Deseo de hijo. Deseo de madre
Eva descubre lo que Pedro siente por ella. Y Ya nada será como antes
Eva terminó de limpiar el salón. Ahora le tocaba la leonera, como llamaba al cuarto de Pedro, su hijo. Ya había desistido de intentar que él lo mantuviera ordenado. Abrió la puerta y se encontró con calcetines sucios tirados por el suelo, la ropa del día anterior hecha un ovillo sobre la silla y en la mesa de estudio un yogur vacío con una cuchara dentro.
-Ay, este chico. ¿Cuándo madurará?
Empezó a recoger. Primero los calcetines. Dobló la ropa pero decidió que ya necesitaba lavadora. Hizo la cama, barrió el piso e intentó poner en orden el desaguisado que era la mesa, llena de apuntes, notas y fotocopias. Pedro le había dicho muchas veces que no le tocara los papeles, que los tenía ordenados.
-¿Ordenados? Pero Pedro... ¿Cómo puedes encontrar las cosas así?
-Mamá. Están todos ordenaditos. Sé donde está cada cosa. Si me los mueves, me trastocas el sistema.
Por eso, procuró no mezclarlos y sólo los apiló un poco mejor, para que pareciese que sobre la mesa acababa de pasar un vendaval.
Sobre la mesa había una repisa con videojuegos y libros. Era lo único del cuarto que estaba más o menos decente. Sólo había una libreta de anillas un poco descolocada, así que con un dedo la empujó y la puso bien entre dos libros.
Le llamó la atención. No se había fijado en esa libreta antes. Curiosa, la sacó y la hojeó.
Las primeras páginas estaban escritas a mano. El resto, en blanco. Reconoció la letra de Pedro.
-Vaya, a ver si mi Pedrito me va a salir escritor.
Sabía que no tenía derecho a leer aquello. Pero no pudo resistirse a abrir por una página cualquiera.
"Hoy estaba preciosa. Con un traje ajustado que resaltaba su precioso culito. No pude dejar de imaginarme recorriendo sus amplias nalgas con mis manos. No pude evitar que la polla se me pusiese dura mirándola"
-Coño - dijo Eva - Parece un diario. ¿Quién será esa chica? No me ha dicho nada de una novia.
Siguió leyendo.
"Sin que se diera cuenta me sobé la polla sobre el pantalón. Mientras lo hacía me imaginaba que me acercaba a ella, me pegaba a su espalda y le restregaba mi dura barra por el culo. Ella gemía, me miraba y me sonreía. Yo le besaba el cuello, que ella me ofrecía cerrando los ojos. Mis manos iban hacia sus tetas. Se las agarraba, se las acariciaba, notando sus ya duros pezones".
-Vaya con Pedrito
"Le levanté la falda. Ella se bajó las bragas y se echó hacia adelante. Me dijo...
-Fóllame mi amor. Estoy muy mojada por ti.
Me bajé la bragueta, me saqué la polla y se le clavé. Su coño estaba tan mojado que resbaló hasta el fondo. Los dos gemimos de placer y comencé a follarla.
Todo eso me lo imaginaba mientras ella seguía dándome la espalda y yo me tocaba la polla por encima del pantalón. Si se hubiese dado la vuelta me habría pillado, y yo me hubiese muerto de vergüenza. Por eso, me di la vuelta y me fui. "
Eva pasó unas cuantas páginas más y leyó otro párrafo.
"Esta mañana me he levantado muy caliente. Creo que soñé con ella. Tenía la polla muy dura. Llevé una mano hasta ella y me empecé a masturbar. Cerré los ojos y mi mente se llenó con su imagen. Su linda cara, sus sensuales labios. Sus generosas tetas. Ese culito redondo y tentador. Mi mano subía y bajaba a lo largo de mi polla mientras repasaba una y otra vez su cuerpo. El día anterior ella llevaba un gran escote y me pasé mucho tiempo mirándola."
Parecía que su hijo estaba enganchado a aquella chica. ¿Por qué no le decía nada? Eva sabía que Pedro era un poco tímido, pero tenía que luchar por lo que deseaba. Quizás si hablara con él... Pero no. Él se daría cuenta de que había leído su diario.
"Sí, mirándola, deseándola. Mi mente no dejaba de imaginar cosas. Imaginé que sentiría si ella me dejase meter mi polla entre sus preciosas tetas. Si me dejase follárselas hasta que no pudiese más y me corriese a borbotones entre ellas. Cuando me corro pensando en ella siempre lo hago con fuerza, con intensidad. Seguro que mi leche le golpearía en el cuello, en la cara. Ella me miraría sonriendo, y me diría:
-Mira como le has dejado la carita a mami"
La libreta se le cayó de las manos a Eva. ¿Hablaba de ella? ¿La chica de quien Pedro hablaba era ella? No podía ser. Tenía que ser un error. Con el corazón latiéndole como loco recogió la libreta y leyó la primera página.
"Sé que está mal lo que pienso. Sé que está mal lo que deseo. Pero no puedo evitarlo. No hay mujer en el mundo que me atraiga como ella. Es mi madre, y la quiero. Aún así, mis ojos la ven como a una mujer. Mi cuerpo la desea."
Las piernas de Eva flaquearon. Se sentó en la silla sin soltar la libreta. Le quedó claro que sí se refría a ella. Bajó la mirada y continuó leyendo.
"Fue ella la primera mujer en la que me fijé. Cuando empecé a ser hombre era ella la que estaba a mi lado. La primera a la que deseé. Y aún la sigo deseando. Eso me hace sentir mal. No está bien que tenga estos deseos hacia ella. Es mi madre. La amo como madre. Pero la deseo como mujer.
He intentado muchas veces no pensar en ella. Pero la veo todos los días. Su sonrisa. Su cuerpo. Mis ojos la siguen. Mi cuerpo reacciona. Llevo mucho tiempo así, deseándola en silencio. Sufriendo por ese deseo en silencio. Por eso he decidido escribir este diario. Porque me he dado cuenta de una cosa. De que a pesar de todo. A pesar de saber que está mal, también me gusta sentirlo. Cuando la miro y tengo fantasías con ella me siento bien. Aunque después me diga a mí mismo que soy un pervertido, en esos momentos soy feliz.
Quizás, si plasmo aquí todos mis deseos, todas mis fantasías, se queden aquí. Encerradas en estas páginas las mantendré a ralla."
¿Cómo era posible aquello? ¿Cómo podía Pedro desearla así? No sentía una mujer deseable. Y menos para un joven como su hijo. No sabía que pensar. Cómo sentirse. Pasó la primera hoja. En el encabezado ponía "Martes, 3 de julio de 2012". Eso fue hacía tres meses.
"Ya se acabaron las clases y los exámenes. Ahora estoy todo el día en casa. Todo el día viéndola. Hoy me levanté temprano. Ella aún no se había levantado. Fui a la cocina a prepararme algo de desayuno. A los pocos minutos, ella apareció en la cocina. Cuando la vi me quedé maravillado. Vestía su pijama rosa, ese tan ajustado. Se frotaba los ojos y tenía el cabello revuelto"
Eva se había dicho varias veces que tenía que tirar ya ese pijama. Había cogido un par de kilitos y le quedaba bastante ajustado, pero aún no lo había hecho.
"¿Cómo no voy a desearla? Era la viva imagen de la lujuria. El pelo revuelto sólo me hacía pensar en ella revolcándose en la cama. Llevaba sujetador, y pensé que no llevaba bragas. El pijama era tan ajustado que se le había metido por la rajita de su coño. La polla se me puso dura en el acto. Menos mal que estaba sentado. Con el pijama que yo llevaba ella me habría visto el bulto enseguida. Se acercó a mí y me dio un beso.
Aún estaba adormilada. Se dio la vuelta y su culo quedó a mi vista. Confirmé que no llevaba bragas. Al menos no le aprecié ninguna costura. Lo que sí aprecié es la belleza de su culito. Mi madre tiene sin duda uno de los culos más bonitos que he visto. Redondo, rotundo. Hubiese deseado alargar una mano y acariciarlo. Lo que hice fue acariciar mi polla por encima del pijama sin apartar mis ojos de aquella belleza".
El corazón de Eva no había dejado de latir con fuerza mientras leía las palabras de su hijo. Recordó que en julio habían empezado los calores. Y aunque casi siempre dormía con bragas y sujetador, a veces lo hacía sin bragas. Ese sábado que Pedro comentaba debió ser uno de esos días sin bragas.
Extrañamente, le gustó lo que Pedro había dicho sobre su culo. De novia con su marido muchas veces éste se lo dijo. Que tenía el culito más lindo del mundo. Los primeros años de casados también se lo decía. Le gustaba cuando se lo acariciaba con mimo. Cuando lo besaba. Cuando lo lamía. Incluso llegó a gustarle cuando se lo penetraba hasta que se lo llenaba de leche calentita.
Pero todo aquello ya había pasado. Ya no le decía nada. Ya casi ni la tocaba. Había engordado un poco. Ya no era una jovencita. El tiempo no pasa en vano. Aún así, a su hijo le parecía que su culo era hermoso. Aquellas palabras las sintió como un piropo. Uno de esos piropos que te hacen sonreír.
"La miré mientras se preparaba un café con leche.
-¿Qué vas a hacer hoy? - me preguntó.
-No lo sé. Descansar. Hacer el vago.
-Jajaja. Te lo has ganado.
Ummm, su risa me encanta. Se le ilumina la cara cuando se ríe. Se dio la vuelta y su risa hacía que sus tetas se movieran arriba y abajo. Lo que daría por poder vérselas. Deben de ser preciosas"
Eva se miró las tetas. Ya no eran lo que fueron: Estaban algo caídas. Pero a Pedro le gustaban.
"-Voy a darme un ducha y después iré de compras. ¿Me acompañas?
-Claro mami
Miré como salía de la cocina. Mis ojos clavados en el contoneo de sus caderas, en el suave temblor de sus nalgas. Fue primero a su cuarto a por ropa y después oí la puerta del baño. Mi padre no estaba. Siempre se iba a caminar los sábados por la mañana temprano, así que me acerqué a la puerta del baño.
Pegué la oreja a la puerta. Oí el agua correr. Ella estaría desnuda, con el agua cayendo sobre su cuerpo. Yo sabía que la puerta del baño no estaba cerrada.
