Deseo incontrolable
Relato de un profesor universitario que pierde la cabeza por una jóven y apuesta alumna.
Deseo incontrolable
Me llamo Rafael tengo 32 años, soy moreno, ojos marrones, cuerpo delgado pero al mismo tiempo musculado ya que me cuido y dedico mis horitas al gimnasio, soy profesor de universidad y mi estado civil es soltero y con pareja.
Yo era un profesor al que los alumnos adoraban, era dicharachero, alegre, extrovertido, comunicativo, me gustaba ayudar al alumno en todo lo que fuese posible incluso si me lo requerían en alguna otra asignatura que no fuese la mía, me jugaba mi puesto de trabajo haciendo exámenes clandestinos en mi despacho a personas que durante el curso se habían esforzado y su nota no reflejaba el trabajo realizado.
En el año académico 00-01 les cuento como perdí la cabeza por una chica que cursaba 5º de carrera, se llamaba Juana y solía sentarse en mis clases en primera fila, recuerdo que desde principio de curso me fijé en ella porque sus rizos me parecían graciosos, era bella, blanquita de piel con una cara angelical, tenía una sonrisa preciosa ya que en ella transmitía ternura y a la vez dulzura, tenía un cuerpo muy bonito y unos pechos perfectos de gran talla que me hacían fantasear. No me pude resistir y enseguida miré en mi despacho la ficha de esta niña que me enloquecía, pude observar como llevaba una trayectoria académica impecable y que también simultaneaba la carrera con el trabajo.
En una de las clases planteé un problema para que alguien saliese a resolverlo a la pizarra y cuál fue mi sorpresa cuando entre las personas que levantaron la mano se encontraba Juana, no lo dudé y la invité a que fuera ella, al caminar hacia la pizarra observé como su cuerpo irradiaba sensualidad por los cuatro costados, su sonrisa y sus atributos físicos hicieron que decidiera sentarme porque noté que mi verga comenzaba a despertar y no quería que los demás alumnos me detectaran este punto. Ya sentado pude seguir observando su impresionante cuerpo, mi tranca se hacía más y más grande sin poderla controlar, había olvidado a mis otros alumnos, volví en mi cuando un alumno llamó mi atención formulándome una pregunta y cuando quise levantarme para señalarlo en la pizarra desistí porque aún mi erección no había cesado así que salí del paso como pude. Juana había acabado muy bien el ejercicio y le di las gracias, me volvió a dedicar una sonrisa y una mirada intensa que me llegó a lo más profundo de mi ser, mi corazón se disparó y un fuego intenso invadió mis entrañas, esa simple mirada me había dejado atontado, mi voz se debilitó, que podía hacer, no me podía levantar porque mi tranca aún seguía hinchada y mi voz había perdido fuerza y seguridad.
Chicos copiad el ejercicio, les dejo unos minutos para que acaben les dije y de paso me los daba a mi también haber si conseguía salir del estado de shock en el que Juana me había sumido. Pasados esos minutos pude recuperar mi pulso y volver a la normalidad de las clases, era la 1ª vez en mis 5 años de docencia que me pasaba algo así.
Pasó el tiempo y se acercaba la época del examen parcial, hasta ese entonces seguía contemplando a Juana tanto en clase como en los pasillos de la facultad, era realmente preciosa, la deseaba con todas mis fuerzas pero me frenaba mi faceta de profesor ya que es algo que no está permitido.
Era Jueves, día soleado con lo cuál aproveché para ponerme una de mis camisetas apretadas que con frecuencia y cuando el tiempo me lo permitía solía usar, me encontraba en las dependencias de mi despacho ( tenía horario de tutoría), un lugar acogedor con una mesa, varias sillas, un ordenador y estanterías donde almacenaba los exámenes, libros y demás cosas. Llaman a la puerta, adelante respondí, era ella, me quedé helado, un frío intenso me invadió al ver aquella princesa como posaba en la puerta, venía estupenda y sola, vestía unos pantalones marrones y una camisa lila apretada que le definían perfectamente sus senos, no recordaba haber visto unos senos así, enseguida me di cuenta que se le había marcado la aureola y los pezones, ¿tenía frío o se alegraba de verme?? Su perfume me estaba enloqueciendo, deseaba llegar con mi boca a todos los rincones de su cuerpo.
Me mentalicé para dejar de mirar sus pechos y explicarle sus dudas, pero qué coño, era tan hermosa que tampoco la podía mirar a los ojos, así que decidí agachar la cabeza y centrarme en el ejercicio, pero algo me decía que ella también tenía mi misma situación, palabras que salían entrecortadas de su boca, manos temblorosas, bolígrafos que no duraban un minuto en sus manos, al ver este cuadro no pude resistir elevar la mirada, tenía que saciarme de sus labios, ya no lo podía resistir pero no quería lanzarme tan pronto por si la intuición que tenía de que le gustaba no era real, así que la tomé de la mano, ella respondió satisfactoriamente y comenzamos a acariciarnos sin descanso, que bonita estampa, me chiflaba que me hicieran mimos y caricias, por un momento me dieron ganas de darle una patada a la mesa (una barrera física que se interponía entre los dos).
