Desde la terraza – 8

Podíamos decir que aquello era un trío, o casi mejor un cuarteto, pero metimos a otro más en el asunto de follar a la madre.

Según me dijo una tarde mi joven vecino, le encantó hacerlo con su madre, pero ella solo aceptaba jugar allí, en mi casa. En la suya se comportaba como siempre y nunca daba muestras de un cariño mayor o diferente del habitual. Yo le aconsejé que lo aceptase así, o si no lo perdería todo, que accediese a vivir esta doble vida de ella con la misma naturalidad que ella demostraba y de esta manera podría continuar con sus encuentros amatorios. Cualquier intento en su hogar acabaría por poner un final inmediato ante la posibilidad de que ella creyera que la situación se le escapaba de las manos. Creo que nunca se percató tampoco de quien había sido su amante enmascarada, al contrario que ella, que en el mismo momento que lo sintió dentro cayó en la cuenta.

De vez en cuando hacíamos algún trío, pero era mas bien ellos los que se entregaban al sexo delante de mi, o con mi ayuda, y era agradable jugar con ambos, tocar sus cuerpos y verlos disfrutar. Mi cabeza imaginaba mil situaciones mientras observaba sus escarceos y como siempre casi me desahogaba más mental que físicamente.

  • te voy a buscar otro joven para que folles con los dos algún día

  • para que? Estoy bien así, me gusta como lo hacemos y no necesito mas.

  • ahhh, te conozco. Esto durará un tiempo y acabaras deseando algo más fuerte. Debo de ir preparándolo

  • tu siempre tan atento y servicial…

No se me escapó su ironía, pero no me importaba. La semilla estaba echada y de ahí a que me preguntase como lo haría, solo era cuestión de tiempo. Cuando llegó ese momento, me lo dijo sin mas, que ya estaba preparada para la experiencia y que en quien había pensado.

  • pues en un amigo de tu hijo, tan inexperto como lo era él al principio, te acuerdas?

  • si, ya lo creo. Me acuerdo muy bien de aquella primera vez en tu casa, con todo aquel teatro, las mascaras y el ambiente de misterio que creabas.

  • Bueno, se puede hacer de dos maneras. Como aquella vez, para no asustar al chico y no sentiros violentos ninguno, o por las buenas, aquí a la luz del día.

  • creo que me gustaría mas hacerlo con misterio, aunque él no se ponga la mascara, pero que no sepa quien soy yo hasta que me parezca oportuno o conveniente.

  • bien, pues ya te avisaré cuando todo esté preparado.

Cuando la acaricié un poco se arrojo encima de mi, restregando su cuerpo contra el mío, mordisqueándome, jugando con mi polla hasta que la levantó y dejó lista y acabamos follando como locos, seguro que ella pensando ya en ese nuevo encuentro furtivo.

Ahora toqueteaba la polla de su hijo, como hacia siempre que estábamos tumbados al sol y le intenté conducir a mi campo de juego con las insinuaciones que él recogía y acababa haciendo suyas.

  • he pensado en tu amigo, aquel que traías alguna vez para jugar los tres

  • y que has pensado?

  • Lo estará pasando mal, le tienes bastante abandonado ahora que has encontrado una mujer para follar. No se si es justo.

  • si, lo he pensado a veces, pero no se que se podría hacer. No le voy a invitar a follar con mi madre, ni le puedo decir a ella que lo haga

  • no, es cierto, pero deberíamos hacer algo por él, después de todo los tres compartíamos juegos. Me da algo de pena.

  • si ella quisiera… pero le daría mucha vergüenza, le conoce desde hace mucho. Oye, y aquella mujer con la que yo me inicié?

  • cambió de residencia, se fue a vivir al extranjero

  • vaya, que lastima. Hubiera sido perfecto.

  • y si montáramos una escena como la de tu primer día?

  • si, no se como. Si ella ya no vive aquí.

  • con tu madre, tonto. Si él no la reconoce no hay problema. Todavía tengo las mascaras.

  • ya, pero como se lo digo a mi madre?

