Deseos de adolescencia : Celebración inesperada
Un cumpleaños con un final inesperado.
Continuación de los relatos
Deseos de adolescencia : Un caluroso verano - https://www.todorelatos.com/relato/104081/
Deseos de adolescencia : Silencio - https://www.todorelatos.com/relato/109317/
Si mal no recuerdo, aquél fue el primer verano libre de asignaturas pendientes, de lo que sí estoy seguro es que fué gracias a Paula, había conseguido que los veraniegos vestidos de mis compañeras no me distrajeran en clase y pudieran centrar mi atención en mis estudios.
Con el inicio de las vacaciones de verano y sin nada que estudiar, llegó mi cumpleaños, estuvimos hablando varios días de cómo lo íbamos a celebrar con los amigos, incluso creo que lo pasamos mejor ideándolo que celebrándolo.
Pero para poder disfrutar de la noche de mi cumpleaños con los amigos, tenía que como todos los años ir a comer mis padre y abuelos, como un buen nieto.
Durante la comida, recibí los mimos y regalos de mis padres y abuelos, os podéis imaginar que para un adolescente esa no era la comida más divertida que podías imaginar el día de tu cumpleaños, pero por respeto y para luego poder salir toda la noche con los amigos sin límite de hora, había que hacer un esfuerzo.
Al teléfono no dejaron de llegar mensajes de amigos y compañeros de clase, con bromas de todo tipo.
Hasta que uno de ellos me hizo vibrar el corazón, recibí uno de Paula –Tengo tu regalo de cumpleasños, si le quieres ven a las 22:00 a la plaza mayor, sólo es válido para hoy.-. A continuación recibí una foto de unos ligueros sobre la cama. evité como pude no ponerme colorado delante de mi familia e intenté comportarme con naturalidad, cosa que dudo fuera capaz.
De camino a casa, empecé a decirle a mis amigos que que me encontraba mal, después de la comilona que me había dado, y que tendríamos que dejarlo para mañana. Me cayeron todo tipo de improperios la mayor parte de ellos bien merecidos.
Al llegar me pegue una buena ducha, vestí y me perfume de colonia como nunca antes, tanto que cuando mi madre me vio, lo primero que me soltó fue un. -Madre mía que guapo, hoy ligas seguro.
Mientras, por dentro me mordía la lengua pensando en Paula. -Si supieras lo que voy hacer esta noche y con quien, seguro que no tendrías esa sonrisa.- Pensé para mí.
Me despedí de mi madre recordándole que saldría con los chicos para celebrar mi cumpleaños y que no sabría a qué hora volvería. Cerré la puerta de un portazo. Como si el destino me llamara a voces, fui raudo hacia la parada de autobús que me llevaría hasta el intrigante punto de encuentro que me indicó Paula. Durante el viaje en autobús no dejaba de mirar el teléfono en busca de más mensajes de Paula en vano.
A medida que el autobús se acercaba a mi destino, el hormigueo en el estómago era mayor. Descargue mis nervios apretando repetidas veces el botón de parada que tiene el autobús, no hace falta decir que fui el primero en bajarme de él. Andé con paso ligero hacia la plaza, mirando el rostro de todas las personas allí presentes sin ninguna fortuna.
Fué entonces cuando sonó el teléfono.
- Entra al Gran Hotel y en recepción pide la llave de la habitación 318.- y colgó sin dejarme hablar.
Me dirigí rápido al mostrador de recepción intentando evitar que algún conocido me pueda ver y tener que dar explicaciones a mis padres.
En recepción solo había un chico y delante de mí una pareja de señores mayores que parecían tener todo el tiempo del mundo, lo que provocaba que mi nerviosismo fuera en aumento.
En un momento en el que los señores estaban rellenado una documentación pedí la llave de la habitación intentando salir lo más rápido del hall de entrada.
La espera delante de ascensor se me hizo eterna, hasta que las puertas del ascensor se abrieron y en su interior me esperaba una trabajadora del hotel.
-¿Subes?-Me preguntó con voz dulce y educada.
-Si, claro -
-¿A qué planta vas?
A la 318.
Será a la tercera, de momento no tenemos tantas.-Dijo mientras me miraba con una amplia sonrisa.
-Mi cara en ese momento debía parecerse más a un tomate más que a otra cosa.
Al llegar a mi planta me baje como un zombie mirando de lado a lado.
-Hacia la izquierda- Me indicó la trabajadora del hotel. - ¡y que pase una buena noche!- dijo mientras se cerraban las puertas del ascensor.
Recorrí un largo pasillo, contando el número de las puertas como si de una cuenta atrás se tratase. Una vez delante de la puerta, llave en la mano, y con la tranquilidad que me daba el vacío del pasillo, respire hondo y abrí la puerta.
