Deseos

Su primo había sido su deseo prohibido e imposible... Hasta esa mañana de invierno.

Había estado enamorada de mi primo por muchos años. Era el más fuerte, sensual y macho de los tres hijos de mi tio Roberto. Sus brazos y abdomen estaban bien marcados por las tantas horas de gimnasio que hacía.

No había una amiga mía que no me dijera cuando lo conocía: qué bueno está tu primo. Y yo sin falta les comentaba que era gay, aunque no lo fuera. Ellas no tenían que tener en mente hablarle o coquetearle. Si eso sucedía me moría de angustia.

Le tenía tantas ganas que dolía.

Era una tarde de invierno que mis padres nos habían llevado a la casa de mi tío Roberto a pasar la tarde, mi primo, Dante se llamaba, no estuvo presente en todo el día, lo cual me entristecio. Quería verlo y alimentar mis fantasías que muchas veces eran sobre su barba incipiente raspando la parte interna de mis muslos.

Había llegado la noche y teníamos que decidir si nos quedabamos a dormir o nos íbamos porque mi hermanito Tomás iba a quedarse a dormir y al menos uno de los dos mayores, es decir mi hermano Gian o yo, tenía que quedarse con él. Me tiré de cabeza como voluntaria para quedarme, mis otros dos primos, Ciro y Facundo, eran mis primos favoritos y no era raro que yo quisiera más pasar tiempo con ellos. Ellos a diferencia de Dante, que tenía 24, tenían mi edad, si ambos dos porque eran gemelos, 18. Por suerte Gian no quiso quedarse porque al día siguiente iba a ir su novia a visitarlo, claro que yo sabía que no iba a ir "al otro día" sino a la madrugada para tener sexo ruidoso y fuerte. Esos dos no sabían disimular sus sesiones largas de apareamiento. Agradecí mentalmente poder quedarme en lo del tío para no tener que soportarlo una vez más.

El tío me dijo que podía ir a buscar alguna ropa de los chicos para no tener que usar mis jeans molestos toda la noche y dormir incómoda, la ropa de los gemelos daba miedo por lo que me recomendó que tomara algo de Dante. Gustosa acepté y fui hasta su habitación, su perfume me invadió como un huracán e hizo que mis hormonas se despertaran de inmediato. Busqué una remera suya y antes de cambiarme la llevé a mi nariz y absorbi su aroma espectacular.

Me quite toda la ropa y tan solo me puse la remera que me quedaba casi por las rodillas, al ser él tan alto y yo tan pequeña su ropa era como una carpa para mí. Salí al corredor y fui hasta el living, mi tío ya se había acostado y Tomás se había quedado dormido en el sillón. Los gemelos estaban entretenidos jugando a la play y seguía sin haber señales de Dante.

Les pregunté a los gemelos por Dante finalmente y me dijeron que no sabían nada de él, que probablemente no llegara a dormir. "Si queres acostate a dormir en su cama, no creo que venga a dormir." me dijo Facundo. Su hermano asentía de acuerdo sin despegar la vista de la pantalla.

Mi angustia creció pero al mismo tiempo me sentía emocionada por dormir en su cama, con su aroma en esas sábanas y su masculinidad impregnada. Casi siempre dormía en la cama de alguno de los gemelos, claro que siempre les cambiaba las sabanas y hechaba desodorante de ambiente y desinfectante por si acaso. No entendía cómo Dante había salido tan bien y ellos se habían desfachatado de esa manera.

Me dormí casi al instante, no pude apreciar el espacio en el que estaba por mucho tiempo. Hasta entonces no sabía que estaba tan cansada.

