Deseo de estudiante (Miedo y Deseo en la noche)

Rocío, la niña prota de ¡Enseñame Jessica! siquiendo los pasos de su ausente amiga Jessica, interá por todos los medios tirarse a su profe de 35 años en una mansión encantada.

Deseo de estudiante (Miedo y Deseo en la noche)

"Ya había pasado un año desde que la joven Rocío se quedara sin su Jessica, por haberse mudado a otra ciudad. Jessica significó mucho en su vida ya que la había enseñado todos los placeres del amor y aparte le resultaba muy morbosa la situación de ambas: salían a escondidas, lejos de las miradas de los demás, se besaban siempre en cuando nadie las mirara, hacían el amor cuando estaban seguras de que estarían a solas, sin padres ni hermanos a la vista. En sólo un año perdió todo esto, Jessica se marchó de su vida al igual que vino. A Rocío siempre le quedará esos bellos momentos que vivió con ella y sobretodo, siempre recordará ésa bonita frase que le dijo antes de marcharse definitivamente: Con esto no quiso decirle que pronto la olvidaría, sino que ahora… estaba preparada para estar íntimamente con otra mujer porque la chica fué adiestrada por una verdadera amante. Y Rocío pasó de alumna a maestra en un suspiro (y nunca mejor dicho)"

"Con 15 años que ya tenía Rocío, estaba absorta su idea de que le gustaban las mujeres, pero no por ello lo fué pregonando por ahí. Quiso esperar hasta cumplir la mayoría de edad, para que nadie pensara que era un "

"Estaba ya en el instituto, en 3º de E.S.O. y a mitad del segundo trimestre cuando harta de la religión, decidió mejor apuntarse a ética ya que, prácticamente, no se hacía nada. No sólo ella, también su amiga (y confidente) Melisa. Ésta lo sabía todo sobre Rocío, tanto su condición sexual como su historia con Jessica"

"Melisa tenía la misma edad de su amiga, morena, de lindos ojos marrones, carita de fresa y con un lunarcito en la cara que le hacía una chavala muy sexy. A pesar de que era una belleza, Rocío nunca se interesó en ella como mujer. Las dos se apuntaron a ética y así no aburrirse. Oyeron que hoy vendría una profe nueva para encargarse de ésta materia que, encima, se dedicaba a la parapsicología"

Siempre me pareció que la religión era la asignatura más aburrida y la más innecesaria de todas. Haber cuando incluye la sexualidad como asignatura porque ahora que se ha ido Jessica… no tengo a nadie que me enseñe. Aunque ella me dijo que ya estaba preparada para enseñar a otra mujer. Pero el caso es que no se a quién

-¡Rocío! –me gritó Melisa- ¿A qué esperas para entrar a clase?

-Ya sabes que si no hay una tía buena de por medio, a mi no me mueve ni la grúa municipal –bromeé riéndome.

-Como eres

Las dos entramos en la clase. Sólo había unos cuántos alumnos, porque el resto eran muy devotos de Dios. Nos sentamos en la última fila y esperamos hasta que apareciera la profe.

-¿Sabes algo ya de Jessica? –me preguntó.

-¡Que va tía! No se nada de ella. Bueno sí, que está de puta madre en Madrid.

-Y ¿sabes si sigue sola?

-No lo sé… Me da igual, quedamos en que cada una reharía su vida cada una por su lado.

-Sí, y tú no te comes ni el roscón de reyes –bromeó entre risas, haciéndome rabiar.

-Mira, con el hambre que tengo, sería capaz de comerme tu "roscón de reyes" –se la devolví, porque sabía que le jodía que le tirara los trastos- Pero como te respeto

-No me hagas esas bromas, que ya sabes que no me gusta.

-¡Buenos días! –saludó la nueva profesora entrando en clase. Yo me quedé embobada mirándola.

-¡Dios mío Melisa! –le dije a mi amiga sin dejar de mirar a aquella mujer- Es… es preciosa

Entró a la clase la nueva profesora encargada de ésta materia. Me daba igual su nombre, el caso es que era hermosa, deslumbraba con luz propia como el sol por la mañana, como la luna por la noche… E inexplicablemente, me excité de sólo verla aparecer, como cuando Jessica me daba tiernos besitos en mi sexo. La mujer tenía el pelo largo, moreno y ligeramente ondulado, muy brillante y sedoso. No era muy alta, más o menos como yo. De ojos oscuros y vivos. Y tenía ése aire de dominante que a mi tanto me ponía.

-Me llamo Carmen y seré vuestra profesora de ética –se presentó muy seria- Aparte también estoy metida en el mundillo de la parapsicología y

-Y a tí ¿quién te ha preguntado? –expresó un chaval muy pasota. La profe se acercó hasta la mesa, sin dejar de mirarle a los ojos.

-Yo tengo más autoridad que tú chavalito. Así que cierra la boca o te marchas de clase –el chico no dijo nada.

-¡Señorita! –dije, alzando la mano- A mí me interesa lo que estaba diciendo. Siga, por favor –en ése momento, todos mis compis me lanzaron bolas de papel.

-¡Ya basta! –exclamó Carmen- Tú ¿cómo te llamas?

-Rocío –le indiqué con (hay que reconocerlo) voz melosa.

-Rocío, tu interés me entusiasma a la par que me sorprende, porque ni siquiera he empezado a hablar.

-Será que… -no supe que decir, porque me sorprendió su gran belleza- …me interesa aprender jeje.

-¡Pelota! ¡Pelota! –me gritó un majareta desde su mesa.

-¡Tu madre! –le contesté.

-¡Vale ya! –mandó la profesora- Os explicaré en qué consiste la parapsicología, ya que no tenéis otra cosa que hacer –sonrió dulcemente.

Carmen, Carmen, Carmen… su nombre era tan bonito como ella misma. Creo que es la mujer que estaba esperando. No presté atención a sus palabras, ni a nadie de mi alrededor. Me fijé sólo en ella; en su manera sensual de moverse de un lado a otro, en su forma de reír y de justificar sus errores. No puedo negarlo: me gustaba mucho mi nueva profesora, a pesar de que podría tener más de 30 años, tal vez 35, y que fijo no le molaban las tías. Pero conseguiré que ella sea mía pronto, muy pronto. Uy… debo dejar de pensar en cosas morbosas porque si no… tendría que ir urgentemente al baño y no a hacer pis precisamente.

¡Era increíble! Durante todo ése rato en la que Carmen hablaba, notaba como mis braguitas se humedecían más y más. Era inevitable para mí todo esto; aquella mujer me excitaba mucho y apenas la conocía de tres minutos.

-¿Alguien tiene alguna duda sobre lo que he explicado? –preguntó a todos, levantando uno la mano.

-Señorita ¿es verdad que se ve más fantasmas cuando se llega al orgasmo? –todos nos reímos por la burrada que dijo.

-Pedro, creo que no tienes ni la edad ni la altura para responderte a eso ¿no crees? –le respondió.

-Pero si tengo la "medida" señorita –se cachondeó.

-Ya me lo contarás cuando tengas 20 años –aclaró, sentándose en la mesa, provocando la risa de algunos- ¿Alguien más desea preguntarme algo?

