Deseos (2)
La protagonista consigue cumplir sus deseos; pero su mundo de relaciones cambia drasticamente
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Hacía una noche espléndida, tibia ya cogedora. Estábamos sentados en la terraza del hotel, en silencio, observando el mar en el que se reflejaban las luces de la bahía.
¡Vamos a bañarnos! Exclamó de repente Marta.
¡Perfecto! Secundaron los chicos.
Yo ya no dije nada. Dijera lo que dijera, la decisión estaba tomada.
¡Esperad aquí, guapetonas!. Vamos a buscar las cosas a la habitación Se ofreció Julián Vamos Rafa.
Marta y yo quedamos en silencio, mientras los chicos salían corriendo empujándose como dos colegiales.
Llegamos a la orilla del mar. Realmente la noche invitaba al baño. Rafa y Julián dejaron caer las bolsas que llevaban y se desnudaron.
¿Y los bañadores? Pregunté inocentemente
Para que los necesitamos Respondieron al unísono, mientras se tiraban al agua completamente desnudos entre risas y salpicaduras.
Marta los siguió con una carrera que hacía saltar sus senos en el airea a cada zancada.
No sé por qué, pero me quede mirándolos desde la arena sin reaccionar.
¡Va, boba! ¿Qué haces ahí parada como un pasmarote? Me gritaron los tres
Reaccioné, me desnude en un santiamén y corrí hacia ellos. El agua del mar estaba deliciosa y me recibieron rodeándome y lanzándome agua. Los juegos fueron poco a poco concentrándose por parejas y las bromas y palmadas tornándose en caricias y besos.
Rafa saltó y vi perfectamente su verga erecta perfilándose sobre el fondo iluminado por la luna.
Marta y él se detuvieron el uno frente al otro y se miraron directamente a los ojos. Poco a poco se aproximaron el uno al otro hasta que sus cuerpos se juntaron en un abrazo, sus bocas en fundían en un profundo beso. Rafa la penetró, allí mismo de pie, con el movimiento del mar rozando los muslos de ambos y sus labios chupándole los pezones que se marcaban sobre sus endurecidos senos. Marta echó la cabeza hacia atrás entornando los ojos. Era una visión tremendamente erótica.
Julián, sin que casi me diera cuenta de ello, me había abrazado por detrás y su verga buscaba ansiosa la entrada de mi sexo. Tomé su polla con mi mano y yo misma le facilité la entrada, a la vez que giraba la cabeza y buscaba su boca con la mía. Sentí los dedos de Julián rozándome levemente el clítoris y todo mi cuerpo se estremeció de placer.
Salimos del mar, en silencio extendimos las toallas sobre la arena, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, tumbamos a los chicos boca arriba y nos colocamos sobre ellos sintiendo sus sendas vergas penetrarnos muy lentamente bajo el cielo nocturno de la playa.
Una junto a la otra pero de frente, cabalgamos sobre nuestras respectivas parejas, sin que yo pudiera evitar que mi vista saltara de las tetas de mi amiga a intentar vislumbrar la polla de mi hermano clavada en su coño.
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La intimidad sexual de las dos parejas había desaparecido totalmente, follábamos donde y cuando nos parecía sin preocuparnos de la presencia de los otros. Incluso he de reconocer que me excitaba sentirme observada y que de una manera más o menos consciente, todos intentábamos despertar en los otros el deseo, provocándolos con nuestros actos.
Rafa y yo estábamos sentados el uno junto al otro en el sofá de nuestra habitación del hotel y Julián, con su cabeza entre mis piernas, me comía el coño de una manera bestial. A pesar de lo cual, yo no podía retirar la vista de la verga de mi hermano, que erecta se agitaba mientras Marta le lamía los huevos y la recorría a lengüetazos desde su base a la punta, sin tocarla con la manos.
En eso, mi hermano tomo mi mano con la suya poniéndola sobre su sexo y exclamando:
¡Anda, cógemela de una vez. Si lo estas deseando!. ¿A vosotros no os importa verdad?.
