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Momentos maravillosos se logran vivir cuando uno decide cruzar barreras...
Bueno, como siempre, las cosas que te pasan en la vida te sorprenden. Mi nombre es Klaudia, tengo 33 años. Soy de las personas que sin ser adicta a internet, tengo varios contactos que conocí por este medio. Una de ellas es Sandra, ella es de una provincia cercana, con quien compartimos largas charlas siempre conociéndonos a través de un monitor. Compartiendo música, ideas, problemas, y demás cosas que hacían que cada vez estuviésemos más unidas.
El tiempo fue pasando hasta que sentimos la necesidad de encontrarnos. Conocernos mirándonos a los ojos es lo que nos faltaba. Dos amigas casi intimas que se encontraban a través de una pantalla de la pc o llamados telefónicos al celular. Ya insuficientes.
Una posibilidad de encuentro se daba en las vacaciones. Como quería darle la sorpresa arreglé todo por internet: Hotel y pasajes ya estaban arreglados. Después de algunas horas de viaje llegué finalmente a la ciudad donde ella vive. Luego de instalarme en el hotel, darme una ducha renovadora, le mandé un mensaje a su celular preguntándole donde estaba (esa pregunta nos hacíamos a diario para saber lo que la otra hacía a la distancia); su respuesta fue: caminado por la plaza mayor, tomando un helado. Estábamos a solo dos cuadras de distancia y ella no lo sabia...
Me acerqué muy expectante hacia la plaza y al llegar allí la vi, a unos metros de distancia. Con un helado en la mano, vistiendo un jean y una musculosa ajustada. Llevaba anteojos de sol y su pelo atado. Ella es de contextura mediana, con un cuerpo armonioso de esos que quitan el aliento tanto a hombres como a mujeres al verla pasar. Todo lo contrario a mí, soy de contextura también mediana a gruesa, ojos café; pelo enrulado; algunos kilos de más que no los deseo bajar; senos grandes, eso sí, firmes y bien torneados.
La llamé a su celular por fin mi amiga estaba frente a mí. Al indicarle que se diera la vuelta, sin entender mucho mi llamado giró sobre sus pasos. Al verme soltó un grito de Hola! Y corrió hacia donde yo me encontraba para fundirnos en un abrazo cargado de cariño y sorpresa. Pasaron algunos minutos en que sin soltarnos queríamos hablar de todo, no escuchábamos lo que la otra decía, nos volvíamos a abrazar y besar nuestras mejillas. En un momento dado nos miramos a los ojos y comenzamos a reír a carcajadas por la situación, así que comenzamos a caminar y a charlar más pausadamente. Le conté de cómo había planeado mi sorpresa y ella manifestó lo que la hacía feliz el tenerme allí, frente a ella.
Me preguntó donde había dejado mis maletas, y se enojó al saber que había alquilado una habitación de hotel así que me indicó que esa noche la pasaré en el hotel pero las próximas seria en su casa. Ella vive sola así que no tenía ningún problema en tenerme allí. Me llevó a caminar, charlando de lugares, organizando lo que haríamos esos días, a quienes conocería y demás. Todas esas cuadras que caminamos lo hicimos tomadas de la mano. Parecía que solo nosotras estábamos en esa ciudad. Nada más importaba.
Al caer la noche me dijo que iríamos a tomar algo a un bar al que iba siempre ella. Fuimos primero a mi hotel para q me dé otra ducha y que me arregle. Al entrar en la habitación ella se sentó en la cama. Yo busqué algo de ropa en la valija y saqué varias remeras y algún que otro jean, al no poder decidir que me pondría, le dije que veríamos cuando termine de bañarme.
Ingresé en la ducha, enjaboné mi cuerpo, puse algo de desenredante en mi pelo y al querer pasarme el peine me di cuenta que no lo había sacado de mi bolso, le grité a Sandra para que me lo alcance. Le indiqué donde estaba. Como la puerta estaba entreabierta la vi acercarse, no sé por qué no me oculte detrás de la cortina, pero ella al ingresar vio totalmente mi cuerpo enjabonado. Sin dudarlo se me acercó para darme el peine, no sin antes recorrer con su mirada mi cuerpo desnudo. Extrañamente ese momento fue extremadamente excitante. No sería el único.
