Deseo Oculto - Capitulo II: El regalo

Polar no puede dejar de pensar en la mujer de su amigo Peter. Alessa le propone un encuentro para ir de compras.

En realidad Mel no se estaba bañado sino que estaba masturbándose vigorosamente. Lo sé ya que me dieron ganas de orinar y al entrar la encontré haciendo la pose de 3 a 1 en el suelo del baño sobre la alfombra de microfibras que hacía unos días que habíamos comprado. Ahora sé por qué….

Solo le faltaba un detalle, yo…

-          Hay Polar, entraste… ayúdame con unos dedos si no podes más…

Tengo una mejor idea le dije, la subí al mueble y comencé con un leve juego de cosquillas en sus piernas, para ir subiendo lentamente, pasar por alto su zona erógena, jugar con su ombligo, senos y luego bajar y así seguir.

Para ser justos, su posición en el suelo, la lujuria de su mirada y los gemidos me pusieron en onda otra vez.

-          Por favor cómeme el clítoris, lo deseo ya…

-          No, vas a sufrir un poco…

-          Sos muy malo, mira como juego con mi pobre colita a la cual no queres darle de comer….

-          ¿si? Tan malo soy…

La dí vuelta y comencé a hacerle un buen cunnilingus invertido, ella gemía de placer y acabo no menos de tres veces.  En todas las ocasiones su jugo lo sobé con muchas ganas. Una delicia…

Cuando estaba listo para darle placer, ella me retrucó y me dijo… No doy más, vamos a dormir…

Si, la venganza es un plato que se come frio, pero este estaba caliente caliente….

Pasaron unos tres días y recibí un mensaje vía Telegram que me decía:

-          Hola Polar, soy Alessa… ¿Cómo estás? Necesito tu ayuda.

Realmente me sorprendí ya que no esperaba recibir un mensaje de ella, no le di respuesta ya que era evidente que no había pasado nada grave. Pasaron como dos días y directamente me llamó, por lo tanto esta vez no pude esquivar el momento.

-          Hola Polar, no me contestaste el otro día...

-          No, recibí un mensaje pero no sabía quién era. No te tengo como contacto.

-          Decía que era yo, pero no importa. Necesito que nos veamos ya que le quiero hacer un regalo a Peter y nadie mejor que vos ya que lo conoces muy bien.

-          Ok, no hay problema pero estoy realmente muy ocupado… ¿Cuándo queres?

-          Me gustaría el jueves, sobre las 16 hs.

-          Jueves a esa hora imposible, si queres tipo 19 hs me va bien

-          Perfecto, venite solo… (y antes que pueda decirle algo, me cortó)

En mi mente el tiempo parecía volar, estaba planeando que ponerme, que decir, que hacer, como si fuera un principiante. Algo en mí se había movido, pero no sabía aun que era.

Por la tarde Mel estaba hermosamente activa, paseándose por la casa, en busca de guerra. Se había duchado al llegar del gimnasio y yo entré al baño para hacer lo mismo. Mientras estaba secándome entró y me dijo…

-          Tenes que terminar lo del otro día, que estoy toda mojada con solo pensar lo bien que te portaste...

-          Creo recordar que me  dijiste lo contrario...

-          Cállate y vení a comerme que estoy toda mojada, como te gusta avos… una hermosura...

-          La tome de la coleta fuertemente y le di un beso francés muy profundo, mientras metía la mano por delante de su el pantalón de jogging…

-          Hay Polar, me tenes toda abandonada…

-          ¿Te parece? Yo creo lo contrario…

Y sin más la dí vuelta, le bajé su ropa, y me puse a comerla de atrás para adelante… Ella me debía algo y yo quería cobrárselo. Le abría sus nalgas como un libro, pasándole la lengua por sus partes íntimas sin ninguna restricción. Ella cada vez que le hacia analingus se volvía loca de placer y se retorcía como una víbora.

-          Polar, te debo el premio… por favor cojeme por atrás  que me muero de ganas

-          Espera un rato que aún me quedan ganas de comerte más. A esa altura tenia dos dedos bien adentro de su culito, y mi lengua jugando con su perlita que la hacían gemir  como una puta francesa.

-          No puedo, estoy por acabar y ya perdí la cuenta, me dijo... y acabó mientras mi boca succionaba su clítoris con fuerza. Le dije así me gusta, que se vuelva loca, mientras me tomaba todos sus jugos otra vez…

Sin más la subí al mueble del baño y  entré por la puertita de adelante. Ella me gritó no sé cuántas cosas, mientras apretaba sus manos contra mi espalda y acaba casi inmediatamente, luego otra vez y un par de espasmos más me dijo que quería sexo anal. No se lo dí. Generalmente no hago lo que me piden, y esta vez no fue una excepción.

Continuará.