Desde la terraza – 5

Provoco un encuentro entre la madre y el hijo para tener sexo sin que ninguno supiera quién era el otro, y lo hacen con todas las ganas en mi cama mientras yo miro todo.

Era una mujer encantadora y cuando la veía asomar desde mi terraza por encima de la valla me alegraba el día. En realidad no era una mujer necesitada o abandonada por su marido, pero estaba claro que le gustaba el sexo y que le picaba más la curiosidad por probar aunque fuera peligroso. Claro que yo no era ningún peligro para ella, era discreto, me conocía aunque fuera de vista desde hace mucho tiempo, y además estaba cerca y siempre dispuesto.

Como era prácticamente imposible que ella y su hijo coincidieran porque solo venían cuando estaban seguros de estar solos y de no ser interrumpidos, no había el mas mínimo inconveniente en las relaciones que manteníamos los tres. Lo malo es que la situación no dejaba de ser un poco ambigua para mí, ya que ellos dos no sabían nada el uno del otro de su trato conmigo.

El chico seguía preguntándome de vez en cuando como era follar con una mujer y yo le relataba alguna sesión con su madre como ejemplo y el pobre alucinaba. Entonces el sexo conmigo se volvía frenético, como si estuviera con la mujer de sus sueños y yo tenia cada vez más la sensación de ser utilizado, pero seguía pasándolo bien con ambos y no me importaba seguir con ese juego.

En una de esas ocasiones se me ocurrió una idea genial, retorcida pero sobresaliente si ella aceptaba. Empecé poco a poco, metiendo en su cabeza lo bueno que sería follar con un chico joven, vivir una aventura con alguien inexperto, con el vigor y la fuerza de la juventud. Casi jugábamos a eso y ella a veces imaginaba una situación mientras follábamos en la que un jovencito la violaba mientras ella dormía, y su empuje la despertaba gozando como loca. Las sesiones eran muy intensas entonces, hasta que pensé que ya estaba preparada para mi plan.

Le conté que conocía a un chico, hijo de uno de mis compañeros con el que tenía cierta amistad, que nunca había estado con una mujer y a veces me preguntaba cosas lleno de curiosidad. Le propuse hacerlo con él, de manera que no se viesen las caras para no poder ser reconocidos si se encontraban por ahí, así probaban los dos: ella hacia realidad una fantasía y él se estrenaba con una mujer, y luego se acabó.

No volvimos a hablar del tema, de ninguna manera volví a planteárselo, ni siquiera a sugerir nada. Solo esperé, pero seguimos jugando con esa fantasía que había acabado por hacer suya. Se la veía pensativa cada vez que teníamos una sesión y luego se lanzaba al ataque como poseída. Hasta que una vez, después de tener sexo los dos en mi cama, mientras fumaba un pitillo, se atrevió.

  • sabes… aquello que hablamos en aquella ocasión, lo de tener sexo con un chico.

  • si

  • como lo habías pensado hacer?

  • bueno… yo no había pensado nada, pero si quieres lo planeamos entre los dos, a ver que se nos puede ocurrir.

  • me moriría de vergüenza si me reconociese por ahí. Te imaginas la situación?

  • si, lo entiendo. Que te parece si lo pienso tranquilamente, lo preparo todo y un día lo ensayamos tu y yo solos. Si te gusta el plan, lo realizamos, y si no, se acabó y no pasa nada.

  • bueno, me parece bien. Sabes… Me gustaría poder hacerlo por lo menos una vez, probar y ver que se siente, pero me asustan los riegos.

Unos días después, le dije que se comprase una peluca morena y se la probase hasta estar segura de que le quedaba natural. Y poco después, la avisé de que ya tenia el plan al detalle y que cuando ella quisiera lo ensayábamos.

Ese día, cuando vino a mi casa con una bolsa, le dije que fuese al dormitorio, se pusiese la peluca y una mascara de tela que le tapaba prácticamente el rostro y después se tumbase desnuda en el lecho hasta que yo llegase, y que se quitase cualquier detalle, reloj, anillo, pulseras, nada de nada debía de llevar encima que pudiera ser reconocido.

Al rato, yo me desnudé también, me puse otra mascara similar, me cambié de colonia de afeitar por otra mas intensa, y me dirigí a la habitación donde ella ya debería estar preparada. Estaba cubierta con la sabana y me pareció un buen detalle. La destapé despacio, sin prisas. Primero descubrí sus pechos, acariciándolos y besándolos, luego su vientre redondito y suave. Lo hacia sin prisas, como un principiante vergonzoso. Toqué su pubis por encima de la sabana, tirando de su pelito, como sorprendido de que estuviera ahí, como si no supiera qué había debajo de mi mano.

