Desde mi ventana

Una mujer se arrepiente por lo que lo pudo haber sido y no fué.

Desde mi ventana

Hoy es domingo, todo está tranquilo, la gente aprovecha para dormir después de una noche de fiesta, son las ocho de la mañana y ya estoy frente a mi ordenador intentando plasmar todo lo que siento, a pesar de que me fui a dormir a las dos de la mañana intentando asumir todo cuanto sucedió el viernes por la noche.

Cuando me llamaste no creí ni por un momento que eras tu, no se porqué tu voz se me hacía de otra manera, con otro color, me quedé unos instantes sin saber que decir, hasta que me preguntaste:

-Ana ¿Estás bien?.

Yo no sabia ni como estaba, no estaba mal, no estaba bien, sencillamente no estaba sólo se que un cúmulo de sentimientos entre vergüenza y excitación pasaban por mi mente y sobre todo por mi sexo, que sentía mojado y palpitante.

Tu querías volver a verme, y yo también lo deseaba, pero no quería que pensaras que era una mujer fácil, no quería ponértelo fácil, quería que lucharas, que sacaras de mi un sí claro y convencido y tu con tus palabras me estabas poniendo difícil el decirte que no.

" Ana, amor mío, tengo que verte de nuevo, me muero por verte, por sentirte a mi lado, por besar tus labios, por hacerte el amor de nuevo, quiero recorrer tu cuerpo centímetro a centímetro, quiero dejar en ti mi olor, quiero sentirte mía, te necesito como al aire que respiro, no me dejes así, paso los días y las noches pensando en lo que pasó, en como nos dimos lo mejor en aquella habitación de hotel que por un momento fue un refugio al dolor, un mundo de sentidos donde tu y yo sólo éramos dos seres que se amaban".

Yo tenia el teléfono pegado a mí, sentía como un fino sudor perlaba mi frente, y mi mente gritaba dile que sí!!, dile que tu también te mueres por morder esa boca, por seguir con tus manos cada rincón de su cuerpo, por lamer cada centímetro de esa piel que es tan tuya, por perderte en lugares que ni habías soñado, pero no supe como hacerlo, y colgué el teléfono.

Me acerqué temblando hacia la ventana, abrí despacio los visillos y te vi allí, fumabas, en tu postura había dolor, te abrazabas, te consolabas, mientras yo hubiese querido ir hacia allí y postrarme a tus pies y decirte que era tuya que siempre lo sería que jamás dejaría de adorarte, que en mis sueños mas húmedos estabas y estarías sólo tu.

Fui cobarde, lo sé, fui muy cobarde, no tuve el valor para mandar a la porra años de soledad, años de tristeza, años de hambre de mirada tierna, pero me quedé aquí, esperando de nuevo tu llamada, me prometí que si lo hacías saldría por esa puerta para no volver, pero tu llamada no llegó y sigo aquí esperando, esperando mientras los visillos de mi alma se van rompiendo en jirones y mientras el que se cree mi dueño se aleja mas de mi, ó soy yo quien se aleja de él, no lo sé.

Cada día miro a través de mi ventana, ya no te veo, no sé dónde estas y mi alma grita y se rompe, amor mío si lees esto llámame, aunque han pasado los meses y los años, aunque mi cabello se haya vestido con hebras de luna, te sigo necesitando, te sigo deseando, te sigo amando.