  • escucha, harás lo que yo te diga

La madre estaba esperando hacia tiempo que se lo propusiese, que la persuadiese de hacerlo. Pondría un poco de reparo para salvar las apariencias y que no pareciera demasiado fácil, pero acabaría haciendo lo que fuera por su hijo. El día que acabó convenciéndola, ella me lo contaba divertida.

  • le he dicho que bueno, que haría lo que me dijese, pero que me daba mucha vergüenza. El me ha contado lo de la habitación a media luz, las mascaras y casi me río y lo echo todo a perder, pero me he dejado tentar por sus argumentos y su palabra de que no había ningún peligro de que me reconociese. Sigue siendo muy inocente, verdad.

  • es muy buen chico y como amante, no te quejaras, no?

  • calla, pervertido, que me metes en unos jaleos tremendos

  • si es cierto, pero y lo bien que lo pasamos todos?

Esta vez me quedé yo fuera del asunto. Si tres son multitud, cuatro son una manifestación. El lo prepararía todo, la escena, las mascaras, el sitio para cambiarse, sacarle de casa después, mantenerle con la incógnita de quien podría ser la mujer, todo, en fin, tal como hicimos con él. Yo estaría en la casa, nunca se sabe que podía ocurrir, pero no se me vería en absoluto y el amigo ni siquiera lo sabría.

Este aceptó entusiasmado por la idea y al fin poder follar con una mujer, estrenarse, y se deshacía en gratitud por la ocasión que le daban.

Aquel día yo escuche los tenues jadeos de los amantes enmascarados desde la habitación contigua, algún beso, ropas moviéndose y después la puerta de la calle y silencio total. Desde la ventana les vi salir juntos, hacia un lugar algo lejano para impedir que el pudiese saber quien era la mujer si se quedaba en las cercanías y yo entré en el dormitorio.

Estaba con los ojos cerrados, el cuerpo desnudo medio envuelto por la sabana arrugada dejaba ver sus pechos y muslos, velando el pubis honestamente, y parecía que estaba dormida. Tomé su mano y entreabrió los ojos. Media sonrisa al reconocerme y una mirada intensa de mujer satisfecha y agradecida. Acaricié su cuerpo aun sudoroso y caliente, con cariño, y besé su frente como lo haría un hermano.

  • ha sido tan tierno… me está gustando esto de desvirgar jovencitos.

  • yo no soy tan jovencito…

  • tampoco te he desvirgado, mas bien ha sido al revés.

  • yo a ti? Que más quisiera. Tú sabrás de quien fue ese honor

  • aunque no te lo creas, de mi marido. Hasta el día de hoy solo me he acostado con tres hombres. Puedes conjeturar quienes son esos tres.

  • eres fogosa y ardiente. Me gusta como eres y haberte conocido y amado, pero no creo que seas una desvirga niños. Te gusta el sexo y probar cosas nuevas y eso es lo mejor de esta vida. Ni el trabajo ni nada, solo el disfrutar de la vida y tu has encontrado la mejor manera de hacerlo.

  • no me consideras una fulana por estas cosas? Una mujer fácil?

  • no, en absoluto. Te considero una mujer adorable y bella, dispuesta a disfrutar, pero sin egoísmos ni malos rollos. No te preocupes y sigue viviendo tu vida como mejor sepas.

Era sincera su preocupación por lo que yo o cualquiera que la conociese pudiera pensar, pero realmente su predisposición al sexo, a gozar, era algo intrínseco, algo que poseía en sus genes y no podía remediar ni evitar. Que lo aprovechase sin remordimientos ni abusos era, a mi juicio, una buena forma de vivir. Le tenía cariño a esa mujer, y eso me empezaba a preocupar porque ella se daba cuenta de mi afecto y no quería que le diese demasiadas vueltas.

Quisieron repetirlo otra vez, solo una vez más, pero me pidieron que estuviera yo presente, total, el amigo ya me conocía y aquella era mi casa. Si a él no le extrañaba, yo haría de maestro de ceremonias esta vez y guiaría al nuevo para que se condujera lo menos torpe posible y aprovechar mejor sus posibilidades. O sea que mi trabajo sería el de… bueno, no me gusta esa palabra, diremos celestina, que aunque no es la acepción adecuada, me parecía menos peyorativa.

