Deseo cumplido (II)
Mi mujer vuelve a tener sexo sin saberlo...
Después de que mi mujer cumpliera mis desos sexuales con Carlos,les comenté que hubo mas encuentros. Les contare uno de ellos
Anita había gozado como nunca con una verga como la de Carlos.En una oportunidad se encontro con el y le insinuó tener sexo .Carlos le invitó a tomar unos tragos.
Despues de unas copas , Anita se fue excitando tanto que Carlos la llevó a su departamento. La noche era oscura.Anita comenzó a quitarse la camisa.Entonces Carlos pudo gozar de la vista de ella en toda su espléndida desnudez, y en la posición en que se encontraba no tenia dificultad para ver de cintura abajo la totalidad del cuerpo de Anita y sus ojos se solazaban al contemplar las tetas y las hermosas nalgas.
Anita se dejó caer suavemente de espaldas sobre Carlos.La irresistible belleza de mi mujer que sostenía en sus brazosllevó la excitación de Carlos casi hasta la locura.Anita estaba completamente desnuda,y el deslizó sus manos sobre su suave piel,mientras si inmensa verga, ya rígida por efecto de la impaciencia, palpitaba vigorosamente al contacto con la hermosa que tenía abrazada.
Carlos acercó su rostro al de ella, y le dió un voluptuoso beso sobre sus dulces labios. Anita se estremeció y Carlos renovó sus caricias.
Más besos y un deslizamiento de manos sobre su desnudo cuerpo.Una mano grande se posó sobre su monte de Venus, y un atrevido dedo, separando los húmedos labios, se introdujo en su interior de la cálida rendija para tocar su sensible clítoris.
.Anita cerró los ojos y dejó escapar otro suspiro, al propio tiempo que aquel miembro comenzó a distendirse.
Anita estaba ardiendo, se agitaba temblorosa; un ardiente deseo del placer del coito se posesionó de ella, llevó con rapidez su mano derecha para agarrar el gran falo , aunque no pudo hacerlo en toda su envergadura, que inmensa decía Anita.Era de proporciones gigantesca, a todo lo largo de aquél tronco corrian gruesas venas, dos grandes testiculos colgaban debajo.
Anita corria hacia atrás el prepucio, jugueteaba gozosa con el instrumento. Que deliciosa eres Anita, dijo Carlos, tengo que culiarte enseguida o acabaré sobre tí.
Despejandose rápidamente de toda su rropa, tomó el bello cuerpo de Anita y la dejó suavemente sobre la cama. Luego contempló con aire satisfecho su tremendo pene, erecto de lujuria, y subiendose a la cama se arrojó sobre ella.
Mi mujer, medio ahogada debajo de Carlos, sintió el tieso pene entre sus piernas, y bajó la mano para tentarlo de nuevo.
Cielos que tamaño, nunca me cabrá decía Anita. claro que sí, lo tendras todo, entrará hasta los testiculos, solo que tendrás que cooperar para que no te lastimes.
Después pudo darse cuenta que Carlos se había levantado poco a poco y de que la caliente cabeza del enorme falo estaba tratando de abrirse paso a través de los húmedos labios de su rasado clítoris.
Se llevaron diez minutos, pero al término de ellos de un gran golpe se ló enterró hasta los testiculos, Anita dió un gran grito de dolor al sentirse empalada de aquel enorme pedazo de carne .Veintisiete centímetros por lo menos de endurecido músculo habían calado las partes íntimas de la hermosa Anita, y palpitaban en el interior de ella.
Como me lastimas, no lo puedo aguantar, realmente está demasiado grande ,qué embestidas.Carlos empujó sin piedad dos o tres veces.
Qué estrecha éres, parece qué mé estás sorbiendo la verga, al fín está dentro, yá és todo tuyo.
Carlos embistió duro y rápido, empujón trás empujón,al mismo tiempo que se contorsionaqba sobre el cuerpo de Anita, y sufría un verdadero ataque de lujuria.
Su enorme pene amenazaba con estallar por la intensidad de su placer. Ahora por fín te estoy culiando, poseeme murmuró Anita, abriendose todavía más de piernas, a medida que su calentura se iban apoderandose de su persona. Culeame más duro.
Con un hondo gemido de placer inundó a su brutal violador con una copiosa descarga, al propio tiempo que se arrojaba hacia adelante para recibir una gran embestida de Carlos.
Las piernas de Anita se flexionaron cuando Carlos se lanzó entre ellas, y siguió metiendo y sacando su largo y ardiente miembro entre lñas mismas, con movimientos lujuriosos. Unos quejidos de placer,denunciaba la excitación de la escena.
Carlos no necesitaba incentivos. La eyaculación de su compañera le había proporcionado el húmedo medio que deseaba, y se aprovechó del mismo para iniciar una serie de movimientos de mete y saca que causaron a Anita tanto placer como dolor.
Anita lo siguió con todas sus fuerzas. Las venas del gigantesco pene estaban henchidas, resultaba insoportablemente grande.
Carlos comenzó a moverse de nuevo y asestó uno o dos golpes cortos, pero profundos, lanzó un gemido y de su miembro salió un tremendo chorro de semen que inundó las extrañas de Anita, hizo un postrer esfuerzo para adentrarse más en ella, apoyandose con los pies en el pie de la cama.
Que rico el jugo decía Anita, tómala le decía Carlos mientras, empujaba de nuevo salvajemente hacia dentro enviando con cada empujón un torrente cálido de semen.
Aun cuando Anita había anticipado lo peor, no tuvo la idea de la inmensa cantidad de semen de aquel hombre era capaz de emitir. la arrojaba hacia fuera en espesos borbotones que inundaban sus extrañas.
Y Anita se hundió semidesfallecida bajo del cuerpo de Carlos, mientras el semen seguia inundandola con sus chorros.
Otras cinco veces, aquella misma noche , Carlos se culió a mi mujer , dándole con todo.
Anita llegó totalmente agotada adolorida y chorreando entre sus piernas abundante semen a nuestra casa. Me pidió que la dejara descansar y después me contaria todo lo que le ocurrió.
Me dí cuenta al momento que venía de una noche de sexo.Tenía que aceptarlo porque yo la inicié en ésto.
En otra oportunidad les contaré como mi mujer fué poseida por dos hombres bien dotado como Carlos.