¿Y si entraba? La vería desnuda, al fin. Todo su cuerpo. Las partes conocidas y las partes imaginadas.
Pero no lo hice. No me atreví. Sólo me atreví a sacarme la polla y hacerme una paja oyendo el agua. Cerré los ojos e... imaginé"
Eva recordó aquel sábado de Julio. Recordó como fue al súper por la mañana acompañada por Pedro. Recordó aquella ducha. ¿Era todo aquello cierto? ¿Mientras ella se duchaba Pedro estaba al otro lado de la puerta masturbándose?
"Imaginé que me atrevía. Que abría la puerta y entraba al baño. Ella no me oía. Me desnudaba con cuidado y entraba en la bañera. Ella me daba la espalda, enjabonándose.
Me acercaba. Hasta que mi cuerpo se pagaba al suyo. Hasta que mi polla se aplastaba contra su culo. Ella se quedaba quieta y yo me restregaba contra sus nalgas.
-Hola mami.
-Hola mi amor - me decía, moviendo su tentador culito contra mí.
Yo llevaba mis manos hasta sus tetas. Las cogía, las acariciaba. Notaba sus pezones duros y los pellizcaba entre mis dedos. Ella gemía.
-Ummmm que rico... ¿Te gustan las tetas de mami?
-Me gusta todo de ti
Besaba su cuello. Ella doblaba la cabeza, ofreciéndomelo. Después, se daba la vuelta y nos mirábamos a los ojos. Yo veía como ella bajaba la mirada y clavaba sus ojos en mi polla. Con una sonrisa pícara me la cogía con una mano y empezaba a hacerme una suave paja.
Mientras yo imaginaba todo eso, seguía oyendo el agua correr. Mi mano seguía subiendo y bajando a lo largo de mi polla. En mi mente era su mano, no la mía.
-Ummm, qué durita tiene mi niño la polla. ¿Es por mí? ¿Mami te pone la polla así?
-Sí, es por ti, mamá. Llevas años poniéndome la polla así de dura.
La besaba. Juntaba mis labios a los suyos y le comía la boca. Nuestras lenguas se entrelazaban, nuestras salivas se mezclaban. El agua caliente caía sobre nosotros.
-Mamá... te deseo tanto. Te quiero follar...ya...ahora...aquí mismo.
-Ummm, mi niño se quiere follar a su mami. Yo también quiero que mi bebé me folle. Quiero que mi niño me meta su linda polla en el coñito que lo trajo a este mundo...
La apoyaba contra la pared. Ella me rodeaba con sus muslos y mi polla entraba dentro de ella. Resbalaba hasta el fondo de su coño.
Mordiéndole el cuello empezaba a follarla.
El agua dejó de sonar. Mi madre ya había terminado de ducharse. Yo estaba a punto de correrme. Quise hacerlo allí, contra la puerta del baño, para que ella lo viera. Para que supiese como la deseaba.
No me atreví. Salí corriendo hacia mi cuarto, cerré la puerta, me acerqué a la mesa y estallé. Una catarata de leche salió de mi polla sobre la mesa de estudio. Fue un orgasmo intenso, que me hizo cerrar los ojos y apretar los dientes. Yo seguía imaginando. Me estaba corriendo dentro de ella. Y ella se corría conmigo mientras el agua caía sobre nosotros.
Me encantó pasarme la mañana con ella en el súper. Aunque las miradas que algunos hombres le echaban me ponían celoso."
Eva casi jadeaba. El corazón no había dejado de latirle con fuerza mientras leía. Y otra cosa. Algo que le chocó. Estaba excitada. Tenía los pezones duros, marcados en la tela. Y el coño lo notaba mojado.
¿Cómo era posible?
¿Era por lo que había leído? Sin duda eran palabras llenas de erotismo, de sexo, de morbo.
¿Quizás por saberse deseada? A todos nos gusta saber que los demás nos encuentras atractivos. Que despertamos el deseo en otros. Toda mujer se siente bien cuando sabe que los hombres la desean.
¿O era porque se trataba de Pedro? ¿Estaba tan excitada por saber que a Pedro le gustaba como mujer? ¿Por saber que tenía fantasías con ella?
Se dijo que era por todo. Por leer aquellas fantasías. Por sentirse deseada. Y por que fuera Pedro quien la deseara. Se dijo que aquello estaba mal. Qué él no debía tener aquellos pensamientos sobre ella. Que ella no debía sentirse bien por saberlo.
Estaría mal. Sería abominable. Sería el mayor de los pecados. Pero el coño le palpitaba. Juntó las piernas y sintió placer.
Hacía mucho, mucho tiempo que Eva no estaba tan excitada, tan caliente. Tan... cachonda.
¿Qué más diría Pedro sobre ella? ¿Qué más fantasías tendría? Pasó la hoja, dispuesta a averiguarlo. Pero cerró la libreta de golpe.
-No. No, no y no.
La dejó donde la había encontrado y salió del cuarto de su hijo.
-No leeré más su diario - se prometió a si misma.
+++++
Al medio día, cuando Pedro regresó de clase y le dio, como siempre, un beso en la mejilla, Eva se estremeció. Se dio la vuelta y siguió preparando la comida.
"¿Me estará mirando? Seguro que me estará mirando. Tendrá sus ojos clavados en mi culo"
Eva se ruborizó ligeramente. Ahora sabía lo que él pensaba de ella. Ahora se sentiría siempre observada.
Durante la comida sus miradas coincidieron varias veces. Ella la apartaba con rapidez.
-¿Cómo empieza el curso, Pedrito? - preguntó su padre.
-Muy bien papá.
-Si te sale tan bien como el curso pasado, tendrás lo que te prometí.
-Gracias papá - respondió contento.
Lo prometido era una moto. Así no tendría que ir en autobús a la facultad. Sabía que a su madre no le gustaba la idea de la moto, pero un coche era demasiado caro.
Por la tarde Eva se quedó sola en la casa. Como cada tarde, veía la tele en el salón. Pero no tenía la mente allí. Miraba la pantalla sin verla. Pensaba en Pedro. En lo que había leído. Tenía una extraña sensación en el cuerpo. Una sensación que sólo había tenido otra vez en su vida. Antes de casarse, cuando empezó a tener relaciones sexuales con su novio. Cuando pensar en él la excitaba. Cuando sólo deseaba estar con él, besarlo, ser besada, ser acariciada...ser... follada.
Esa pasión, esa mezcla de amor, deseo y lujuria ya había pasado. El tiempo la fue diluyendo poco a poco hasta hacerla desaparecer. Hasta que la lectura del diario de Pedro la había hecho reaparecer.
La primera vez que la sintió fue algo hermoso. Nació el amor, el matrimonio. Un hijo. Esta segunda vez era algo... impensable. Algo que tenía que desterrar de su mente.
En la pantalla se sucedían imágenes sin sentido. Su mente la empujaba al cuarto de Pedro. Al diario.
Sonó el teléfono y dio un respingo. Se levantó. Reconoció el teléfono. Era su amiga Rosa.
-Hola Rosa.
-Hola Evita. ¿Qué haces?
-Nada, ver la tele.
-Bah, y yo. No hay nada interesante. ¿Vamos a dar una vuelta?
-Ay, sí. Necesito despejarme un poco.
-Vale. Nos vemos donde siempre.
A la media hora las dos amigas estaban sentadas en una cafería.
-¿Qué te pasa, Eva?
-Nada. ¿Por?
-Estás muy callada. Estás en otro sitio.
-No me pasa nada, de verdad.
Rosa se acercó a Eva y le susurró:
-Aquellos dos chavales no nos quitan el ojo de encima.
Eva miró con disimulo. Eran dos chicos, de la edad de su hijo, más o menos.
-No seas tonta, Rosa.
-Que sí, mujer. Uf, quien pillara a un yogurín de esos. Seguro que me quitaba las telarañas del coño.
-Jajaja Rosa, pero que brutita eres.
-Evita, no sabes las ganas que tengo de echar un buen polvo. Y seguro que con un jovencito de esos haría maravillas.
-¿Es que tu marido no te atiende como es debido?
-¿Acaso el tu yo sí?
Eva desvió la mirada.
-Umm, ya veo que estás igual que yo, Evita.
-No todo es culpa suya. Ya no soy una jovencita. Me hago vieja.
-¡Toma coño! Ni ellos tampoco son unos pimpollos. Ya tienen barriguita y las cabezas se les empiezan a pelar. Seguro que se les van los ojos detrás de las jovencitas.
-Seguro.
-Pues a mí se me van detrás de los jovencitos.
-¿Serías capaz de ponerle los cuernos a Rodolfo?
-No sé. Pero si uno de esos de la mesa de al lado me lo propone, creo que sí.
-Yo no sería capaz. ¿De verdad piensas que un chico como ese se sentiría atraído por alguien de nuestra edad?
-He oído que hay muchos jóvenes a los que les atraen mucho las maduritas.
Eva se estremeció al recordar las cosas que su hijo había escrito sobre ella.
-¿Otra vez con la mirada pedida, Eva?
-¿Eh?
-Ummm, ¿No tendrás tú algún rollito y me lo estás ocultando?
-No, no. Claro que no.
-Evita. Te conozco como si te hubiese parido. Cuenta, cuenta. ¿Quién es él? ¿Lo conozco? ¿Qué edad tiene? ¿Está bueno? ¿Tiene una buena polla?
-Ay, que boba eres. No hay nadie, mujer.
-No te lo voy a quitar. Podríamos... compartirlo. Jajaja.
Rosa la miró con los ojos entornados. Eva trató de disimular.
-Ya me enteraré.
Eva cambió de conversación. Empezaron a criticar a las amigas que no estaban presentes. Siempre es divertido poner verde a quien no está delante. A más de una le pitaron los oídos esa tarde, seguro.
Cuando cerca de las ocho de la tarde se despidieron, Rosa insistió.
-¿Y quién es él?
-Pesada. No hay nadie, coño.
-¿A qué dedica el tiempo libreeeeeeeee? - añadió Rosa tatareando la canción de Perales.
-Jajaja. Capulla. Adiós. Se buena.
Cuando Eva llegó a su casa Pedro estaba viendo la tele.
-Hola mami. ¿De paseo?
-Sí, me tomé un café con Rosa.
-Seguro que pusieron verde a más de una.
-Jajajaja, sí. Y a más de uno también.
-Uf, dos mujeres juntas son un peligro.
-¿Me ayudas con la cena?
