Desde los dos extremos del látigo
Una sesión contada a dos voces. La voz de la sumisa y un narrador observador.
Desde los dos extremos del látigo
Era extraño. Podía percibir mi sangre pasando por las venas, el sudor saliendo de mis poros. Mis sentidos alerta, no me había sentido tan viva jamás. Esperaba, yo siempre tan impaciente no imaginaba que podía disfrutar de la espera, del no saber en qué momento escucharía sus pasos o sentiría su respiración. Entonces, él ni siquiera vendó sus ojos, solo la orden lejana de cerrarlos, eso era suficiente. Una orden simple, párese ahí, ponga las manos sobre el colchón con la baranda de la cama tallando su estómago. Desnuda como estaba sin atar, dependía de su voluntad el hacerlo y quedarse así Esas son las pruebas más difíciles, las que más me gustan. Apretando los párpados, sentir la tentación de abrirlos aunque supiera que ya no me miraba. Ay...su voluntad era la mía! Se alejó, saberla ahí, quieta, con la espalda curvada y los labios vaginales brillando, húmedos, era lo que lo hacia sentir Amo real, mientras se servía un cafè y encendía una pipa con calma, no hay ninguna prisa Mis pensamientos no se centraban en el tiempo, simplemente el reloj no existía. Había conocido la dulzura de la obediencia y esperaba disfrutabando el dolor en la espalda, los calambres en las manos y manteniendo la posición en puntas de pie. Una leve sonrisa asomaba cuando lograba ponerme fuera de mi cuerpo y verme allí, con el culo arriba, una morbosa visión sin duda, que me humedecía por completo. Cantaba, entre las hojas del libro, solo tenia que levantar su mirada hacia la puerta entreabierta donde la luz señalaba sus nalgas, sus piernas derechas, rodillas sin doblar. Se llenó de orgullo y cantaba Está cantando! esa es su voz, su adorada voz. No hay mayor felicidad que la de sentir que mi amante Amo es feliz, sabe que estoy aquí, tal cual me dejó, no me he movido ni un milímetro, respirar duele, dolor que le ofrezco y él lo sabe, canta... Su voz se va haciendo más clara y siento sus pasos acercarse, mi felicidad no tiene límites, deseo tanto su presencia que un orgasmo mental me hace estremecer El café humeante sobre sus nalgas, una taza caliente, él adora el café negro muy caliente y no encuentre un lugar mejor para ponerlo que su cuerpo tenso como tabla. Quema, pero no puedo moverme, si se derrama sobre mi piel no solo me quemare. A mi Amo se le perderá su café y eso le disgustará. No quiero disgustarlo. Sus manos suaves y firmes al mismo tiempo recorren sus tobillos, las piernas, evitan la entrepierna para disgusto de ella, la conoce bien, sabía que lo esperaba. Retira la taza y acaricia suavemente sus nalgas, la espalda hasta el cuello y agarra su pelo levantando la cabeza que descansaba en la cama. Recorre sus brazos y detrás de ella sobre la espalda, toma sus manos y las besa mientras la levanta lentamente, le da un giro hasta quedar frente a frente y le ordena abrir los ojos Traquean mis huesos, ya no tengo 20 años Dejo la cabeza erguida, siempre quiere que sonría y lo hago, me sale del alma. La luz me enceguece pero veo sus ojos frente a mi, no he visto esa mirada jamás en otro hombre, la dulzura y la severidad están ahí sumadas maravillosamente. La besa, lentamente apretando con fuerza sus manos. Luego pone la mano sobre la cabeza y hace una leve presión que le indica arrodillarse. Obedezco, sé lo que tengo que hacer, lo que deseo con toda mi alma, besar sus manos, las que me castigarán, las que me darán el dolor, las que me harán su esclava, su objeto de placer, las beso con toda dedicación, lo miro de reojo para disfrutar de su rostro pero un golpe en la cabeza me recuerda que no tengo ese derecho. Esta descalzo, sin camisa y con un pantalón blanco de lino. No tiene ropa interior eso es evidente. Y pregunta tan serio como es: ¿Qué más debes adorar de tu Amo ahora? Tu miembro mi Señor ¿Que esperas infeliz? Son órdenes precisas, solo besos, no puede lamerlo, ni chuparlo, ni tocarlo con la lengua Que ironía me llama infeliz cuando mas feliz soy! Beso su milagroso pene, solo besos suaves como con sus manos, pene que me penetrará, si El quiere por donde El quiera, nunca dejare de maravillarme por el milagro de esa ingeniería y el de mi Amo y Señor es hermoso, el solo pensar que me dejará besarlo me excita enormemente. Y besarlo solamente De repente se apartó bruscamente, una bofetada cruzó su cara y antes de reaccionar se sucedieron muchas palmadas más fuertes en sus senos, la izó por el pelo y la volteo poniéndola contra la pared, con la agilidad de los que saben hacerlo una cuerda comenzó a darle vueltas por el cuerpo, los brazos hacia atrás tensos sacaban sus senos hacia adelante pero la cuerda también las envolvió con tal fuerza que enseguida se tornaron morados. La echó sobre la cama y puso sus piernas hacia atrás, las rodillas tocando los hombros, sin aviso un látigo le avisó el dolor intenso dos milésimas de segundo antes de que tocara ese cuerpo