que ha ido creciendo, pero mantiene el amor por los fogones que siempre tuvo. Cuando nació nuestro hijo elegimos Ginés, todos los nombres de los hombres de la familia empiezan por G (Gabriel, Genaro).

Mi marido duerme, ha bebido demasiado en la cena, los dueños del restaurante que hemos ido, se han empeñado en invitarnos a probar diferentes vinos, Genaro no podía decir que no, cuando además anda detrás de un solar que tienen y en el que quiere hacer unas casas. Se ha puesto un poco borrachín, delicioso como es él.

Pero al llegar a casa, me ha dicho, muy tierno:

- “ Cariño, con lo que he bebido no se me levanta ni loco y estás preciosa”-

-“ Deja que te desnude y te relaje, mi tigre, que tienes derecho a estar cansado”- Le he desnudado y luego lo he hecho yo. Después en su semisueño, le he agarrado la verga y la he acariciado, con mimo al principio más rápido luego hasta que se ha puesto dura y gorda, y la he mamado, con ayuda de la mano, mi boca golosa ha jugado hasta que su leche me ha llenado la boca. Me he tragado todo su semen y he sonreído cuando ha murmurado: -“ Renata, vos sabes hacer dormir feliz a un hombre”-

Se ha quedado dormido a los pocos segundos.

El espejo me devuelve mi imagen, me gusto y sé que excito, el guarro de mi cuñado no me quitaba los ojos de encima, y lo mismo los dueños del restaurante. Mi mano busca mi clítoris, uso sólo dos dedos para acariciarlo, me encanta masturbarme ante el espejo.

La autora ha presentado  parte de los personajes de la familia Pérez Linares, ha pensado cómo seguir con sus historias, pero acepta sugerencias de l@s lector@s. Pretende escribir una serie interactuada, con episodios completos, de modo que se pueda leer independiente cada narración,  aunque con los mismos protagonistas: los miembros de una familia de veraneo.