-Claro mamá.
Entre los dos prepararon la cena.
"¿Me estará mirando?", pensaba Eva, sin atreverse a mirar a Pedro.
"Ya basta. No sigas. Déjalo ya. Es tu hijo, por el amor de dios", pensó. Pero al instante siguiente, en su cabeza resonó: "Me estaba corriendo dentro de ella. Y ella se corría conmigo mientras el agua caía sobre nosotros".
Cenó sin levantar la vista, respondiendo automáticamente las preguntas de su marido y de Pedro.
Horas después, Eva estaba acostada en su cama. No se podía sacar a las palabras de Pedro de la cabeza. No podía evitar sentirse excitada. Por mucho que se lo negase a sí misma, sus pezones duros y sensibles se lo recodaban a cada instante. La humedad de su coño era como un puñetazo contra su voluntad.
No podía dormir. Necesita desahogo. Necesitaba placer. Pensó en darse la vuelta, pegarse a su marido. Acariciarle. Antes, bastaba eso para que él se diera la vuelta y le clavara su dura polla hasta el fondo de su coño y no dejase de follarla hasta hacerla correr con intensidad.
Recordó la última vez que lo intentó. Estaba excitada. Se pegó él, llevó su mano hacia la polla y se la empezó a sobar. Él le apartó la mano.
-Estoy cansado - dijo, secamente.
Eva retiró la mano, se dio la vuelta y nunca más lo volvió a intentar.
Ahora necesita sexo. Los suaves ronquidos de su marido le hicieron desistir de intentar nada con él. No quería recibir otro rechazo. Su mano derecha bajó por su cuerpo, se metió por dentro de su pijama y por debajo de las bragas. Giró la cabeza contra la almohada para ahogar sus gemidos de placer.
Estaba muy mojada. Recorrió la rajita de su coño con las yemas de sus dedos, se frotó con suavidad el inflamado clítoris. El placer la inundó. Necesitaba un orgasmo que liberara la tensión acumulada en su cuerpo. Deseaba correrse sin tener a Pedro en su mente. Luchó con todas sus fuerzas por pensar en otras cosas, en otros hombres, pero su mente volvía una y otra vez hacia su hijo.
Dejó de tocarse. No quería correrse así, pensando en él. No podía.
Su corazón dio un latido. Lo sintió en la sien. Lo sintió entre las piernas. Estaba tan caliente, tan excitada, que casi sentía dolor. Y se rindió. Perdió la batalla. No podía luchar contra el deseo.
Su mano volvió hasta su coño. Se frotó con intensidad y se corrió como hacía años que no lo hacía. Mordiendo la almohada para no gritar. Con cada fibra de su cuerpo en tensión. Con intensos espasmos que hicieron mover toda la cama a pesar de sus esfuerzos por que su marido no se diera cuenta de nada.
Y se corrió con una imagen en su cabeza. Pedro, su hijo, la miraba a los ojos. Su polla clavada hasta lo más profundo de su coño. Y el calor de su leche llenándola por dentro.
Se quedó varios minutos jadeando, con el cuerpo perlado de sudor.
Se acababa de correr pensando en su hijo, imaginando como él se corría con ella, dentro de ella.
"Es sólo una fantasía. Juegos de mi mente. Nunca se harán realidad."
Se convenció a si misma de que mientras todo quedase así, sólo dentro de su cabeza, no era tan horrible. Que así lograría no sentirse tan sucia. No podía controlar lo que su cabeza pensaba. Pero sí podía controlar lo que su cuerpo hacía.
+++++
Se despertó agitada. No había conseguido descansar. El sueño había sido muy superficial y se había despertado varias veces durante la noche.
Se levantó y fue al baño a hacer pis. Cuando terminó, se miró al espejo.
-¿Pero que ve en mí? - se preguntó.
Estaba despeinada, con ojeras. No creía que pudiese atraer a nadie. Cogió el cepillo y se arregló el cabello. Se limpió la cara con agua fría y cogió la bata que había detrás de la puerta.
Cuando llegó a la cocina, su marido y Pedro ya estaban desayunando.
-Buenos días, dijo.
-Buenos días, mamá.
-Buenos días - dijo su marido.
Las miradas de Eva y su hijo se cruzaron un instante. Ella la desvió, se dio la vuelta y se preparó un café.
Cuando ellos terminaron, se marcharon juntos. Su marido le dio un rápido beso en una mejilla. Eva esperaba el beso de Pedro.
-Hasta luego, mami - le dijo cuando sus labios se separaron.
-Hasta luego, tesoro
Mirando como se alejaban, Eva se llevó la mano hasta el punto donde los cálidos labios de Pedro la habían besado. Después recogió la cocina y se dispuso a hacer las labores de la casa.
Habitación por habitación limpió el polvo y fregó el suelo. Evitó la habitación de Pedro. Evitó la tentación.
"Joder. Tengo que limpiar su habitación. Pero no voy a leer su diario".
Cuando entró, lo primero que hicieron sus ojos fue buscar la libreta. La vio entre los libros, en donde la había dejado el día anterior. Empezó con la limpieza.
De vez en cuando miraba hacia la repisa. Una parte de su cerebro quería leer el diario. Otra parte, quería salir corriendo de allí
"Sólo un poco... Sólo una página....nada más...Y ya no lo leeré más"
"No. No lo hagas. Si lo haces no podrás parar"
"Sólo una. Lo juro".
Dejó la escoba apoyada en la puerta, se acercó a la repisa y cogió la libreta. Se sentó en la silla y abrió el cuaderno. Buscó lo último que había escrito. Era del día anterior. Debió escribirlo por la noche, antes de acostarse.
"Hoy me he despertado muy excitado. Con mi polla dura, como siempre. Aún tenía tiempo antes de tener que irme a clase, así que empecé a acariciarme.
Muchas veces he pensado en que pasaría si mi madre me sorprende masturbándome. Fantaseo mucho con eso. La puerta de mi cuarto está cerrada, pero sin llave. Ella podría abrir la puerta y entrar.
Me destapé y me bajé los calzoncillos. Me agarré la polla y empecé a hacerme una paja mirando hacia la puerta. Deseando que se abriera y ella me viese.
No era la primera vez que lo hacía así. Me gusta tentar a la suerte. Quizás sea con la esperanza de que pase de verdad. Que mi madre abra la puerta y me pilla con la polla en la mano."
La imagen de Pedro masturbándose sobre su cama y deseando que ella lo viera provocó que Eva se mojase en el acto. Había pasado muchas veces por el pasillo, por delante de su puerta cerrada. ¿En cuántas de esas ocasiones estaría Pedro tocándose?
Abrió su bata. Abrió sus piernas. Metió entre ellas su mano derecha. Con la izquierda sujetaba el diario.
Y mientras continuó leyendo, comenzó a masturbarse.
"Empecé a fantasear. A imaginar. A desear.
La puerta se abre. Es ella.
-Pedro... ¿Tienes ropa para...?
Sus ojos se clavan en mi polla. Mi mano no deja de subir y bajar a lo largo de mi duro mástil. Me mira a los ojos un momento, pero en seguida vuela a mirar mi polla.
En vez de irse, entra en mi cuarto y cierra la puerta. Lentamente, si dejar de mirarme, se acerca a mi cama y se sienta en mi cama, a mi lado. Me sonríe.
-Vaya. Parece que mi niño está caliente.
-Ummm, mamá. Mucho.
-¿Y en qué piensa mi niño para ponerse así? ¿Qué chica es la afortunada de tener tus pensamientos?
-Mamá...no te lo puedo decir.
-¿Por qué no? Me lo puedes contar todo.
-Me da vergüenza.
-Venga, tesoro. Dile a mami que mujer te pone la polla así de dura.
-Tú, mamá. La tengo así de dura por ti. Eres tú la mujer en quien estoy pensando.
-¿En serio?
-Sí.
-Ummmm ¿Te estás haciendo una paja pensando en mí? ¿En tu madre?
-Aggg, sí...sólo en ti.
-Eres un...pervertidillo
Mira mi polla. Por la punta sale líquido pre seminal.
-Uf, mira como babea tu polla, tesoro. ¿Babea por mí?
-Sí...agg... por ti.
Se acerca aún más a mí. Su cuerpo roza el mío.
-¿Y vas a seguir así hasta correrte? ¿Pensarás en mí mientras tu polla escupe su lechita caliente?
-Mamá...sí...me correré por ti.
Me mira a los ojos, con picardía.
-¿Sabes? Si la tienes así por mí, creo que sería justo que fuese yo la que... ya sabes.
-¿Lo harías?
-Claro que sí. ¿Quieres que mami te haga una pajita? ¿Quieres que mami te vacíe esa linda polla tuya?
No le dijo nada. Solo suelo mi polla. Era, sin dejar de sonreírme acerca su mano y la agarra. Empieza una paja lenta, muy lenta.
-Ummm que dura tiene mi nene la polla.
Nos miramos a los ojos mientras ella mueve su mano cada vez más deprisa. Sus ojos brillan. Yo empiezo a gemir. Me correré muy rápido. Ella me excita hasta el límite.
-Aggg, mamá...me voy a correr...me voy a correr....
-Sí, sí, córrete para mami. Déjame ver como tu polla escupe su leche.
Deja de mirarme a los ojos para mirarme la polla. Su mano me lleva inexorablemente a un poderoso orgasmo. Los dedos de mis pies se agarrotan. Mis músculos se ponen rígidos. Mi polla empieza a tener espasmos hasta que de su punta sale disparado un potente chorro de leche que cae después sobre mi pecho.
-Ummm mi niño se está corriendo: Eso eso...así, así...dale toda tu leche a tu mami.
Me ordeña por completo. Son varios los chorros de semen que salen disparados de mi polla para acabar sobre mi pecho y mi barriga. Los últimos, más flojos, caen en su mano.
Ella se queda mirando mi corrida sobre mi piel. Y sonríe.
-Uf, vaya corrida que ha tenido mi tesoro. ¡Cuánta lechita tenía dentro! ¿Te has gustado la paja que te hizo mami?
-Mucho. Quiero más
-Vicioso - me dice, sonriendo.
Mi pecho estaba de verdad lleno de semen. Pero lo había sacado yo con mi mano. Me quedó unos minutos así, mirando la puerta, deseando que ella entrara.
Pero no entró."