-Yo señorita –me ofrecí.

-Dime Rocío.

-Ya que ha dedicado mucho tiempo de su vida a la parapsicología ¿ha tenido también tiempo para el amor? –Melisa me dió un codazo, a la vez que Carmen me miraba sin decir nada.

-Cada uno tiene tiempo para lo que puede. Es lo que te puedo decir.

-¿Eso quiere decir que no está casada señorita? –le pregunté con todo el descaro.

-Creo que eso a tí no te interesa.

-Pero a nosotros sí –intervino el cabecilla de una pequeña panda de salidos. En ése momento sonó la campana.

-Pasado mañana seguiremos con esto –finalizó, sacando de su mochila unos papeles. Yo esperé a que todos salieran para poder hablar con ella a solas.

-¿Nos vamos o qué? –me preguntó Melisa.

-No, me quedaré para charlar con ella –le susurré.

-Con que haciendo la pelota a la nueva profe eh

-La pelota no Melisa, le haría mejor un trabajito, si ella se dejara.

-Te espero fuera anda

Todos los niñatos y mi amiga se fueron de clase, quedando sólo Carmen y yo allí. Ella leía unos papeles y fué tal su concentración, que ni siquiera notó que estaba allí, observándola y deseándola en silencio. Me lancé a pesar de mis nervios, a acercarme a ella.

-Ejem –tosí.

-Rocío ¿todavía sigues aquí? Te perderás la próxima clase.

-Veo que se ha quedado rápido con mi nombre.

-Y yo veo que tú te crees que tratas con una sesentona –no entendí ése comentario- Puedes tutearme.

-¡Ah! –reí- Es eso. Perdona jeje.

-¿Querías algo?

-La verdad es que sí –me puse a su lado de manera de que mis tetas se quedaran a su altura de su cara, sin ánimo de que ella se abalanzara a ellas claro- Siempre me ha interesado eso de los fantasmas y el ocultismo y me gustaría saber si yo pudiera colaborar en alguno de tus proyectos.

-Me alegra mucho saber que alguien más comparte mi misma afición -sus ojos se le alumbraron al decirme eso- Más que un proyecto, es un experimento que haré dentro de unas semanas, con otros alumnos, un poco más mayores que tú.

-¿En serio? Y ¿de qué se trata?

-Todavía no puedo decirte nada, tendrás que esperar –guardó sus papeles en la mochila.

-Te gusta mucho ocultar las cosas ¿verdad? –le aclaré, mirándola a los ojos. De vez en cuando mojaba mis labios al observar el bulto de sus pechos.

-La vida es mas interesante así –sonrió. Yo la acompañé en su risa y nos quedamos mirándonos en silencio.

-Debo irme ya.

-Vale. Hasta luego.

-Hasta luego –me despedí, yendo a la puerta. Pero me acordé de una cosa y regresé a su lado- No me lo creo.

-¿El qué?

  • Que tú siendo una mujer tan guapa y tan atractiva no estés casada -Yo esperé una respuesta por su parte, pero sólo se limitó a mirarme fijamente con sus ojos oscuros. Al dirigirme a la puerta pudo decirme:

-Tienes razón; no estoy casada.

Uff… menuda conversación mantuvimos. Ésta noche tendré sueños eróticos con Carmen y con su espectacular cuerpo; menudo trasero, menudas tetas… y estoy segura de que debe tener un conejito muy apetitoso. Debo averiguar más cosas sobre ella, de momento sé que no está casada y también sé que le fascina el tema ése de los fantasmas y apariciones astrales. No negaré que a mí también me fascina. De hecho tener miedo me excitaba hasta un límite insospechado. Yo sentí mucho miedo cuando Jessica acarició todo mi cuerpo por primera vez pero, al mismo tiempo, la situación me pareció muy morbosa. A ver si me incluye en su experimento, que estoy deseando poseerla cuando encuentre el momento apropiado.

Mi amiga me lo ha confirmado: estoy loca por Carmen y sólo había pasado dos semanas desde que la conocí. En el fondo la profesora era muy buena gente. Detrás de ése aspecto de severa y dominante, todos descubrimos a una mujer divertida, dulce y muy fanática en su materia. Cualidades suficientes para que yo ahora viviera obsesionada por pasar una larga noche de pasión y desenfreno sexual con ella (o mejor dicho, de comerme todo su conejito hasta dejarla sin fuerza)

Faltaba dos minutos para que Carmen entrara a clase. Ya estábamos todos esperándola dentro de la clase y a mí me dió por fumar. Para que no me pillara, mi amiga y yo nos pusimos en la última fila, dando la espalda a todo el mundo.

-Espero que no digan nada estos niñatos a la señorita –dijo Melisa, dando una calada. Seguidamente me lo pasó.

-No lo creo. Les gustamos tanto que, con un contoneo de tetas, cerrarían el pico durante todo el curso –le aclaré, tragándome el humo.

-Eso es cierto, los tíos son muy simples.

-Ya lo sabía, por eso me van las tías –reí, pasándole el cigarro.

-Lo peor es que nos pille Carmen –al terminar, me volvió a pasar el cigarro.

-Uf… ojalá. Imagínate cuál sería el castigo: darme azotes en el culo con la regla de la pizarra, mmmmm

-No, pero te quedarás castigada después de clase –por sorpresa, habló detrás de nosotras Carmen, mirándonos de malas maneras. Me quitó el cigarro y lo tiró por la ventana- Rocío, deberías saber que aquí no se puede fumar y mucho menos con la edad que tienes.

-Mi edad no es ningún impedimento para nada. Puedo hacer lo que me dé la gana ¿sabes Carmen?

-No te hagas la chula conmigo mocosa, que podría perfectamente llamar a tus padres y decirles que has cometido una grave falta en mi clase –expresó muy seriamente. Yo preferí seguirle la corriente.

-Te pido que no llames a mis padres, por favor.

-De momento, estarás castigada al final de la clase, después… ya veremos –me exigió sin estar yo deacuerdo, pero preferí callar- ¡Todo el mundo a su asiento!

¡Joder! ¡Que rabia me entró en el cuerpo! Jamás me habían pillado fumando en clase y ahora va Carmen y… Encima me ha castigado con quedarme después de clase y, posiblemente, se chivará a mis padres. Demasiadas cosas les he ocultado ya, como mi lesbianismo, mi lío con Jessica o que fumo. No sé como convencerla de que no se chive. Debo emplear mis trucos de mujer con ella, engatusarla con mi dulce voz o mostrarle sólo un poco mis encantos. Pero sospecho que nada de eso servirá.

-Osea que lo de las caras de "Belmez" no son en realidad los retratos de la familia "Simpson" ¿no? –comentó el más bobo de la clase.

-Menudas cosas dices Manuel –en ése momento sonó el timbre- Muy bien, hasta mañana. Excepto tú Rocío.

-Mierda –susurré, tirando al suelo mi mochila.

-¿Te espero fuera? –me preguntó Melisa.

-No, sospecho que esto me llevará para rato –se me acercó a mi para susurrarme algo.

-¿Intentarás tirártela?

-No sueño con otra cosa Melisa.

