Deseo entre las dunas
Trata de como una pareja de jóvenes "pasa el día" un caluroso mes de Junio en la playa.
Deseo entre las dunas
Todo comenzó un caluroso día a principios de Junio, donde ya se habían acabado las clases y en el que mi novia y yo teníamos planeado ir a la playa con una pareja de amigos, todos con 18 años y universitarios. El plan era coger el coche y conducir los escasos 30 Km que hay desde nuestro pequeño pueblo hasta llegar a la playa, pero el día no empezó todo lo bien que habíamos planeado. Eran las 9 de la mañana y estábamos ansiosos por aprovechar el día, teníamos programadas un montón de juegos y actividades, pero finalmente se truncaron ya que esa misma noche nuestros amigos tuvieron una pequeña pelea y decidieron no venir, trastocando nuestros planes. Aún así, no íbamos a dejar escapar la oportunidad de pasar un día en grande, aunque fuéramos nosotros dos solos. Sobre las 10 de la mañana llegamos a la playa, aparcamos el coche y descargamos las cosas, lo típico… la sombrilla, las toallas, las palas, la pelota, las sillas… parecíamos burros de carga.
La playa era grande y amplia, con una arena fina y clara, grandes olas y poco frecuentada por turistas, además tenía una zona de pinos en la que poder resguardarte del fuerte sol del mediterráneo. Estábamos prácticamente solos, ya que a principio de Junio la gente aún no disfruta de sus vacaciones, únicamente habían dos parejas, uno de ellos con un bebé, y dos chicas jóvenes que parecían lesbianas.
Una vez montamos el chiringuito, mi novia me pidió que le echara crema para no quemarse, se tumbó en la toalla, me pasó el bote y empecé con la tarea. He de decir que mi novia es una chica morena, de casi 1’70 con el pelo largo y ondulado, ella dice que tiene los pechos algo pequeños, pero a mí me encantan, es delgada y con unos ojos extraños pero que a la vez llamativos. Primero empecé restregando la crema por su espalda, por el cuello y fui bajando hacia la cintura, seguí por los tobillos en dirección ascendente hacia los muslos. Ella me abrió un poco las piernas para facilitar el trabajo, y eché crema por la parte interior de sus muslos, casi rozando su chochito a través del bikini. Al poquito tiempo se dio la vuelta para que parase y echara la crema por el resto del cuerpo, diciéndome que se estaba empezando a poner un poco caliente. Empecé a echarle crema por delante siguiendo más o menos la misma operación, primero por la clavícula, después bajando la barriga, después desde los tobillos hasta la cintura, pasando por los muslos y metiendo disimuladamente la mano debajo de su bikini negro para sentir de cerca su chochito, y fue ahí donde me di cuenta que lo llevaba rasurado excepto un pequeño triangulito. La verdad es que con todo esto yo también empecé a ponerme caliente y rápidamente me tumbé para que no se diera cuenta, poniendo como excusa que ella hiciera lo mismo con la crema.
La mañana fue de lo más entretenida, nos bañamos en el mar, jugamos con la pelota, hicimos un pequeño castillo para después derribarlo, hicimos también un hoyo de poca profundidad, pero bastante grande, en el que pusimos la sombrilla en medio todo lo baja que pudimos, para disfrutar de algo de intimidad. La verdad es que el experimento funcionó, ya que no se nos veía casi nada. Con todo esto se nos hizo pronto la hora de comer. Decidimos quedarnos en la playa, para no tener que transportar todos los bártulos de un sitio para otro. No hicieron lo mismo el matrimonio del bebé, quienes se marcharon a la pinada y las dos chicas, que me pareció ver que cogieron el coche para regresar a su ciudad. Por lo que nos quedamos la otra pareja y nosotros.
