Deseos en familia 2.

Cuando una familia pasa las vaciones junta surge el deseo incestuoso en ella. ¿ Soy una viciosa?. Deseo prohibido o no. Placer matrimonial.

DESEOS EN FAMILIA. 2.

Una madre: Marina. ¿Soy una viciosa?

Pienso que debo ser una degenerada, mientras lamo los restos del semen que mi sobrino ha dejado en el pañuelo tras hacerse una paja. Sé que se masturba pensando en mí y eso me excita. Estoy totalmente mojada, necesito tocarme para aliviar el calor de mi entrepierna.

-“ Marina, ¿te has preparado para ir a la playa?”- grita mi marido desde el piso bajo. No contesto y me empiezo a desnudar despacio, los jeans, la remera, el corpiño. Entonces entra Sebastián.

Me ve semidesnuda, mis pezones erguidos , mis senos grandes poderosos, me hago la indecisa.

- “No sé que biquini ponerme”- me exhibo delante de él. Quiero que vea el ondular de mis pechos desnudos cuando me muevo, me agacho, dejo las nalgas en alto provocándole. Se que me va a coger. Le encanta usarme, es incansable. Cierra la puerta.

- “Ponte como una perrita.”- me ordena. Le obedezco, se coloca tras mío, me separa la bombacha y me le mete sin miramientos.

Apenas comienza a moverse me vengo, pero lo hago en silencio, sin que se note nada, y sigo quieta, como si nada me hubiera pasado.

Me vuelve loca engañarle, hacerle creer que no me gusta el sexo, que es una obligación a la que me someto. A él , al principio le molestaba, luego me he dado cuenta que le excita aún más. Eso de poder usar a “su mujer” cuando y como quiera le hace sentirse más macho.

Soy una hipócrita sexual y me encanta, es parte d mi manera de ser. Lo he sido toda mi vida, desde que de niña vi masturbarse a mi madre, haciéndole un numerito a mi padre, y la imité. El placer que obtuve me hizo adicta a pajearme, pero siempre en silencio, sin que nadie supiera el infinito placer que me da el sexo.

Sebastián sigue con su mete y saca, sé que está a punto de correrse, sus movimientos son cada vez más rápidos y profundos. Y su semen se derrama en mí.

La saca, me la acerca a la boca, para que la limpie con mi lengua, lo hago y al hacerlo, pienso en el sabor de la leche de mi sobrino.

- “ Lávate la concha  y ponte ese biquini de colaless negro.”-

-“¿ No crees que es muy atrevido?”-

- “Tú siempre tan mojigata.  Obedece y calla”-

Era el que me iba a poner, con él estoy explosiva, pero quería que mi marido lo dijera. ¡ cómo le gusta presumir de minón!. Seguro que soy la más atractiva del  balneario.

Se va , deja la puerta entreabierta, Ginés me está espiando. Hago como que no me doy cuenta que me puede ver, y voy al bidet, me quito la bombacha y me lavo despacio los restos de la corrida de mi marido. Intento ver a mi sobrino a través del espejo, se la está meneando. Me seco, y vuelvo al dormitorio, quiero que me pueda contemplar  en todo mi esplendor. Me pongo el colaless, lo ajusto para que me tape la concha depilada y luego el corpiño, me sujeta , pero apenas me tapa las lolas.  Me miro en el espejo, creo que Ginés ya ha acabado con su paja, elijo una camisola verde larga, me pongo las sandalias y salgo.

Mi sobrino se ha escondido en su cuarto, abro la puerta. Le veo intentando guardar el pañuelo en el que ha recogido su semen.

- “ Mi sobrino creo que va a necesitar otro pañuelo limpio. Me parece que eso de espiar a su tía cuando se viste le pone muy nervioso.”-

- “Esto….”-

-“No te preocupes, es normal, soy una mujer y vos un hombre. El verme desnuda te ha excitado. No seas bobito y baja conmigo”-

Le digo mientras le doy un piquito y le tomo de la mano para que me acompañe hacia la playa.