Sin más demora de tiempo, todos los alumnos salieron de clase, incluyendo a mi amiga. Yo me quedé sola con Carmen, sentada en los últimos pupitres. La profe ni siquiera me dirigió la mirada. Se limitó a mirar los papeles que sacó de su mochila (que por cierto, siempre son los mismos que lee) Al contrario que ella, yo sí la miraba. Y como para no hacerlo, porque hoy llevaba una faldita corta vaquera y un jersey rosa con escote, que se le podía ver el comienzo de sus medianas pero lindas tetas. En fin… ¡estaba buenísima! Hoy hacia un día caluroso fuera en la calle y dentro de la clase, y eso se veía reflejado en el cuerpo de Carmen; ése sudor que empezaba desde su cuello, seguidamente bajaba por su garganta, dejando tras de sí un hilito de humedad.

Siguió bajando ésa gotita hasta esconderse entre los pechos de ella. Mmmm… quién fuera gotita de sudor, para tener acceso a ése lugar que deseaba explorar y devorar. Ya me ha vuelto a pasar; estoy empezando a imaginármela desnuda en mis pensamientos y cada vez que me pasaba esto… me excitaba, me ponía cachonda de tal manera que sólo Jessica sabía como calmar. Casi por impulso propio, bajé mi mano hasta llegar a mi sexo. Sólo lo rozaba por momentos, a la vez que la observaba. Seguía distraída leyendo aquellos papeles y yo no podía más con éste calentón en el cuerpo. Por debajo de su mesa se le podía ver sus hermosas piernas y, como si estuviera leyendome el pensamiento, me mostró sus braguitas, ésa prenda que cubría un tesoro apetecible, muy tentador y que deseaba probar: su concha.

Empecé a masajear mi sexo lentamente, imaginando que era Carmen la que me tocaba. Me daba lo mismo que ella me pillara masturbándome en medio de la clase, sólo quería sentir un rico orgasmo con la imagen de Carmen y de sus braguitas. Mmmm, me encontraba muy mojada y notaba que mi pipa estaba ligeramente sobresalido. Al posar mi dedo por ése bultito, dí un pequeño brinco sobre mi silla porque estaba muy sensible. Sobre ése punto sensible con mis dedos, hice movimientos circulares y rápidos. Era curioso ver que la profe siquiera leyendo sus papeles, mientras que yo estaba a punto de correrme.

Poco a poco notaba como se acercaba el momento del clímax total; éste mareo, el temblar de mis piernas… Opté mejor por meter mis dedos dentro de mis braguitas y sentir enteramente mi conejito, todo caliente y mojadito de mis flujos. Aceleré mi ritmo, sin dejar de mirar a Carmen. Mi maravillosa corrida empezó con un breve cosquilleo por todo el cuerpo para luego estallar de placer. Tanto, que me fué difícil reprimir un pequeño gemido.

-¡Ahhhh! –exclamé, echando para atrás mi cabeza, mirando el techo.

-¿Qué te pasa? –me preguntó cuando yo todavía estaba recuperando el aliento.

-Na… nada señorita –le pude decir- Sólo bostezaba.

-Rocío ¿Qué castigo crees que te mereces?

-Pues… -me acerqué a su mesa a pesar de que todavía me temblaban las piernas- …creo que el quedarme aquí contigo después de clase es suficiente castigo ¿no crees?

-Es verdad, has sido una niña mala. Está muy feo fumar en clase –me explicó, con cierta sonrisa en su rostro.

-Sí, y lo siento mucho

-Ven aquí granujilla –me pidió, sonriendo de medio lado.

Usó un tono de voz que desconocía en ella. Me atrevería a decir que me habló con cierta sensualidad, dedicada exclusivamente a mí. Sin dudar, me acerqué a su mesa con una sonrisa en mis labios. Tal vez pase lo que tanto anhelaba entre ella y yo.

-¿Qué me hará profesora?

-¿Te acuerdas de lo que hablamos hace unas semanas?

-Eh… -recapacité unos segundos- Creo que me he perdido.

-Tú te ofreciste hace dos semanas para participar en uno de mis proyectos paranormales.

-¡Es cierto! –recordé al instante- Y bueno ¿de que irá ése proyecto?

-Ven, acércate y mira ésta casa –me acerqué más a ella y Carmen me enseñó un papel con la foto de una casa antigua con una gran palmera en el jardín- Es "la mansión de la palmera" Se dice que está habitado por una identidad muy burlona que no hace otra cosa que asustar a todos aquellos que lo visitan.

-¿Asustar?

-Sí, haciendo levitar objetos y estamparlos contra el suelo, abriendo y cerrando puertas, encendiendo y apagando las luces… Y de vez en cuando, si prestas mucha atención, puedes oír su sonrisa maléfica, y a veces puedes ver su patético aspecto en cualquier espejo de la casa –explicó, con excitación.

-¡Joder! –exclamé alucinando con la historia- Y ¿por qué hace ése tío todo eso?

-Eso es lo que quiero averiguar, gracias a la ouija.

-¿Ouija? ¿No será peligroso? –preguntó con cierto temor.

-No, si se hace con cuidado.

-Y ¿qué pinto yo en éste proyecto?

-Necesitaré la ayuda de 10 personas para hacer la ouija. Los dueños de la casa nos la han cedido durante toda la noche.

-Eso quiere decir

-Que pasaremos la noche en "la mansión de la palmera"

¡Dios! Carmen estaba loca. ¿Quién en su sano juicio pasaría una noche en una casa encantada? Bueno… puede que tal vez alguien (osea yo) que esté deseando tirarse a ésa Diosa que tenía delante. Seguro que lo de ésa casa será un fraude… pero tampoco me iré de allí con las manos vacías. Aprovecharé ésta gran oportunidad.

-Sé que es una locura pero... acepto ir –le confirmé muy segura, echándole un ojo a sus tetas –Incluye también a Melisa, que estará deseando ir.

-Deacuerdo. Dentro de dos días nos veremos en ésa casa.

-Vale, hasta mañana -me despedí, pensado que se la colaría.

-¡Eh! Rocío, todavía sigues castigada –me dijo, señalando mi pupitre.

-Jo… -me quejé, sentándome en mi sitio –Mi madre me ha preparado pollo

-Tal vez te libres del castigo –me confirmó.

-¿Cómo?

-Shsssss, silencio –me mandó callar, sin quitarle ojo a sus dichosos papeles. Durante un rato nos quedamos en silencio.

-Eres más dura que mi profe particular.

-¿Tienes profesora particular?

-Tuve –le corregí -Ahora está muy lejos de mí.

-¿Qué te enseñaba? –yo empecé a reírme. Me levanté de mi pupitre y me acerqué a ella lentamente.

-Te voy a decir una cosa Carmen; todo lo que ella me enseñó, me pareció muy hermoso.

-Parece que ésa profesora te marcó mucho.

-No sabes cuánto –apoyé mis brazos en su mesa y la miré fijamente –Me enseñó a amar a otra mujer.

-¿Cómo dices? –preguntó con nerviosismo.

-Cómo lo oyes. Gracias a ella, me encanta ahora hacer el amor con una mujer.

-Pero… si tienes 15 años –yo reí, a la vez que me acerqué más a ella.