Eva se reponía del intenso orgasmo que tuvo leyendo la fantasía de Pedro. Se corrió justo cuando su hijo, en el la fantasía, se corría gracias a su mano.
Había más escrito sobre ese día. Sin sacar la mano de entre sus piernas, siguió leyendo.
"Al medio día noté algo extraño. Ella me miraba mucho, pero apartaba la vista. No sé por que sería"
Se estremeció de pies a cabeza. Él se había dado cuenta.
"Por la noche me pidió que la ayudara a preparar la cena. Lo hice encantado. Eso significaba estar a su lado. Poder mirarla. Poder admirarla.
¡Es tan hermosa! Me gusta todo de ella. Como se mueve, sus gestos. Su suave perfume. No dejé de mirarla con disimulo. Incluso llegué a tropezar intencionadamente con ella un par de veces"
Eva Recordaba esos tropiezos. Pensó que habían sido accidentales al moverse los dos por el reducido espacio de la cocina. Él lo hizo adrede. Para rozarse con ella.
"Cuando me daba la espalda mis ojos iban directamente a su culito. Me tiene loco el culito de mi madre. Creo que hasta sueño con él. Son incontables las veces que me he corrido pensando en esas nalgas redondas y tentadoras. No pude evitar que se me pusiese la polla dura. Y mi loca cabeza empezó a maquinar.
Me dije que me volviera a rozar con ella. Me dije que pasara por detrás y que le restregaría mi polla por el culo. Casi lo hago. Estuve a punto. Pero no pude. No me atreví. ¿Qué pensaría ella si su hijo le restregara la polla dura por el culo?
Hice lo que hago siempre. Mirarla con disimulo. Desearla en secreto.
Intenté pensar en otras cosas. Sacármela de la cabeza. No lo logré. Nunca me la quito de la cabeza.
Cenamos y me fui a mi cuarto. Les dije que a estudiar. Pero no fui a estudiar. Fui a seguir pensando en ella. Iba a imaginar que hacía lo que no me atreví a hacer en la cocina. Tumbado en mi cama, subiendo y bajando mi mano a lo largo de mi polla, cerré los ojos y dejé volar mi imaginación."
Eva abrió los ojos. Recordó que después de cenar había pasado dos veces por delante de la puerta de Pedro al ir al baño. Ahora sabía que tras la puerta su hijo se estaba masturbando, pensando en ella...otra vez.
"Volvía a estar en la cocina, con la polla dura. Esta vez si me acerqué a ella. Esta vez le pasé mi polla por el culo. Ella se puso tensa.
-¿Qué haces?
-Nada, mamá.
Presioné más. Ella no se movía. Mis manos acariciaron sus brazos. Me acerqué a su oreja y le susurré.
-Mamá...Tu culito me tiene loco.
-Pedro... déjame...esto no está bien.
-Sí está bien, mamá. No puedo más. Te deseo con todo mi ser.
Besé su nuca y la sentí estremecer. Gimió con dulzura. Y con alegría noté como ella mecía sus nalgas contra mi polla.
-Ummm, Pedro... mi niño lindo.... Pero soy tu madre. No puedes hacerle eso a tu madre - me dijo, restregando con más fuerza su culo contra mí.
Mis manos llegaron a sus tetas. Las agarré, las apreté. Ella gimió con más fuerza."
Eva, leyendo, también gemía. Sus dedos subían y bajaban a lo largo de la raja de su coño. Era como si viviese de verdad lo que leía. De vez en cuando cerraba los ojos.
"Le abrí los botones de la camisa hasta abrírsela. Por la espalda le desabroché el sujetador y lo tiré al suelo. La piel de sus tetas era caliente, suave. Eran duras, grandes. Y sus pezones estaban duros. Los atrapé entre mis dedos y gimió.
-Ummm, mamá. ¿Estás cachonda?
-No....no no estoy.
-¿Y entonces por qué tienes los pezones tan duros?
No me contestó.
-¿Cómo tienes el coñito mamá? ¿Lo tienes mojado?
-Aggg, Pedro...No lo tengo... mojado. ¿Qué me estás haciendo?
-Sólo acariciarte.
Seguí besando su cuello y llevé mis manos a sus caderas. Llevaba una falda amplia, hasta las rodillas. No me costó nada levantársela. Cuando acaricié sus muslos desnudos tembló ligeramente.
-Pedro...por favor...no sigas... no sigas - se quejó, pero sin dejar de restregar sus bragas por la dureza de mi polla.
Mi mano derecha se acercó lentamente a su pubis. Y, lentamente, bajó y se metió entre sus piernas.
-Ummmm, mami. Eres una mentirosa.
-Aggggg, ¿Por qué me dices eso?
-Me dijiste que no tenías el coño mojado. Pero lo tienes empapado. Las bragas te chorrean. Estás cachonda, mamá. No puedes negarlo."
Eva estaba tan cachonda en la realidad como la Eva que Pedro describía en su diario. Quizás más. Cerró los ojos y se corrió, llenando de jugos sus dedos, mojando más aún sus bragas. En la soledad de su casa gritó su placer.
Y por primera vez, gritó el nombre de su hijo. Se corrió pronunciando su nombre. Intensamente. Se llenó largos segundos de puro placer. Se quedó sobre la silla jadeando, con los ojos cerrados, sus dedos, ahora sin moverse, aún entre sus piernas.
"¿Qué me pasa, dios mío? ¿Por qué me excitan tanto sus palabras, su deseo hacia mí? ¿Qué puedo hacer para que todo sea como antes?"
Miró la libreta que tenía en la mano izquierda. Es fácil, se dijo. Simplemente ciérrala, ponla donde estaba y no vuelvas a leerla jamás. En vez de hacer lo que su razón le indicaba, siguió leyendo.
"Metí la mano por debajo de las bragas. Ahora sí que ella tembló. Se estremeció contra mí cuando mis dedos recorrieron la babosita raja de su coño. Noté como dejó de respirar, como se tensaba. Y como se corrió entre mis dedos. Le mordí con suavidad el lóbulo de unas de sus orejas. Y le susurré:
-Te estás corriendo, mami. Sólo con rozarte el coño con mis dedos te corres.
Empezó a tener fuertes espasmos. Mis dedos se llenaron de sus jugos. Cuando terminó de correrse se quedó casi sin fuerzas. Se echó hacia adelante y se apoyó con las manos en la mesa de la cocina, echando su soberbio culito hacia atrás.
Lentamente empecé a arrodíllame, hasta que el centro de mis deseos quedó frente a mi cara. Acerqué mi boca y besé cada nalga, haciéndola volver a gemir.
-Pedro.... mi vida...Me vas a matar.
Tiré de sus bragas y se las dejé en las rodillas. Estuve muchos segundos mirando su culo. ¡Qué cosa más linda!
Lo besé otra vez, ahora labio contra piel. Lo lamí. Las dos nalgas. Una a una, dejando un rastro brillante de mi saliva. Me ayudé de mis manos y se las abrí, se las separé. Descubrí su coño, brillante, mojado, y justo frente a mi boca, su apretado anito. Era una tentación demasiado fuerte.
Me acerqué, saqué mi lengua y empecé a lamérselo, a chupárselo. Mi lengua recorrió una y otra vez su estriado esfínter. Ella movió el culito en círculos, buscando mi lengua.
-Agggg Pedro...que rico...como me lames....No pares...por favor... no pares.
No tenía intención de parar. Apreté la punta de mi lengua contra el agujerito, intentando penetrarlo. Lo lubriqué con gran cantidad de saliva"
-¿Me va a follar el culito? ¿Mi tesoro me va a clavar su dura polla en el culo? - dijo Eva, en alto.
Con la vista buscó línea a línea en el diario hasta que leyó:
"Y se la clavé. Centímetro a centímetro le fui metiendo mi polla en su estrecho culito, hasta que mis huevos chocaron contras sus nalgas. Ella arqueó la espalda y empecé a follarle el culo. Empecé a darle por el culo a mi madre."
Eva se mordió el labio inferior, con fuerza. Y se volvió a correr. La habitación se llenó del olor de su coño, del aroma del deseo. No pudo seguir sosteniendo la libreta, que cayó sobre la mesa. Cerró los ojos y se vio a si misma en la cocina, apoyada en la mesa, con el culo hacia atrás, mientras Pedro, agarrado a sus caderas, le metía y sacaba su polla del culo, con fuerza, hasta el fondo, hasta que se lo llenó con fuertes chorros de caliente semen que sintió bañarla por dentro.
Tardó varios minutos en recuperarse. Casi sin fuerza, cogió la libreta y leyó el último párrafo escrito.
"Acabo de terminar de escribir mis pensamientos de hoy. Mi polla está dura como una piedra. Ahora apagaré la luz, me meteré en la cama y me haré una relajante y placentera paja. Y sólo pensaré en una cosa. En mi madre. Siempre en mi madre"
Eva se quedó unos minutos allí, pensando. Ni cuando era joven había sentido una excitación así, un deseo tan fuerte. Le había dicho a Rosa que no podría ponerle los cuernos a su marido.
Ahora no estaba tan segura. Que un muchacho joven se sintiese tan atraído hacia ella la llenaba de vida. Le hacía sentirse especial. Se sentía muy bien. Pensó que si un guapo joven la rondara y le dijese que deseaba acostarse con ella, quizás accedería.
Pero el joven que la deseaba era su propio hijo. Y a eso no podía acceder. Nunca.
Cerró la libreta y la puso en su sitio. Se fue a preparar la comida.
+++++
El beso de Pedro al llegar a casa lo sintió en todo el cuerpo. Estuvo atenta para comprobar si él se rozaba, si disimulando la acariciaba. Pero no notó nada raro.
Durante la comida no pudo evitar mirarlo. Volvieron los cruces de miradas. Volvió la humedad a su coño.
Eva temía una cosa. Quedarse sola. Sabía que si eso pasaba iría al cuarto de Pedro a leer más. Deseó que esa tarde él no saliera.
-Mamá. Esta tarde quedé con Juan y los demás. No tardo.
-Oh... Vale. Pásalo bien.
Su marido se iría a la oficina. Pedro con sus amigos. Ella...a por el diario. Ni intentó luchar. Sabía que sería inútil hacerlo.
En cuanto Pedro se marchó, se dirigió a su cuarto. Se dio cuenta enseguida de que el diario se había movido. El corazón le latió con fuerza. Lo cogió y fue al final.