Un abuelo: Gabriel. Deseo prohibido o no.

Gabriel oye el comentario de los dos chicos jóvenes que están desayunando en la terraza de la confitería.

- “ Esa vieja está para cogerla”-

Le hace gracia, porque es verdad. A sus 62, Susana está buena y más como va ahora con un joging y sólo las bragas debajo. Se le marcan los pezones grandes en los pechos que se mantienen erguidos tras pasar por la cirugía. Hace unos años decidió operarse para reducirlos y erguirlos, los 120 se caían, y se quedó en 100 , un tamaño ideal según ella.

Piden un café con leche y una promoción con tres medias lunas, encargan dos docenas más y el pan para toda la familia.

Les gusta levantarse los primeros,  comprar la prensa y desayunar en la terraza de la confitería. A él que ha estado más de 40 años en el negocio de la restauración, que le atiendan bien, sin ocuparse de nada, le parece un lujo maravilloso.

No hablan mientras comen, ella lee Noticias y él La Nación. Le recuerda por el formato un periódico de su infancia en España, el Ya. No lo leía, pero sus enormes hojas eran ideales para envolver.

Porque es un emigrante, salió de España, con 22 años, con la mili hecha, huyendo de la miseria y de la policía franquista. Llegó a Argentina a casa del hijo de un primo de su madre, que también había encontrado en América un refugio político y contra la pobreza después de la Guerra Civil.

Tenía un pequeño restaurante y allí empezó a trabajar de mozo, cocinero y lo que hiciera falta.  Y conoció a Susana.

Susana era la hija de su pariente, una belleza espectacular con 17 años.

Se ofreció a enseñarle Buenos Aires, a las dos semanas le dio el primer beso, ella a él, y a la semana siguiente le propuso ir a un hotel alojamiento.

Gabriel no era virgen, había estado con dos prostitutas durante el servicio militar con 18 años y con una casada en el campo  aprovechando las fiestas de un pueblo cercano al suyo y nada más. No era un experto en follar o en coger como decían en Argentina.

La muchacha fue clara y directa:

- “ Gallego, me vuelves loca. No pienso en dejar que ninguna otra mujer te eche la zarpa encima. Así que mañana vamos a un telo y me haces debutar. Me voy a casar contigo, así que…”-

La propuesta femenina, junto a los besos que le daba, le había puesto la polla en alto. Le acarició los pechos a través de la blusa y con voz ronca le contestó:

-“ Aunque somos parientes, podemos casarnos . A mí también me vuelves loco. Pero no me llames gallego , soy andaluz a mucha honra.”-

Al día siguiente se dio cuenta que estaba  enamorado como no pensaba podía creer de aquella joven pariente suya. Por primera vez en su vida, hizo el amor, no sólo folló.

La alegría, la delicadeza, la dulzura, la belleza, el ardor de Susana se colaron en su mente y en su cuerpo para siempre.

Se habían casado a los pocos meses , en cuanto ella cumplió los 18, su suegro le hizo socio de la empresa, vinieron los hijos, el negocio prosperó, ampliaron,  ganaron dinero y siguieron cogiendo como adolescentes.

Seguía enamorado de ella, más que el primer día.

En todos los años de matrimonio, sólo le ha sido infiel con dos mujeres, ambas casadas, madres de compañeros de sus hijos. Pero ha sido por poco tiempo y pocas veces. No sabe cómo pero Susana lo detectaba y en vez de montar un número, se convertía en una calenturienta, viciosa y sofisticada puta que le volvía a volver loco, dándose cuenta que no había mejor que el coño conocido que además inventaba juegos y perversiones nuevas.

La verdad es que Susana y él habían hecho todo lo imaginable en una pareja, ella usaba pelucas, disfraces, ambientes, juguetes eróticos  para tenerle siempre encoñado.