-Ésa regla sólo vale cuando se trata de un chico. Pero entre mujeres… es distinto. Más emocionante, más divertido, más hermoso, más placentero ¿No lo has probado nunca Carmen? –le pregunté, insinuándome un poco. Ella miró al vacío de la clase sin decir nada.

-Ya te puedes marchar Rocío.

-No me has contestado.

-Obedéceme, antes de que me arrepienta.

"Sé que quiso evitar contestar a la pregunta. Tal vez tuviera miedo de mí, de lo que le podía hacer. Mi sonrisa de niña mala la asustó jeje. Me fui de clase con una sonrisa en mis labios. Satisfecha estaba de haberle confesado mi admiración hacia las mujeres. Ahora sólo tenía que esperar

Pasaron dos interminables días y llegó el momento de la verdad; de pasar una noche de autentico terror en la nombrada "mansión de la palmera. Éramos 9 personas en total (éramos 11 pero 2 de ellos se rajaron) Todos trajimos lo justo y necesario para pasar la noche allí. Yo fui acompañada de Melisa, y después, las otras personas, chicos y chicas, eran alumnos del mismo insti pero de cursos avanzados. Prácticamente Melisa y yo éramos las "benjamines" del grupo. Carmen era nuestra responsable y sería la investigadora de ése lugar.

Eran las 22:00 de la noche. Ya había anochecido y un aire frío recorrió nuestras espaldas mientras esperábamos a Carmen a que abriera la puerta de aquella casa, lúgubre y horrorosa. Aunque por dentro es diferente. Abrió las puertas de par en par y nos encontramos con una decoración típico de un ricachón con suerte: candelabros por todos lados, alfombras, espejos, cuadros… De momento no sentimos nada, ni se oía ni una risa de aquel ser llamado "fantasma burlón" de aquella casa. Dimos un brinco del susto al encender Carmen las luces.

-¡Joder! –exclamaron casi todos.

-Tranquilos chicos, no hay por qué asustarse –nos tranquilizó

-¡Madre! –exclamó Melisa -¡Es tétrica!

-Melisa, te aconsejo que no… -Carmen no terminó su frase porque de repente se oyó un gran portazo- …insultes a la casa. Podría pasar lo mismo que ahora.

-Sólo ha sido el viento señorita –indicó un chaval llamado Robert.

-No sólo ha sido el viento Robert, hay algo más y eso es lo que averiguaremos.

-En otras palabras, que vamos a dormir todos juntos ¿no? –expuse yo.

-Es lo aconsejable –me dió la razón Carmen.

-¡Ey! ¡De eso nada! –exclamó el chaval más mayor de allí, abrazando a su novia- Nosotros dos solemos dormir juntos.

-Si claro, ahora lo llaman "dormir" –dijo Robert, finalizando con una carcajada.

-A ver, Romeo y Julieta –se refirió la profe a la parejita- Podéis dar una vuelta por la casa y así encontraréis un nidito de amor pero… pensad que no estaréis solos.

-Es verdad, nos acompañará el señor "Durex XXL" –todos rieron.

-Que asco –musité.

-Acompañadme al salón. Allí será dónde haremos la ouija y donde dormiremos.

Todos cogimos nuestras cosas y seguimos a Carmen, sin dejar de mirar a nuestro alrededor. En cada rincón de aquella mansión parecía que en un momento u otro saldría de repente… "algo". Y hoy, por desgracia (o por suerte para la profesora) esto es lo que pasaría. Algunas de aquellas personas (en concreto un chico y una chica muy sensibles) optaron mejor por marcharse de la casa porque presentían "cosas" y se fueron de allí más temblando que una gelatina. Ahora sólo éramos 6 (7 con la seño); yo, Melisa, la parejita Marco y Milana, Robert, un chico muy revoltoso y Lena, una chica muy, muy creyente. Si se fueran todas estas personas, me quedaría a solas con Carmen y… ¡Uf! me excito de sólo pensarlo.

Llegamos finalmente al centro de la mansión, exactamente a un gran salón que carecía de mesas y sillas (ya me veía yo comiendo en el suelo como un chino) pero había una gran cantidad de polvo que se palpaba en el ambiente. Carmen, sin miramiento, se sentó en el suelo y nos pidió que nos sentáramos cerca de ella, en forma de círculo. Soltamos nuestras carteras a un lado y tomamos asiento. Yo me senté entre mi amiga y Carmen; quería tenerla cerquita de mí. La profe sacó una cosa de madera de su mochila.

-¿Qué es eso? –preguntó Robert.

-Esto es la famosa "tabla de la ouija" –explicó Carmen desde la experiencia- A través de esto podemos comunicarnos con la identidad que habita en ésta mansión.

-Para identidad mi carnet –bromeó Marco, haciéndonos reír.

-¡Silencio! –mandó callar- Debéis estar callados para así concentraros. Relajaos todo lo que podáis. Os ayudará mucho cerrando los ojos. Sólo debéis oír vuestra propia respiración.

-¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh! –empezó a gemir Robert exageradamente- ¡Cómo me la pones nena!

-¡Robert! –vociferó Carmen- ¿Estás a lo que estás? O ¿prefieres ver una porno?

-Eso ni se pregunta señorita –rió a carcajadas.

-Ahora te prefiero concentrado y luego haces lo que te dé la gana ¿vale? –explicó Carmen- Cerrad los ojos.

Todos cerraron los ojos excepto yo. Me quedé mirando a Carmen mientras me la imaginaba en mi cabeza. Estaba toda desnudita y muy dispuesta. Mmmm… que tentador, que hermosa… Sería excitante vivir un momento así, y eso era lo que me proponía ésta noche.

-Ya podéis abrir los ojos. Deberíais ya estar relajados –dijo Carmen- Supongo que ya sabéis de sobra el funcionamiento de la ouija ¿verdad? –todos asentimos- Bien, colocar vuestros dedos índices sobre el vaso. Yo haré de "médium"

-¿Qué es eso? –preguntó Milana a la vez que todos pusieron sus dedos índices sobre el vaso.

-Pues es uno de los grados de dificultad del Sudoku –bromeó Robert sin dejar de reír.

-Lo que quiero decir es que yo me encargaré de hacer las preguntas al posible "ente" Empecemos.

Hubo un gran silencio. Todos nos mirábamos a los ojos un poco acojonados sin saber lo que pasaría ahora. Carmen era la única persona que se mantenía firme, sin nervios ¡Ay! Tenía mi dedito congelado pero ni conejito seguía bien caliente.

-¡Queremos contactar con el espíritu de ésta mansión! –exclamó Carmen que se pudo oír por toda la casa- ¿Estás aquí? Haznos una señal.

No ocurrió nada durante unos minutos. Hasta que noté que el vaso se movía. Efectivamente empezó a moverse. ¡Dios mío! ¡Que cagada! Era verdad toda la leyenda urbana sobre la ouija. El vaso hacía círculos de un lado para otro sobre la tabla. Hasta que el vaso se paró en la palabra "SI"

-Perfecto –dijo Carmen con una sonrisa en sus labios- ¿Puedes decirnos como te llamas?