El juego procuré que fuera largo, que se fuera excitando poco a poco. Ninguno de los dos podía decir una palabra para no dar ninguna pista al otro. Me puse encima de ella cuando la vi excitada, mi polla aprisionada entre sus muslos, sin atreverse a entrar ni a continuar. Ella lo entendió y la agarró con la mano, conduciéndola casi con urgencia hacia su objetivo.

Follamos como locos, o mas bien me folló ella, me agarraba por el culo, apretándome contra su cuerpo cada vez que intentaba salir un poco de ella, estaba frenética y fuera de sí. Creo que en su imaginación desbocada me veía con veinte años menos, disfrutaba con su sesión de sexo joven, como si fuera verdad.

Al acabar, me dijo que le había parecido perfecta la puesta en escena y que hasta que no me quité la mascara no estuvo segura de que era yo y no otro y decidió que podíamos realizar todo el plan el primer día que se pudiera, pero que le gustaría que yo estuviera presente, por si acaso. Lo entendía, aunque podía ser un poco violento. Claro, que si alguno notaba algo familiar en el otro, podría ser bueno que yo estuviera allí para salvar el apuro.

Lo de meter al chico en el plan, para mi era lo mas fácil. El proponer a un hombre follar con una mujer suele tener siempre una respuesta afirmativa, y más cuando él lo está deseando y soñando con ello.

  • sabes, tengo una conocida que creo que ya no se satisface conmigo.

  • se aburre o ya no sabes hacerlo?

  • ja, ja ,ja. Vale, ya no sirvo. No, creo que sueña con hacerlo con alguien mas joven, recordar sus tiempos jóvenes.

  • tan mayor es?

  • no, mas joven que yo. Y es bastante guapa, pero las mujeres son así.

  • quien la pillara…

Puse cara de estar pensando, de estar abstraído con alguna idea y aposta no contesté a sus preguntas hasta que me zarandeó un poco.

  • que te pasa? Te encuentras mal?

  • se me estaba ocurriendo una idea genial, algo arriesgada, pero genial si tu te atreves.

  • a ver esa idea, es sobre la mujer?

  • te gustaría follar tú con ella?

  • yo? Que mas quisiera… follar con una mujer al fin. De verdad crees que podría?

  • hombre… primero tendríamos que idear un plan y después si te parece bueno, llevarlo adelante.

Total, que el plan ya estaba preparado hacia unos cuantos días, pero yo tuve que hacer como si se nos fuera ocurriendo a los dos. De hecho fue él quien dijo lo de las mascaras, pero no se le ocurrió lo de la peluca y aquí yo me callé. Era mejor que él creyera que el pelo era suyo natural y no pensase cuando lo estaban haciendo como sería su cabello en realidad. Lo demás, yo insinuaba algo y él encontraba la solución, que yo reconducía si no se ajustaba a lo previsto.

Aquel día, los dos tenían proyectos para salir de casa durante un buen rato, y ella llegó conforme a lo previsto. Entramos en la casa y preparé la habitación para que quedase en penumbra, que no se vieran mucho los detalles, y después la dejé sola para que se preparase como la otra vez. Se la veía nerviosa, pero excitada, inquieta pero resuelta. Solo la dije que hiciera exactamente lo mismo que hizo conmigo, incluso que pensase que era yo disfrazado otra vez. Y que al igual que la otra vez, no dijera una sola palabra. Esa era mi mayor preocupación.

Llegó el, tal como acordamos casi quince minutos después, y le conduje a otra habitación para desnudarse y ponerse la mascara, antes de ir donde la mujer. Incluso tuve el detalle de ponerle la misma colonia de afeitar que usé yo aquel día y le llevé al dormitorio casi empujándole. Él estaba todavía mucho mas nervioso que su madre, temblaba y sudaba, pero se dejaba llevar.

Allí estaba ella, cubierta como la otra vez con la sabana, los brazos fuera y ya mas tranquila. Yo le había dado instrucciones para que fuera descubriéndola y tocando, para que fuera casi igual que el día de la prueba y él se arrodilló a sus pies y agarró el borde de la sabana.

Empezó como yo le había indicado, pero ya no tuve que decir apenas nada mas, si acaso dirigir un poco su mano hasta las partes del cuerpo de la mujer que debía ir acariciando y excitando. Era un espectáculo, en realidad casi me excitaba mas a mi ver a los dos, madre e hijo, haciendo el amor como dos principiantes, deseándose, calentándose. Cuando descubrió su coñito y la fina tira de pelo que lo rodeaba quedó extasiado y cuando acercó su boca hacia sus muslos apenas se tenia de rodillas del temblor que le invadió.