"Hoy ha vuelto a pasar. Durante la comida ella me miraba. Más de lo normal. Seguramente sólo son imaginaciones mías. Aunque lo que deseo es que esas miradas sean reales. Que mi madre me esté empezando a mirar como hombre.
Pero, ¿Qué digo? ¿Por qué me torturo así? Sé que eso es algo imposible, impensable. Para ella no soy más que su hijo, su niño. Si supiera cómo la deseo...las cosas que he llegado a imaginar sobre ella...
¿Qué pensaría de mí? Pensaría que soy un monstruo."
-Oh, pobre tesoro mío. Jamás pensaría eso de ti. No eres ningún monstruo. Eres mi hijo. El mejor hijo.
Eva le hablaba al diario, como si le hablara a Pedro. Se dio cuenta por ese párrafo como él se hacía las mismas preguntas que ella. Como tenía los mismos temores.
Se acostó en la cama de Pedro. En esa cama en donde sabía que él se había masturbado incontables veces pensando en ella. Llevó su mano derecha hasta su coño. Con los dedos de la izquierda, que sostenía el cuaderno, abrió el diario.
"Jueves, 22 de julio de 2012.
Cuando llegué de dar una vuelta, ella estaba sentada en el salón, hablando por teléfono. Enseguida supe que hablaba con mi tía Julia. Cuando se ponen a hablar se pueden pasar horas dándole a la hebra.
Le di un beso. Ya sé que no es normal que un chico de 20 años le dé un beso a su madre cada vez que llega a casa. Pero esos besos que le doy me hacen temblar. Siempre espero que se mueva y nuestros labios se rocen.
Me senté a ver la tele. Ella seguía con su interminable cháchara con la tía Julia. Se había quitado las zapatillas y había subido las piernas al sofá. Me fijé con disimulo en sus pies. En sus piernas. En como se pasaba descuidadamente una mano por el tobillo.
Como siempre, me empecé a excitar. Mi polla se fue hinchando y me molestaba. Con cuidado de que no se diera cuenta, me la coloqué para que no me molestara.
La miré. Jamás me cansaré de mirarla. Reía con las cosas que mi tía le contaba. Vi sus dientes blancos, perfectos. Su lengua. Y, sobre todo, sus sensuales labios. No sé cuantas veces he imaginado que la besaba con pasión. Y las veces que he imaginado...
Una vez más, mi desbordante fantasía comenzó a volar. Mirando como ríe, como hace aspavientos con las manos, me veo a mí mismo levantándome y acercándome hacia ella. Me quedo de pie a su lado. Ella no deja de hablar, pero su vista baja hasta el bulto que forma mi polla en mis pantalones.
Lentamente, su mirada sube hasta mis ojos. Me sonríe.
Bajo mi bragueta. Sus ojos se clavan en mis pantalones. Meto una mano y me saco la polla. Tiesa, dura. También saco mis huevos. La manera en que mi madre mira mi polla me hace estremecer.
Sigue hablando. Yo me acerco más. Mi polla se acerca a su cara. Le rozo la frente con la punta. Se la empiezo a pasar por la cara. De su frente bajo por uno de los lados hasta su mejilla. Lentamente, se la acerco a los labios. Ella aparta un poco el teléfono para que mi polla tenga mejor acceso. Como no deja de hablar, su aliento cálido lo siento en la punta de mi polla.
Aprieto, presiono. Ella aprovecha que mi tía está en una de sus parrafadas para abrir la boca. Mi polla entra. Su lengua se enrosca a su alrededor.
Se la saca para contestarle a mi tía.
-Julia, tengo la oreja caliente. Voy a poner el manos libres.
Pulsa el botón y deja el teléfono sobre la mesita al lado del sofá.
-¿Me oyes? - pregunta.
-Sí. Perfectamente - dice mi tía - Pues como te iba diciendo... bla bla bla...
Los siguientes 10 minutos son de puro placer, de puro morbo. Le paso la polla por la cara. Se la meto en la boca en las pausas. Ella no usa las manos. Sólo su boca, su cara.
Una de las veces en que está callada, con la punta de mi polla entre sus labios, le pongo una mano en la cabeza y la empujo con suavidad, pero firmemente, hacia mí. Mi madre empieza a tragarse mi polla.
No dejo de apretar hasta que más de la mitad de mi duro mástil está alojado dentro de su caliente boca. Retiro la mano. Mi tía sigue con sus batallitas. Mi madre, con mi polla llenando su boca, me está mirando fijamente a los ojos. Me muevo, adelante y atrás. Empiezo a follarle la boca a mi querida madre.
Su lengua no deja en ningún momento de acariciar mi polla.
-¿Y qué te crees que me dijo la muy puta? - Preguntó mi tía.
-No lo sé. ¿Qué te dijo? - respondió mi madre sacándose mi brillante polla de la boca.
Con la mano hice que se la volviera a meter. Hasta mi tía llega el sonido de la mamada.
-¿Qué comes?
-Un... caramelo.
-Umm que rico. ¿De esos rellenos?
-Sí. Relleno de crema - me dice mirándome a los ojos.
-Yo no tenga nada que llevarme a la boca.
-Seguro que un caramelo de estos te encantaría.
Le follo un poco más la boca. Siento que me llega el orgasmo. Cuando estoy a punto, le saco la polla de la boca y la dejo apuntando a su cara, sin tocarla.
Un espasmo tensa todo mi cuerpo. Mi polla se mueve sola, se levanta, cae. Y un enorme chorro de leche sale de la punta y se estrella en la preciosa carita de mi madre. Le cubre desde la ceja derecha hasta los labios.
Otro espasmo. Otra sacudida de mi polla y otro chorro de leche cae sobre su cara. Durante mi intenso orgasmo son más de cinco disparos los que dan de pleno en su rostro. Los dos siguientes, con menos fuerza, caen sobre su blusa."
La imagen de su hijo corriéndose sobre su cara llevó a Eva a un feroz orgasmo. Se enterró dos dedos lo más profundo que pudo en su coño y se corrió sobre la cama de su Pedro. Se corrió casi sintiendo el calor del semen sobre su rostro.
"La miro. Ella mira a mí. Nunca la había visto tan hermosa, tan sexy. Con mi leche esparcida en varios regueros sobre su bello rostro. Y una sonrisa en la boca.
-Ummm, Julia. Ya llegué al relleno del caramelo.
-¿Está rico?
Me mira con lujuria. Recoge un poco de mi semen un dedo y se lo lleva a la boca.
-Riquísimo.
Estoy más de un minuto mirándola. Parte de mi corrida empieza a gotear sobre su blusa. Me siento a su lado. Mi mano derecha se posa sobre su muslo. Y empieza a subir, entrando por debajo de su falda.
Ella abre las piernas, invitándome a seguir. Cuando llego a sus bragas las encuentro empapadas. Meto la mano por debajo y mi madre se muerde el labio inferior.
Empiezo a hacerle una lentísima paja mirándola. Ella intenta no gemir. Intenta que Julia no note nada en su voz el placer que está sintiendo, pero yo intensifico la caricia.
-Bueno, Julia. Tengo que dejarte ya. Voy al súper.
-Vale guapa. Hablamos otro día.
En cuando cuelga, mi boca sale disparada hacia su boca. Nos besamos con pasión, con intensidad. No dejo ni un ínstate de frotar su coño, de penetrarla con mis dedos.
Hasta que consigo que mi madre se corra entre gemidos. Resopla dentro de mi boca, temblando de placer. Después, cuando ella se calma, saco mis mojados dedos de su coño y los llevo a mi boca. Los chupo.
-Ummm, mami. ¡Qué rica estás!"
Imaginar a Pedro chupándose los dedos mojados por los jugos de su coño provocó un orgasmo más a Eva. Quedó agotada de tanto placer. Casi se queda dormida en la cama de su hijo, pero se levantó, guardó el diario y se fue al salón. Allí, mirando la tele, sí se durmió.
La despertó Pedro rato después.
-Uf, me he quedado traspuesta.
Durante la cena, más miradas. Cada vez más intensas. ¿Escribiría él esa noche sobre esas miradas? ¿Qué más escribiría sobre este día?
Eva no sabía ni siquiera si escribiría algo. Por lo que había visto del diario no lo hacía sobre cada día. Había huecos. Eva deseaba leerlo todo. Todo lo que había escrito. Y sobre todo, deseaba leer lo último que escribiera. Porque lo haría sobre cosas que ella recordaría. Sobre cosas que habrían pasado el día anterior.
Después, en su cama, a oscuras, los ronquidos de su marido no la dejaban dormir. Pero no era sólo por los ronquidos. Era por su calentura. Tuvo que llevar su mano hasta su coño. Tuvo que masturbarse para no volverse loca.
Hasta ahora se masturbaba reviviendo las fantasías de Pedro, leyéndolas del diario. Esa noche empezó a tener fantasías propias.
Con los ojos cerrados, con dos dedos frotando su clítoris y otros dos pellizcando uno de sus pezones, se ve a sí misma levantándose temprano. Su marido aún dormido. Sin hacer ruido, se dirige al cuarto de Pedro. Sabe que tras la cerrada puerta él está desnudo sobre la cama, con su dura polla entre las manos.
Abre. Lo ve. Se miran. La mano de Pedro no deja de subir y bajar a lo largo de su polla. Entra, cierra la puerta y se acerca a la cama.
No hay palabras. Se sube en la cama, se acuesta boca abajo entre las piernas de su hijo, le quita la mano de la polla y se la mete en la boca. Empieza a chuparle la polla, despacito, sin prisas, mirándole a los ojos. Pedro le acaricia las mejillas con mimo. Ella lleva su mano derecha a su coño y se hace una paja mientras le hace una mamada a su amado hijo.
Él gime de placer, entornando los ojos. Ella también gime de placer, con la boca llena de dura polla. Pedro le pone la mano en el cabello, y hace que acelere la mamada, Ella chupa con más fuerza, sube y baja más rápido. Los dedos que frotan su coño también aumentan su ritmo.
Pedro empieza a tensarse. Mueve sus caderas intentando follarle la boca. Ella siente como la polla empieza a poner se más dura. Su hijo se tensa y empieza a correrse con intensidad dentro de su boca. Siente los chorros de leche estrellarse contra su paladar, contra su lengua. La boca se le llena del rico y espeso semen de su hijo.