Inmediatamente se movió de nuevo el vaso y se posó en las letras "F-U-T-U-R-O"

-¿Con eso quieres decirnos que predices el futuro?

"SI"

-¿En serio? –interrumpió Robert- ¿Cómo quedará el Barcelona con el Madrid?

-¡Robert! –exclamamos todos.

"C-A-L-L-A-T-E"

-¡Ostia! –dijo con voz temblorosa Robert- Esto es acojonante.

-Tienes razón, por una vez en tu vida –reconoció Carmen- Eh… ¿quieres contarnos algo?

"N-O Q-U-I-E-R-O"

-¿Puedes contarnos al menos… por qué asustas a todos los que visitan ésta mansión?

L-A C-A-S-A E-S M-I-A

-¿Quiere que nos vayamos? –siguió preguntando Carmen.

"N-O"

-¿Por qué?

"Q-U-E P-R-E-G-U-N-T-E O-T-R-O"

-¿Cómo…?

-¡Yo quiero preguntar! –exclamó sobresaltada Milana- ¿Seguiremos durante mucho tiempo Marco y yo?

"N-O S-E S-A-B-E"

-Pero ¿no se suponía que eras un puto adivino? –insultó Marco, provocando al fantasma.

En ése momento se rompió uno de los cristales de la mansión.

-¡Marco! –gritó Carmen- Será mejor que nunca enfurezcas a un espíritu. Las consecuencias podrían ser fatales.

-Es que quería saber… -intentó explicarse Milana.

-No le puedes exigir más a un ente ¿Sigues ahí? –preguntó Carmen a "Futuro"

"SI"

-¿Quieres contarnos algo de tu vida pasada?

"S-E E-L S-E-C-R-E-T-O D-E C-H-I-C-A D-E L-A-S G-A-F-A-S"

-¿La chica de gafas? –repitió la profe lo que dijo "futuro"

-¡Mierda! –vociferé yo- ¿Se refiere a mí?

"SI"

Dios mío, que asustada estaba. Ése fantasma sabía algo de mí y yo aquí, pensando en la manera de liarme con Carmen. Tal vez sea eso

-Que nos diga ése secreto –comentó Marco.

-No, no, será mejor que no… -pude decir antes de que el vaso empezara a moverse.

"E-S-T-A-S L-O-C-A"

-Eso ya lo sabíamos todos –me ofendió Robert riéndose.

-¡Cállate! –le mandé callar cuando seguía moviéndose el vaso.

"P-O-R C-A-R…"

-¡Basta!

No dejé que el vaso siguiera moviéndose porque me levanté, cogí el vaso y lo tiré al suelo. Ése tal "futuro" sabía mi obsesión por Carmen y ha estado a punto de decirlo a todos. Yo aún seguía nerviosa y era la única que seguía de pie. Carmen fué la siguiente en levantarse y me abrazó.

-Rocío, angelito… -me dijo, aun abrazada a mí- ¿Estás bien?

-Bueno… sigo asustada Carmen.

Que a gusto me encontraba entre sus brazos; tan cálido, tan tierno, tan acogedor… No quería despegarme de ella nunca. ¡Ayy Carmen! Si supieras lo que siento por tí y lo que me haces sentir cada día

-Será mejor que durmamos todos juntos, ya que hasta mañana no podemos irnos.

-No creo que pueda dormir señorita… -dijo Milana tiritando de frío.

-No te preocupes mi amor. Ya encontraremos la manera de pasar el rato –le susurró su novio dándole un piquito.

-Yo… yo quisiera dormir a tu lado Carmen (y a ser posible encima) –le pedí a Carmen.

-Por supuesto –me aseguró, dándome un pellizco en mi moflete- No sé si os apetece comer pero… creo que ahora es un buen momento

Para comer estoy yo ahora, con el susto de antes. Nunca me había pesado nada igual, al menos paranormal. Ése fantasma seguirá deambulando por la mansión y eso, digamos, me cortaba a la hora de querer ligarme a Carmen. Aunque pensándolo mejor… debe ser morboso que te observe "algo" que no puede hacer nada.

Algunos de los presentes comieron lo justo porque los demás, incluyéndome a mí, se le habían quitado las ganas de comer y sólo deseábamos que pasara el día para volver a nuestras casas. Carmen se quedó a mi lado durante mucho rato. Era muy agradable su compañía a comparación de todo los que nos rodeaba. Me iba explicando antiguas experiencias paranormales mientras que yo la miraba a los ojos. Que lindos, que brillantes… Sentía una gran atracción hacia ella muy difícil de disimular. Melisa nos miraba de lejos y de vez en cuando me sonreía porque sabía mis intenciones y ella apostaba de que lo conseguiría en ésa misma noche.

Al pasar unas horas, decidimos que era una buena hora para dormir, aunque de todos modos ninguno pudiéramos pegar ojo. Nos pusimos todos juntos a descansar en el salón con nuestros sacos de dormir, aparte de que era el sitio más calentito de la casa, ahora que empezó a llover de manera exagerada. Era de cague total, cada vez que sonaba un rayo, parecía que algo de la casa se rompía por culpa de ése "futuro"

Eran las 1:15 de la madrugada y yo seguía sin poder dormir, a diferencia de los demás, que estaban sobando. Aunque, fijándome bien… gracias a la luz que emitían los rayos, pude observar que allí faltaba gente. Creo que Marco, Milana y Carmen. ¿Dónde estarán ahora? Era tanto mi curiosidad, que incluso me levanté y en la oscuridad de la noche empecé a buscarlos.

Intenté hacer el menos ruido posible para no despertar a los demás. Subí por las escaleras despacio, ayudándome con la luz del móvil. No se oía nada, aparte de la lluvia caer velozmente contra el suelo. Al llegar hasta arriba, ví un gran pasillo con varias puertas y con todo el valor de mundo me adentré. No me atrevería ni a tocar los pomos de las puertas ya que estaba totalmente acojonada. Así que me limité a escuchar tras las puertas. En ninguna tenía éxito de escuchar algo pero… en una de las puertas si que conseguí escuchar un ruido extraño… Era algo así como quejidos o gemidos.

La puerta estaba entreabierta y decidí mirar por una rendija para averiguar que eran ésas voces y quiénes la producían. Era una pequeña habitación, alumbrada con un par de velas y sobre una vieja cama había dos personas. No les podía ver las caras pero por sus cuerpos y sus cortes de pelos… yo juraría que eran Marco y Milana enrollándose. ¡Uf! Menuda manera tenían de entregarse, con mucha pasión, con mucha efusividad… Estaban sudando como cerdos y excitados como quinceañeros. Mmmm… Milana estaba encima de él y podía distinguir sus tetas, sus perfectas tetas redonditas y bien puestas. Marco no tardó en devorarlas como un lobo hambriento. Chupó sin ninguna delicadeza sus pezones y a pesar de eso, a ella le gustaba. Marco la obligó a ponerse a cuatro patas y pude ver bien, gracias a un rayo, lo enorme que era su verga y lo cachondo que se encontraba. Esa situación no me excitaba nada ya que eran una pareja de heteros. Pero si hubiera sido dos chicas

Dejé a estos dos intimar tranquilos y me fui en busca de Carmen. Al seguir caminando por el pasillo oí otra clase de ruido. Era muy parecido al de la lluvia y cierto que todavía llovía con fuerza… Miraré por si acaso, porque igual era una gotera. El ruido provenía en una de las puertas del final del pasillo. Me daba mucho pavor adentrarme más en la mansión, después de lo que pasó antes con la ouija, podría esperarme de todo en ésta casa.