Entre sueños sentí una mano deslizarse por mi estómago y me tense, pero como se sentía como un sueño la dejé estar. A la mañana siguiente supe que no era un sueño, un brazo rodeaba mi cintura y una mano se hallaba muy cerca de mi pubis. Podía oler su perfume y sentir su respiración detras de mi cabeza. Mis pezones se alzaron, o ya se hallaban alzados de antes, dándose cuenta de que el arma de su deseo se hallaba muy cerca. Decidí jugar un poco, aprovechar el momento y cerré mis ojos. Moví mi cintura y sentí cómo mi piel desnuda chocaba contra más piel desnuda y tela. Mierda estaba en ropa interior. Sentía un maravilloso bulto apretado contra mis nalgas y un suspiro se escapó de mis labios. Entonces la mano que estaba cerca de mi feminidad se apretó y lentamente, casi de manera imperceptible, comenzó a descender.

Me estaba calentando demasiado y eso que no sabía muy bien lo que pasaba. Pero cuando su gran mano se aferró a mi vagina en un apretón firme y duro, un gemido salió de mi boca sin poder evitarlo. "Sh" me susurró. Él sabía que estaba despierta y sabía muy bien lo que hacía. Estaba desfalleciendo.

Cuando sus dedos comenzaron a moverse sobre la tela de mis bragas me arquee y su erección se clavó contra mi nalga con mas vehemencia. Intentaba no soltar gemidos pero mi respiración agitada era imposible de ocultar. Mordia mi labio inferior sintiendome cada vez mas deseosa, el placer estaba tocando mi puerta y yo quería que la abriera e invadiera todo. Se escuchaba el sonido de sus dedos contra mi humedad y mi centro lloraba porque metieran algo en su interior. Él pareció entender el ruego de mis partes bajas y de un solo movimiento hizo la tela a un lado e introdujo uno de sus gruesos dedos en mi vagina. Quise llorar de felicidad, lo movia rápido desenfrenado y sentía como chorreaban mis jugos sin control. Cuando puso otro dedo acomañando al segundo no pude evitar venirme como una posesa, mi respiración se detuvo y mi garganta dolió por el gemido reprimido.

Pero no había terminado, su mano abandonó mi sensible vagina y sentí el movimiento de la cama, cuando oi el sonido de algo rasgandose abrí mis ojos con sorpresa. Dios mío mis sueñor eroticos más esperados estaban por hacerse realidad. Esperé recuperandome del orgasmo y senti su mano remover mis bragas, me alce para que lo hiciera con más comodidad. Las bajo un poco más abajo de las rodillas y ahí me las terminé de sacar sola. Después tomó mi pierna izquierda y la pasó por encima de sus piernas dejandome más abierta para él. Lentamente sentí como se acomodaba en mi entrada y supe que no era nada pequeña, comenzo a introducir su pene y si antes sufría por retener mis gemidos en ese momento era una cosa imposible. Lo metio con calma y sentía como mis paredes lo amaban, mi vagina se apretaba y yo temblaba terminó de meterlo de un empujón y de mis labios salió una especie de chillido. No era mi primera vez, pero era el pene más grande que me habían metido. Luego de ese momento de calma vino la placentera tempestad, comenzó a bombear y a acelerar rápidamente. Perdí la noción del tiempo y el espacio solo podía sentir como me llenaba y me daba duro y con firmeza, enterraba la cara en mi almohada para ahogar mis gemidos constantes y mis ojos se habían ido hacia atrás hacía rato. Una cadena de orgasmos me destruyó lentamente y cuando lo sentí quedarse quieto y temblar supe que habia acabado.

Nos quedamos quietos recuperando el aliento un rato y entonces el se salió de mí y se quitó el condón. Escuché como hacía el nudo y lo dejaba en algún lugar, aún no me animaba a voltear a verlo.

Volvió a abrazarme y sentí su cabeza inclinarse hasta la mía, su barba picó en mi mejilla y solo entonces me atreví a mirarlo. Su rostro perfecto me daba ganas de comerlo entero. Se inclinó un poco más y yo lo encontre en el camino, nuestros labios se encontraron y me voltee para estar más cómodos, entonces el tiro del borde de la remera y la sacó por encima de mi cabeza. Me atrajo hasta él y mis pechos se encontraron con su torso desnudo. Era tan gratificante.

Nos besamos mucho y nos refregamos un poco más, hasta volver a caer dormidos con nuestros cuerpos desnudos uno contra el otro y nuestros aromas mezclados.