No puede más. Si no traga se saldrá de su boca. Y no desea que se pierda ni una gota. Se corre justo cuando siente pasar el semen por su garganta. La polla sigue soltando más y más leche, y tiene que tragar varias veces.
Junto a su durmiente marido, Eva se está corriendo imaginando que se está tragando el prohibido semen de Pedro. Se corre intensamente, con la cara contra la almohada, con todo el cuerpo tenso. Un orgasmo largo, liberador.
Ya sin mover sus dedos, sigue imaginando. Imagina que se saca la polla de la boca, que le da besitos y lametones. Se levanta de la cama de Pedro y le da un beso en la boca.
-Gracias por el desayuno, mi amor. Mami vendrá mañana a por más.
Con una sonrisa en los labios, Eva se durmió
+++++
Durante el desayuno le miraba. Era tan guapo. ¿Habría escrito en su diario? Necesitaba saberlo. Ardía en deseos de saberlo. Lo acompaño a la puerta a despedirlo.
-Hasta luego, mamá.
-Hasta luego, tesoro.
Le beso casi le rozó los labios. Sus miradas se encontraron. Eva la aguantó varios segundos.
-Llegarás tarde.
-Sí. Adiós.
Se quedó en el quicio de la puerta esperando a que él cogiera el ascensor y se fuera. Después, entró en la casa y cerró la puerta. Fue derechita hacia el cuarto de Pedro. Cogió el diario y se acostó en la cama.
Lo abrió. Comprobó con satisfacción que había algo nuevo. Sintió un escalofrío.
"Siguen las miradas. Ahora estoy casi seguro de que no son imaginaciones mías. Ella me mira, más que antes.
¿Por qué será? ¿Acaso se ha dado cuenta de cómo la miro yo? ¿Sospechará que la deseo con todo mi ser?
Espero que no sea así. No soportaría que pensara mal de mí.
Por la tarde salí un rato. Y cuando volví a casa, hice una locura. Aún no puedo creer lo que hice. Creo que me estoy volviendo loco. Si ella me llega a descubrir no sé que hubiese pasado."
Eva estaba muy intrigada. ¿Qué había hecho Pedro?
"Cuando entré en la casa había silencio. Supuse que mi madre había salido, pero al pasar por el salón la vi dormida en el sofá. Pensé en despertarla.
Me acerqué a ella. Estaba tan hermosa. Con la cara llena de paz, respirando suavemente. Tenía sus manos a modo de almohada. Y parecía que sonreía un poco.
Me senté en el otro sofá, para admirarla. No pude evitar que a mi mente acudieran toda clase de imágenes de ella y yo desnudos, amándonos. No pude evitar que mi polla se pusiese dura. Me la empecé a tocar por encima del pantalón.
Estaba muy excitado. No pensaba con claridad. El deseo me dominaba. Cuando me quise dar cuenta, me había sacado la polla y me hacía una paja delante de ella. Si mi madre abría los ojos me vería.
El corazón me latía con fuerza. Tenía que parar. Aquello estaba muy mal.
No paré. Seguí mirándola, seguí masturbándome.
Si aquello ya era una locura, lo que hice después era demasiado. Me levanté y me acerqué a ella. Con la polla agarrada con la mano. Me quedé de pie junto a su cara.
Si en ese momento me hubiese corrido toda mi leche habría rociado su bello rostro. Eso deseaba, seguir masturbándome hasta estallar sobre su cara. Ella no se despertaría. Pero al despertarse más tarde descubriría su cara llena de semen.
Había ido muy lejos. Pero el deseo me empujó aún más lejos. Me agache un poco.
Lo hice. Sigo sin poder creer que lo hice. Pero mi polla rozó su piel. La moví por toda su frente, bajé hasta sus mejillas. Y...Oh, dios mío. Pasé mi polla por los labios de mi madre. Acaricié su cara con mi polla.
Me iba a correr. No podía aguantar más tanta excitación. Noté como mi orgasmo empezaba a formarse muy dentro de mí. Aceleré el ritmo de mi mano. Puse la punta de mi polla apuntando a sus mejillas.
Iba a hacerlo: Estaba decidido. Me iba a correr en la cara de mi madre. Lo que pasara después no me importaba. Lo único que había para mí era ese momento era su preciosa cara, mi polla a punto de estallar.
Noté el espasmo del primer chorro. Y en el último instante me arrepentí. Me aparté rápidamente de ella y mi polla empezó a escupir. Apreté los dientes para no gritar. Me corrí abundantemente e intensamente en el suelo, al lado del sofá.
Me quedé unos segundos allí, jadeando, en silencio.
¿Estaba loco? Había estado a punto de correrme sobre mi madre. Un segundo más, un sólo segundo, y habría cubierto sus mejillas con mi semen.
Cuando me repuse, me levanté y fui al baño a por papel para limpiar mi corrida. Ella seguía dormida. La miré un rato más. Luego, la desperté."
No era verdad. No podía serlo. Era una más de sus fantasías. El corazón de Eva latía con fuerza en su pecho. Su coño rezumaba jugos que empapaban sus dedos.
Tenía que saberlo. Saber si era o no verdad. Se levantó, dejó el diario sobre la cama y fue corriendo al salón. Se arrodilló en el suelo, al lado del sofá, en donde ella había tenido la cabeza el día anterior.
Miró el piso. No lo había lavado desde ese momento. Descubrió una zona sin brillo, como si se hubiese limpiado algo que cayó pero no se hizo a conciencia.
-No...no puede ser...Oh... dios mío...
Y entonces, lo vio. Por la parte de delante del sofá había un mancha. Enseguida supo lo que era. Era una gota de semen seca.
-Lo hizo...Es verdad...Lo hizo
La mano izquierda la apoyó en el reposabrazos del sofá. La derecha la metió por debajo de sus bragas. Se clavó dos dedos dentro del coño y se corrió.
-Aggg...Agggg,... mi niño...me pasó...su polla por la cara...agggggggggggg
El orgasmo fue tan fuerte que se quedó sin fuerzas y se tuvo que apoyar en sofá. Jadeaba. Incluso babeaba y se pasó una mano por la boca para limpiarse.
-¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no te corriste en mi cara? No te habría dicho nada. Te habría dejado. Habría hecho lo que me pidieses.
Pedro... Pedro... ¿Qué nos está pasando?
Se levantó del suelo, volvió al cuarto de Pedro y guardó el diario. Recogió la habitación y seguidamente el resto de la casa.
Ese medio día, cuando Pedro regresó de clases y él le dio el beso, ella se abrazó a él. Pedro la rodeó con sus brazos.
-¿Estás bien, mamá? ¿Pasa algo?
-No, nada, tesoro. Todo está bien. Es sólo que tenía ganas de abrazar a mi hombre.
Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se apartó de él.
-Pero bueno, dejémonos de sentimentalismos, que es hora de comer.
Se dio la vuelta y se fue con paso rápido a la cocina.
"Basta Eva. Basta. No sigas por ahí" - se repetía ella una y otra vez.
Esa tarde, cuando volvió a quedarse sola, regresó al cuarto de Pedro. Cogió el diario. Leyó y se masturbó hasta alcanzar dos placenteros orgasmos.
+++++
Cada día leía el diario. Las cosas que Pedro escribió hacía semanas. Y las cosas que escribía el día anterior. A veces él no escribía nada. Eva sentía frustración esas veces.
El diario se estaba acabando. Se acercaba poco a poco hasta el día actual. Cuando eso pasase, Eva sólo podría leer lo que Pedro escribiese el día antes.
Lo de los abrazos al regresar él se hicieron norma. Él lo comentó en su diario.
"Ella ha empezado a abrazarme cuando llego de la calle. Me encantan esos abrazos. Me quedaría así para siempre, sintiendo su calor. Notando sus tetas aplastadas contra mi pecho.
Sólo espero que ella nunca note mi polla contra su barriga".
-Eso es lo que deseo -. Dijo Eva cuando leyó ese párrafo. - Eso es lo que deseo...
+++++
Un sábado Eva estaba en la cama se hijo leyendo. Pedro había ido a jugar al futbol con los amigos y su marido a comprar nosequé para arreglar un armario.
"14 de agosto de 2012.
A veces envidio a mi padre. La tiene para él todas las noches en su cama. La puede abrazar cuando quiere. La puede besar, acariciar.
Si yo fuese él le haría el amor todas las noches. Todas.
¿Lo harán ellos? Cómo no voy a envidiarlo. Tiene para él lo que yo más deseo.
Sé que no es culpa de mi padre. Que es sólo cosa mía. Pero a veces, además de envidiarle, le odio. Le quiero, claro que le quiero. Es mi padre. Pero...le odio. Le odio porque él la tiene y yo no.
En esos momentos de pasajero odio, deseo que mi madre le ponga los cuernos. Sí, que le ponga los cuernos, conmigo. Cuantas veces he fantaseado con eso. Con follarla en su cama. En el tálamo conyugal. Profanar su lecho.
Lo he imaginado de mil maneras distintas. Todas empiezan de distintas formas. Pero todas acaban igual. En una de esas maneras es sábado por la mañana. Mi padre ha salido. Ella está acostada en su cama.
Yo estoy acostado en la mía, desnudo, masturbándome. Pensando en ella, sola en su cama.
Me levanto. Me acerco a su dormitorio. Antes de llegar la oigo gemir. Y cuando me asomo a su puerta, la descubro sobre la cama, desnuda, con las piernas abiertas. Los dedos de su mano derecha subiendo y bajando por la brillante raja de su coño. Abre los ojos y me ve.
No cierra las piernas. No detiene la mano. Me mira a los ojos.
-Hola cariño.
-Hola mamá.
Ella mira como agarro mi polla y me masturbo mirándola.
-Umm Pedro...mi tesoro lindo. ¿Te gusta mirar como mami se hace una pajita?
-Mucho mami.
-Y a mí como tú te la haces. Uf, Pedro... mami está muy cachonda. ¿Ves como me chorrea el coñito?
-Sí... lo tienes muy mojado.
-Muy muy mojado...Ummmm....Pedro... ¿Sabes lo que deseo?
-Dime mamá. ¿Qué deseas?
-Deseo que mi niño me folle. Deseo que vengas a mi cama y me folles bien follada. Oh, dios...Pedro ¿Quieres follarte a mami?
No le respondo. Me acerco a la cama, me subo, me arrodillo entre sus piernas. Ella saca la mano de su coño y extiende sus brazos hacia mí.