Julián ni respondió y siguió impasible recorriendo con la punta de su lengua todos los rincones de mi coño, haciéndome temblar cada vez que tocaba un punto especialmente sensible.
Marta levantó levemente la cabeza diciendo:
Todo sea por una amiga
Sentí un escalofrío cuando mi mano tuvo el primer roce con la polla de mi hermano. Cerré la mano a su alrededor sin poder abarcarla. Era suave, muy suave, dura y tibia y Rafa empezó a mover mi mano arriba y a bajo de su mástil como si se hiciera una paja con ella. Al poco me soltó y yo seguí masturbándole. Sentía como palpitaba, era como tener su corazón en mi mano, y su respiración se hacía cada vez más profunda.
Entonces, puso su mano en mi nuca y me inclinó sobre él.
Anda, acaba el trabajo. Que quiero comprobar si son verdad esas maravillas que explica Julián de tu boquita.
Como siempre el vocazas de Julián, iba por ahí explicándolo todo a su amigo del alma.
¡Esto no es justo! Exclamó Marta Si tú vas a saber como la mamamos las dos, Julián tiene el mismo derecho.
Se separó de Rafa y tomó en su boca la verga de Julián, que se había estado masturbando hasta el momento.
Yo estaba a punto de estallar. Julián me había llevado al borde del orgasmo y el sentir los espasmos de la polla de mi hermano, que anunciaban que se iba a correr, me acabaron de desbocar. Abrí la boca en un grito de placer, sosteniendo firmemente la verga de Rafa, que disparó contra mi cara, llenándola de chorreones de esperma tibia y viscosa.
Cuando Rafa y yo volvimos al mundo real, Julián estaba tendido en el suelo jadeando y visiblemente al borde del éxtasis. Marta hacía entrar y salir la polla de su boca, ajustando perfectamente los labios a su calibre, y Julián se agitaba cada vez más hasta que arqueo el cuerpo en un espasmo tetánico y Marta mantuvo su polla dentro de la boca para retener toda la descarga. Una vez relajado, le beso en la boca, jugueteando con sus lenguas y la mezcla de semen y saliva que llenaba su boca.
¿Qué tal lo he hecho? Preguntó sonriendo
¡De puta madre, tía. De puta madre!. Somos dos tíos con mucha suerte. ¡Eh! Rafa.
Mi hermano sonrió y asintió con la cabeza.
Ahora faltas tú, amor. No vas a quedarte así Dijo dirigiéndose a Marta.
Rafa y Julián se miraron. Entre ellos sobran las palabras. Mi hermano tomo a Marta suavemente, tumbándola en el suelo y ambos, uno por cada lado, empezaron a besarle y lamerle todo el cuerpo: La cara, el cuello, las orejas, los pechos, el vientre, los muslos y finalmente se alternaron los dos en su coño. A punto del clímax, Julián dejó a Rafa beber del sexo de su pareja; mientras él jugueteaba con la lengua en sus pezones.
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En uno de los raros momentos en que estábamos solas, Marta se me acercó con un aire de misterio que me extrañó.
¿Puedo hacerte una pregunta íntima? Inquirió, algo turbada.
A estas alturas de las vacaciones, pocas intimidades nos quedan. Le respondí secamente Pero adelante.
¿Has practicado el sexo anal con Julián? Me espetó sin más preámbulos.
La pregunta me sorprendió y lo debió notar en mi expresión.
Si te molesta responderme, lo dejamos. No he dicho nada. Continuó, azorada.
No, no. No pasa nada. No nunca lo hemos hecho. Y eso que Julián se muere de ganas; pero a mí , no sé, me da cierto reparo.
Yo también me muero de ganas de probarlo. Murmuró, como si le diera vergüenza reconocer lo que estaba confesando Pero la polla de Rafa me da miedo, me da miedo de que me lastime el ano.
No me extraña que tengas miedo. Pánico me daría a mí. Le dije conteniendo la risa para no molestarla.
