Deseada frialdad (2)

Las perras como tu no merecéis gozar… habéis sido paridas, con el único objetivo de ser usadas por mal nacidos como yo.

Desear a ese jodido cabrón no era algo le deslumbrase precisamente, pero tenia que reconocer que su verga era estupenda.

Desde que se lo presentara su marido, hacia dos meses en una cena, había intentado evitar coincidir con él, pero en las tres últimas ocasiones le fue realmente imposible. En su mirada siempre leía perversión y no se había equivocado.

-Lo ves encanto, como sabes darme placer, no es tan difícil.- lo oyó decir a él

-Algo que yo no puedo decir de ti- contestó inflexible

-Las perras como tu no merecéis gozar… habéis sido paridas, con el único objetivo de ser usadas por mal nacidos como yo.

-No eres más que un hijo de puta trastornado que no sabe ni lo que dice- lo provocó aún más.

-Arrodíllate ahora mismo- le ordenó, pero en su mirada vio que no lo haría, de nuevo tendría que forzarla, le daba la sensación que a la muy puta le excitaba que doblegase su voluntad.-aún no lo has entendido… yo ordeno y tú me haces caso- dijo tirando de pelo y obligándola a postrarse

-¡Suéltame! no has tenido ya suficiente con destrozarme el culo, maricón.

-Ni mucho menos chúpala y endurécela de nuevo… vamos-dijo empujando su cabeza – Saca la lengua y lame-ordenó

Lentamente empezó a lamerle el músculo ahora flácido, pero en ese justo momento llamaron a la puerta.

-Sigue… no pares ahora, camina conmigo- y agarrada del pelo la trasladaba a son de sus pasos.

Sin tan siquiera usar la mirilla abrió, y un individuo trajeado apareció tras la puerta

-David, pasa… te esperaba.-dijo tranquilamente

El tal David debía estar acostumbrado a ese tipo de situaciones, ya que en su cara no reflejaba sorpresa alguna.

-Veo que tienes nueva perrita con quien distraerte- comentó

-Ésta- dijo en tono indiferente- aún no está lo suficientemente adiestrada, ¿quieres probarla?

-Ciertamente con lo que estoy viendo, creo que no voy a rehusar tu ofrecimiento-

-Estupendo sabía que te gustaría.-dijo sonriendo socarronamente

-Pasemos a la habitación y pongámonos cómodos.

-Creo que os habéis olvidado de algo- dijo ella.

-¡¡¡Vaya si habla!!!- dijo el tal Raúl

-Sí, como te digo no está bien adiestrada aún, y.... no hemos olvidado nada perra-dijo contestado a ambos

-Por supuesto que sí, no estoy dispuesta para ninguno de los dos.-dijo haciendo un esfuerzo por alejarse

Ambos rieron al unísono.

-La puta tiene carácter, pero para lo que le va a valer.

Cuando quiso ponerse de pie entre ambos la sujetaron y a la fuerza la llevaron a la habitación, la desvistieron y colocaron directamente en un potro, de altura 50 cms aproximados, que estaba justo en el centro y pendieron sus brazos y piernas con unas cadenas que colgaban del techo

Su cabeza no tenía sujeción por tanto la posición no le resultaba nada cómoda.

-Estupendo muñeca, vamos a pasar un buen ratito a tu costa-y dicho eso ambos se desnudaron

Raúl que había sido el más rápido en desnudarse, ansioso como estaba por probar la boca de la muchacha, no esperó más y con su enorme tranca que superaba en algunos centímetros la de su amigo en largo y ancho, coloco justo a la altura de la cabeza de ella y tomándola con ambas manos, la bajo hasta colocarla a su altura deseada. Apretó sus mandíbulas hasta conseguir la abertura deseada y de un solo golpe la clavó hasta su cuello. Sus pelotas colgaban dobre la nariz de ella y sentía el calor de su asfixiada respiración sobre ellas.

-Que buena boca tiene la golfa- le dijo a su amigo, que en ese justo momento estaba hincándole en el culo un consolador de tamaño considerable.

-Cierto tiene una lengua mordaz pero a la vez diestra

Las profundas clavadas en la boca de ella se hacían cada vez mas duras y parecía que aquella verga no paraba de crecer, la mano de él ahora sujetaba su cuello y comprobaba la profundidad de sus estocadas.

-Ohh es divina, creo que me follaria esta boca hasta quedarme sin una gota de leche-ummmm- realmente divina.

-Espera que pruebes esta apretada cueva, es pura lujuria- contestó su captor, mientras metía su mástil en la raja de ella, lo hacía lentamente y cuando lo tuvo todo dentro, tomó un pequeño cable que colgaba del consolador que penetraba el culo de ella y empezó a apretar la perilla del final, que filtraba aire a la goma y ensanchaba el juguete-oooohhh esto es demoledor- y con esa presión empezó a bombear el estrecho agujero, notando cada roce de su interior. Cada vaivén era un calvario para ella, pero él gemía como un puerco-Esta perra me ha hecho correrme hace un momento como un bendito, pero ahora la voy a destrozar ...ohhh como aprieta....y esta encharcada la muy zorra.

-Será que le gusta tener dos pollones para ella sola- dijo Raúl, con voz enronquecida ya del placer conseguido

-No lo dudo, pero me tiene el capullo palpitando.... argggg

-A mi también su estrecha garganta, cada vez que se la incrusto hasta el final me la empapa bien , tanto que sus babas me chorrean hasta los huevos, Vamos nena, sé que te gusta, ¡cómetelos!-dijo agarrando sus duras bolas y apretántolas a su boca

Ella a pesar que parecía no disfrutar, estaba encantada con esa situación, se sentía totalmente fascinada por aquellos dos obscenos salidos, quizás no lo reconocería ante nadie, pero disfrutaba con sus insultos, con sus palabras salidas y sobre todo por sus miembros dominadores.

-Así nena así –decía Raúl cuando notaba su boca succionarle el escroto- no aguanto más, voy a enrabarte la boca y a hacerte tragar leche como una buena cordera amamantada. –y así lo hizo, metió toda la tranca de golpe en su boca, apretando su cabeza fuertemente para asegurarse su certera entrega.

Ella lo notó en su labio, la vena se dilataba y la sentía palpitar, mientras soltaba la leche, que directa resbalaba hacia su esófago

-OOOOOOOOhhhhhhhhhhhh, perraaaa que bocaza más gloriosa....arggggg.....

Al oirlo chillar, el que sin piedad la penetraba, gritó a su vez.

-AAAhhhhhhh siii su coño es también un lujo, yo también me corro ya, tomaaaa puta..., leche por los dos lados-ohhhhhh- con su dolorido mango, enrojecido por la fricción interna soportada, y agarrándo el dilatado consolador siguiendo el compás de sus propias embestidas finales, acabó vaciándose entre bramidos de auténtico delirio.