Me acerqué al sitio en cuestión con toda lentitud porque en ésa parte de la casa el suelo crujía. Efectivamente era el sonido del agua de la ducha. La puerta estaba entreabierta y entré para echar un vistazo. El baño no era gran cosa e incluso el espejo estaba medio roto. Tres velas sobre el lavabo lo iluminaban, junto una toalla y ropa limpia. Me acerqué y me puse a oler aquella ropa. Mmmm… éste olor, me es muy familiar… Ya sé quién está dentro de la ducha; Carmen, mi maravillosa Carmen.

Vi su silueta a través de la cortina y me quedé contemplándola como si se tratase de una estrella fugaz: como algo que sólo te pasara una vez en la vida. Es curioso que el baño fuera lo único que en mejor estado está de la mansión. Era una ventaja para mí; deseaba con todas mis fuerzas verla desnuda.

Oí como Carmen cortaba el grifo del agua. Yo cogi la toalla y me puse delante de la bañera. Hasta que por fin salió de la ducha… toda desnuda y mojadita. Ohh… estaba apetecible. Su piel era morena como la noche. Sus tetas pequeñas y de pezones rosados, parecían que tenía algún tipo de imán que me atraía hacia ellas. Su concha bien depiladito y tan moreno como su pelo. Y su cara… llena de asombro, porque no esperaba mi presencia allí.

-¡Rocío –exclamó sorprendida- ¿Qué haces aquí?

-No podía dormir Carmen –le dije, dándole la toalla.

-Gracias –cogió la toalla- Pero podías haber llamado antes de entrar.

-No tienes nada de lo que te puedas avergonzar pero sí que tienes algo que me gusta mucho.

-¿De qué estás hablando? –me preguntó poniéndose la toalla.

-No te lo pongas –la detuve- Quisiera verlo durante toda la noche.

-¿A qué te refieres exactamente?

-Todo tu cuerpo –me acerqué a ella- ¿Cuánto pagas al diablo por tener un cuerpo asó profesora?

-No exageres Rocío –se puso mejor su toalla y cogió su ropa limpia del lavabo.

-Me parece que no me has entendido Carmen –le impedí que cogiera su ropa del lavabo.

-¿Qué pasa niña? ¿Me vas a impedir que me vista?

-Tal vez.

Me puse frente a ella, nos mirábamos a los ojos, sentí que nuestros corazones palpitaban sin parar… Yo la deseaba mucho… quería sentirla cerca de mí y que ella me sintiera a mí. Quería que nuestros cuerpos desnudos se rozasen una vez y otra… Me conformé ahora con acariciar su pelo húmedo. Carmen temblaba, no sé si de frío o… x lo que estaba sintiendo. Debería permitir que se vistiera pero, no quería dejar de ver ése cuerpo sensual, creado especialmente para yo darle placer. Ahora tocó acariciar su rostro, tan suave y delicado como ella misma. ¡Cómo disfrutaba con ésa agradable sensación en mi mano! Ella se dejaba… No podía entender el mensaje de sus ojos; la verdad es que no sé si le gustaba o temía por algo. Carmen sólo se limitó a mirarme fijamente, viéndose ella misma en el reflejo de mis gafas. Yo la miré y le sonreí muy picarona porque ahora pretendía hacer algo que haría que mi excitación llegara a un límite sin fin.

Carmen se aferraba a la toalla, por temor a que accidentalmente, se le cayera. Le aparté lentamente sus manos, para luego comérmelos a besos uno a uno. Su piel olía a melocotón, por el gel que ha usado antes. Ahora Carmen estaba indefensa; había bajado las manos. Mis manos también descendieron para despojarle ésa toalla que me impedía ver ése espectacular cuerpo. La prenda cayó al suelo y… allí estaba sus tetas y su conejito, mi sabrosa cena de ésta noche lluviosa.

Comencé a tocar su piel con mi dedo índice, siguiendo el recorrido de esas gotitas de agua, que llegaba hasta la punta de sus pies. Mi dedo rozó su cuello, su canalillo, no me atreví a tocar su pecho, tal vez por su reacción al respecto. Pero lo cierto es que ella se dejaba llevar por mis caricias y hasta que ella no me diga nada, yo no pararé. Escuché como Carmen soltaba algún suspiro que otro, que eran como el canto de cualquier ángel. Sus apetecibles tetas me estaban esperando: tan sólo rocé un poco su pezón con mi dedo y se puso durito. Tragué saliva, aguantando las ganas de chuparlo. Debía esperar, solo un poco más. Descendí mi índice por su vientre, jugué con su ombligo… Llegué a su cintura, aunque en verdad quería llegar a otro sitio, a ése sitio oculto de su cuerpo y que ahora estaba a mi merced. Yo me encontraba muy caliente y me notaba muy mojada, sobretodo viéndola totalmente desnuda. Me jugué todo en una sola carta y bajé mi dedo en dirección a su sexo. En ése momento Carmen reaccionó y me cogió las manos, empujándome contra la pared. Ella se molestó conmigo y quiere hacérmelo pagar caro.

-¿Qué crees que estás haciendo granujilla? –me preguntó con una sonrisa extraña en su cara.

-Yo sólo… -titubeé- Creí que

-¡Calla! –me ordenó- Creíste mal, porque no me gusta que me dominen. No sé lo que harías con ésa profesora tuya, pero conmigo no te va a funcionar.

-Carmen… me estás asustando –le dije aún acorralada en la pared.

-¿Crees que no sé lo que hiciste ése día en mi clase Rocío?

-¿Qué... qué día? –pregunté nerviosa, provocando su risa.

-Yo… yo no… –me bloqueé.

-Seguro que tuviste un rico orgasmo a la vez que me observabas ¿verdad mocosa?

-Creo… creo que no hace falta que… lo digas así, acorralándome.

-¿Dónde se ha visto que un profesor se deje dominar por su alumno?

¡Joder! No me puedo creer que esto me esté pasando. Ésta noche pretendía dominar a Carmen, pero todo se volvió en mi contra. Era ella la que me dominaba a mí, pero no en sentido sexual.

Y aparte de eso, sabía de sobra que yo me masturbé en su clase. Me metí en un entuerto del que no sabía cómo salir. Pero visto desde fuera, era muy morboso ver a Carmen desnuda, acorralándome en la pared y yo temblando de miedo.

-¿Qué pasa Rocío? –me preguntó- ¿Ya no dices nada?

-Quiero irme

-¿Es que acaso no te gusta esto, que mis tetas y mi coño estén ligados a tu cuerpo?

-Mu… mucho, pero no así

-Cómo profesora que soy, te voy a dar una lección niña.