Bueno, veras - Titubeó Había pensado
¿Qué habías pensado? Acaba de una vez, mujer.
Nada, nada. Déjalo.
Ahora me vienes con esas. Va explícate de una vez.
Me puse en plan amiga dispuesta a todo por ayudar a una amiga, sin tener ni idea de por donde iban sus pensamientos.
Había pensado en probarlo con Julián. Vamos, si no te opones.
Mi cara debía mostrar toda mi sorpresa; pero seguí la conversación como si no pasara nada.
¿Y Rafa, que opina?
Sólo ha puesto una condición. Quiere estar presente y participar de alguna manera.
¿Participar, cómo?.
No lo sabe. Dice que estas cosas no hay que prepararlas mucho, que sólo hay que dejarse llevar por el momento y los deseos.
Bueno, de acuerdo; pero yo también quiero participar.
Me sorprendí a mi misma de la rapidez y de la naturalidad con la que le respondí; pero ya no había marcha atrás.
Nunca había dudado de ti. ¡Eres una amiga de verdad!
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Marta a gatas sobre la cama recibía la polla de Julián en la boca, mientras la lengua de mi hermano recorrida su coño y su ano. Yo simplemente observaba como se iban desarrollando los hechos.
Rafa tomó un tubo de lubricante que habían comprado en una sexshop y untó generosamente el ano de Marta al que fue penetrando lentamente con los dedos. Rafa y Julián cruzaron una mirada, mi hermano se retiró discretamente a mi lado y Julián se colocó detrás de Marta, dispuesto a consumar sus deseos.
Su verga erecta se encajó entre las posaderas y presionó muy suavemente. Yo no dejaba de observar su cara, sus gestos sus muecas; lo conocía perfectamente y sabía que estaba tremendamente excitado y deseoso de cumplir uno de sus sueños sexuales más profundos.
Rafa observaba con detalle como su amigo iba a penetrar el ano de su pareja y me sorprendí al comprobar que él también estaba tremendamente excitado. Su gruesa polla era como un obelisco. Se masturbaba lentamente, calibrando con su mirada fija cada milímetro que la polla de Julián penetraba en Marta.
Julián abrazó a Marta y mientras seguía avanzando lentamente le susurraba al oído y le acariciaba el coño.
¿Estás bien, Marta? Musitó Julian
En la gloria, cariño. Sigue así, no pares de tocarme el coño
Tienes un culo delicioso. Siento como se va tragando mi polla, como la estruja, su calor, su humedad. ¡Ummm! Es delicioso
Y yo me siento cada vez más llena. Méteme los dedos en la vagina y estimula mi clítoris. ¡oh, oh, oh! ¡así, así,así!
¿Te gusta, eh?. Noto tus espasmos sobre mi verga cada vez que rozó tu clítoris y muevo mis dedos en ti. ¡Estás tan mojada!
La conversación entre ambos me estaba poniendo muy caliente y también había empezado a masturbarme.
Julián avanzó de golpe sus caderas, hasta que los cojones quedaron entre los muslos de Marta y ambos lanzaron un gemido al unísono
Mi hermano parecía un mono en celo en un zoo, viendo como el macho dominante de la manada monta a las hembras. Su polla erecta se deslizaba entre sus dedos coronada por el glande hinchado, brillante y casi morado. Ambos necesitábamos algo y yo tome la iniciativa.
Sin darle tiempo a reaccionar, me senté sobre él y su polla se deslizó hasta el fondo de mi coño empapado y deseoso de recibir a un macho.
¿Qué haces?
No lo ves. Follar contigo. Estoy segura de que ambos lo deseábamos. No es justo que nuestras respectivas parejas estén follando como locos y que tú y yo nos tengamos que contener porque somos hermanos.
Le besé con pasión, impidiéndole decir nada, y cabalgué sobre él imprimiendo el mayor ritmo del que era capaz. Al comienzo, su polla pareció perder grosor y dureza; pero enseguida se recuperó y me devolvió el feroz beso que tapaba su boca.