Recorrí un pequeño hall hasta llegar a la habitación donde por fin pude ver a Paula, sentada en una butaca con las piernas cruzadas y vistiendo el conjunto de lencería que me mostró en la foto.
Mientras avanzaba hacia ella, se levantó, dio una grácil vuelta y me preguntó - ¿te gusta?
Mi cara estaba petrificada ante tanta belleza. En mi cabeza había una férrea lucha entre seguir admirando su belleza o abalanzarme sobre ella y besar hasta el último rincón de su piel.
Se detuvo delante de mí y colocó sus brazos sobre mis hombros, sonriendo como una colegiala, nunca antes la había visto sonreír así, me dió un dulce beso. Notaba su excitación, parecía incluso más nerviosa que yo. Mi mano llevaba un rato acariciando su aterciopelada nalga cuando acercó su boca a mi oreja me susurró - Relajate mi hombrecito, la noche va a ser muy larga.
Me hizo sentar en la butaca donde estaba ella antes, caminó hasta la mesilla de noche contoneando sensualmente las caderas. Allí había unos pequeños altavoces conectados a su teléfono, por donde comenzó a sonar una sensual música.
Esta vez, volvió hacia mí moviéndose al ritmo de la canción, jugaba conmigo, acercándose lo justo para desear atraparla y separándose a tiempo para no alcanzarla, continuó con su juego cada vez más cerca tanto que ahora me hubiese sido muy fácil cogerla, pero la deje bailar, me encantaba verla tan feliz, disfrutando como una niña. Su baile cada vez se hacía más sensual, terminó por apoyar uno de sus pies en el posabrazos de la butaca.
Acaricié suavemente su pierna con el dorso de mis dedos, desde el empeine hasta la rodilla mientras ella movía la pierna de derecha a izquierda, dejándome contemplar alternamente el diminuto tanga que apenas era capaz de cubrir sus carnosos labios.
En el transcurso del sensual juego recuerdo haberme acomodado el paquete debido al crecimiento de este.
Quieto!!, Que eso es mío- me advirtió mientras terminaba ella la colocación, quizá con más detenimiento del necesario.
Sin dejar de mirarme a los ojos fijamente se fue acercando lentamente hasta comenzar a besarme, sus besos eran suaves y con un intenso sabor a melocotón producido por la crema de labios. Aún hoy no se como pude contenerme y me mantuve inmóvil, dejando que Paula me condujese en la que parecía iba a ser una gran noche.
Cuando los nervios de mi estómago parecía más calmados y conformes con los cada vez más húmedos besos, alguien llamó a la puerta.
--¡Servicio de habitaciones!.- se escuchó tenuemente tras la puerta.
Paula se separó de mí, pero en lugar de de ponerse la bata, alzó la voz. -¡Pase!.-
Rápidamente intenté buscarle una explicación al porque Paula no solo queŕia romper un momento tan íntimo y delicioso. La más lógico sería pensar que simplemente quería subir su excitación con un poco de voyeurismo con el chico del servicio.
-No puedo creer que hayáis empezado sin mí.- dijo la misma mujer con la que me topé en el ascensor, mientras se acercaba a Paula para darle un pico en los labios.
Mi cabeza no entendía nada y trabaja tan rápido para comprender esta situación que notaba un pequeño mareo.
-Así es que este es el hombrecito que te mantiene ocupada mientras hablas conmigo por teléfono.- dijo mientras posaba una bandeja con champán.
Paula le susurraba una disculpas mientras le desabrochaba los botones de la camisa.
Se giraron hacia mi.-Diana, te presento a Angel-
-Tu eres ese angelito con cola de diablo.- dijo mientras nos acercabamos el uno al otro, sin más miramiento me besó en la boca y me agarro el culo. -Un placer Angelito.-
quedé inmóvil mientras ellas volvieron a hablar y Paula siguió desabrochando botones de la camisa. Mientras, Diana deslizó la falda del uniforme contoneando las caderas y antes de que pudiera observar el atlético cuerpo de Diana, se estaban besando.
Entusiasmado por la situación volví a mi posición inicial en la butaca y observé el espectáculo. Comenzaron dandose pequeños besos en los labios, mientras se susurraban cosas inteligibles desde mi distancia, el espectáculo fue calentándose lentamente, lo que antes eran dulces piquitos, ahora eran húmedos lengüetazos en busca de una rápida excitación.
Cuando Paula comenzaba a frotar su entrepierna en el muslo de Diana, está se separó.-Creo que Angel no está aquí solo para mirar, ¿no?.- caminó hasta la butaca donde permanecía inmóvil, se sentó en mis piernas, me miró a la cara, y como si quisiera hacer una fotografía mental de su próxima caza. entonces, se lanzó a besarme, llevaba un ritmo errático que me costaba seguir. Cuando parecía sincronizar mis besos con los suyos mis manos se lanzaron a recorrer su cuerpo, comenzando por sus tersos muslos, su potente culo, su cintura… y al comenzar con sus pechos, paró, se levantó de mi y dándome la espalda se inclinó ofreciéndome su culo bajó sus bragas ofreciéndome un primer plano de sus apretada vulva.