¿A qué se referirá con eso? Tal vez me quiera hacer daño, un daño que quizás me guste. Debería resistirme, pero la situación en la que me encontraba me era imposible. Carmen puso mis manos tras mi espalda y después de mirarme con picardía, se acercó a mi cuello y no sé lo que hizo. Ambas oímos unos porrazos en la puerta muy exagerados.

-Contesta tú –me susurró.

-¿Quién es?

-Rocío, abre que me estoy meando –esa voz la reconocí enseguida. Era Melisa.

-¡Vale! ¿Me podrías soltar, por favor? –le pedí a Carmen.

-Esto no quedará así granujilla –dicho esto, me soltó, cogió la toalla del suelo y se lo puso. Yo salí del baño y cerré la puerta.

-Joder Rocío… -me comentó Melisa- … si que tardas en mear.

-Te aconsejo que no entres hasta que salga Carmen.

-¿Carmen? ¿La profe está dentro? –me preguntó musitando y flipada.

-Sí y no quieras saber lo que ha pasado.

-Al final has conseguido tirártela eh

-Créeme, se me han quitado hasta las ganas.

Mis ganas de follarmela se me quitaron al pasarme esto. Al querer ser yo la que le dominara y ser Carmen justamente lo contrario, fueron las causas de éste pensamiento. Nunca tuve la oportunidad de dominar a ninguna chica, ni siquiera con Jessica; siempre daba ella el primer paso.

Me fui directamente al salón para dormir, aunque no tuviera ganas. No dejaba de recordar lo que me pasó antes con la profe. Y sin saber por qué, me excité. Me tuvo acorralada en la pared y… nuestras tetas se rozaron, notaba como sus pezones se clavaban en mi pecho… Debo de pensar en eso, porque lo único que iba a conseguir era un calentón inútil. Ni siquiera me dí cuenta de que Marco y Milana habían vuelto al salón, después de acostarse en aquella cutre habitación.

Pasó media hora y yo seguía sin pegar ojo. ¡Mierda! No sé que hacer ya. Lo único que me faltaba hacer era contar ovejas. Me senté en el suelo para mirar a mi alrededor; todos dormían y algunos roncaban. Uno de ellos no dejaba de dar vueltas en el saco de dormir, hasta que se puso de pie. Yo me hice la dormida pero sin cerrar los ojos. Ése alguien se tumbó a mi lado y empezó a manosear mi cuerpo. ¿Quién sería?

-Tenemos algo pendiente Rocío –me susurró esa voz que era la de Carmen.

-Profesora… -pude decir entre gemidos.

-Yo tampoco puedo dormir, no dejo de pensar en tu coñito de adolescente que quisiera probar.

-Carmen… -le dije, mientras ella me tocaba las tetas- …ahora no es el momento.

-Cualquier momento es bueno para follar angelito.

Carmen estaba loca, menudo momento escogió para intimar. Era muy arriesgado hacer esto delante de todos aquellos que estaban sobando. A primera vista parece muy peligroso pero… la cosa se fué calentando y hasta me pareció muy excitante.

¿Cómo no me iba a apetecer follar con ella, con las caricias que me proporcionaba en mis tetas y en mi sexo? De momento sólo me acariciaba, para excitarme poco a poco. Apenas la veía en la oscuridad, sólo podía distinguir su silueta. Pero cuando sonaba un rayo, podía ver a Carmen muy bien, podía ver su mirada lujuriosa mirándome y deseándome. Y gracias a la lluvia, podíamos disimular nuestros gemidos que iban aumentando de tono. Ella me besó en los labios, con mucha efusión y ansiedad. Me comió los morros como nadie. Yo le respondí de la misma manera. Nuestras lenguas se surcaron en una sola, mezclando nuestras salivas. Era uno de esos besos que emitían un ruido especial, muy maravilloso de sentir.

Carmen se puso encima mía, tapándose como pudo y sin dejar de besarme. A la vez también toqueteaba mi cuerpo con su mano y con la otra, jugaba con los rizos de mi cabello. Directamente metió su mano dentro de mis braguitas, masajeando sutilmente mi coñito. ¡Dios! Que gusto, que placer, que ganas tenía de que me hiciera esto. Seguro que ella notó lo mojada que estaba, porque al sacar la mano ella sonrió.

-Así que la niña está cachonda eh… -musitó- Habrá que hacer algo ¿no?

-Quiero que me folles Carmen.

La atraje hacia mí y la besé de nuevo. Nuestras lenguas se enroscaron sólo un momento, porque ella descendió por mi cuello y al quitarme la camiseta la camiseta, siguió besando dulcemente por todo mi cuerpo. Se recreó en mis tetas, jugando con ellas como si fuera su juguete preferido. Lamiéndolas como si fuera un helado de su sabor favorito. Yo me sentía como en un erótico sueño: alguien me estaba follando en la oscuridad y ni siquiera podía ver lo que me hacía, sólo sentir y disfrutar.

Me quitó el pantalón de mi pijama y mis braguitas a la vez. Los dejó a un lado y enterró su cabeza entre mis piernas. Sólo me daba pequeños besitos en mi pubis, que apenas tenía pelillos, sin empezar a hacer lo que realmente me gustaba. Con sus manos masajeaba mis tetas, para asegurarse de que yo no me "enfriara" y con su lengua… comenzó a comerme todo mi conejito de una forma brutal e increíble. Carmen era una experta en ése aspecto, tal vez no fuera la primera vez que lo hacía. Quería gritar de placer, quería berrear su nombre a los cuatro vientos… pero lo único que podía hacer era gemir y sentir en silencio.

Carmen no paró ni un segundo, ni para respirar. Chupaba de tal manera mi bultito, que temía terminar demasiado pronto. Eso era lo que quería ella. Su hábil lengua limpiaba por completo mi conejito, como si fuera una toallita refrescante. Saboreaba como un dulce caramelo todos mis jugos. ¡Que maravilla! Sentía que me iba a correr de forma brutal, que ni tan siquiera me pasaba cuando me masturbaba pensando en ella.

Parece que Carmen estaba deseando comerse un coño como el mío; de una adolescente. La lluvia seguía, al igual que yo seguía sintiendo la calidez de su lengua en mi sexo y sus manos amasando mis tetas. Esto era mucho mejor que aquel día en el que me masturbé en clase. Me agarré a su cabeza para que no dejara de lamerme jamás… quería sentir ése placer indescriptible durante mucho tiempo. Pero ése tiempo se acababa al sentir que pronto me correría. Sentía que muchos ojos nos observaba pero me daba igual. Sólo existíamos Carmen y yo en esos momentos.

-¡Me voy Carmen! ¡Ahhh!

Eso es lo único que podía decir justo cuando se oyó un sonoro rayo. Pegué la cabeza de ella contra mi sexo en el momento de mi orgasmo. Fué una sensación increíble, hasta incluso me quedé sin fuerzas después de esto, Carmen me regaló un hermoso orgasmo y no sólo eso, se acercó a mi rostro y me besó muy dulcemente, después del gran esfuerzo. Me quedé un poco adormilada, sólo sus besos me despertaban y hacían que la volviera a desear. Se abrazó a mí y tuvo la paciencia de esperara hasta que me recuperara.

-¿Ya estás cansada mi niña?

-Me has dejado sin fuerzas profesora.

