Deseo y Necesidad
Nuevo encuentro de los amantes del chat. Desde el punto de Vista de ella.
Visto desde la perspectiva de ella
Volvía a ser mi día libre y otra cita programada. Él vendría a recogerme en el lugar acordado después de trabajar. Esperaba con ansiedad que fueran las 15h para que llegara a recogerme. Esta vez, era para ir a un local que él tenía como almacenamiento.
No sé porque ni como era tan persuasivo y siempre conseguía convencerme para vernos otra vez.
Deseaba y necesitaba que me dejara satisfecha, porque solo imaginar sus caricias y sus besos me ponían muy ardiente.
Para describir sus besos, diría que eran como leer mi mente, en su justa medida. Sus caricias…mmmmm y cachetes llenos de pasión.
Se acercaba la hora de vernos y no sabía si la sensación sería la misma, aunque más ganas tenía de este encuentro.
El bromeaba diciendo que no me enamorara de él y sus encantos. Mi contestación fue:
- Ni tú de mí. Sólo sexo porque los dos tenemos pareja.
Él me contestó:
- Veo que lo tienes claro como yo.
Por supuesto que lo teníamos claro los dos.
Me recogió en su coche, fue subir y con una sonrisa picarona me dijo:
- ¿Me echabas de menos?
Puso su mano en mi pierna para acariciarla y empezar a tocar mi clítoris. Después de hacerlo, acercó los dedos a su nariz para saber cómo olía y muy morboso me dijo:
- mmmm….huele bien, que húmeda estás..tienes ganas de que te folle bien
Durante el trayecto hasta el local, fue hablando de sus cagadas en su primer matrimonio y que con su pareja actual estaba todo bien, aunque quería situaciones nuevas. Le pregunté si ya había sido infiel con alguna otra mujer y me dijo que si.
Salimos de la autopista y llegamos a un semáforo. Fui directa a sus labios y cada vez me notaba más húmeda y con más ganas juegos.
Llegamos al local y como siempre sin la tarea hecha. Tenía que dejar unas cosas en un lugar y recoger otras.
Ya me parecía ridículo, que otra vez, después de ponerme tan cachonda tuviera que hacer otras cosas antes. Después de hacer sus tareas, esta ver si fuimos directos al local. Tenía ganas de poder estar solos sin preocuparme por si nos pillaban y disfrutar.
Fue entrar y mis manos no paraban quietas ni las suyas tampoco, los dos nos repartíamos caricias. Se dedicó a mi pezón y le dio un pequeño mordisco y mmmmm.
La cosa se estaba animando, con ganas de explorar y jugar. Me dijo:
- Te he comprado un regalito
- ¿Cómo un regalito? – Le dije yo.
Me sorprendió y no me hizo ni pizca de gracia. Se percató que no estaba de acuerdo en que me regalara nada y sonriendo me dice:
- Es para lo dos, abreló
Así lo hice. Era un consolador que se podía activar cuando el quisiera, a distancia, a través de una aplicación en el móvil.
Susurrándome al oído me dijo:
- ¿No te da morbo que cuando estés trabajando, active el consolador?
Me hizo sonreír. Me estaba sorprendiendo la verdad y supongo que quería más encuentros, aunque me decía:
- No te encariñes de mí
Empezó a besarme con intensidad, nos fuimos quitando la ropa hasta quedar desnudos uno frente al otro. Me cogió y me subió a un mueble. Me dijo:
- Ponte el antifaz y déjate llevar.
Con el antifaz puesto, empezó a acariciarme, me separó las piernas, sus dedos entraron lentamente y su lengua acariciaba mi clítoris. Al mismo tiempo notaba dolor y placer, sus dedos me proporcionaban dolor y su lengua placer.
Hice que parara y le dije:
- Ahora déjame a mí.
Bajé del mueble y le dije que se sentara en una pequeña escalera (que subía a una segunda estancia del local). Así lo hizo, yo me arrodillé frente a él y empecé a darle placer con mi boca jugando con su puntita. Cuando quería acariciarme, paraba. Y le dije:
- ¿Puedes estar sin tocarme?
Él muy seguro de sí mismo me dijo:
- Por supuesto
Seguí con lo que tenía entre manos pero él no podía tener las manos quietas…jajajaja. Creo que más ganas tenía de tocarme.
Fueron juegos muy picarones entre caricias y besos. No podía faltar el dichoso teléfono. Mensajes de su pareja, así que tocó parar y que contestara. Volvió a pasar lo mismo, su erección bajó y disculpándose me dijo:
- Es lo que nos toca, no hay que enojar a las parejas.
Y ciertamente, tenía razón, mejor no dar motivos para las discusiones.
Le pregunté qué palabras cariñosas usaba con su pareja y su contestación fue que solía llamarla por su nombre y que normalmente no usaba palabras cariñosas.
Como no me avisó que no tenía nada para poner en el suelo, no traje nada y pusimos mi vestido en el suelo para tumbarnos encima. Sólo con el vestido, se notaban bien frías las baldosas.
Empezamos con los toqueteos para que se animara su miembro y cuando la cosa se estaba animando, intentó penetrarme, no estaba la cosita del todo recuperada. Él empezaba a enfadarse y reprocharse que no podría penetrarme. Las mismas ganas, le habían bloqueado. Le quité importancia a lo que ocurría y le dije:
- Tranquilo, otro día será
Siguiendo con las caricias, pasados unos minutos y con nuestros cuerpos excitados, imagino que se relajó y empezaba a animarse de nuevo. Me propuso hacer un 69 y accedí. Al final tuvo su culminación y se pudo correr.
Al tener algo más de tiempo los dos, fuimos conversando y me preguntó:
- ¿Qué palabra cariñosa te gustaría?
Le contesté que mi marido no me decía palabras cariñosas y se prestó a decírmelas él. Mi respuesta fue:
- Solo tienes que decirlas cuando las sientas de verdad.
Yo ya percibía que quería complacerme y que no desapareciera de su vida..
Hablando un poco más de cosas triviales, entre caricias y besos, me dijo:
- ¡¡¡¡¡ No me lo puedo creer !!!!!
Entonces me di cuenta de que se había animado de nuevo y me confesó que no recordaba la última vez que había ocurrido algo similar y mucho menos en tan breve periodo de tiempo.
Así que fuimos a por su segundo orgasmo, algo que pudo culminar sin ningún problema. Una tarde de altos y bajos. Quedó complacido, lo besé y le dije:
- Rey, es hora de que me acompañes al coche
Refunfuñando, me dijo:
- ¿Tan pronto?
Se le había pasado el tiempo volando. No quería que me fuera. La verdad qué entre sus brazos, una se olvidaba de las carencias de sexo con mi marido. Nos fuimos vistiendo, salimos del local y me acompañó al coche.
Cuando estaba bajando, me besó otra vez y susurrando me dijo:
- Una tarde perfecta, deseo verte pronto.
Le besé y le contesté:
- Quizás si.
Bajé del coche y entré en el mío. Los dos nos fuimos a encontrarnos con nuestras respectivas parejas. Aquí no terminaron los encuentros con él……