Desde la terraza – 2

Despierto junto a mi vecino, desnudos los dos y con el culo algo pegajoso por la noche anterior

Cuando me desperté, estábamos los dos destapados y pude verle mejor, sin ese complejo de saber que se da cuenta de que le miro. Su cuerpo está bien, es… bello? No se si esa es la palabra, pero me gusta observarle. No es musculoso, y tiene ese punto de blandura y carne suave que delata que acaba de entrar en la adolescencia pero todavía no ha empezado a desarrollarse como un hombre.

Pudiera pasar por un chica si no fuera por la cintura recta y los hombros mas anchos. Es agradable de mirar, aunque a mí nunca me han atraído los hombres especialmente. Ayer pensé que era bastante inocente, con sus preguntas y su curiosidad, pero hoy creo que no es así, y que incluso tal vez lo tenía pensado desde el principio.

Estaba de nuevo en la terraza, sintiendo ya el calorcillo de media mañana, acabando de trabajar con el ordenador, cuando oí el ruido del baño y después el arrastre de sus pies sobre el suelo del salón.

Apareció ante mí con un slip, los ojos medio cerrados y el pelo revuelto y tan tranquilo como si anoche no hubiera pasado nada especial. Se sentó con ruido, bostezando aun, mientras yo me levantaba a por la bandeja con el desayuno que había dejado preparado en la cocina.

  • has dormido bien?

  • si, ya lo creo. Por que no me has despertado?

  • pues porque yo me despierto muy pronto, es la costumbre después de muchos años. Y cuando estoy despierto me entra hambre y ganas de ir al baño, y ya cuando me levanto, no me apetece acostarme otra vez y prefiero trabajar un poco con la mente despejada y sin ruidos.

  • hoy va a hacer un buen día.

  • si, eso parece

  • que haremos hoy?

  • pues como ayer, cuando acabe esto, tumbarme un rato al sol, un chapuzón y pensar un poco algún plan o alguna idea nueva. Lo de siempre, por?

  • nada, me parece bien. Yo tendría que estudiar un poco también, y ver si mi casa está en orden. Iré ahora después del café y si no te molesta, volveré dentro de un rato.

  • me parece muy bien. Estas en tu casa.

  • gracias, vuelvo enseguida.

Bueno, ya era como si nos conociéramos de toda la vida. Me gustaba su naturalidad y su falta de culpabilidad, parecía como si eso de tener sexo con el vecino, fuera lo más habitual en él. Buscó su camisa, pero no aparecía, debía de estar por ahí tirada, así que le ofrecí la mía y con ella puesta salió al camino hasta su casa.

Me dio tiempo a nadar un buen rato y después me tumbé al sol a leer un poco. Le oí cuando abrió la puerta de la calle y pasó delante de mi con una especie de nevera que metió dentro de casa.

  • te has echado ya la crema solar?

  • ahora iba a hacerlo, estaba esperando a que hiciera algo mas de calor.

  • no te muevas, yo te lo pondré

Vaya, esto era otro avance y mas cuando noté como se colocaba sobre mis piernas y después de darme un poco por la espalda se dedicaba a sobarme el culo con todas las ganas. Amasaba mis glúteos y acariciaba por todos los lados, debía estar disfrutando porque no paraba. Al poco, noté su polla cerca de la raja golpeando cada vez que se estiraba para masajear la espalda.

  • sabes que me gustaría?

  • dime

  • me gustaría follarte.

  • que ¡!!!

  • metértela, ver que se siente cuando se mete la polla por ahí. Nunca lo has hecho?

  • nunca, por supuesto. Una cosa es jugar con un hombre y otra follar con él

  • pues yo creo que es casi igual, después de todo, es tener sexo. Déjame probar, anda.

Me callé, no sabía que decir. Mas que nada porque entre la conversación y sus toqueteos ya estaba yo algo cachondo. Era cierto que nunca había follado con un tío, nunca pasábamos de jugar con nuestras pollas o de masturbarnos mutuamente, y de eso hacia ya un montón de años. Debió de interpretar mi silencio como aprobación, o por lo menos con que no rechazaba de plano la idea, porque comenzó a acercar más su polla a mi culo.

No era fácil que entrase, yo debía de estar demasiado rígido y él no sabía como empezar. Espera, le dije, mientras me daba la vuelta y le tumbaba boca arriba. Su polla estaba tiesa y me la metí en la boca. Quería que estuviera lo mas dura posible para que no tuviera dificultad, pero también calentarme yo un poco para que le resultase mas fácil.

