Deseando llegar a casa.
Horas antes, la conversación que habían mantenido, había disparado ya sus deseos de carne.
Hacía rato que él jugaba ya con su verga cuando ella llegó. Sabía él que ella traía el tanga mojado y verla, sabiéndolo, hizo que su mano se moviera más deprisa.
Rápida, se desnudó y se puso a los pies de la cama separando bien las piernas para que él pudiera ver su húmedo coño. La visión lo llevó a acelerar más, jadeando ya con la boca abierta.
Enfrentados, sin dejar de mirarse, movían sus manos para darse placer. Habían hecho un pacto, estarían juntos pero en ningún momento, pasase lo que pase, se tocarían.
Ella se frotaba al tiempo que se abría e iba metiéndose los dedos. Con la otra mano, estrujaba uno de sus pechos. Verla así, tan caliente, tan mojada y tan puta, era algo que nunca había podido superar y tuvo que agarrarse fuertemente los huevos para evitar derramarse en ese mismo momento.
-Vamos a hacerlo, vamos a hacerlo, decía ella aumentando el ritmo.
-Vamos a hacerlo, vamos a hacerlo, replicaba él
Los dedos de los dos, descendieron al culo; él fue el primero en meterse la punta.
-Asíiiii, gritó desencajado
-Asíiii, más dentrooo, gritaba ella metiéndolo con fuerza.
Sus dedos entraban y salían de sus culos con urgencia, sus cuerpos se tensaban, se retorcían; y un dedo dio paso a otro y entraban ambos dedos todo lo dentro de podían, fuerte, fuerte y sintieron que llegaba… y llegó…y estallaron sus cuerpos y vertieron sus aguas y desembocaron los ríos en el mar, y fueron los cuerpos abrazo.