Y ahí estábamos de nuevo, los tres desnudos y ella tapada con la sabana y la mascara, la habitación un poco mas iluminada porque el sol estaba cada vez mas fuerte y un silencio total que solo la respiración agitada de los cuatro ponía un aire de realidad respecto a lo que íbamos a hacer allí.

Comenzó según yo le había aleccionado, destapándola poco a poco y tocando su pecho, su vientre, deteniéndose cuando notase su respiración mas fuerte, cuando sintiese su cuerpo vibrar. Creo que estaba mas pendiente de acordarse de todo que de la mujer y yo miré a mi vecino y comprobé que él pensaba los mismo. Agarré su mano y la coloqué sobre la polla del amigo, para que le estimulase un poco, pero parecía que le daba un poco de corte, delante de su madre, así que me puse debajo de él y para que tomase ejemplo y viese que no pasaba nada, metí la suya en mi boca y comencé a chupar con gusto.

Bueno, ese fue el principio de todo: el amigo al verse atacado y nervioso se olvidó de las lecciones, pero no de lo que traía entre manos y se dedicó a chupar la almeja de ella, que era lo mas parecido a lo que sabía hacer, mi vecino, amarrado a su polla chupaba complacido, y yo, casi entre los tres, chupaba la de mi vecino, teniendo delante de mi cara el coño ya chorreante de ella y una cara desencajada que parecía que iba a terminar con todo allí mismo.

Tuve que hacer eso, o sea, reconducir el asunto lo mas rápido posible antes de que todos nos corriéramos sin provecho para nadie. Aparté a mi vecino y coloqué la polla del amigo a la entrada, que empujó sin mas miramientos, intente salir de ahí abajo casi ahogándome y me tuve que arrastrar de rodillas hacia atrás, con cuidado de no molestar a los dos amantes y entonces mi trasero tropezó con otro cuerpo, sentí que unas manos se apoderaban de mis caderas y un hierro al rojo se introducía por mi culo totalmente expuesto e indefenso.

El pobre chico se había puesto a cien viendo empalada a su madre y al amigo retorcerse sobre ella, su polla estaba a punto de reventar por el espectáculo, de pronto le apareció ante sus ojos una tentación en forma de culo conocido y no lo pensó, zas, para adentro.

Los gritos de ella enardecían cada mas a los dos jóvenes y me estaba empezando a gustar eso de ser follado, o por lo menos de ese ambiente casi de orgia que se estaba produciendo allí, porque sentí mi polla desarrollarse y subir casi vertical y poco después lanzar chorros de leche que alcanzaron mi pecho y unas piernas que había por allí. Ella dejó de convulsionarse después de un orgasmo terrible, su follador seguía y seguía y empezó a gritar también cuando se derramó en su interior entre hipidos y violentos movimientos del cuerpo, y mi culo empezó a sentir chorros arrojados adentro por aquella polla invasora.

En fin, quedamos los cuatro allí tirados, encima de la cama, sin poder movernos, hechos un lío de cuerpos sudorosos, agotados y apaciguados de la tensión vivida. No se el tiempo que estuvimos así, temí dormirme y que algo se estropease mientras estaba inconsciente y recuperé un poco mi sentido común. Zarandeé a mi follador y le hice una seña clara de que se largasen. Se debió despertar también de golpe y darse cuenta del asunto. Casi arrastró al otro hacia fuera y al poco oía el ruido de la ducha.

A mi ya me daba igual, ya se irían, ahora estaba cansado así que me recosté un poco sobre el cuerpo de ella y perdí el sentido amparado por un sueño feliz. Ella era mi mujer y me gustaba dormir con ella, calida y suave. La besaba mimosamente y ella runruneaba agradecida. Ya me despertaría y todo sería diferente, pero ahora tenía que aprovecharme de mi sueño. Era el mejor sueño de mi vida y parecía tan real como si estuviera despierto.