A continuación fue a la cama junto a Paula y sentándose en el borde de la cama abriendo sus piernas dijo.-Como habéis sido malos riéndose de la tía Diana, teneis que pagar penitencia haciéndome lo mismo.
Mire a Paula esperando algún tipo de señal y simplemente sonreía. Entonces me arrodillé ante ella con su sexo completamente ofrecido, pero antes de sumergirme en un mar de saliva, Paula nos interrumpió. -Un momento, si quieres que sea lo mismo tienes que llamar a alguien y le acercó el teléfono de la mesilla.
Diana que parecía morderse los labios expectante por la comida que iba a recibir, hizo un frustrante gestó.- OK, me parece justo-, cogió el teléfono y comenzó a marcar, mientras escuchaba los tonos de marcación empujó mi cabeza hacia su sexo indicandome el comienzo de mi tarea.
Recuerdo comenzar con un intenso y humedo lenguetazo de abajo hacia arriba, continué con cierta premura, no sabía cuánto tiempo iba a aguantar al teléfono así que intenté que llegará lo antes posible al punto de placer que le dificultara hablar. Supongo que fue por la excitación que había en el ambiente, pero no tardó mucho, no había terminado de repartir unas tareas a uno de los empleados del hotel, cuando ya se retorcía y en ocasiones tomaba aire para continuar la conversación. Paula por su parte no perdía ojo de la situación, asomando su cabeza sobre el hombro de Diana, deslizó el sujetador de nuestra víctima dejando libres unos pequeños pero firmes pechos coronados por unas abultadas aureolas, que atrajeron mi atención de inmediato.
Cuando la conversación se comenzó a volver imposible para Diana, colgó bruscamente el teléfono y se lanzó a besar a Paula sin control, mientras yo aprisionado por sus piernas intentaba alcanzar con una de mis manos de sus recién liberados pechos, pero estos fueron acaparados por Paula, la cual se entregó intensamente a besarlos y lamerlos ayudando a incrementar la jadeante respiración de Diana.
Con Diana ya exhausta sobre la cama, me liberó de su prisión, aproveché para ponerme en pie y contemplar su agitada respiración, cuando me fijé en Paula me estaba mirando con ojos de lujuria, mientras me despojaba de la ropa. Con Diana KO parecía que ahora iba a ser nuestra noche. Casi cuando cayó el calzoncillo al suelo, tenía a Paula a escasos centímetros de mi cara mirándome fijamente, agarró firmemente mi polla tomando y tras unos húmedos besos me condujo hasta la cama, me tumbe con Diana a mi lado. Paula gateó sobre mi me daba dulces besos por toda la cara mientras notaba sus pechos rozar sutilmente el mío, sin previo aviso prosiguió su gateo, hasta llevar su pubis a la altura de mi cara, aprisionó mis brazos con sus piernas y redujo la distancia entre su entrepierna y mi boca para que mi lengua comenzase a saborearla.
No llevaba mucho tiempo cuando noté la boca de Diana envolviendo mi erecta polla, después sentí sus frías manos acariciándome, pronto me di cuenta de que Diana sabía muy bien lo que hacía ahí abajo, jugaba con su lengua de una manera celestial y se ayudaba de sus manos para aumentar la intensidad o disminuirla a su antojo.
Por unos minutos me había olvidado de Paula, deje de lamerla como un autómata, y me dispuse a hacerla disfrutar, abrí los ojos y pude ver su cabeza asomarse entre el escote de sus pechos que vistos desde abajo parecía aún mayores, me ayudaba con pequeños movimientos de cadera para que llegara a cada rincón de su tesoro, Me encantaba ver cómo en ocasiones se agarraba alguno de sus pechos y echaba la cabeza hacia atrás, deje de lamer y directamente metia mi lengua lo más profunda que podía jugando con ella dentro, Paula no tardó en convulsionar y agarrandome de la cabeza me apretaba contra ella, entre la descomunal mamada que me hacia Diana y la cara de agonía de Paula no aguante más, notaba que iba a explotar y ya no habia vuelta atras, intente mover mis manos prisioneras de Paula y mi boca no estaba para emitir algún tipo de aviso.
Cerré los ojos y disfrute de ese instante, un cálido placer inundó mi cuerpo, mientras oía a Diana toser por la inesperada corrida mezclada con algún improperio, sentía como el semen volvía a deslizarse de la boca de Diana por mi polla, abrí los ojos y crucé una mirada de complicidad con Paula, que al oír los rechistes de Diana, se acercó a ella para consolarla, la abrazó y besó en la comisura de los labios limpiando algún resto del delito.
