Desde la terraza – 9

El marido quiere participar de voyeur para ver a su mujer follando con otro, y a mí no me importa ser el voluntario que se sacrifique para hacerlo.

Los perdí de vista durante los dos meses de verano, no coincidimos ni un solo día de vacaciones. Fue un descanso, aunque les echaba de menos a ambos y añoraba su presencia, su compañía. Yo tampoco estaba allí permanentemente y cuando el trabajo empezó y todo volvió a la normalidad, me extrañó no ver a ninguno, aunque se notaba movimiento por la casa.

Aproveché al máximo ese periodo de tranquilidad y soledad para adelantar con mis cosas y el buen tiempo me sacaba muy pronto de la cama para sentarme o tumbarme en la terraza y darle a las teclas. Aquella mañana no estaba inspirado y miraba el cielo sin saber que hacer ni como continuar, esperando alguna idea feliz que no llegaba.

  • hola vecino, molesto?

Me agradó oír por fin una voz, hasta que me di cuenta de que no me resultaba familiar. Era el padre, que como el resto de la familia había franqueado la línea de separación entre ambos y asomaba su cabeza por encima. Me levanté pesadamente, casi agradecido de que me sacase alguien de ese tiempo muerto en el que me encontraba y pensando regocijado que si se hubiese retrasado unos minutos me hubiera encontrado en pelotas.

  • hola, encantado de verte. No molestas, estaba pensando qué hacer ahora, porque no tengo ganas de nada.

  • te apetece una cerveza? Pasa y charlamos un rato.

Su piscina seguía tapada, las flores algo mustias, pero el césped era mi envidia secreta, siempre verde y siempre recortado. Nos dimos la mano como si nos conociéramos de toda la vida, aunque yo creo que solo habíamos conversado un par de veces en varios años de vecindad.

  • y la familia? Te han dejado solo?

  • se empeñaron los dos en quedarse en la playa hasta que empezaran las clases, pero yo me tuve que venir ya, claro

Que bien se lo habían montado, si señor !!! Los dos solitos, toda la casa para ellos y la cama libre casi dos semanas para hacer lo que quisieran. Me daban ganas de irme yo también unos días a esa playa. Pero él seguía y lo que me dijo me pegó tal sobresalto que casi se me para el corazón.

  • que pasó aquí antes de irnos de veraneo?

  • pasar? Na… da. No entiendo

Era mi táctica de hacerme el tonto y esperar lo que pudiera seguir a eso. Su cara parecía inocente, pero nunca se sabe que se oculta detrás de un rostro sonriente. Bueno, efectivamente el hombre prosiguió y su sonrisa continuaba, lo que no sirvió para tranquilizarme.

  • quiero decir, que los dos, mi mujer y el chico pasaban a tu piscina muy a menudo, no?

  • si, de vez en cuando, un par de veces creo.

  • bueno, mejor te cuento desde el principio, es una larga historia y espero no escandalizarte.

  • yo también lo espero, adelante

Me contó con bastante detalle el cambio que se había producido en su mujer desde que llegaron a la playa. Por lo visto, ya el primer día se quedó en tetas para tomar el sol y no se volvió a poner el sujetador en el resto del tiempo que pasaron allí. A los dos o tres días de eso, unas alemanas se quedaron en bolas y ella las imitó inmediatamente, con gran regocijo de los presentes y también de él, por supuesto. Nunca hubiera creído que ella haría tal cosa en su vida.

A continuación fue su hijo quien se quedó totalmente desnudo, y así se pasaron todo el verano. Los dos andaban en bolas por toda la casa, desayunaban desnudos, comían desnudos, y solo se vestían cuando tenían que ir al pueblo o a comprar algo. El estaba encantado, pero intrigado, así que les preguntó el origen de esa nueva moda y ambos le remitieron a mi, que yo lo hacia habitualmente y a ellos les pareció fenomenal la idea y empezaron a practicarlo sin el menor asomo de vergüenza.

  • bueno, si, es una costumbre mía, pero yo no les dije nada.

  • sí, eso me comentaron, pero les debió dar envidia verte y decidieron imitarte.

  • pues no se…

  • mi mujer se desnudaba aquí, en tu casa, para tomar el sol?

  • si, creo que si, no me acuerdo

Se reía de mis apuros. Era una enorme tontería, por supuesto: cualquiera que hubiera visto a su mujer en pelotas no se le podía olvidar en la vida. En fin, que los tres acabaron por estar desnudos todo el día, y que yo tenía la culpa de esas libertades nuevas que se habían introducido en su vida.

  • pero si yo no les dije nada, de verdad!!!

  • no, si me parece muy bien, yo estoy encantado. Solo quería darte las gracias por esta novedad que me ha alegrado el verano. Y no te digo en que mas ha influido, es algo íntimo, pero estoy encantado.

Bueno, ya estaba bien de ponerme a la defensiva, ahora que había comprobado que no tenía ningún arma a la vista y que parecía no llevar malas intenciones.

  • seguro que vuestra vida sexual ha mejorado espectacularmente.