Así, así. Gocemos hermanito. No se trata de traer hijos al mundo, si no sólo de sexo, sexo por el puro placer del sexo.
Moderé mi ritmo, quería degustar sin prisas el placer de tener una polla de aquel calibre para mi sola. Ya sé eso de que "el tamaño no importa"; pero os juro que la sensación era increíble.
Marta y Julián gemían y jadeaban como posesos. Estaba claro que me había estado perdiendo algo muy placentero; pero cada cosa a su tiempo. Ahora tocaba acabar de satisfacer el deseo, tanto tiempo reprimido, de disfrutar de la polla de mi hermano.
Además de tamaño, el cabrón sabía follar. Se movió para tomar la iniciativa y le yo me abandoné. Probamos todas las posiciones imaginables y en todas ellas sentía su polla saturando mi cuerpo. Me corrí con su verga clavada hasta el fondo, sintiendo sus cojones rozando mis muslos y sus dedos sobre mi clítoris. Las contracciones de mi sexo provocaron su orgasmo y sentí como una oleada de calor se desparramaba por mi interior.
Cuando miramos a nuestro alrededor, Marta y Julián ya habían terminado y nos observaban atónitos, de pie a nuestro lado.
¡Qué habéis hecho! Exclamaron ambos
Lo mismo que vosotros. ¿O es que tú puedes utilizar la polla de mi pareja para satisfacer tus deseos y yo no puedo hacer lo mismo con tu pareja, para satisfacer los míos?. ¡Miraos bien! Grite señalándolos
La polla de Julián todavía goteaba esperma y por los muslos de Marta se deslizaba delator el semen que fluía de su culo y el flujo de su coño. Me puse hasta algo violenta. Estaba enfadada conmigo misma por haberme reprimido y ahora, roto el tabú, no estaba dispuesta a escuchar sermones.
¡Pero sois hermanos! Volvieron a exclamar
Sí, ¿y qué?. También en un macho que folla como Dios con es polla milagro de la naturaleza. ¿O es que aquí todos tenéis derecho a obtener placer de los demás, menos yo?. A Rafa y a Julián, las dos les hemos mamado la polla; tu Marta, has gozado de ambos (y el otro día, de los dos a la vez, que no se me olvida). Y yo, parece que me debo a Julián; pero eso sí, nadie dijo nada cuando se la mamé a Rafa (que tan hermano era entonces como hoy). Vamos señores, basta de hipocresía. ¿O es que alguno pensaba sinceramente que estas vacaciones podían acabar de otra manera?
Callaron. Nos duchamos y salimos a pasear para calmar los ánimos. Rafa y Marta iban más acaramelados que nunca, cuchicheaban al oído y reían sin parar. Ambos eran felices y debían explicarse sus recientes vivencias.
Julián y yo íbamos cogidos de la mano sin hablarnos. En eso, se paró, me tomo por la cintura y me beso con emoción apasionada. Aquella noche, mientras follábamos pausadamente y sin aspavientos, le dije que quería que estrenara mi culo; pero a solas.
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Marta y Rafa no tardaron en irse a vivir juntos y su casa se convirtió en nuestro punto de reunión.
Allí empecé a practicar el sexo anal con Julián. La primera vez fue algo especial; yo sabía que Julián lo deseaba mucho y yo tenía muchas ganas de probarlo pero sin prisas y en la intimidad.
Una tarde, que estábamos solos en casa de mi hermano, se lo propuse a Julián. Se excitó muchísimos (y yo también); mantuvo una fuerte erección todo el rato que me estuvo comiendo el coño mientras con los dedos me dilataba el ano. Sin tocarse la polla, ni ponerla a mi alcance, me volvió loca con su lengua. Cuando me di cuenta ya tenía tres dedos moviéndose en el culo; y entonces se giró haciendo que su verga rozara mis labios. Entreabrí la boca y la deslizó hacía su interior; la encontré más dura que nunca.