Después, le puse bastante crema solar y me tumbé boca abajo. Noté como me abría el culo con las manos y acercaba su polla a mi agujerito. Estaba bien embadurnada y entró sin mucha dificultad, como un supositorio. Era una sensación extraña, sentir eso ahí dentro y me dolía un poco, pero cada vez estaba más excitado pensando en lo que estaba haciendo.

Empujé un poco el culo hacia fuera, para ver si lo sentía más dentro y él apretó. Entonces su instinto debió decirle como continuar, porque comenzó despacio a meterla y sacarla en mi culo mientras se aferraba a mis caderas.

El ritmo aumentó en velocidad, sentía un calor enorme en mi culo, y dolor cuando llegaba cada vez más dentro. No paraba, sudaba sobre mi cuerpo, y su pelvis golpeaba mi culo con un ruido sordo, que se mezclaba con el chapoteo de nuestros jugos. Yo pensaba si sería eso lo que sintiese una mujer cuando yo se la metía, y me excitaba aun mas, imaginando que yo tenía una vagina y me estaba follando un hombre.

Debía de estar a punto de concluir, porque metió sus manos bajo mi cuerpo, aferrándose a mi pecho como hiciera la noche pasada y se tumbó sobre mi, sin mover ya la polla, solo apretando entre convulsiones y jadeos, y poco después su leche salía a borbotones y yo notaba dentro de mi su calor.

Quietos los dos, sin soltarme y bañados los dos en sudor, permanecimos quietos sobre la hierba. Yo seguía excitado mi polla pegaba brincos ahí debajo y de pronto me corrí solo con lo que mi mente pensaba e imaginaba, sin que me tocase nadie. No debió darse cuenta, porque no se movió, solo seguía pegado a mi espalda, sin soltar mi pecho, mientras su polla perdía grosor y yo notaba como se iba escurriendo hacia fuera.

Nos limpiamos un poco en la ducha, antes de meternos en la piscina, y después nos fuimos a comer todo lo que había traído de su casa, que era cierto, había para el doble de gente y estaba preparado, solo calentar. Sentados después en la terraza, yo no le notaba nada raro, quiero decir, nada de culpabilidad, ni tampoco de agradecimiento o alguna reacción similar.

  • follar con un hombre es como hacerlo con una mujer?

  • imagino que no, nunca lo he hecho con un hombre, por que?

  • sabes… cuando hablábamos el otro día de lo que hacías de joven, pensaba que sería casi imposible que yo pudiera follar con una mujer, en cambio, con un hombre parecía como mas fácil, y mas al ver que a ti no te importaba, quise probarlo.

  • pero a ti te gustan los hombres?

  • no, me gustas tu, o qué se yo… quiero decir que… verás, me pareció que contigo era todo mas fácil, me tratabas como a un igual, me contabas tus cosas, te veía desnudo a mi lado. Entiendes lo que quiero decir?

  • pues no, la verdad

  • quiero decir que… nunca podría estar en una situación parecida con una mujer, como estábamos ayer tu y yo. Como iba yo a conseguir que una mujer se tumbase desnuda a mi lado, que me dejase tocarla, acariciarla, acostarme con ella. En cambio, tú, lo hacías con toda tranquilidad, con total naturalidad. Tenia que probar, necesitaba follar, meter mi polla y follar, tener sexo, no podía aguantar mas.

  • bueno, o sea que he sido tu experimento?

  • nooo, has sido mi amigo, me has ayudado a cumplir mi fantasía, me ha gustado lo que hemos hecho y nunca te podré agradecer que me dejases seguir y no me echases de tu casa. Además, me gusta tocarte, agarrarte la polla, acariciarte y pegarme a ti, pero nunca lo había hecho y creí que sería lo mas parecido a hacerlo con una mujer.

  • no sigas, es casi como si dijeras que me has convertido en una mujer para ti.

  • no, sabes que no, si no, no estaríamos hablando así ahora. Tu me has convertido en tu amigo y solo hemos hecho lo que los amigos hacen cuando están juntos y tiene ganas, no?

Bueno, casi entendía lo que quería decir, pero era mejor no contestarle. Cuando le veía tumbado desnudo a mi lado, me gustaba, pero no como para tirarme sobre él y follármelo. Claro que yo ya no tenía el ardor de su juventud, ni necesitaba desahogarme a todas horas. Le sonreí y le agarré la polla con complicidad. Si, entendía lo que quería decir, pero no podía decirle que me gustaba que un chico me tocase o me follase y además, que me excitase de esa manera el solo hecho de pensarlo.