  • Pues si. Eso es. Que quieres, yo me lo pasaba empalmado todo el día, y acabábamos follando en cualquier sitio. Tu sabes lo que es ver a tu mujer preparando la comida sin nada encima? Pufff

No, no sabía lo que era ver a mi mujer en ese estado, pero sí sabía lo que era ver a la suya de esa manera, pero nunca me lo sacaría.

  • me lo imagino, debías estar todo el día caliente por el espectáculo.

  • pero si hasta mi hijo se nos quedaba viéndonos, era un no parar.

  • vuestro hijo os veía tener sexo?

  • si, y parecía gustarle el espectáculo, ya veras cuando crezca un poco…

  • seguro que le hubiera gustado participar, es una crueldad dejarle mirar y no poder participar.

  • ja, ja, ja, ya tendrá su oportunidad cuando crezca. De momento aprende, y ya esta bien.

Si, aprende. Seguro que en este momento lo estaban haciendo. En fin, mas o menos lo que quería con todo esto era lo mismo que los otros dos de la familia: poder visitarme las tardes que todavía tenían libres en el trabajo, tomar el sol como su nueva afición le permitía, pasar un rato agradable en compañía los dos, y mejorar un poco nuestra relación.

Bueno, yo por las tardes no solía hacer nada, pensaba y me distraía para estar despejado a la mañana siguiente, pero además, me parecía violento negarme después de haber permitido a su mujer venir a bañarse aquí. Y además desnudos los dos.

Me fue tirando de la lengua esos días de compañía, pero yo nunca acepté haber hecho nada con ella. Que si me gustaba? Por supuesto. Que si estaba buena? Imponente. Que si me la follaría? Ahora mismo, si apareciese por allí. Se reía de mis ocurrencias y aparente sinceridad, hasta que un día me lo soltó, después de tantos preparativos.

  • sabes cual es mi fantasía secreta?

  • pues no se me ocurre. Tú me dirás

  • no te escandalices. Ver a mi mujer follar con otro hombre.

  • si, por lo visto es una fantasía muy habitual, pero casi nadie se atreve a llevarla a cabo.

  • Yo creo que si estoy preparado para verlo hecho realidad. El problema es con quien.

  • bueno, cualquiera aceptaría encantado.

  • Tu aceptarías?

Casi lo esperaba por según como había empezado el discurso. Y hasta tenía preparada mi respuesta.

  • pues lo mas probable es que acabara con nuestra amistad y tuviéramos un mal rollo todos. Hay que estar muy seguro de sí para realizar una cosa así.

  • casi no me aguanto de solo pensarlo, imaginar como sería. No duermo soñando situaciones escabrosas de ella con otro hombre. Sería casi una liberación verlo realidad.

  • y como sabes que ella aceptaría?

  • no lo se, pero pienso que es posible convencerla, poco a poco. Ella es muy ardiente, sabes? Creo que si se lo voy metiendo en la cabeza acabaría aceptando.

  • pero… lo dices en serio?

  • mas en serio que nada en la vida. Lo necesito, necesito verla follar, entregarse a otro, ver como se la meten y la hacen gozar, ver que siente con una polla que no es la mía, entregarla por el placer de verla en brazos de un extraño.

  • bueno, yo lo haría por ti, pero tienes que estar absolutamente seguro. No puede haber luego recriminaciones ni pedir explicaciones, sobre todo a ella.

  • entonces aceptas? De verdad lo harías por mi?

  • si, acepto. Cuando tú quieras haré lo que tú quieras.

Ella volvió radiante del veraneo, morena por todo el cuerpo, como pude comprobar un día y relajada y satisfecha de esos días de descanso, aunque no creo que descansara demasiado. Y una tarde me vino con el cuento.

  • sabes… creo que mi marido sospecha algo

  • por qué lo dices?

  • no hace mas que darme la lata preguntándome si no tengo la curiosidad de hacerlo con otro hombre.

Le comenté un poco resumida nuestra conversación y el compromiso a que habíamos llegado, siempre que ella aceptase. Se quedó un rato perpleja, sin saber que decir.

  • escucha, no te calientes la cabeza ni pienses mal de tu marido, es una fantasía que muchos hombres tienen. El problema es que la mujer nunca acepta, o ni siquiera se atreven a proponérselo, pero en tu caso es diferente

  • por que es diferente? Es una deslealtad y yo lo veo como una falta de amor, de respeto.

  • pero niña, vas a tirar tú precisamente la primera piedra? Exactamente debería alegrarte tener un hombre así. Tú has empezado con la deslealtad, puesto que él esta dispuesto a que te entregues a otro sabiéndolo él, en cambio, tú no le has dicho nunca tus fantasías y las realizas sin su consentimiento. Nunca le has comentado nada de tu afición entre comillas.

Tuvo que callar y aceptar que tenía razón, pero no sabia como acabaría aquello si él se sentía celoso o traicionado. Bueno, me tocaría pensar de nuevo la forma de que ella no pareciese aceptar, pero acabase follando conmigo delante de él.