a su merced. Me duele todo el cuerpo hasta cosas que no sabia que existían, pero ese no era dolor para lo que venía enseguida. Estremecida, solo recordaba que El esperaba mi sonrisa y la sacaba desde el estómago. A cada látigo el dolor se va convirtiendo en un placer que no puedo describir ni en mil páginas, algo que simplemente tengo la fortuna de sentir. Un latigazo fuerte, una caricia, un latigazo en los labios vaginales abiertos, la entrepierna que arde y un último latigazo en las plantas de los pies que termina por hacerla reír.. A mi Amo no le gusta que me ría, solo que sonría, ya saben que tan precisas son sus ordenes Y el sabe bien como castigarme, dejándome sola. Maldita sea! Porque solté esa risa tan idiota, ahora se retira en silencio, ignorándome, lo que realmente me llena de dolor. ¿Minutos? ¿Horas tal vez? Su cuerpo en aquella posición ya está acostumbrado y la picada en el abdomen no importa cuando lo escucha al otro lado de la puerta riendo fuertemente, habla con otro hombre, no tal vez con dos hombres, están tomando un trago, no puede ver la puerta pero sabe que la han abierto. El Amo negocia el cuerpo de su sumisa, solo lo hace por humillarla, lo que pide por ella no pasa de un dólar. Lo único que discuten ahora es lo que pueden hacerle. y dice en voz alta para que lo escuche: -No, esa puta no tiene límites, es mi esclava y está obligada a hacer todo lo que ustedes quieran. Yo estaré pendiente de que se porte bien, que los complazca en todo y no se ponga rebelde, ya verán como me obedece- Mi Amo me mira, lo siento mirarme Ver su rostro de satisfacción por lo bien que me portaba era mi mejor recompensa. Su Amo le permitió ver su rostro mientras dos, tres y cuatro hombres hacían con ella todo lo que se les ocurría. Los hombres se sentaron cómodos, tomaban un trago y decían palabras desconocidas. Le ordenó ponerse en cuatro patas, con delicadeza le puso el collar con la cadena que ella misma había hecho con sus manos y la paseo por delante de todos. Todos ya se estaban masturbando, excitados y ansiosos no tenían nada de caballeros como el Amo y Señor. Comenzó a chupar a cada uno así en esa posición de perrita, el Amo le entregaba el collar a cada uno. Entre las piernas sostenían su cabeza y mientras las arcadas la hacían toser ellos se reían más fuertemente. Cuando estaba por el tercero uno aprovecho para metérmela por la vagina sin ninguna consideración estaba a punto de venirse así que termino rápidamente. Enculada, penetrada doblemente, obligada a masturbase, dar besos negros y tragar la esperma de todos. Mi rostro era un desastre, no podía imaginar qué aspecto tenía cuando ellos se fueron. Mi Amo me dejo recostarme en el suelo mientras dos lágrimas me rodaban por las mejillas, furtivamente, porque si mi Amo me ve llorar no le va a gustar para nada Sus amigos le dejaron los billetes sobre la mesa y enseguida hizo algo que realmente la sorprendió: Puso los billetes en la llama de una vela y los vio consumirse poco a poco. Entonces se agachó, la tomó por la barbilla y levantó su cara para decirle: Siendo de otros por mi voluntad me demostraste hoy que eres más mía que nunca. La cargó en sus brazos fuertes y la llevo a la ducha donde la enjabono con ternura . la lavó y luego la abrazo con la toalla. De pie y desnuda en ese cuarto, Su Amo y Señor se recostó, y le ordeno que le trajera un whisky con hielo. Lo hice corriendo, a pesar de que me dolía todo el cuerpo, molida por el abuso de tantos hombres en mi cuerpo. Así recostado solo con un gesto de su mano supe lo que tenía que hacer, me acosté en el piso, al lado de su cama como una perra obediente y a pesar de la dureza y el frio del piso me quede dormida al instante. Las 3 o 4 de la mañana. La correa del collar se movía para despertarla, se levantó de un brinco y solo se le escuche decir con voz aperezada: chúpamela! Estaba oscuro, así que no notó mi sonrisa, mi alegría, mis ganas de meterme a la boca ese pedazo de su sagrado cuerpo, lo hice con mi mejor esfuerzo, como a El le gusta. Lento y rápido, profundo y suave, rotando mi lengua en la base y metiendo mis labios entre los huevos, me encanta su olor! Podría reconocer como buena perra su olor a metros! Cuando sabía que su geiser iba a explotar, clavo la boca hasta el fondo de la garganta. Entonces, el acarició suavemente su espalda y con una palmada en las nalgas sólo dijo: Puedes dormir en la cama, a mis pies, pero mas te vale que cuando me despierte mi desayuno este listo. Y yo que quiero ser su desayuno, su almuerzo, su cena, su todo. Servirle. Ser de su propiedad. Ser su satisfacción. Ser su perra, su mujer, su amante, su puta es lo que en definitivamente me hace una Sumisa Feliz.
Márcame con tu nombre Amo Y Señor. Márcame en la planta de los pies para saber ir tras tus pasos. Márcame en las manos para merecer tocar a mi Ser Superior. Márcame la cintura para que se incline siempre servil. Márcame en la frente para nunca olvidar que soy de tu propiedad.