-No se porque te quejas, no sabe tan mal- dijo Paula entre risas.
Una vez liberado,me disculpe avergonzado con Diana que parecía cada vez menos afectada.
-Anda límpiate eso Diablillo- me dijo mientras me miraba con ojos de pícara, haciéndome entender que ni era la primera vez, ni le había importado tanto como hacía creer.
Las deje en la cama besándose cuando fuí hacia el baño a limpiarme. Tras una rápida ducha y mientras me secaba me asomé por la puerta del baño para ver a qué se debía el silencio.
Diana estaba desplomada sobre la cama, mientra Paula parecía atareada con la entrepierna de su amiga.
-¿Ya estás listo Diablito?- pregunto Diana girando levemente la cabeza.
-No- dije mientras volvía a entrar al baño, rebusqué en el neceser de Paula unos preservativos, me le coloqué mientras me miraba al espejo incrédulo de la que estaba viviendo.
-Ahora, si!- dije de vuelta a la habitación, Paula giró su cabeza y miró por encima del hombro, mientras contoneaba su culo, invitándome a poseerle.
Caminé hasta ella con mi miembro entre las manos, una vez al pie de la cama, le conduje hacia él visiblemente húmedo coño de Paula y con gran delicadeza introduje lo justo para que con los contoneos de aquel portentoso culo fuese entrando poco a poco, sentía el calor de Paula abrazando mi polla, produciendome hipnótico placer, cuando ya no podía estar más dentro de la mujer que me estaba convirtiendo en un hombre, agarre sus caderas y comenzar a sacar lentamente hasta el último centímetro de mi y volver al calor de su cuerpo.
La calma fue lentamente dando paso a una mayor intensidad sincronizada con la agitación de nuestras respiraciones y los convulsos movimientos de caderas con los que Paula me pedía más intensidad, ya que su boca seguía ocupada con Diana, hasta que legó el momento que sus jadeos anunciaron el éxtasis de placer que la hizo desplomarse sobre la cama dejándome frente a Diana, que al igual que a mí Paula, nos había dejado con ganas de más, aproveche esa ansiedad para agarrarla por los pies y de un tirón la deslice por la cama hacia mí, me incorpore sobre ella y si más preámbulos probé por primera vez lo que era estar dentro de ella, nos movíamos con bastante celeridad, ansiosos de culminar lo que había empezado Paula.
-Más, dame más, no pares- Diana había empezado a darme órdenes, que cada vez eran más frecuentes e intensas, mientras yo empezaba a estar exhausto hasta que me desplome sobre ella, me hizo tumbar y rauda se colocó sobre mi, apoyando sus manos en mi pecho y continuando con el frenético ritmo en el que lo habíamos dejado, me aferre a sus nalgas para seguir aquel frenético ritmo con ella, pero parecía no tener fin, queria mas y mas, parecia estar en trance con sus movimientos frenéticos en busca del orgasmo hasta que de repente, sin esperarlo me abofeteó y con ojos de lujuria me dijo -¡No pares coño!-
Esto me saco de mi y agarrandola la lance sobre la cama y como la bestia que había despertado, la penetre con fuerza, el encuentro de nuestros cuerpos resonaba como una marcha militar en las paredes de la habitación. únicamente por interrumpidos por los abruptos que espetaba Diana próxima al orgasmo.
-¿Eso es todo los que puedes hacer?, ¡maldito, se un hombre y dame más!- me gritaba entre jadeos, lo que me provocaba que la embistiera con más violencia, como dos animales, cubiertos en sudor. Lo que empezó como una noche de dulce y apasionado amor, se había convertido en una noche de sexo duro y violento en la que los gemidos se mezclaban con jadeos, como nuestros sudoroso cuerpos se enlazaban, me azotaba el culo marcando me el intenso ritmo al que me sometía hasta que Diana me clavó las uñas en el culo apretandome contra ella, mientras comenzó un escandaloso y agónico gemido que anunció la llegada de nuestro orgasmo.
Una vez rendidos al mar de sensaciones y sentimientos vividos miramos a Paula que se había quedado paralizada con una mano en su vajina y la otra sosteniendo un pecho, un silencio incomodo fue roto por las carcajadas de los tres al ser consciente de lo que había pasado.
Nos quedamos los tres boca arriba en la cama mirando el techo sintiendo nuestros ya calmados cuerpos hasta que Diana, ahora sí, nos dio dos dulces besos antes de volver al trabajo. fue entonces cuando Paula y yo entrelazamos nuestros cuerpos sintiendo la piel y el olor a sexo, hasta la mañana siguiente. Donde aprovechamos la habitación hasta el último minuto estrenandonos en un jacuzzi.