Ella sudaba y gemía, empezó a retorcerse de placer, hasta creo que tuvo algún orgasmo mientras el lamía su coñito, pero mantuvo la boca cerrada como acordamos. La vi arquearse sobre el lecho, incapaz de aguantar más y le hice la seña al chico para que se subiera encima ya.

Tuvo que ayudarle, como a mí. El pene se veía tieso y brillante, fantástico desde mi puesto de observación. Ese día lo tenía enorme, la cabeza casi morada, y la punta brillante. No acertaba y ella estaba muy nerviosa, pero no quise intervenir, hasta que al fin la naturaleza hizo su trabajo y la punta de la polla encontró por donde entrar. Ahí el chico se portó, entro despacio, como me hacía a mí, para no hacerle daño, y no empezó a empujar hasta que no estuvo totalmente dentro.

Yo ya no tenia nada que hacer, así que me retiré ligeramente, a espaldas de los dos, para poder observar la cara de ella sin que se diera cuenta. Nunca había visto ese rostro enardecido, o mas bien lo que me dejaba ver la mascara, pero su boca abierta y sus ojos cerrados lo decían todo. Era fascinante ver la expresión de una mujer cuando está gozando con el sexo y ella lo estaba gozando de verdad. Casi me daba envidia o celos comprobar que estaba disfrutando mas que conmigo, pero me parecía que así era.

Me daba un poco de apuro seguir allí, de mirón, pero no quería arriesgar todo por alguna tontería y tuve que seguir allí, escuchándoles gemir, jadear y al fin derrumbarse entre espasmos. Me pareció que el orgasmo de ella duró desde el mismo momento que entró el pene dentro de su coñito hasta que él se derramó dentro, y luego se quedaron los dos quietos, él abrazado a su cuerpo y la cara sobre el pecho y ella con la mano sobre su cabeza.

En cuanto vi que se recuperaba un poco agarré al chico de la mano y lo lleve al baño de abajo para que se asease un poco, se vistiese y se marchase sin hacer ruido. Hasta que no le vi en la calle no subí al dormitorio a ver como estaba ella. Seguía tumbada y relajada, la boca aun abierta, para respirar mas rápido y la piel sudorosa y brillante.

Me tumbé a su lado y le agarré la mano, llevándola a mis labios.

  • creo que no hace falta que te pregunte.

  • gracias, gracias por haberlo hecho realidad. Ha sido increíble, de verdad.

  • me alegro de que te gustase y como ves ha sido casi fácil.

  • y él? Se fue contento?

  • creo que cuando salió de casa aun estaba en trance, pero ya te contaré qué le pareció.

  • sabes… no se como explicártelo, pero es diferente a lo que hacemos tu y yo. Se notaba tan inexperto, con tantas ganas de hacerlo bien que era enternecedor, pero cuando empezó a moverse dentro de mí… pufff, casi me moría del gusto.

La acompañé al cuarto de baño y entré con ella en la ducha, pero no la toqué, prefería que guardase el recuerdo mas reciente y sobre todo que no hiciese comparaciones, no fuera a ser que saliese perdedor. Cuando se vistió la dije que esperase quince minutos y luego saliese, para asegurarme que el chico estaba donde yo le había citado para vernos después y que no hubiese peligro de que estuviese por allí y la viera salir y así lo hicimos.

El siguiente día que nos vimos estuvo muy bien, ya sin fantasías, solo sexo y placer mutuo, sin mas complicaciones, pero pensé que ella seguía dándole vueltas al asunto, porque si no, podía haber hecho alguna mención, por mínima que fuera. Bueno, la dejaría como siempre, que ella empezase el tema por donde quisiera, nunca es bueno forzar nada, y menos con una mujer.

Y él… se desvivía de agradecimiento, me decía que eso era follar de verdad, que un hombre es algo diferente, ni siquiera un sustito de una mujer como dios manda. Bueno, eso ya lo sabía yo, pero fue él quien empezó el asunto. Creía yo que sería posible provocar otro encuentro alguna otra vez? Pues era dudoso que ella quisiera, pero además a mi me preocupaba que algo fallase y se descubriese todo y se organizase una gorda.

Nos veíamos con frecuencia en la piscina, cuando sus padres se iban sobre todo, y seguíamos bañándonos desnudos y tocándonos, pero no volvimos a follar, y lo prefiero así, de verdad. Y ella también venia, casi con la misma frecuencia que antes, pero cada vez se la notaba más que algo le daba vueltas en la cabeza.

No tenía ninguna prisa, yo soy capaz de aguantar y esperar siglos, ya me lo diría cuando ella quisiera.