Salió del baño no sin antes hacer una sonrisa encantadora. Corrí la cortina muy nerviosa y sin pensarlo tuve que llevar mi mano hacia mi vagina. Necesitaba imperiosamente calmar ese calor que me había producido ese momento. Me toqué desesperadamente, hasta que al cabo de unos instantes casi me caigo al llegar a un orgasmo fenomenal. Termine mi ducha y traté de salir como si nada del baño. Tratando de disimular lo que me había producido.
Era mi amiga, y yo que me estaba pasando? Por qué me calentaba tanto el tenerla cerca? Me estaba volviendo loca? Tal vez la emoción de vernos por primera vez estaba causando en mí toda esta revolución.
Una vez que encontré qué ponerme me paré frente al espejo para verme. Fue ahí donde aprecié que detrás de mi imagen apareció la de ella, mirando mi reflejo, también, por sobre mi hombro. ----Me gusta esta remera que te pusiste- me dijo muy cerca del oído también me gusta que no necesitas ponerte nada debajo para mantener firmes tus senos.
Ese comentario me paralizó, creo que se notó en mi cara porque ella hizo una media sonrisa triunfal. Y para completar mi turbación, me posó ambas manos en la redondez de mis senos, apretándolos levemente, sin dejar de mirarme a los ojos a través del reflejo del espejo. Sus manos comenzaron a rozarlos ahora debajo de la remera. Yo no podía creer lo que me estaba pasando y simplemente me dejé llevar.
-Sos más hermosa frente a frente que a través de la pantalla, no puedo evitar el posar mis manos en tu cuerpo - Ante esas palabras susurrantes en mi oído, yo dije con la voz entrecortada -vos sos increíblemente hermosa- y sin pensar mucho más giré, y mis labios se pegaron a los suyos.
Sentí la suavidad de uno de los besos más dulces que mi boca haya probado hasta ese momento. Lentamente su lengua fue metiéndose a mi boca, tomando como compañera de juegos a la mía que hasta el momento estaba muy quieta. No existían apuros, solo nos besábamos, solo disfrutábamos de ese intercambio tan nuestro, tan íntimo.
Sus manos estaban en mi cintura, las mías también en la suya. Como para asegurarnos que ninguna de las dos se separaría, apretándonos una contra la otra, nuestros senos apretados entre sí. Un momento extremadamente sensual, único.
El sonido de uno de los celulares cortó ese momento, abrimos al mismo tiempo los ojos, nos separamos levemente sin dejar de mirarnos a los ojos. Ella indicó que era el suyo, y se dio vuelta para contestar. Yo aproveché a respirar, como queriendo procesar lo que había pasado un instante antes. Me acerqué a la punta de la cama y me senté. Escuchaba la voz de Sandra contestando el llamado, pero no me había dado cuenta que ella me estaba mirando. Tampoco me dí cuenta cuando ella cortó. Yo estaba sentada y con la mirada hacia el suelo, creo yo que sin expresión.
-estas bien?- y al no obtener respuesta mía, siguió diciendo no trates de analizar lo que pasó, simplemente no pude contenerme, necesitaba besarte, sentirte, perdóname - no dejé que termine, le tomé la cara entre mis manos y volví a besarla, disipando todo lo que rodeaba.
- no analizo, solo quiero dejarme llevar por esto- le dije sin dejar de mirarla a los ojos. Una sonrisa inmensa iluminó su cara. Se paró y me dijo, -Mis amigos nos esperan; vamos a mi casa que me baño y vamos a tomar algo estoy muy feliz!!- Y volvimos a besarnos.
Todo lo demás pasó muy rápido, el llegar a su casa, el verla salir de la ducha, el acercarse solo trayendo la toalla para besarme, para luego comenzar a cambiarse frente a mis ojos, colocándose una tanga muy pequeña color negro, unos jeans muy ajustados, un sostén sin breteles y una remera muy pequeña, dejando a la vista el piercing de su ombligo, salir de su departamento, subir a su auto, besarnos en cada semáforo, hasta llegar a bar.
Cuando llegamos un grupo de gente estaban sentados alrededor unas tres mesas juntas. Me presentó como Klaudia, su amiga. Todo esto lo hizo sin soltarme de la mano. A todos les parecía totalmente normal, nadie miraba raro ver a dos chicas tomadas de la mano, lógicamente por lo que vi alrededor, tampoco a dos chicos. Nos sentamos y entre charlas y charlas las cervezas comenzaban a desfilar, casi al compás de la música.
