Deseos (1)

Una compleja relación entre una chica, su novio y su propio hermano (íntimo amigo del primero) y su novia.

DESEOS (1ª PARTE)

-1-

Estaba loca por Julián. Julián era el mejor amigo de mi hermano Rafa y entre ellos no había secretos. De la misma edad que mi hermano, era un par de años mayor que yo. Estaba para comérselo: Alto, de porte atlético, un culito de ensueño, media melena castaño oscuro y un atractivo color de piel que hacía resaltar su musculatura.

Guardaba celosamente una foto suya del último verano. Un bañador azul oscuro, muy ajustado, resaltaba su trasero y le marcaba la entrepierna. Soñaba con aquel bulto, imaginaba que ocultaba y me masturbaba pensando en ello.

Estaba sola en casa, casi desnuda sobre me cama, contemplando una vez más la foto y acariciando mi sexo casi depilado. La palma de mi mano se deslizaba suave y rítmicamente sobre los labios abultados y congestionados por el deseo, mientras los dedos penetraban una y otra vez en las húmedas profundidades de mi coño. Cerraba los ojos y veía la idealizada polla de Julián, que mis ojos nunca había contemplado en la realidad.

Apunto de correrme, estimulé directamente el clítoris con el pulgar, hundiendo tres dedos hasta el fondo de la vagina y sintiendo las contracciones del orgasmo que llegaba. Cerré los ojos en un gemido entrecortado mascullando su nombre.

Julián....

Abrí los ojos, respirando profundamente, relajada y sintiéndome bien; pero lo que vi me cortó el aliento.

Rafa me miraba sonriente:

Vaya, vaya con mi hermanita. Haciéndose unos "deditos" ¡Y con la foto de Julián!. ¡Cómo se va poner cuando se lo explique!.

¡Ni se te ocurra, cerdo! – Grite, sin convencimiento. Sabía que era inútil, Julián lo sabría y no tardaría nada.

Durante días estuve evitando lo inevitable. Julián entraba y salía de casa a todas horas y yo no podía continuar escondiéndome por mucho tiempo. Me quedaba la vana esperanza de que pasara tiempo suficiente para que Julián lo olvidara.

-2-

Volvía a casa un anochecer. Estaba a punto de cerrar el ascensor, cuando una mano detuvo la puerta.

Esperamé, que subo.

Era Julián, me había cazado al fin.

Yo miraba para otro lado, intentando disimular la vergüenza que sentía, cuando noté que el ascensor paraba bruscamente entre dos plantas. Julián había abierto la puerta del ascensor y me miraba fijamente y sonriendo.

¡Así que te pongo cachonda!. – Exclamó, mientras se abalanzaba sobre mí y me besaba. – Pues nota como me pones tú a mi.

Apretó su pelvis contra la mía y sentí la presión de su sexo contra el mío.

Mientras me lamía el cuello y las orejas, deslizó su mano bajo mi falda y encontró mi sexo dispuesto a entregarse a él. Le respondí intentando torpemente bajarle la bragueta; pero uso golpes y gritos nos hicieron volver a la realidad.

¿Qué pasa ahí? – Preguntaban a voces los vecinos que esperaban el ascensor

El ascensor se ha quedado parado aquí en medio.- Respondió Julián reaccionando rápidamente.- Aprieten el botón de llamada a ver si baja – Continuó con toda tranquilidad, mientras cerraba sigilosamente la puerta.

Al llegar al portal, abrió el ascensor y dio las gracias a los vecinos. Me tomó de la mano y me arrastró a la calle.

¿Dónde vamos? – Pregunté intrigada

Sígueme y ya verás

Se desvió de la calle principal por una calleja mal iluminada que bordeaba la tapia de un solar vacío.

Pasa. – Me dijo al llegar ante un agujero en la pared.

Le obedecí. Al agachar la cabeza para pasar al interior, me fijé que el suelo estaba lleno de condones usados.

Me colocó contra la pared, besándome como había hecho en el ascensor y buscando de nuevo mi sexo bajo la falda. Sus caricias me hicieron estremecer y a tientas logré soltarle el pantalón y por fin tener entre mis dedos su deseada polla.

Querría que me follaras aquí mismo. Pero sin condón……. – Le susurré al oído.

Yo siempre llevo condones – Me respondió mientras sentía que un espasmo endurecía aún más su verga.

¿A qué esperas, entonces? – Le pregunté acercando la punta de su sexo a la entrada del mío

¿Estás segura?