La comida no era gran cosa, una tortilla de patatas, algo de fruta y unos refrescos que nos bebimos rápidamente ya que hacía mucho calor. Después de la comida decidimos no meternos en el agua para que no se nos cortase la digestión. No sabíamos que hacer y como habíamos traído una baraja de cartas se me ocurrió un juego. Pensé que podía estar bien y ser algo excitante. El juego era algo simple, consistía en que teníamos que sacar una carta de la baraja, y sin que la viera el otro adivinar el número de la carta, para ello disponíamos de un intento, y quien acertara podría mandar cualquier cosa. Al principio empezamos con tonterías, como tócate la nariz con el dedo gordo del pie o imitar a algún animal, pero conforme fue avanzando el juego se fue calentando el ambiente. Esta vez había ganado yo, y como sabía que mi novia era algo vergonzosa, le dije que se quitara la parte de arriba del bikini, al principio fue un poco reacia, pero enseguida cedió. Pude contemplar sus bonitos pechos, algo blanquecinos, y el corte que le había producido el moreno del bikini. La siguiente partida la ganó ella, y me mandó pasar el resto del juego con la mano derecha agarrando mi pene.
Se hicieron las 4 de la tarde, y el matrimonio que estaba en la playa con nosotros decidió marcharse, por lo que nos quedamos solos en la playa. Esporádicamente se divisaba alguna persona haciendo footin, pero nada más. Lo tenía claro, la siguiente partida que ganase le pediría que se quitara la parte que le quedaba del bikini, y así fue. He de decir que me costó mucho convencerla, ya que aunque estuviéramos solos le molestaba mostrar su cuerpo desnudo en medio de la playa. Finalmente se desnudó por completo y pude ver su cuerpo desnudo bajo la sombra de la sombrilla. No me pude resistir y di por finalizado el juego abalanzándome sobre ella. Empezamos a besarnos y me quito el bañador que llevaba puesto. Mientras la besaba acariciaba sus pechos con mis manos, pellizcando sus pezones y haciendo que se pusieran duros, seguí besando su cuello, bajando poco a poco para besar sus pechos y mordisquear sus pezones. Mi mano se deslizaba poco a poco hacia su sexo mojado por la excitación, jugaba con sus labios y su clítoris y finalmente introduje un dedo dentro de él. Cambié mi posición y empecé a juguetear con mi lengua en su chochito, succionando su clítoris e introduciendo mi lengua dentro de la vagina.
Ella estaba muy cachonda, y no pudo evitar emitir algún que otro gemido, seguí a lo mio, sabía que le gustaba y quería darle ese placer. No paré hasta que llegó al orgasmo, gritando de placer mientras lamia su sexo. Me pidió que se la metiera y le hice caso, introduje mi pene erecto en su vagina, suavemente hasta que hizo tope con la entrada de su útero, produciéndole un gran placer. Primero iba despacio, pero poco a poco iba aumentando el ritmo, hasta que no pude más y le dije que me iba a correr, saque mi pene y me masturbó hasta que derramé mi semen sobre su pecho.
Nos quedamos unos minutos en el pequeño hoyo, bajo la sombrilla y le propuse bañarnos para así limpiarnos, pero que teníamos que ir desnudos el resto de la tarde. Al estar solos esto no fue problema alguno. Ella salió primero y pude contemplar sus curvas caminando hacia la orilla de la playa, desnuda, moviendo su culo, contoneándose a cada paso.
La sensación de bañarse desnudos era agradable, nunca antes habíamos hecho esto y nos sentíamos muy cómodos y liberados, nos besábamos mientras las olas nos empujaban hacia la orilla. Nos tumbamos en la orilla, abrazados, besándonos a la vez que el agua del mar mojaba parte de nuestros cuerpos.
Mientras nos besábamos me dijo que había cogido las llaves de una casita que tienen sus padres junto con unos amigos en el pueblo de al lado, estaba a unos 2 Km de la playa y a las afueras del pueblo, pero era perfecta para pasar la noche los dos solos. Así que recogimos, nos vestimos y fuimos hacia el coche para ir a su casa.
