Desde la terraza – 6

Facilito otro encuentro sexual entre la madre y el hijo, esta vez en su cama de matrimonio, y por poco no se descubre todo el pastel.

Pasa vecina, la grité cuando la vi asomada mirando hacia mi terraza. Y allí estábamos los dos, frente a un par de vasos burbujeantes hablando al fin de lo que ella tenía ahí dentro, dando vueltas desde aquel día. Se podría repetir? Podía yo decirle quien era el chico, guardando ella el secreto, por supuesto? Qué le había parecido? No pensó que era demasiado vieja para él? Y yo que opinaba de todo ello?

Pufff, demasiadas preguntas y muy difícil de contestar. Repetirlo? Si, pudiera ser, aunque cada vez lo hiciese aumentaba el riesgo de ser reconocida, o algo podía fallar. Una mascara que se rompiese, una palabra suelta sin querer. Había demasiadas posibilidades de que algo saliese mal conforme se sucedieran los encuentros.

Decirle quien era el chico? Sería igual de arriesgado. Lo conocía ella? No estaba seguro, pero pensaba que si, porque era de su circulo mas próximo. Es mas, con toda seguridad que alguna vez había hablado con él. Esto se lo dije para intentar disuadirla sobre este tema, pero no pareció impresionarla, porque contestó que algo familiar le pareció. Demasiado, pensé yo, y esa era mi preocupación.

Que le pareció al muchacho el encuentro? Estaba todavía en trance. Aquí, risas de ella, encantada con esta respuesta. Además, añadí, soñaba con ella y la consideraba la mujer más bella que nunca había visto. Pero si no la había visto… bueno, vio todo su cuerpo desnudo, no? Sonrojo encantador y sonrisa cómplice. Si, la había visto todo, desde lo más íntimo hasta lo mas oculto de su persona, excepto la cara.

En fin, le pregunté que si de verdad era capaz de arriesgar todo por un encuentro mas y suspiró diciendo que sí, que daría lo que fuera por otro encuentro. Tenía que pensar algo, algo diferente, que les sorprendiera a ambos y que no pudieran hacer nada raro, sacarlos del ambiente del primer día. Pero no había ningún otro sitio mas que mi casa, que yo me pudiera fiar. Y hacerlo en la suya? Pudiera ser.

Bueno, le di muchas vueltas y me pareció que podía ser buena idea, si lo planeaba bien. Hacerlo los dos en la cama de matrimonio de ella… la verdad es que la idea era incluso perversa, pero adelante, vamos a ver los detalles.

Bueno, era muy simple, en realidad. A él le dije que me prestase su casa para el próximo encuentro, pero que no podía hacer la mas mínima señal de reconocimiento, porque sino ella ataría cabos. Tendría que ser como la otra vez, entrar a una hora convenida, salir al acabar y esperar esta vez en mi casa hasta asegurarnos de que ella se marchaba sin que nadie la pudiese ver.

Y a ella, casi igual. Podíamos hacerlo en su casa un día que ni su marido ni su hijo tuviesen la mas mínima posibilidad de aparecer, luego el chico se iría como la otra vez y yo haría que no la viese salir o no salir, si ella se quedaba ya allí después. Al joven le explicaríamos que yo tenía las llaves de la casa de mis vecinos, que a veces me las dejaban cuando estaban fuera.

Encontró la ocasión aprovechando un viaje de su marido y que su hijo tenía clase toda la mañana. Perfecto, el resto sería igual en todo a la anterior. Ella esperaría desnuda en su cama y… en su cama de matrimonio? Si, claro, que problema había? Dudó, pero al final aceptó. Tampoco había muchas mas posibilidades, no iba a ser en el cuarto de su hijo, claro. Un escalofrío me recorrió, casi sin querer, como si ella pudiera relacionar… bueno, mejor decir a todo que si y ya está.

Y a él, contarle que solo podía ser por la mañana, por la tarde ella se iba de viaje, que tenia que irse al colegio tranquilamente como siempre, y regresar a las diez. Yo le abriría la puerta, para que ella no pensase que no necesitaba llave y le diese vueltas al asunto y para entrar yo, él me dejaría su llave.

De verdad era retorcido pero yo estaba ya lanzado, quería hacerlo mas difícil todavía y tener yo alguna alegría, y el pensar que ambos lo iban a hacer en su casa sin que ninguno sospechara nada era apasionante para mi.

Y llegó el día señalado y todo fue sucediendo conforme a mi idea. El se fue al colegio, ella más nerviosa que nunca, la tuve que ayudar a desnudarse y ponerse la mascara. Estaba sensacional, la verdad, su cuerpo era perfecto y me la hubiera follado allí mismo si no tuviese tantas cosas que hacer para que nada saliera mal.

Oculté todos los retratos y fotos familiares, quité estorbos y cuando llegó la hora cerré las ventanas para dejar pasar solo un hilo de luz y bajé a la entrada a esperar a su hijo. Puntual y más nervioso también que la vez anterior, apareció ante la puerta. No le dejé llamar, le hice la señal de silencio con el dedo y le acompañé hasta el dormitorio. Se desnudó antes de entrar, le di la mascara, y cruzamos el umbral de la mano, para guiarle y aparentar que él no conocía el lugar.