Lo estoy. Hace mucho que sueño con ello

Se agachó a buscar el preservativo en el bolsillo de los pantalones. Mientras se lo ponía, me quite las bragas y me dispuse a recibirlo.

Con la punta de verga ya entre los labios de mi coño, se detuvo un momento y preguntó:

¿No serás virgen, verdad? No creo que esta sea la mejor situación para dejar de serlo.

¡Calla de una vez y fóllame! – Le grité presionando con mi coño el extremo de su polla erecta.

Noté como se deslizaba suavemente y sin tropiezos. Me sentía en el paraíso con la polla de Julián en mis entrañas.

Ya no soy virgen – Le musité al oído – Quería que fueras tú el primero.

Nos besamos como locos y empezó a follarme. Al principio poco a poco y luego más rápido. Se detuvo un momento y descubrió mis pechos.

¡Siempre me han vuelto loco! – Exclamo en voz baja antes de besármelos y chupar los pezones endurecidos, mientras seguía follándome.

Sus dedos recorrieron mi coño hasta encontrar el clítoris. Me lo acarició suavemente y yo me abracé a él para no caerme. El clímax me invadía y las piernas no me aguantaban. Julián se irguió arqueando el cuerpo hacia atrás y penetrándome profundamente. Quedó inmóvil jadeante unos instantes, se relajó y me dio un beso, un beso lleno de cariño.

Nos separamos, retiró el condón de su sexo todavía parcialmente erecto y lo lanzó al suelo junto a los que ya tapizaban el entorno. Arreglamos nuestras ropas y volvimos a casa cogidos de la mano sin decirnos nada, con las miradas que cruzábamos era suficiente para comunicar lo que nos queríamos decir.

En casa hicimos como si acabáramos de encontrarnos en el portal. Él se fue con mi hermano, como de costumbre, y yo me senté a ver la televisión después de arreglarme un poco.

Julián y Rafa salieron de la habitación y dijeron adiós antes de marcharse. Al ir a cerrar la puerta, Rafa me miró y e hizo un gesto señalando hacia arriba con los pulgares de ambas manos y, a continuación, hizo un círculo con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, por el que hizo entrar y salir varias veces al índice de la derecha. Luego se dice de las mujeres; pero esta pareja son unos bocazas, son incapaces de tener un secreto el uno con el otro.

-3-

Desde aquel día Julian y yo no perdíamos ocasión de echar un polvo. Rafa era nuestro cómplice, facilitándonos la tarea. Los fines de semana, nuestros padres salían y la casa quedaba para nosotros; pero entre semana follábamos vestidos en su habitación. Me sentaba sobre Julián a horcajadas, penetrándome con su polla erecta y así lo cabalgaba hasta corrernos, mientras Rafa se salía discretamente y aseguraba que no nos molestara nadie.

Por aquella época Rafa empezó a tontear con Marta, una compañera mía de clase. Marta era muy guapa y con sus exuberantes senos era el objeto del deseo de todos los chicos. Se conocieron un día que vino a casa a estudiar conmigo y ese mismo día, fui yo la que tuvo que hacer guardia mientras los dos se desahogaban.

Los fines de semana, mi casa se convirtió en un picadero. Marta y Rafa desde su habitación y Julián y yo desde la mía, llenábamos el aire de gemidos y jadeos, ninguno de nosotros se reprimía un ápice a la hora de expresar el placer que sentía. Me excitaba tremendamente escucharlos mientras Julián y yo retozábamos en mi cama.

Un sábado por la tarde, Julián y yo llegamos a casa dispuestos a darnos una alegría. Nada más abrir la puerta, escuchamos los gemidos de Marta y mi hermano. La puerta de la habitación estaba entreabierta y vimos a Marta a gatas sobre la cama y a mi hermano arrodillado detrás de ella sosteniéndose la polla.

Me quedé atónita, hacía mucho que no veía a mi hermano desnudo y no tenía conciencia del tamaño de su sexo. Era muy grueso, y con aquella longitud y el tamaño del glande (más ancho todavía que el mástil), parecía un ariete.

Julián me abrazó por detrás y, cuando Rafa penetró a Marta, sentí la dureza de su sexo sobre mi trasero y la presión de sus manos amasando mis pechos y acariciando mi coño. Los jadeos de Marta llenaban el ambiente y sus tetas oscilaban rítmicamente a cada envite de Rafa. Julián se apretó aún más contra mí y noté su aliento de macho excitado, en mi cuello.

Yo no podía apartar la vista de la polla de mi hermano entrando y saliendo del coño de mi amiga. Julián prácticamente me llevó a rastras a la habitación y allí follamos como animales, sin cortejo previo, azuzados por lo que habíamos visto y por los sonidos que llegaban de la otra habitación.