Me dejo caer sobre ella. Guío mi polla hacia su coño y de un sólo golpe se la clavo hasta el fondo.
-Aggggggggggggggggg Pedro... ¡Cómo siento tu polla dentro de mí! ¡Qué dura!
No puede seguir hablando. Mi boca se lo impide. Nos fundimos en un apasionado beso. Y empiezo a follarla. Le saco la polla hasta la mitad y se la vuelvo a clavar: Una y otra vez.
Ella arquea la espalda, estira el cuello, ofreciéndomelo. Lo beso, lo lamo, lo chupo. Lo muerdo.
-Aggg, dios mío. Mi niño me está follado. Mi niño se está follando a su mami. No pares...No pares...Fóllame...más....más
Mi madre me rodea con sus piernas, atrayéndome hacia ella, haciendo aún más profunda la penetración. Nos volvemos a besar, enroscando nuestras lenguas.
Acelero mis envites. Estoy a punto de correrme. No puedo más.
-Mami...me voy a correr....me voy a correr...
-Sí, sí, síiiiiiiiiiiii. Córrete mi amor. Llénale a mami el coño de tu leche caliente. Dámela toda...toda...
Con la polla totalmente enterrada en su coño, me corro. A borbotones, con fuerza, golpeando el fondo de su vagina con chorro tras chorro de caliente semen. Y para mi alegría, ella se corre conmigo. Levanta la espalda de la cama, me empuja contra ella con sus pies tan fuerte que no me deja moverme.
Alrededor de mi pulsante polla noto las contracciones de su orgasmo. Mi orgasmo termina y ella aún sigue gozando el suyo. La miro. Tiene los ojos cerrados, los dientes apretados. Está, simplemente, hermosa.
Cuando su orgasmo cesa, abre lentamente los ojos y se encuentra con los míos. Nos sonreímos.
-Ummm, tesoro. Qué bien te has follado a mami. Siento el coño lleno de tu leche caliente.
Empujo. Mi polla sigue dura como antes de correrse.
-Agggg, mi vida. Aún tienes la polla dura.
-Mami, es por ti. Siempre la tengo dura por ti.
La beso. Ahora con dulzura, sin prisas. Y, sin prisas, vuelvo a follarla. Gozando de las sensaciones. Siento sus manos acariciar mi nuca.
-Ummmm, que placer, mi amor. Me estás follando otra vez. Mi coño rebosa tu leche y me estás follando otra vez. Eres maravilloso.
Quiero llenarla de placer. Demostrarle que nadie en el mundo la follará jamás como yo. Entrelazamos nuestras manos. Chupo su lengua.
-Agggg, no puede ser. MI vida. Vas a hacer correr a mami otra vez...
Eso es lo que busco. Darle más placer. No dejo de follarla con suavidad hasta que mi madre vuelve a tensarse. Su espalda vuelve a arquearse, sus ojos a cerrarse y su cuerpo estalla.
Nada más hermoso que mirar su cara en pleno orgasmo.
Queda quieta, sin moverse, floja. Y comienzo a follarla más fuerte. Ahora busco mi placer.
-MI vida, mi amor. Me vas a matar. No puedo más... Para...para...
No le hago caso. El placer es demasiado grande. No puedo quedarme así. Apoyo mis manos en la cama, me incorporo un poco y la follo salvajemente, con grandes empujones que hacen que toda la cama se mueva.
-Aggggggg Pedro...Pedro....no puede ser....esto es...maravilloso....
Nos corremos a la vez. Mi polla descarga una segunda andanada se leche dentro de mi madre. Son varios chorros de semen que se mezclan con sus jugos y mi anterior corrida.
Ahora sí estamos los dos agotados. Ahora sí que no puedo casi ni moverme."
Eva estaba a punto también de correrse cuando oyó la puerta principal cerrarse. Casi se le para el corazón. Saltó de la cama, puso a toda prisa el diario en su sitio y salió del dormitorio de su hijo.
En el salón estaba su marido.
-¿Ya en casa? - le preguntó, casi jadeando.
-Sí. Ya tengo todo el material. ¿Qué hacías? ¿Estás sudando?
-Yo...estaba limpiado la cocina.
-Ah.
Y para allí fue. Había estado a punto de ser descubierta.
Había sido interrumpida al borde del orgasmo. Y no pudo estar sola el resto del día. No pudo terminar de leer el diario. No pudo estallar de placer, con los ojos cerrados y en la mente protagonizando las fantasías de su hijo.
Se pasó la tarde con el coño ardiendo. A punto estuvo de levantarse e irse al baño a desahogarse. Pero una llamada de Rosa, que le propuso salir, acabó con sus planes.
Sólo podía hacer una cosa. Esperar a la noche. Esperar a que su marido empezara a roncar para poder acariciarse hasta estallar.
Apagó la luz. Se dio la vuelta, dándole la espalda a su marido. Con los ojos abierto. Atenta a los sonidos. Atenta a que él empezara a roncar.
El coño le palpitaba. Necesitaba placer ya.
Notó movimiento en la cama. Su marido se acercó a ella por la espala y se pegó. Eva enseguida notó su polla dura restregarse contra su culo.
-¿Estás despierta?
-Sí.
Él llevó una mano hacia sus tetas y se las sobó.
-Estoy cachondo. ¿Echamos un polvete?
No contestó. Se dio la vuelta y se quedó boca arriba. Él la besó mientras llevaba una mano hasta su coño.
-Joder Eva. Pero si estás empapada.
-Yo también estoy cachonda.
-Ya veo.
Sin más, su marido se bajó los calzoncillos, le quitó las bragas, se subió sobre ella y le clavó la polla en el coño.
-Agggggg, mi amor. Que rico. Sí, sí. Fóllame...fóllame.
La folló rápido, con fuerza. En la oscuridad de su alcoba Eva era follada por su marido, el hombre que legalmente tenía derecho a hacerlo. Él único que podía hacerlo.
Pero Eva, con los ojos cerrados, pensaba en otro hombre. Pensaba en Pedro, su hijo. Para ella era su hijo la que se la estaba follando. Era la polla de Pedro la que entraba y salía una y otra vez de su coño.
-Ummmmm no pares. Fóllame así....dámelo todo.
Él estaba encantado de encontrar a su mujer tan receptiva, tan caliente. Se la folló con placer, buscando un rápido desahogo, que no tardó en llegar.
Arreció sus embestidas hasta que se quedó quieto y empezó a correrse. Eva, en ese momento, dejó salir de golpe toda la tensión acumulada durante el día. Se corrió con tal intensidad que clavó sus uñas en la espalda de su marido. Él, cuando terminó de vaciarse dentro de su esposa, cayó a un lado, contento y feliz de haber cumplido como un hombre.
-Ha estado bien ¿Eh? - Preguntó.
-Sí, muy bien - respondió Eva.
En menos de cinco minutos él roncaba. A su lado Eva se frotaba el coño. Entre sus dedos notaba el semen de su marido. Para ella era el semen de Pedro
++++++
El domingo no pudo leer. Pedro no salió en todo el día. Fue una tortura tenerlo cerca. Las miradas ahora eran intensas. A media mañana se quedaron solos en el salón mientras su marido arreglaba el ropero.
Eva miraba de reojo a Pedro. El coño le ardía.
¿Y si se acerba a él? ¿Y si se sentaba a su lado y le ponía la mano sobre la polla?
Le diría que sabía que él la deseaba. Y que ella lo deseaba a él. Le bajaría la bragueta y le sacaría la polla.
-Mi vida, estoy tan caliente. Hazle una pajita a mami - le diría, abriendo las piernas y subiendo y bajando su mano por su dura polla.
Él la besaría, metería su mano por debajo de su falda y le acariciaría el coño. Entre besos, se masturbarían el uno al otro hasta llenar de jugos sus manos.
-¿Sabes dónde está el destornillado gris? - le preguntó su marido, sacándola de golpe de sus fantasías.
-¿Eh? Y yo que sé. No toco tus cosas.
-Pues no está en donde lo dejé.
-Perderías la cabeza si no la llevaras pegada al cuerpo.
Pedro se levantó y se fue a su cuarto. Eva se quedó sola.
¿Habrá ido a masturbarse? ¿Estará acostado sobre su cama, con la polla en la mano esperando a que yo vaya?
Vigilando la puerta del salón, atenta a cualquier ruido, se llevó la mano al coño y se masturbó, imaginando, fantaseando.
Oba al cuarto. Abría la puerta cerrada y allí estaba él, con su polla en la mano. Se miraban a los ojos. Ella entraba, cerraba la puerta y se subía a la cama. Se ponía a horcajadas sobre él, le quitaba la mano de la polla, la agarraba ella, la ponía vertical y se sentaba.
La polla de Pedro se clavaba en su coño hasta el fondo. Se movía... arriba y abajo. Arriba y abajo, mirando a su niño. Él llevaba sus manos a sus tetas y las acariciaba.
-Agggg, mi niño lindo. Cómo te deseo.
-Y yo a ti mamá
Eva se corrió imaginando como Pedro le llenaba el coño de una abundante y cálida descarga de semen. Pero no estaba saciada. Quería más, necesitaba más. Siguió con la fantasía.
-Mami... quiero comerte el coño.
-Pero mi amor... está lleno de tu leche.
-No me importa. Dámelo. Pónmelo en la boca.
Se levantó y lo hizo. Le puso el goteante coño al alcance de su boca y cerró los ojos cuando sintió su lengua. Notaba como la leche iba saliendo poco a poco. Como él la lamía y chupaba, sin importarle.
Eva se corrió en la boca de su hijo. Eva se corrió en el sofá, con los dientes apretados, los dedos agarrotados. Se quedó calmada. Saciada. Al menos por el momento.
Al medio día salieron los tres a comer fuera. En el restaurante Pedro se sentó frente a ella.
Las miradas despertaron su deseo. Cuando, parecía que por casualidad, sus pies tropezaron por debajo de la mesa, no pudo evitar imaginar cosas. Cosas que la excitaron.
Cosas que esa noche en su cama, revivió.
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Por fin llegó el lunes. Se quedaría sola y podría leer. Estaba ansiosa por hacerlo. En cuando ellos se fueron fue corriendo a la cama de Pedro, cogiendo su querido diario. Fue directamente al final.
"Hoy domingo no he salido. Me he quedo en casa a estudiar. Y para poder admirarla.