Me penetro lentamente, sin causarme ningún dolor, provocándome una catarata de nuevas sensaciones. Una especie de chasquido interior, me indicó que ya había traspasado el esfínter y siguió avanzando hasta que noté sus cojones encajados entre mis muslos.
Se abrazó fuertemente a mi cuerpo, jadeaba, y su polla se dilataba y contraía rítmicamente en mi interior. Con una mano me acariciaba los pezones y con la otra el coño. Empezó a mover las caderas y a meterme los dedos en el coño, diciéndome obscenidades al oído. Nunca lo había hecho hasta ese momento; pero me excitaron mucho todas las cosas que me dijo.
Me explicaba las sensaciones que sentía en la polla, lo húmedo que tenía el coño y como mis flujos resbalaban por su brazo. Tuve uno de los mayores orgasmos de mi vida y él se corrió con los espasmos que el clímax provocó en mi recto y que constreñían su polla. Recuerdo la agradable sensación del semen tibio derramándose en mi interior.
Repetimos la experiencia varias veces. La primera vez había sido extraordinaria, la segunda no estuvo mal; pero a partir de la tercera, empecé a no verle mucho la gracia. Pero Marta seguía loca por que Julián la sodomizara, cosa que hacía con regularidad. Allá ella, yo se lo cambiaba gustosa por la polla de mi hermano. Eso sí que era sentirse llena.
Jugaba con su polla, la besaba, la lamía, hacía esfuerzos por tragármela entera y él se dejaba hacer. Yo también me abandonaba a él; su boca en mi coño me volvía loca, igual o incluso más que Julián, y luego me penetraba en todas las posturas imaginables. Simplemente su grueso glande presionando para entrar en mi vagina me hacía gritar de placer y empezaba a gemir y jadear con su avance lento y pausado. Vivía cada milímetro de su polla.
Como podéis imaginar, es imposible limitar una situación así y Marta y Julián pasaron de sexo exclusivamente anal al sexo sin límites y del intercambio de parejas al sexo en grupo.
Marta, con su pasión por el sexo anal, empezó a practicar la doble penetración. Julián la enculaba mientras follaba cabalgando sobre Rafa. Los chicos explicaban que sentían sus pollas chocar entre si en las entrañas de Marta, que tenía los orgasmos más brutales que he visto nunca.
Intentaron que lo probara; pero yo prefería otras cosas. A Marta no le importaba lamerme el clítoris mientras Rafa me follaba y yo se la mamaba a Julián. Era una sensación maravillosa y, si lograba que coincidieran los orgasmos, era el paraíso: La polla de Rafa en su máximo calibre llenándome el coño de carne y de semen, la lengua de Marta haciéndome explotar y la verga de Julián estallándome en la boca y su esperma resbalando por la comisura de los labios y goteando sobre mis pezones. ¡Que más podía pedir!
Julián y yo nos distanciamos. Creo que nunca habíamos sido una auténtica pareja, sólo nos unía el sexo y nos seguíamos viendo de tanto en tanto para follar.
Marta me confesó que se había hecho socios de un club de intercambio de parejas y que Rafa, o mejor dicho su polla, era la estrella de las reuniones. Ella, como siempre con sus tetas, se llevaba a los hombres de calle y había participado en alguna sesión de Gang Bang y de Bukake. No entiendo por que necesita tantas pollas teniendo a Rafa.
Julián y yo continuamos yendo a su casa por separado. Supongo que Marta follará con los dos, practicará las penetraciones dobles, Julián la sodomizará mientras hace un 69 con Rafa o no le costará que ambos se corran a la vez en su cara.
Yo voy soñando con la polla de mi hermano y la tengo siempre que quiero; pero Marta quiera algo a cambio. Ya no puedo ofrecerle a Julián, que lo tiene cuando quiere, así que no tengo más que comerle el coño mientras Rafa me folla. Y no me arrepiento, tengo mi deseo, la polla de Rafa, y el coño de Marta no está tampoco nada mal.