Me paré en un momento y dije que iría al baño. Comencé a caminar entre la gente que estaba agolpada dentro del bar. Cuando llegué a la puerta, ingresé y allí cambió el ambiente de humo y música fuerte. Cuando mis ojos se acostumbraron a tanta luz, observé a una pareja de chicas besándose efusivamente a un costado del lavatorio, las demás como si nada se arreglaban el peinado y demás. Yo ingresé a uno de los habitáculos del baño, respiré profundo y comencé a bajarme el jean para ocuparme de lo que me había traído al baño.
Al terminar subí mi jean pero al ser tan estrecho el lugar decidí terminar de cerrar mi cinturón afuera del habitáculo. Al abrir la puerta la vi a Sandra mirando hacia mi puerta. Le sonreí al salir y ella se me acercó. Me empujó despacio nuevamente adentro y cerró la puerta. Ambas estábamos pegadísimas así que nos reíamos de la situación.
Acercó su boca a la mía y me beso, no con la calma de unas horas antes, si no con la misma desesperación y pasión que tenía yo. Sus manos comenzaron a subir mi remera para dejar libres mis pechos. Su boca dejo de lado mis labios para dirigirse directamente hacia mis pezones, suavemente los recorría con su lengua, mientras que con sus manos tomaba el resto de mis pechos. Yo no podía parar de gemir, mis manos tomaban su cabeza como queriendo que no pare
Su mano derecha comenzó a descender. Aprovechó que mi cinturón aun no había sido prendido para meter su mano dentro de mi jean. Cuando tocó mis labios por encima de la tanga diminuta que traía, sentí que mis piernas comenzaban a temblar. Tuve que entreabrirlas como para tener mayor sostén y no caerme. Ahora su mano estaba metiéndose dentro de mí, sus dedos jugando con la humedad de mi vagina, subiendo y bajando por la abertura de mis labios. No sabía que hacer, solo me dejaba llevar; su boca volvió a pegarse a la mía, su lengua volvió a recorrerla y sin más miedos ni tabúes, mis manos comenzaron a actuar, dispuestas a disfrutar del cuerpo maravilloso de Sandra.
Los gemidos ya no eran a pagados, no importaba si alguien nos escuchaba, no importaba el lugar solo importaba el no cortar el placer que estábamos viviendo. Mis manos bajaron el cierre de su jean, y se metieron dentro de él. Busque desesperadamente tocar su clítoris, sentir su humedad, y así lo hice. Por primera vez tocaba otro sexo, que no fuera el mío, otro clítoris q no era conocido por mis dedos, hasta ese momento.
Acerqué mis labios a su oído y le susurré (sin pensarlo): - quiero lamer tu humedad ella sin más, saco su mano de mi entrepierna, se acomodó bien pegada a la pared del habitáculo y yo, me agaché, bajé lentamente su jean y su tanga, que ya estaba muy mojada y entreabrí sus piernas. Primero me acerqué lentamente, como queriendo captar todo lo que me ofrecía esta nueva experiencia. Mi olfato sintió un aroma embriagador, nada desagradable. Ahora quería probar su sabor, así q levemente separé sus labios vaginales, (totalmente depilados como los míos) y metí mi lengua entre ellos.
Lamí toda la extensión que me fue posible por la posición en la que me encontraba. Mi lengua tomó los jugos que emanaban de su vagina, sentí ese sabor entre salado y dulce, que me hacía cosquillas en la lengua, muy agradable, muy adictivo, un placer que mi boca no conocía. Tomé su clítoris entre mis labios, lo disfruté, metí mi lengua, lo más que pude dentro de su ser, descubriendo que cada vez más disfrutaba de sentirla.
El momento previo a llegar al orgasmo hizo que todo su cuerpo se tense, que se pegue aún más a la pared y que sus manos tomen mi cabeza apretándola más contra su cuerpo, para que mi lengua no deje de hacer tan maravillosa tarea, la de disfrutar su sexo. Segundos después sentí como empezaron a emanar jugos desde su más puro interior, los cuales disfruté inexplicablemente. Sentí como su cuerpo se relajaba, vi la expresión de su cara y no pude más que besarla, dulcemente. Nuestras lenguas se juntaron, nuestros cuerpos se pegaron y sentimos como nuestros corazones palpitaban. Uno de los tantos momentos maravillosamente especiales que viviría durante mi estadía, acababa de experimentar.
Fueron innumerables los besos, las caricias y los orgasmos que tuvimos, y que aun, de vez en cuando disfrutamos. Gracias por todo Sandra