La cogí suavemente de la mano y la hice levantar para ponernos en lugar donde la mesa no fuera un fastidio. La acerqué a mi y muy suavemente besé su mejilla, no quería ser bruto e ir directo a sus labios, así que mis labios daban pequeños besos en sus cachetes de adelante a atrás y mis manos acariciaban su pelo negro rizado de manera que sintiera seguridad, de vez en cuando nos abrazábamos, era curioso, una sensación de dulzura y deseo, me alejé de su cuerpo para ver su carita y no pudimos resistir el deseo de besarnos en los labios con suavidad, de repente llaman a la puerta y el mundo se me vino abajo, desapareció el momento que durante mucho había soñado, hora de bajarme de la nube, hora de seguir resolviendo dudas. La acompañé a puerta, sus ojos denotaban tristeza por dejarme, hice pasar al alumno que me esperaba en la puerta y le dije a Juana que pasara otro día por el despacho porque no había caído en la cuenta que no llegué a terminar de resolverle su duda y no me iba a privar de pasar otro ratito con ella pero la próxima vez tendré cuidado, le echaré el cerrojo a la puerta y pondré una nota en la puerta diciendo que el horario de tutoría se traslada a otro día. No me dio tiempo a hacer lo previsto, al día siguiente sin esperarla se presentó de nuevo en mi despacho, esta vez llevaba una falda con lo cuál le pude observar sus piernas finas pero a la vez fuertes, cosa que sorprendió de una chica que pasaba parte del tiempo sentada, otra sorpresa más que me dejaba aturdido. La invité a pasar y esta vez me concentré y le expliqué sus dudas pero aproveché para invitarla por la tarde a tomar algo en un local romántico, ella acepto mi propuesta seductora, no podía reprimir mis deseos de poseerla, de entrar en ella, me moría por penetrarla.
Llegó la tarde, el momento esperado, estuve horas antes preparando el momento, limpié mi casa, compré vino, champagne, comida, de todo, no quería dejar escapar ningún detalle.
De nuestra cita en el local romántico no hay mucho nuevo que contar, el fin era llevarla a mi casa y seguimos con las caricias y besitos hasta que ví el momento adecuado y ella aceptó. Al llegar a la casa estábamos los dos muy calientes, para abrir la puerta me situé detrás de ella rozando mi erecta polla contra sus nalgas, ella lo sabía así que ya dentro de la casa estalló la pasión, la abracé con fuerza, llevé mis labios suavemente hasta el glande de su oreja y los chupé lentamente sin parar continuando por su cara y llegando al cuello que poseía restos del perfume, olía tan bien que tenía ganas de morder su cuello pero no quería dejar huellas, pude comprobar en ella una tímida sonrisa que me hacía pensar que esta iba a ser mi noche por fin después de tanto tiempo, continué mi descenso rumbo a esos pechos que tanta falta me hacían, los chupé aún con la camisa puesta, Juana viendo que le estaba baboseando la camisa se la quitó y yo la ayudé con el sostén, que maravilla, la realidad superaba la ficción y volví nuevamente a sorprenderme, eran enormes aunque tenía una aureola pequeña, sin más preámbulos me lancé a por ellas lamiéndolas con suavidad y chupando el pezón a una mientras masajeaba a la otra, parecía un niño pequeño en manos de su madre, me desconsolé de tal manera que me excedí en el tiempo y Juana me presionó la cabeza para que siguiera rumbo hacia su sexo, le desabroché sus pantalones y sus blancas braguitas de seda estaban empapadas, se notaba que estaba tremendamente exitada ya que su estómago tenía a menudo contracciones, me arrodillé en el suelo y comencé a chuparle la cara interna del muslo de arriba abajo, ella sabía que estaba jugando, no aguantó más e introdujo con sus manos mi cabeza en sus bragas pero todavía no había llegado el momento, la cargué en brazos y me la llevé a la cama, sus ojos denotaban lujuria, pasión.
Me acosté de costado junto a ella y le comencé a besar la boca, repentinamente se levantó y comenzó a chuparme el cuello cosa que me excitaba, comenzó a repetir mis mismos pasos hasta llegar a mi polla, la agarró por el tronco y me pasaba su lengua de arriba abajo, mi polla estaba empapada de líquido preseminal que no aguantaba más ahí porque iba a explotar, me recorría los bordes del capullo, me daba mordisquitos, yo intuía que no me iba a mamar la tranca y seguiría jugando conmigo eternamente en clara venganza a lo que yo le hice antes así que me la quité de encima y le di lo que quería, mi lengua recorrió su coño ante sus jadeos, su clítoris estaba hinchadísimo y no tardaría mucho en reventar así que se lo mamé no tardando ni medio minuto en correrse con gritos de placer, lo puso todo perdido, no paraba de emanar líquidos y yo no la iba a soltar, una vez concluyó me dispuse a ponerme el condón pero ella se incorporó, no se de donde sacó la fuerza porque parecía extasiada, agarró mi verga y la chupó con fuerza separándose en el momento de mi precoz corrida, mis gritos debieron alarmar a los vecinos, mi leche bañó a Juana, que saboreaba parte del semen que le cayó en su boca, nunca había expulsado tal cantidad de fluidos incluso llegando restos a su pupila, pechos y estómago.
Me había corrido, pero mi pene lejos de estar flácido seguía erecto, que me pasaba, había tenido la mejor corrida de mi vida pero seguía como una moto, decidimos irnos a la bañera para que ella eliminara los restos de esperma y la follé apoyándola contra la pared y rematando la faena en postura misionera en la cuál llegamos ambos al orgasmo, todo hay que decir que ella llegó un poco antes. Fue un polvo un poco salvaje ella me pedía que lo hiciera más fuerte y más rápido, quería más y más. Nos fuimos a la cama, estábamos muy cansados, nunca antes había disfrutado tanto. Esa noche fue muy ajetreada, no paramos de follar en toda la noche hasta que ya no pude más, mi pene me dolía tanto que no sentía mi mano cuando la sacaba a orinar.
Juana y yo nos seguimos viendo varias veces más para repetir relaciones esporádicas, hasta que conocí a mi actual pareja. Ella acabó la carrera ese año y la vida le marcha muy bien, cosa de la cuál me alegro.