Desenfreno en la calle de la Corrida nº69 03.

Pagando la cuota del mes...: No hay nada como llegar a un buen acuerdo cuando de pagar las cuotas de la comunidad se refiere...

CAPÍTULO 3º

PAGANDO LA CUOTA DEL MES

Lunes, 11 de Noviembre de 2013. 17:00 de la tarde. Doña Soledad de Peláez ha salido a comprar y a tomar café con sus amigas, y la pequeña Albita está en casa de una amiga estudiando para un próximo examen quedando en casa don José, el sufrido padre y cabeza de familia.

Lo encontramos en estos momentos repasando las cuentas de la comunidad de vecinos cuando, de repente, suena el timbre.

-¡Ya voy, ya voy! –Exclama el señor Peláez mientras corre a abrir la puerta.

-Buenas tarde, don José –encontrándose con la linda sonrisa de la no menos linda Carmelita, su vecina del Tercero B al hacerlo-. ¿Lo pillo ocupado?

-No, no, Carmela –nada más ver a su guapa vecinita, la polla de Peláez se tensa contra la fina tela de sus pantalones de tela-. Estaba repasando las cuentas de la comunidad, y pensaba hablar contigo, porque ya estamos a once, y tú aún no has pagado la cuota. Cosa rara en ti, porque siempre sueles pagar antes del cinco.

-De eso se trata, señor Peláez –responde Carmelita sin dejar de sonreír mientras cruza el umbral de la casa de su vecino y toma asiento en la silla del recibidor-. Este mes no sé si podré pagarle hasta casi finales porque no he cobrado todavía la nómina, y había pensado en que quizás podría hacerle un pequeño favor de algún tipo como compensación…

-¿Un favor, dices? –José Peláez siente su polla a punto de reventar la tela de sus pantalones y, en un acto reflejo, lleva su mano hacia su abultada entrepierna, acto que no pasa desapercibido para la guapa convecina, que sonríe y se relame con gesto entre sensual y divertido-. ¿Qué tipo de favor? –Logra añadir el Presidente de la comunidad al percatarse de cómo Carmela mira su prominente paquete.

-Mmm… No sé… -Sin dejar de sonreír, Carmela estira su mano hacia la entrepierna del señor Peláez y palpa el enorme bulto mientras añade-: Usted es un hombre inteligente… Seguro que se le ocurre algo. Yo, por mi parte, había pensado en alegrarle un poco la vida con un trabajito oral; el que sea virgen no quiere decir que sea tonta, y por la escalera corre el rumor que usted y doña Soledad últimamente… Ya sabe…

-¡ESO SON FALACIAS! –Exclama su maduro vecino mientras ella le desabrocha la bragueta y saca su polla, ya tiesa y dura como una roca, lista para la acción.

-MMM… QUÉ DURA… COMO A MÍ ME GUSTAN –Gime Carmelita mientras comienza a lamer los durísimos veintidós centímetros de verga del Presidente de la finca.

-¡JOOODERRR, CARMELITA! –Exclama el señor Peláez apoyándose en la pared del recibidor-. ¡QUÉ LENGUA TIENES, CACHO PUTA!

-¿LE GUSTA, SEÑOR PRESI? –Inquiere la joven mamadora antes de meterse la verga de Peláez entera en la boca, mientras con su diestra acaricia los gordísimos cojones.

-¿¡QUE SI ME GUSTA!? –Jadea el maduro don José acariciando los cortos cabellos de la bella feladora e iniciando un lento movimiento adelante y atrás, follándose su boquita golosa y experta.

-MMM… ES USTED UN HOMBRE MUY MALO, SEÑOR PELÁEZ –ríe Carmelita sacando la tranca de su boca y sacudiéndola con fuerza mientras escupe sobre el hinchado capullo, recogiendo luego su propia saliva con la punta de la lengua y volviéndose a tragar la gorda polla hasta los enormes huevazos cargados de leche caliente.

-SÍ, CARMELITA… Y ESTA ES UNA DE LAS MEJORES MAMADAS QUE ME HAN HECHO EN MI PUTA VIDA –Musita don José dejándose caer en la silla del hall mientras se agarra el rabo y lo sacude ante la linda carita de su vecina que, con una lasciva sonrisa en los labios, le responde en tanto comienza a besar su pollón:

-MMM… VERÁ COMO LE GUSTA ESTO, SEÑOR PELÁEZ… -Dicho esto, sigue besando el cañón de carne de su vecino desde la punta del glande hasta las peludas pelotas, sintiéndolas palpitar repletas de semen a punto de brotar como si fuera una fuente.

Y así es en efecto.

Varios besitos y caricias más tarde, el primer lefazo cae sobre la cara de Carmelita, que ríe y se relame y recoge la corrida con los dedos y se la lleva a la boca al tiempo que exclama:

-¡JODER, SEÑOR PELÁEZ, MENUDA CORRIDA!

-CARMELITA… -Suspira don José mientras su vecina termina de limpiarle la punta del cipote a lengüetazos-. Hasta fin de año, quedas exenta de las cuotas de la comunidad…