La casa olía a cerrado, ya que no se había visitado desde el verano anterior, abrimos las ventanas y limpiamos un poco antes de meternos en la ducha. Mientras yo ordenaba las cosas y estiraba las toallas para que se secaran. Me fijé en como barría el suelo, iba en bikini por el calor que hacía, ya que aún no era de noche, me acerqué por detrás y le deshice el nudo del bikini, le tapé los ojos con éste y lo até a su cabeza para que no viera absolutamente nada. Estaba de pie, con sus pechos firmes al aire, la tumbé en el sofá y comencé a besarla, primero los labios, introduje mi lengua en busca de la suya, bajé por el cuello hasta la clavícula, comencé a lamer sus pechos mientras los acariciaba con las manos. Tenía a mi novia tumbada en el sofá, semidesnuda, excitada y sin ver nada. Estaba muy caliente, me desnudé y puse mi pene cerca de su boca, pasando muy cerca de sus labios, hasta que abrió la boca y sacó la lengua para lamer la punta de mi pene, se incorporó levemente y lo introdujo entero dentro de su boca, no es muy grande pero estaba muy hinchado y apenas le cabía en la boca. Comenzó a juguetear con su lengua, lo sacó de su boca y lamió mis testículos hasta que los metió en su boca. Sabía que iba a ser un día algo caliente, por lo que yo también había eliminado el pelo de esa zona para facilitar el trabajo.
Mientras ella chupaba mi pene, yo iba bajándole lentamente la parte baja del bikini, dejándola completamente desnuda, acaricié suavemente su clítoris y no pude evitar introducir un dedo en su jugoso coñito. Me pidió ir a la ducha, por lo que la levanté en peso y fuimos hacia la ducha, allí abrimos el agua caliente y pusimos el telefonillo del agua de tal forma que callera sobre nuestros cuerpos. Ella seguía sin ver nada y se dejaba hacer cualquier cosa, por lo que la levanté y le metí mi pene, lo hicimos durante unos minutos de pie. Enseguida me cansé, nos sentamos en el suelo de la ducha y ella empezó a moverse sensualmente, de atrás hacia delante, rozándose el clítoris con mi cuerpo. Nunca le había oído gemir de aquella manera, me confesó que eso de no ver nada le ponía muchísimo y que con esa postura sentía todo mi pene en su interior. Nos corrimos los dos, primero ella y después yo, derramando todo mi semen en el interior de su vagina.
Después de ducharnos, decidimos ir a cenar a algún restaurante cercano, pero como la casa estaba a las afueras del pueblo, y era muy difícil aparcar por aquellas calles, decidimos ir dando un paseo y disfrutar de la temperatura tan agradable que hacía. Para hacerlo algo más picante, propuse a mi novia ir sin ropa interior, al principio se negó, pero al igual que en la playa, conseguí convencerla, pidiéndome a cambio que yo también fuera sin ropa interior. Ella iba con una camiseta azul ceñida al cuerpo que marcaba la silueta de sus pechos, una minifalda vaquera y sandalias, llevaba el pelo recogido en una cola y no se había maquillado, ya que no le hacía ninguna falta. Yo iba con unas bermudas vaqueras, con las piernas depiladas, una camisa de manga corta por fuera y unas zapatillas veraniegas
El recorrido fue entretenido, conversamos durante todo el camino, pensando en qué lugar podíamos cenar. Finalmente decidimos ir a un restaurante modesto, ya que nuestro poder adquisitivo es diminuto. La verdad es que tenía buena pinta, las mesas eran redondas y con un mantel largo rojo hasta el suelo. Pedimos una ensalada para cada uno y una ración de patatas al horno. Mientras esperábamos la comida, noté como mi novia me acariciaba el pene con su pierna por debajo de la mesa, y como no se veía gracias al mantel, lo hacía sin ningún tipo de disimulo. La verdad es que me estaba poniendo caliente y no tenía intención ninguna de decirle que parara, quería hacer lo mismo pero su faldita no quedaba cubierta y cantaría mucho.