Y la idea me vino sola, una tarde que estábamos retozando en el agua y yo intentaba metérsela mientras se agarraba a la escalerilla para salir. Hacerlo allí, pondría una tumbona en la terraza y el estaría dentro de casa, a un paso de nosotros oculto detrás de la ventana. Yo lo haría de tal manera que parecería que la forzaba sin su consentimiento, así siempre podría alegar que no quiso hacerlo, que la obligué.

Le pareció buena idea e intenté vendérsela al marido, pero sin tantos detalles. Solo le dije, que podría hacerse si un día que yo viera que podía ser presa fácil, lo intentaba, pero que era mejor que ella no supiera nada, que se viera sorprendida. Si de verdad era tan fogosa como el decía, no habría demasiada resistencia, y por supuesto, él lo vería todo, pero sin que ella lo supiera, tendría que ser en total secreto.

Y el día que vimos adecuado, él marchó a su trabajo, volvió a mi casa, le señalé su puesto de observación, le indique donde estaba la nevera y el bar y me fui a esperarla a la terraza, jugando con el ordenador como si no la esperase.

Llegó conforme planeamos, vestida informal, de estar en casa, y se sentó a mi lado, con un refresco cada uno, hablando del trabajo, del chico, del tiempo, hasta que la ofrecí tumbarse un rato al sol mientras yo acababa unas cosas que tenia que hacer con el ordenador. Según habíamos ensayado y ya habíamos hecho una vez, me respondió que no traía bañador, pero que si le apetecía porque ese día estaba muy cansada.

Se resistió un buen rato a quedarse en ropa interior, que yo pensé que era la misma que aquella primera ocasión en que nos conocimos, sujetador con un detalle de encaje en la parte superior y bragas castas y blancas con dibujos de florecitas, y así se tumbó de espaldas a la ventana desde donde él observaba oculto en la oscuridad, cerrando los ojos y haciendo que dormía.

La dejé un rato, para aparentar que se había dormido de verdad y me acerqué a ella sin hacer ruido. El sujetador se elevaba sobre el pecho al tener los brazos levantados y desde donde estaba él tenia que observar perfectamente el seno redondo y seguro que hasta los pezones sonrosaditos. Deslicé los tirantes a un lado, casi sin tocarla y elevé algo mas las copas para poder ver mejor las tetas morenitas, jugué con el ombligo redondito tiré de sus bragas hacia arriba para que se le marcasen los labios por la tensión de la tela. Estaba preciosa allí indefensa ante mi y de verdad parecía que estaba abusando de su sueño y de su confianza.

Con las bragas secas no me fue difícil esta vez bajárselas hasta los tobillos y el sujetador solo pude colocarlo un poco por debajo del pecho, para que sus tetas quedasen por completo al descubierto. Metí un dedo en su coñito y lo moví despacio, para no despertarla. Fue casi instantáneo, un suspiro se le escapó y se removió inquieta en la hamaca. Seguí el tratamiento, sin entrar demasiado, buscando el clítoris que estaba encogido en alguna parte, hasta que mi dedo tropezó con un pequeño bulto allí dentro y pegó un respingo al sentir el primer ramalazo de gusto recorrer su cuerpo.

No pudo hacer nada, aunque hubiese sido de verdad improvisado, unos instantes después estaba temblando y gimiendo en mis brazos, agarrada a mi y retorciéndose de placer. No la quise soltar, me bajé el slip como pude con una mano y me monté sobre ella, que me rodeó con sus brazos contra su cuerpo.

Estaba desesperada por hacerlo, imagino que sobre todo por la idea morbosa de que tenía un observador oculto, un mirón interesado en verla disfrutar. Y vaya si disfrutó. Nos movíamos como posesos, yo todavía algo preocupado pero interesado en dar un buen espectáculo y ella creo que ya no le importaba nada, solo sentir y sentir, disfrutar de mi polla y conseguir un orgasmos que la liberase de su estado de nervios, de su calentura.

Estaba preciosa bajo mi cuerpo y también me olvidé de todo y solo me dediqué a follar como loco con aquella mujer ardiente y hermosísima que tenia a mi disposición. Me deslicé a su lado al acabar, para no pesarle demasiado, y quedamos así un buen rato, hasta que un sollozo me sorprendió

  • que has hecho? Me has violado!!!

Lo decía bajito, con habla monótona, pesarosa, como culpable, muy en su papel y me acordé donde estaba y por qué.

  • yo… lo siento, no lo pude evitar. Estabas tan hermosa ahí dormida. Cuando vi tu cuerpo ante mi no pude resistirme. Lo siento, de veras. Tienes que perdonarme

  • perdonarte? Tendré que decírselo a mi marido. Que pensará de mi? Como podré explicarle lo que ha pasado?

Continuamos con esta conversación de tragicomedia unos minutos mas, lo suficiente para hacerla un poco creíble y entonces la ayude a vestir y la acompañé hasta la puerta, con la cabeza gacha los dos, como Adán y Eva al salir del paraíso.

Entré en la casa y él estaba sentado, sin pantalones y la polla flácida, pero allí había ocurrido algo seguro, no había mas que ver su cara de satisfacción. Ya encontraría la mancha y me tocaría limpiar.