Me arrancó la ropa casi a tirones y me la metió de un golpe sin más miramientos. En otro momento, me habría sentado mal; pero yo también estaba ansiosa de sexo salvaje. Mientras Julián me follaba, haciéndome sentir todo el peso de su cuerpo, sin un beso ni una caricia, yo no podía quitarme de la cabeza pensar en mi hermano y Marta como en un semental cubriendo a una yegua en celo.

Rendidos y sudorosos, caímos el uno junto al otro, en silencio, mirando al techo con la mirada perdida.

Fue Julián quien empezó a hablar:

¿Te ha puesto caliente verle la polla a tu hermano, eh?

Y a ti también. No había más que ver como te has puesto.

Para mí no era algo nuevo. Pero me parece que para ti, sí.

¿Se la habías visto?,¿Ya sabías que la tiene como un caballo?.

Visto y tocado. ¡La de pajas que nos hemos hecho el uno al otro!. Además, tu hermano es un exhibicionista que presume de polla grande. Se la ha enseñado a todo el que la han querido ver y consiguió ser la envidia de más de uno.

¿Entonces?... ¿Por qué te has puesto así?

¿No te enfadarás?

No, tonto.

Ha sido ver como follaba a Marta y como se le movían las tetas. Ha sido como ver una película porno

Todos sois iguales. En clase, todos los tíos van de culo por sus tetas.

Nos giramos y nos fundimos en un beso, preludio de una larga tarde de caricias y sexo.

Desde aquel día, el tamaño del pene de mi hermano se convirtió en una obsesión. Lo espiaba orinando en el baño e intentaba sorprenderle entrando de sorpresa en su habitación, con cualquier excusa tonta.

-4-

Los chicos propusieron que nos fuéramos las dos parejas juntos de vacaciones a la playa. Tenían un amigo que su padre era director de un hotel y que les había prometido conseguirles buenos precios.

A Marta y a mi, no nos pareció mala idea, sobre todo cuando nos dijeron lo que teníamos que pagar.

Llegamos al hotel, era fantástico, un lujo; pero la felicidad total no existe. Marta y yo nos encontramos con que sólo teníamos una habitación para los cuatro. Una habitación muy grande ("familiar" dijeron) pero sólo una. A mí me sentó muy mal; pero era lo que había. La excusa era que esto era parte del favor; estas habitaciones eran para familias con niños menores de 12 años y dos de nosotros habían "colado" como tales.

Intenté protestar alegando falta de intimidad y mi hermano se echó a reír:

¿Intimidad?. No me dirás que en casa tienes intimidad

No es lo mismo oír que ver – Respondí, haciéndome la ofendida

Pues mira, ahora además podremos ver. ¿No me iras a negar que la situación te excita? – Dijo Rafa casi con aire de reproche.

¡Además, sólo hay una cama grande! ¿Qué pareja va a dormir separada en las dos camas individuales? – Pregunté intentando desesperadamente buscar adeptos a mi causa.

Nadie respondió. Busqué a Julián con la mirada buscando su apoyo; pero no encontré más que una mal disimulada sonrisa, que me sentó bastante mal. Visto con la perspectiva del tiempo, mi actitud era bastante idiota, no había solución a aquella situación.

Empezamos a deshacer las maletas, yo en silencio, los demás en medio de risas y jugueteos.

Mi hermano desapareció por una puerta, y tras unos instantes y empezar a oír ruido de agua corriendo, le escuchamos exclamar:

¡Que pasada de jacuzzi!. Venid, venid

En el centro de un baño inmenso, había a nivel del suelo un jacuzzi redondo enorme, que Rafa había empezado a llenar.

Rafa y Marta empezaron a desnudarse y Julián los secundó, tras mirarme con cara de lujuria. No iba a quedar mirándolos y yo también me desnude y me metí en el agua junto a Julián.

Mi hermano y Marta no tardaron en empezar a acariciarse y besarse rodeados por la burbujeante agua, mientras Julián intentaba calentarme besándome los pezones y acariciándome suavemente bajo el agua. Las caricias empezaron a surgir efecto, ayudadas sin duda por el cosquilleo que me producía en el coño una salida de burbujas que agitaba el agua justo entre mis piernas.

Rafa es puso derecho y se sentó en el borde de la bañera. Mi vista quedó atrapada por su falo erecto, dejándome como en éxtasis ante la visión. Mi hermano se dio cuenta enseguida y mirándome sonriéndose se acarició el sexo en toda su extensión, como recreándose en su tamaño que sabía que me tenía obsesionada.