Llegó el camarero con la cena, cenamos y pedimos los postres. Durante toda la cena estuve caliente, intentando no pensar en ello, pero me era imposible. Pedimos la cuenta y nos recomendaron un lugar para ir a tomar unas copas. Decidimos aceptar la propuesta y nos dirigimos al local recomendado, yo me pedí una copa de brugal con azúcar moreno y mi novia un malibú con piña. Poco a poco empezamos a chisparnos y pensamos que lo mejor era dar un paseo por la playa para que no fuera a más.
Llevábamos una cámara de fotos y mi novia propuso echarnos unas fotos en la orilla, primero fueron fotos normales y luego nos fuimos calentando un poco y pusimos posturas algo mas sexys. Me sorprendió mucho cuando me dijo que se iba a quitar la ropa y que quería tener unas fotos desnuda en la playa, pensé que el alcohol le había afectado un poco, pero la verdad es que se mostraba bastante serena. Estaba muy oscuro, a si que no había peligro de ser vistos, se fue desnudando poco a poco y yo accionaba la cámara de fotos sin parar. Acariciaba sus pechos sensualmente y tenía los pezones bastante duros, cuando se tumbó en la arena me acerque para tomar unos primeros planos, estaba preciosa y ponía unas poses que a cualquiera le gustaría poder ponerlas, no pude resistirme y empecé a lamer su chochito. Agarró la cámara de fotos y me fotografió mientras le comía su sexo, jugaba con sus labios, introducía mi lengua en su vagina y jugaba con su clítoris hasta oírla gemir, llegó al orgasmo rápidamente y derramó sus flujos en mi lengua.
Cuando acabamos se vistió y paseamos hasta llegar a la casa. Yo llevaba mi mano metida en su minifalda y ella metida en el bolsillo de mi pantalón, no paraba de magrear su culito e intentaba introducirle un dedo por su vagina, pero si no habría un poco las piernas me era imposible. Estábamos ya en la puerta de su casa, se había hecho muy corto el paseo, no sé si era por la excitación que me producía la situación o porque no paraba de pensar en lo que íbamos a hacer esa noche.
Entramos en la casa y nos pusimos cómodos, sin mediar palabra se quitó la ropa y se quedó desnuda, eso me dejo boquiabierto y decidí acompañarla. Nos tumbamos en el sofá, nos abrazamos y nos besamos. Ella me dijo que quería tener unas fotos mías desnudo, ya que en la playa solo había posado ella. Pensé que era buena idea y no dudé en hacer alguna que otra pose, sin mucho éxito porque mi novia empezó a reírse. Seguimos con las fotos mientras nos lamíamos nuestros sexos, ella introducía me pene en su boca, poniendo una cara picante y yo echaba las fotos, y luego a la inversa. Me tumbó en el suelo e hicimos un 69, no paraba de lamer mi pene erecto, de jugar con mis testículos y de gemir mientras yo hacía lo propio con su coñito.
Ella tomó las riendas de la situación y me pidió que no me moviera, que me dejara llevar y que ella se encargaría de todo. Se sentó sobre mi pene y lo introdujo con fuerza, emitió un gemido de dolor, pero a la vez del placer que le producía y empezó a saltar para que se introdujera hasta el fondo. Yo le tocaba el clítoris con una mano y con la otra sus pechos, pellizcaba sus pezones y ella empezaba a moverse más rápido, en movimientos verticales y giratorios, lo que nos producía a ambos un tremendo placer. Le advertí que no iba a durar mucho y así ocurrió, me pidió que me corriera en sus pechos y así lo hice, cuando acabé de expulsar todo mi semen se lo metió en su boca limpiándolo por completo, tragando los pocos restos que quedaban en él. No me podía creer lo que estaba viendo, ella siempre se había negado a hacer tal cosa, pero supongo que era una ocasión en especial y quería aprovecharla.
La noche no se quedó ahí, seguimos disfrutando de nuestros cuerpos como nunca lo habíamos hecho y hasta el día de hoy he de decir que ha sido la vez que más he disfrutado, mi novia me confesó que recordaría ese día para siempre, porque disfrutó como nunca lo había hecho.