Desenfreno en la calle de la Corrida nº69 07

¡Por fin eres mío! Como bien dice el dicho... El que la sigue la consigue...

CAPÍTULO 7º

¡POR FIN ERES MÍO!

Viernes, 22 de Noviembre de 2013, 13:15 del mediodía. Vemos a Felipe, el portero del número 69 de la Calle de la Corrida sacar la basura, cuando de repente, suena el telefonillo interno que tiene en la pequeña portería.

-¿Puedes subir un momento a ayudarme con una cosilla, por favor? –Es doña Soledad, la mujer del Presidente de la comunidad, y el negrazo dejar escapar un bufido de hastío y fastidio.

Doña Soledad no es santo de su devoción, siempre está mirándolo por encima del hombro y parece pensar que sólo sirve para echar un buen polvo y poco más, pues siempre se está quejando de que no pega palo al agua en la portería.

Un instante más tarde, Felipe llama a la puerta del Primero A.

Al momento, le abre doña Soledad vestida con un llamativo albornoz de guata y una sonrisa en su maduro pero aún atractivo rostro.

Al negro Felipe le basta una simple ojeada a la Presidenta de finca para comprender que no lleva nada bajo el batín, y al instante nota su pollón ponerse duro como una roca contra la fina tela de sus pantalones.

-Y bien, ¿Qué deseaba?

-¿Me puedes ayudar a darle la vuelta al colchón de mi cama? –Inquiere la madura vecina apoyando su diestra sobre el musculoso torso del portero en un gesto que sólo puede significar una cosa: ¡Esta tía quiere guerra!

-Claro, doña Soledad –responde Felipe siguiendo a la mujer hasta la habitación que ésta comparte con su marido.

Una vez allí, sin sorpresa alguna, puede ver que la cama de matrimonio está perfectamente hecha, y que la voluptuosa vecina del Primero A le sonríe mientras se abre el batín, mostrando sus grandes mamellas y una diminuta tanga, que apenas cubre su coño depilado.

-¡Vamos, Felipe, no pongas esa cara de asombro, que seguro que ya te imaginabas porqué te he hecho subir! –Ríe doña Soledad echando mano al enorme paquetón del negro portero-. ¡Hoy vas a ser mío, negrazo de mis amores!

-Doña Soledad… -Intenta protestar Felipe, aunque sin apartar la mano de la mujer su abultada entrepierna-. Yo respeto mucho a su marido y…

-¡Tonterías! –Replica doña Sole desabrochando el pantalón del portero y sacando su manguera ya dura y enhiesta-. Todo el mundo sabe que el cabrón de mi maridito ha perdonado las cuotas a esa mosquita muerta del Tercero B a cambio de trabajitos orales de vez en cuando.

Tras estas palabras, toda la atención de la madura hembra se centra en el inmenso y negro pollón de Felipe, pajeándolo con ambas manos y lamiéndolo como si fuera un sabroso pirulí de chocolate, mientras él le soba las tetazas y le pellizca brutalmente los pequeños y rosados pezones, hasta ponerlos duros como piedras.

-¡CÓMO ME PONES, JODÍO NEGRO CABRÓN! –Jadea doña Sole, intentando meterse en la boca la monstruosa tranca del portero, que sigue magreando sus mamellas y luego la empuja contra la cama, tumbándola sobre la misma para, seguidamente, arrancarle el ínfimo tanga de un brutal tirón, dejando a la vista su rasurado conejo.

-¿ES ESTO LO QUE QUIERE LA SEÑORA? –Brama Felipe mientras mete hasta cuatro de sus grandiosos dedazos en el ya empapado chumino de la Presidenta de la finca-. ¿QUIERE QUE EL NEGRO FELIPE SE LA FOLLE COMO LA GUARRA COMEPOLLAS QUE ÉS? ¡ES ESO LO QUE QUIERE! ¿VERDAD? –Añade agarrándose el enhiesto y oscuro trabuco con la otra mano y enfilando el hinchado capullo directo hacia la mojadísima raja de doña Soledad, que se deshace en gemidos y suspiros de puro placer.

-¡MMM! ¡SÍ, CABRÓN! ¡METEME TU TRANCA HASTA EL FONDO! ¡DESTRÓZAME EL COÑO CON ELLA!

El coño de la madura Presidenta de la comunidad es tan estrecho, que el negro Felipe ha de hacer una fuerza inmensa para penetrarla con su descomunal verga, pero por fin lo consigue y doña Soledad ha de morderse los labios para no soltar un grito de auténtico dolor mientras el pollón entra en ella hasta unos veinticinco centímetros.

-¿LE GUSTA ESTO A LA SEÑORA? –Brama Felipe mientras empieza a bombear adelante y atrás, follándose a la cachondísima mujer, que se limita a emitir ahogados gemidos y jadeos de gusto mientras su coño se deshace en jugos vaginales, orgasmo tras orgasmo.

Y tras unos quince minutos de intenso metesaca, el negro Felipe se agarra el manubrio y lo pone entre las tetazas de doña Sole, que le guiña un ojo y empieza una fantástica cubana, lamiendo al tiempo el oscuro glande del feliz portero.

-¡MMM, ASÍ, FÓLLAME BIEN LAS TETAS, MI NEGRO SEMENTAL! –Jadea la mujer estrujando el cipote del negrazo entre sus domingas-. ¡QUIERO QUE LAS CUBRAS CON TU LECHE CALIENTE Y SABROSA! ¡VAMOS, CABRÓN, DAME TU LECHE RICA!

-¡SÍÍÍ! –Ruge Felipe jalándose el pollón y empezando a soltar chorros y chorros de lefa sobre los tetones, la cara y el vientre de la Presidenta de la comunidad-. ¡TOMA LECHE, SO GUARRA!

-MMM… -Gime doña Soledad mientras limpia a lametones los goterones de esperma que cuelgan de la punta de la negra manguera del portero-. CREO QUE VAMOS  DARLE LA VUELTA A LOS COLCHONES MÁS A MENUDO…