Creí que con el tiempo mi deseo hacia ella disminuiría, pero no hace más que aumentar. Día a día. Y la forma en que me mira últimamente me está volviendo loco. No dejo de decirme que ella me desea."
Eva se estremeció. Él se estaba dando cuenta. ¿Y si...? No. Desterró la idea de la cabeza. Era una locura. Todo esto no eran más que fantasías. No podían hacerse realidad.
"Mi padre estuvo casi toda la mañana arreglando un armario. Y yo estaba con ella en el salón. Cada vez que la miraba, ella me estaba mirando.
Me empecé a excitar.
-¿Por qué me miras tanto? - me pregunta.
-¿Y tú a mí?
-Yo...mamá...
-Venga. Dímelo de una vez. ¿Me deseas?
-Sí. Con toda mi alma.
-Ummm, y yo a ti.
-Pero... eres mi madre.
-Y tú mi hijo. Sólo hay dos cosas que puedes hacer.
-¿Qué cosas?
-La primera, dejar de mirarme. De desearme. Olvidar todo esto para siempre.
-¿Y la segunda?
-La segunda... venir aquí, desnudarme y follarme bien follada.
-¿Tú que deseas?
-Lo que yo deseo es que mi tesoro me clave su polla en el coño de una maldita vez.
En ese momento llegó mi padre buscando un destornillador. Aproveché para levantarme y me fui a mi cuarto. En menos de dos minutos me estaba corriendo. En mi cabeza me la estaba follado en el sofá."
-Lo sabía. Sabía que se había ido a masturbarse- susurró Eva al borde del orgasmo.
"Al medio día fuimos a comer fuera. Me senté frente a ella.
Moví mi pie. Choqué con el de ella y los dos los retiramos. Seguí comiendo, pero mi mente pensaba otras cosas.
Pensaba que ella no retiraba el pie. Que me miraba y sonreía. Yo me quitaba el zapato y le acariciaba el pié con mis dedos. Ella comía, me miraba y no dejaba de sonreírme.
Lentamente, subía mi pie a lo largo de su pierna, hasta llegar a sus rodillas. Las tenía juntas. Pero las abrió. Me estaba invitando a seguir.
La piel de sus muslos era cálida y suave. Cuando mis dedos llegaron a sus bragas las encontré mojadas. Con la yema del dedo gordo recorrí la raja de su coñito.
Vi como entornaba los ojos, como apretaba los dedos de las manos. Me miraba y se mordía el labio inferior.
De repente, cerró las piernas, atrapando mi pie entre ellas. Noté como temblaba, como tenías espasmos. Sus nudillos estaban blancos. Mi deseada madre se estaba corriendo, Y mi padre a la suyo, engullendo su filete."
Eva se corrió. Eso era exactamente lo que ella había imaginado. Los dos habían tenido la misma fantasía.
"Seguimos comiendo. Siguieron las miradas, las sonrisas. Pero ahora su mirada estaba llena de lujuria.
Después de comer volvimos a casa. Mi padre se fue a hacer la siesta. Ella se acercó a mí, llevó su mano a mi polla y me besó, metiendo su lengua en mi boca.
-Eres un depravado. Mira que hacerle una paja a tu madre en el restaurante.
Me bajó la cremallera y me sacó la polla.
-Ummm, creo que mami te debe una.
Lentamente, mirándome a los ojos y relamiéndose los labios, se arrodilló a mis pies. Me lamió la polla, me la besó. Se la pasó por la cara. Todo sin usar las manos. Sólo su boca.
Y me hizo la mejor mamada de mi vida. Sin ninguna prisa. Sin tocarme con sus manos. Solo su lengua, sus labios. Sus ojos clavados en los míos mientras movía su cabeza delante y atrás.
Sólo se la sacó de la boca una vez. Para decirme.
-Dale a mami toda tu leche. No tomé postre en el almuerzo.
Y siguió con la soberbia mamada. Hasta que me hizo estallar. Mi polla empezó a temblar y me corrí intensamente dentro de su boca. Ella tragaba mi corrida, cada chorro. Yo oía como lo hacía.
Terminé de correrme. Mis piernas estaban flojas de tan intenso placer. Y ella seguía con mi polla en su boca. Se la sacó y la lamió entera.
-Ummm, ha sido el mejor postre. Leche caliente,
Se levantó y me besó. Su boca sabía salada."
Después de leer lo que Pedro había escrito sobre el domingo, buscó las entradas anteriores. Comprobó con tristeza que era la última que le quedaba por leer. Ya había leído todas las anteriores y posteriores.
Se dijo que no importaba. Que nunca se cansaría de releer aquel maravilloso diario.
Sólo esperaba que esa noche él escribiera algo nuevo. Algo que ella leería al día siguiente.
+++++
Llegó el martes. Lo despidió en la puerta, como siempre, con un beso. Sus miradas se encontraron. Y notó algo extraño. Lo notó nervioso,
-¿Pasa algo, tesoro?
-No, nada, mamá. Hasta liego
-Hasta luego, mi vida.
Esperó unos minutos y fue a por su diario. Se acostó en la cama dispuesta a gozar una vez más.
"Desde hace tiempo, desde que empezaron las miradas, he sospechado algo. Empecé a pensar que ella sabía como la deseo.
Al principio creí que eran imaginaciones mías, pero me fui convenciendo de que era real.
¿Pero cómo podría ella saberlo? ¿Por cómo la miro? Podría ser.
Un día me vino una idea loca a la cabeza. ¿Y si ella...?. Pero no. Si ella había hecho lo que yo pensaba, me habría dicho algo.
Tenía que saberlo. Tenía que saber si mis sospechas eran o no ciertas."
El corazón de Eva latía con fuerza.
"Ayer lo comprobé. Ahora sé que es cierto. Sé que mi madre ha estado leyendo mi diario. Dejé dentro un papelito que sólo se caería si el diario era abierto."
Eva se tensó. La había descubierto. Ahora todo se sabía. ¿Qué pensaría él de ella? Había traicionado su confianza. Había violado su intimidad. Casi se echa a llorar.
"Me flaquearon las piernas. Ella ha estado leyendo mis más ocultos pensamientos desde hace días. Sabe todo lo que pienso de ella, todas mis fantasías. Las cosas que mi mente imagina sobre ella.
Sabe cuanto la deseo. Sabe cuanto su hijo la desea.
Al principio me quise morir. No podría volver a mirarle a la cara. ¿Qué pensaría ella de mí? Que era un depravado. Que mi mente estaba corrupta.
Cerré los ojos. Y recapacité. Ella llevaba ya tiempo leyéndolo. Y no me había dicho nada. Su trato hacia mí era el de siempre. Sólo había cambiado una cosa. Sus miradas. Y los abrazos.
¿Y si ella no estaba enfada? ¿Y si saber lo que siento por ella no le disgusta? ¿Y si mi madre también tiene deseos hacia mí?
He estado toda la tarde nervioso. Sin saber que hacer. Buscando la manera de salir de todo esto. Y siempre acababa en el mismo sitio. Sé que no es la razón la que me lleva a ese sitio, sino mi deseo.
Mamá... Eva. Mi preciosa Eva. Sé que estarás leyendo esto. Lo voy a decir bien claro. Te deseo. Me estoy volviendo loco por ti.
Ya no puedo más, mamá. Esto tiene que acabar. De una u otra manera.
Si piensas que todo esto está mal, que es algo horrible, lo entenderé. No hagas nada. Cuando llegue a casa destruiré el diario y los dos actuaremos como si nada hubiese pasado.
Pero, si me deseas como yo te deseo a ti, coge tu móvil. Mándame un sms que diga "Ven" e iré corriendo a casa a...amarte".
No había nada más. Ahí terminaba el diario. El cuerpo de Eva temblaba. Si no hacía nada, si seguía con sus cosas, todo terminaría para siempre. Las cosas serían como antes.
Eso es lo que tenía que pasar. Era lo correcto
"No. Nada va a terminar. Siempre lo vas a desear. Siempre lo mirarás y tu mente te echará en sus brazos. Lo deseas como nunca antes habías deseado a nadie. Como nunca más vas a volver a desear a nadie."
Se levantó de la cama. Fue a la entrada, en donde tenía su móvil. Lo cogió y escribió un Sms para Pedro que decía:
-VEN
Lo miró más de cinco minutos, con el dedo pulgar sobre la tecla de envío. Al final, cerró los ojos y pulsó el botón
Todo estaba hecho.
Se sorprendió al oír un bib-bip. Era el sonido de un móvil que recibía un mensaje. El sonido venía de detrás de la puerta de la calle.
Se quedó petrificada. Oyó como una llave entraba en la cerradura. Como se abría la puerta. Y allí, delante de ella, estaba Pedro.
-Hola mamá. Esperaba con todo mi ser que me mandaras el mansaje.
-Pedro...mi vida. Estamos locos.
Pedro se acercó a su madre. Le quitó el teléfono de las manos.
-Lo sé.
Acercó su boca a la suya y la besó. Primero con suavidad, pero después con pasión. Sus cuerpo se pegaron. Eva notó en su barriga la dura polla de su hijo.
-Ummm mi vida...
Pedro llevó sus manos a su culo y se lo acarició, se lo estrujó. La apretó contra él. Ella se frotó contra su polla.
-¿Todo eso que has escrito es verdad?
-Todo. Hasta la última palabra.
-Oh, Pedro...Pedro...
-Mamá...Te deseo. Quiero...follarte.
Eva llevó su mano hasta la polla y la empezó a acariciar.
-Ummm, que dura tienes la polla. ¿Quieres follarte a mami?
-Sí, sí siiiiiiiiiiiiii.
-En mi cama, ¿Verdad? Quieres follarme en mi cama.
-En tu cama - la besó - En la cocina - la besó- En el salón- La besó
-Y en tu cama. Me follarás también en tu cama.
Pedro le subió la falda y le acarició las nalgas sobre las bragas.
-¿Te gusta el culito de mami?
-Tienes el culito más lindo del mundo.
Eva miró a su hijo a los ojos. Sus ojos brillaban. Acercó su boca su oreja y le susurró.
-Mami está deseando que su niño se la folle por el culito.
Le cogió de la mano y lo llevó a su cama.
+++++
Pedro continuó escribiendo su diario. Y Eva, leyéndolo.
Pero ya no eran fantasías. Ahora Pedro escribía todo lo que hacían.
FIN
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