Y él follaba con miles de mujeres, pues Susana sabía hacerle creer que era quien él deseaba. Sólo, en noches como la anterior mentía, cuando ella le preguntaba “en quién pensabas mientras me hacías el amor” y él contestó con Demi Moore, de verdad se estaba follando a su nuera: Renata.

Renata le atraía como la miel a las moscas, la conoció cuando era una niña, y la vio florecer, pero era ahora cuando estaba próxima a las cuarenta, cuando se le había convertido en una obsesión.

A veces pensaba que jugaba con él cuando le besaba, le decía abuelito o suegro seductor, otras lo desechaba de su mente y sólo veía a una nuera que le quería como un padre. PERO NO ERA SU HIJA Y LA DESEABA.

Un padre: Genaro. Placer  matrimonial.

Lo bueno del vino bueno es que no te da resaca. Ayer bebí un montón pero al despertarme no estoy cargado. Me levanto a orinar, la meada es larga, saludo a mi amigo mientras lo sacudo para que caigan las últimas gotas. La sacudida lo engruesa y endurece. Vuelvo a la cama.

Renata duerme desnuda,  su respiración acompasada  y tranquila. Me tumbo a su lado. La verdad es que es una joya: inteligente, guapa, sexy, buena persona. No se puede pedir más a una esposa.

Cuando la conocí era una flaquita granulosa, hoy es una mujer súper atractiva y ella lo remarca vistiendo de modo que destaque su cuerpo mezcla de atleta y modelo.

Me arrimo a ella, mi pija semidura acaricia sus nalgas redondas, me muevo un poco para que el roce me la endurezca más. Enseguida está como un misil dispuesta al ataque. El saber que está dormida , me excita aún mas. Me siento un perverso vampiro.

Mis manos entran en contacto con su piel, es suave, cálida. Ronronea. Le paso la lengua por el cuello. Se mueve con pereza gatuna respondiendo a mis besos. Separa los muslos, dejando vía libre a mis dedos exploradores.

Le acaricio la concha, gira un poco para facilitar el camino de mis dedos, recorro los labios íntimos, arándolos, hasta que llego a su clítoris, está erguido, esperándome. Mi índice está ligeramente húmedo por el camino que ha seguido en su vulva y cuando juega con el pequeño órgano noto como se va endureciendo. Aunque dura de verdad es como tengo la verga, que restriego contra sus muslos.

-“ Cógeme.”- musita girándose y abriendo los muslos. Me separo de ella, me paro ante la cama y la veo, hermosa, caliente , dulce, como un fruto en sazón. Me colocó entre sus piernas, sin dejar que mi peso caiga sobre ella, mi polla tantea el camino de su funda. La agarra y la coloca en la puerta de su sexo.  Empujo hasta que llega a su final. La siento como los dedos en un guante.

Y empezamos a movernos, yo en un mete y saca lento y profundo, ella jugando con las paredes de su vagina. Lo sabe hacer, lo ha estudiado, lo ha practicado y es una maravilla como te hace sentir cuando te aprieta y te suelta con el túnel del placer.

Nuestras miradas se encuentran,  el ver como sus ojos indican como se inflama a medida que avanza la cogida, me excita aún más.

No tenemos prisa, sólo gozar el uno del otro.

- “ Ya casi estoy, dame rápido”- me pide en voz baja.

Acelero el ritmo, me clava las uñas en la espalda con un YAAA , que coincide con la descarga de mi semen.

-“ Renata eres una maravilla, te adoro.”- es lo primero que digo cuando me quedo tumbado a su lado.

- “ Vos si que sos una maravilla.”- y me besa, haciendo que me sienta el hombre más afortunado del mundo.

En esta Serie pueden  leerse sus capítulos de forma independiente. La autora acepta ideas para el desarrollo de la misma, una vez presentados los personajes.