Marta, de rodillas entre sus piernas, empezó a mamársela. Al principio, muy lentamente y jugueteando con la lengua sobre el glande; luego tragándosela hasta donde podía llegar con una cadencia rítmica a la que seguían los jadeos y gemidos de mi hermano que sobresalían del uniforme murmullo del agua del jacuzzi.

Casi sin darme cuenta, tenía entre mis manos la verga de Julián, erecta y dura como un monolito de granito, por efecto tanto de mis caricias como del espectáculo que la otra pareja nos estaba dando. Me senté sobre Julian, empalándome hasta el fondo del coño en su polla deseosa de follarme; pero dándole la espalda para no perderme el espectáculo. Julián amasaba mis senos y me acariciaba el coño desde su posición, como sabe que me vuelve loca y yo de tanto en tanto giraba la cabeza buscando su boca con la mía.

Cuando volví la cabeza en uno de estos movimientos, Marta y Rafa habían salido del agua. Y ahora era él quién devoraba el sexo de Marta, que tumbada en el suelo gemía y se agitaba convulsamente. Poco a poco, Rafa subió recorriendo su cuerpo con la lengua hasta que quedó a la altura necesaria para penetrarla. Vi perfectamente, o quizás me lo imaginé, como la gruesa polla penetraba de un solo golpe en el sexo de Marta, de cuya boca salió al instante un intenso gemido de placer que llenó el ambiente.

Yo galopaba sobre Julián intentado seguir el ritmo enloquecido que la polla de mi hermano marcaba entrando y saliendo del coño de Marta hasta que los cuatro acabamos sudorosos tendidos sobre el suelo.

Mi hermano no dejaba de mirarse y sonreírse mientras acabábamos de deshacer los equipajes. Yo estaba enfadada conmigo misma por que sabía que después de lo sucedido ya no podía volver a decir nada.

Para "contentar a su hermanita" (como dijo con sorna) Rafa propuso que cada pareja durmiera una noche en la cama de matrimonio.

¡Espero que cambien las sábanas a menudo! - Pensé para mi misma – Si no, van a quedar acartonadas de semen, flujos vaginales y sudor; y además, menuda cochinada dormir sobre los restos del folleteo de los otros.

Pero me callé, no quise ser el objeto de alguna broma o comentario hiriente.

-5-

Después de la sesión del jacuzzi, pensé que sería una noche sexualmente tranquila, y "generosa y voluntariamente" cedí la cama de matrimonio a Marta y mi hermano la primera noche.

Pero me equivoqué, cuando parecía que todos dormían y yo seguía dando vueltas en mi cabeza a lo sucedido, percibí movimientos en la cama grande. Mis ojos, acostumbrados a la semioscuridad reinante y aprovechando la escasa claridad que se filtraba por entre las cortinas, vieron a mi hermano tomado a Marta abrazándola por detrás.

Ummm, amor. Como me enloquece tu polla. Así, métemela poco a poco. – Escuché susurrar a Marta.

Mi hermano no respondió, simplemente oí el movimiento de su cuerpo rozando las sábanas para situarse en buena posición y cumplir los deseos de su pareja.

Un profundo gemido me indicó que ya estaba dentro y un rítmico crujido, que la estaba follando. Me lo imaginé llenando con su gruesa polla el coño de Marta y sus manos acariciándole las tetas y el coño, como a mi me gusta. De improviso, en mi mente era yo la que follaba con mi hermano. Sus jadeos fueron poco a poco subiendo de tono y yo empecé a sentir como mi sexo se humedecía y empecé a masturbarme. Es eso, reaccioné y me dije:

¡Eres idiota!.

Salté de mi cama y me metí de un brinco en la de Julián. Mi sorpresa fue mayúscula, estaba despierto, con la verga erecta erecta entre sus dedos.

¡Cómo! ¿Haciéndote una paja sin contar conmigo? – Casi le grité, indignada.

Pensé que dormías – Se excusó titubeante.

Y yo también y he venido a despertarte. ¿A qué esperas? ¡Métemela de una vez!

Me coloqué entre sus piernas, imitando la posición de Marta y mi hermano.

Los sonidos en la otra cama habían cesado; pero nosotros nos paramos hasta corrernos. Me dormí con la polla de Julián aún en mi coño, sintiendo nuestras humedades fluir sobre mi piel y siendo consciente que en mi cerebro había estado follando con Rafa y no con Julián.