-Pues tienes que solucionar éste problema

Carmen me cogió la mano y la llevó hacia su sexo y lo noté muy empapado. Que suave estaba ésa matita de pelo… Por supuesto que haré algo que no olvidará, siempre tendrá un recuerdo de su alumna favorita.

Pensé en ponerme encima de ella, pero fué Carmen la que se movió. Se quitó la ropa rápidamente y se sentó en mi rostro, poniendo su concha en mi boca. Me agarré a sus muslos y empecé a comerme su coño de manera desesperada. Sé que ella necesita que le hicieran una buena comida y no es un restaurante precisamente. Su clítoris sobresalía de por sí, por su gran excitación. Jugaba con él con mi lengua, haciendo movimientos rápidos y lentos. Me gustaba mucho su sabor y lo más curioso es que Carmen bailaba sobre sí misma al compás de mi lengua. En pocas ocasiones podía tocar sus tetas, duritas y suaves. Pero si ella disfrutaba con esto, no había por que ponerle pegas a éste dulce encuentro.

¡Que la lluvia siga cayendo! Porque así nuestros gemidos (sobretodo por Carmen serían disimulados. Las dos disfrutábamos como locas, como dos adolescentes que acababan de descubrir el sexo. Los movimientos de la profe eran cada vez mas rápidos porque quizás estaba llegando al límite de sus fuerzas; estaba a punto de correrse. Sus gemidos sonaban igual de fuerte que los truenos, y al darse cuenta del riesgo, bajó un poco el tono de su voz. Pero creo que no lo consiguió del todo, porque cuando llegó al orgasmo, se le escapó un pequeño gemido de su boca.

Alguien de ése grupito se despertó y Carmen tuvo que tumbarse junto a mí con rapidez, tapándose para que no la vieran desnuda. Creo que estaba sonámbulo, porque andaba de una forma rara. O tal vez… le había poseído el espíritu de la mansión. Carmen se abrazó a mí, pegó todo su cuerpo desnudo junto al mío, y no dejaba de darme tiernos besitos por toda mi cara. Fué muy hermoso todo lo que me pasó y durante toda la noche la seguiré sintiendo junto a mi profe.

EPILOGO

Al regresar al insti, algunas cosas cambiaron. Por ejemplo, algunos de mis compis empezaron a tener más respeto al tema de los fantasmas. Sabían que existían y no querían volver a pasar por la misma experiencia gracias a lo que pasó en "la Mansión de la palmera". Y lo más triste de todo es que Carmen pidió el traslado, no quería seguir dando clases aquí, aparte de que ya consiguió las suficientes pruebas para ejercer profesionalmente en lo que mas le gustaba: la parapsicología.

En parte entiendo que se vaya para tener una mejor vida profesional pero… que ya no quiera saber nada de mí, eso ya no me cabía en la cabeza. Fué muy sublime la noche que pasamos, no sé cómo se le ha podido olvidar así como así.

Al terminar la clase, me fui a mi taquilla para soltar mis libros y al abrirlo, un pequeño papel se cayó al suelo. Al cogerlo, supe que aquello no era mío, pero ponía mi nombre "Rocío" La desplegué y reconocí la letra: ¡era de Carmen! ¡Me había escrito una carta antes de marcharse! Lo leeré ahora mismo:

"Rocío, granujilla, sé que no es de valientes que te escriba una carta en vez de decírtelo en persona. Entenderás que no está bien visto que una profesora salga con un alumno y menos si es menor de edad y mucho menos si es una chica. Son muchas contras, pero la sociedad es así. Personalmente te diré los pros: eres una chica muy dulce, sencilla, alegre y guapa. Me será difícil olvidarte y también me será difícil olvidar ésa noche que pasamos juntas. Nunca había hecho el amor de manera osada y agradable al mismo tiempo. Eres una chica fascinante y ten por seguro que encontrarás pronto a otra chava. Y recuerda que tú estarás siempre en mi Corazón. Besos. Carmen."

Ésa carta me hizo llorar. Me pareció tan bonita y tan sincera, que me era imposible contener mis lágrimas de emoción. Ojalá Carmen me lo fuera dicho en persona, se me quedaría grabado en mi pensamiento. Pero lo que nunca olvidaré es aquella noche tan especial y tan morbosa que pasé con mi profesora y me alegró saber que a ella tampoco se lo olvidará. "Tú estarás siempre en mi corazón" es la frase más bella que jamás me había dicho nadie. De lejos vi a Melisa que venía corriendo hacía mí ¿Qué le pasará?

-¡Rocío! –recuperó el aliento- Acabo de ver a Carmen en la secretaría y está a punto de irse.

-¿Carmen? –me sorprendí- Pero ¿no se había ido ya?

-Ha ido a recoger unos papeles… -guardó silencio- Ve a por ella tía, es tu última oportunidad de verla.

-¡Por supuesto que iré! Muchas gracias Melisa. Tú si que eres una amiga.

Fui como loca corriendo por los pasillos hasta la salida. Nunca le agradeceré lo bastante a Melisa por lo que hizo por mí. Era mi última oportunidad de ver a Carmen y… ¡Dios! No sabía que decirle. No importa, dejaré que hable mi corazón.

Llegué hasta la salida y a pesar de que no se me permitía salir del insti, me arriesgué y salí. ¡Allí estaba! Antes de montarse al coche, la paralicé y ella me miró con pasmo. Nos quedamos en silencio. Sólo nos miramos a los ojos. Ésa sensación me fué muy familiar. Nos solía pasar cuando nos quedábamos a solas.

-¿Qué haces aquí Rocío? –me preguntó.

-No pensarás irte sin despedirte de mi ¿verdad?

-Ya lo hice –pretendió meterse dentro del coche pero la paré.

-No, no lo has hecho. La carta no es suficiente para mí.

-No estropees esto, por favor. Dejémoslo así.

No pude reprimir mis lágrimas. Finalmente lloré de nuevo y me abracé a ella. Carme también me abrazó transmitiéndome el calor de su cuerpo que nunca querré liberarme de él. Ella cogió mi rostro con sus manos y me secó las lágrimas. Me miró con dulzura y me sonrió.

-Granujilla, eres lo más lindo de éste mundo.

-Tú has sido lo más importante de mi vida. Me gustaría verte algún día.

-No podrá ser.

-Pero estaremos un tiempo sin vernos. Yo quisiera verte

No me dejó terminar, porque se acercó a mí y me besó. Me besó de igual manera que aquella noche. Me excitó ella sin querer ése propósito, No quisiera dejar de besarla, porque sé que si paro, se marchará de mi vida, sin posibilidad de verla. No debo ser egoísta, he de comportarme como una mujer.

-Siempre estarás en mi corazón Rocío.

-Y tú en el mío.

Ésa fué nuestra despedida, ése beso que jamás borraré de mis labios, ésa carta que jamás quemaré y ésa noche que jamás olvidaré. Ten por seguro Carmen que siempre estarás en mi corazón.

FIN

PD: Después de tanto tiempo he vuelto y se lo dedico a las 2 personas reales de éste relato. ¡Sabed que nunca os olvido! Y muchas gracias a todos aquellos que lo puntúen y lo comenten.