Fue un poco mas directo en esta ocasión, ya tenia algo de experiencia y yo le había dado algunos consejos. La destapó despacio, mirando su silueta casi a oscuras, brillo en la parte mas prominente de los muslos y los pechos por ese rayo de luz que se filtraba, movimiento del cuerpo nervioso que hizo bailar el torso y descubrió unos pezones pequeños y arrugados, apenas visibles entre la blancura de la piel que los rodeaba. Mas oscura la parte inferior hasta llegar al triangulo de sus muslos brillantes por entre los cuales a veces se veía sobresalir el pelo rizado y claro de su vientre.

Ella quieta, con los ojos fijos en él, y él con la sabana en una mano y la mirada de arriba abajo recorriendo y admirando toda aquella belleza. Se acercó casi de rodillas y empezó a lamer su cuerpo, deteniéndose en sus tetas, en los pezones que se irguieron nada mas rozarlos, en la piel que se erizaba según se iban acercando sus labios.

El jugaba con sus pechos mientras lamía su cueva, chupando con ansia y ella comenzó pronto a dar señales de excitación, de deseo, jadeos incontrolados y movimientos de su cuerpo tenso, pero él siguió a lo suyo, conforme yo le había aleccionado. La sintió explotar en un orgasmo feroz sin que separase su boca del sexo de ella, aunque sus manos intentaban apartarle para frenar ese gozo insufrible. Su cuerpo se retorcía dando botes con unos jadeos tremendos, y él no soltaba su presa. Cuando se apaciguó un poco, y casi no aguantaba mas, le hice señal de adelante y la montó sin soltar sus pechos, sin abandonar los pezones que acariciaba y retorcía con mimo. Tuve que acudir en su ayuda porque no atinaba, pero solo separé un poco los muslos de ella, que apenas se daba cuenta de lo que hacia y de paso colocarle un poco la mascara que amenazaba con desaparecer entre la almohada.

Al tocar su cara ella se paró de golpe, y se llevó las manos al rostro, para sujetarla, frenando el impulso de él casi de golpe. El muchacho se separó de ella sin saber que hacer, confundido, y ella intentaba atarse el cordón que la sujetaba al anonimato.

Túmbate, le susurré al oído, y no mires, cierra los ojos. Y alcé un poco a la mujer del lecho para hacerlo yo antes de que se le cayera y se descubriera el pastel. Ya mas tranquila, se dio cuenta del nerviosismo del chico, de su desconcierto, que había hecho que su pene decreciera y se posara casi relajada sobre su pierna. Ella tenía muchas tablas y creo que también deseaba participar un poco, no solo dejarse hacer, porque se colocó de rodillas entre sus piernas y acercó su boca a aquella polla flácida y temerosa.

Si, a mi me lo había hecho unas cuantas veces y siempre había dado resultado casi inmediato. Pronto se levantó orgullosa y volví a mi posición a espaldas de ella, oculto a la vista de ambos para no distraerlos en su tarea, viendo además que ella era quien tomaba la iniciativa.

Ahora fue ella quien lo montó, sentándose en su vientre y engullendo despacio la polla erguida, iniciando el ritmo de subir y bajar a su satisfacción. El se amarró a sus pechos y su respiración marcaba el aumento gradual de su excitación, pero fue ella de nuevo quien llegó primero, dándome pruebas de lo que yo pensaba sobre su predisposición al sexo, su facilidad para gozar.

Sus saltos sobre la polla del chico produjeron también en él la culminación de la tensión y se corrió entre jadeos sin soltar los pechos de su madre, apretándolos con furia y desesperación mientras se convulsionaba del placer y ella caía hacia atrás derrotada.

Me lo llevé a mi casa, para que se arreglase y después volviese al colegio hasta la hora de comer y no entré en la suya hasta que no le vi subir al autobús. Ella se había levantado ya, se había duchado y se vestía con calma. Me la quedé mirando mientras lo hacia y al acabar, sin levantarse de la cama donde estaba sentada, me miró con una sonrisa satisfecha.

  • me gusta ese chico, es genial y dulce, pero apasionado como no pensaba yo.

  • si, se nota que os acopláis bien, hacéis buena pareja

  • celoso?

  • no, me gusta veros, no estoy celoso. Me recreo viéndote pasarlo bien, viendo tu cara y tu disfrute.

  • me alegro, eres mi mejor amigo y no quisiera que esto lo estropease, pero…

  • se acabó ya el capricho? o es al revés, estas mas enganchada?

  • no se, no se que decirte, ese chico tiene algo… especial. No se. Me dirás algún día quien es?

  • no creo que te gustase saberlo.

  • entonces, es alguien que yo conozco, no?

  • si, le conoces. Y él a ti. Por eso no debo decir nada.

  • pero es alguien próximo a mi, a mi familia?

  • solo puedo decirte que no te gustaría saber quien es.

  • eso me intriga, y mucho. No será…?

  • no sigas, no me harás hablar, ni aunque me tortures.

La dejé intrigada, pero casi era mejor. Si algún día se descubría, que no pudiera decir que no la advertí de que era mejor no saber nada. Además, era posible que después del susto con la mascara prefiriese parar con aquello, por mas que lo disfrutase o que lo desease. Después de todo, era sexo, que mas daba con quien lo hiciese. Lo importante era pasarlo bien y ya está, no?