Desde Almeria

Dedicado a ese chico de Almeria.

DESDE ALMERIA

El pasado otoño decidí irme de viaje con unas amigas a Andalucía, se trataba de nuestro viaje anual a una playa de España, con la diferencia de que este año se sumaban sus respectivas parejas, yo estaba bastante agobiada puesto que yo hacia poco tiempo que estaba sin pareja y no me apetecía nada ir de sujeta velas, solo quería estar con mis amigas tomando el sol durante el día y por la noche bailar hasta caer rendidas.

El viaje se inicio como estaba previsto, los cinco con nuestras maletas en un autobús de largo recorrido, ellos por supuesto sentados juntos y metiéndose mano, y yo sentada al lado de una señora mayor que no paraba de sacar y meter cosas en una bolsa de plástico sin dejarme si quiera descansar la cabeza.

Ocho horas mas tarde allí estaba yo, tan aburrida como había previsto en mi casa, y de sol nada de nada, solo lluvia y nubes negras. Y eso que el hombre del tiempo había previsto altas temperaturas.

Al llegar al hotel tampoco era lo que habíamos planeado, eso era mas bien una casa baja en ruinas, totalmente sucio, viejo y con un olor a orín insoportable. Nos metimos en las habitaciones y una vez mas se torcieron mis planes, habíamos acordado que las chicas dormiríamos juntas en una habitación y los chicos juntos en otra, pero no… se juntaron por parejitas y me tocó coger una habitación para mi sola.

Tras todo un día de oír orgasmos, gritos y muelles de la cama a través de la pared llegó la noche, al menos había parado de llover. Me puse mi mejor vestido para esa noche, pensando que bueno, ya que era la única sin pareja podría liberarme un poco esa noche y pasarlo bien. Frente al espejo podía verme con mi melena larga y morena suelta y rizada sobre mis hombros, un vestido verde que apretaba mi pecho dejando ver un escote generoso en palabra de honor, tampoco por abajo era muy largo, ya que hacia volantes desde debajo de mi vientre llegando justo hasta por encima de la mitad de mis muslos, me puse unas sandalias de tacón negras y me eché mi perfume con olor a manzana, ya estaba lista para salir.

Mis amigas al verme empezaron ha hacer comentarios:

  • ¿Dónde vas niña? ¿Tienes novio?

  • ¡¡Esa morena que pide guerra!!

  • Bueno tampoco es para tanto, ya os dije que si veníais con vuestros chicos yo también me iba a pedir otro para mi jajajajaja

Y sin más nos fuimos de aquel antro para conocer la fiesta nocturna de Jaén. Entramos primero en un pub que estaba lleno de gente, todos apretados los unos contra los otros, yo pensaba que ahí no cabía ni una persona más, pero aun así nos metimos los cinco como sardinas en lata. Comenzamos a bailar como podíamos, apretando la copa contra el pecho porque no nos podíamos mover. El sitio comenzó a votar al ritmo de una canción, y yo comencé a sentirme ahogada en ese lugar, de repente note una mano en mi hombro.

  • ¿Estas bien?

  • Si, si, solo necesito un poco de aire.

Mire al chico y me quedé pensando quien era y de que me sonaba, hasta que el me reconoció a mi primero.

  • ¿Isabel? Soy Pepe, ¿te acuerdas de mí?

Pepe era un entrañable amigo que había conocido por la red, nos separan unos cuantos años y sobre todo unos cuantos kilómetros, pero eso no nos impidió ser buenos amigos, siempre tonteábamos con la idea de conocernos en persona y hacernos de guía por nuestras respectivas ciudades, nos intercambiábamos fotos, anécdotas y también compartíamos días malos y días buenos.

  • Si claro, ya decía yo que me sonabas.

  • No sabía que estabas en Jaén.

  • Ya lo siento, es que esto se supone que era un viaje con mis amigas, pero al final nada, porque es mas bien un viaje de parejas.

  • ¿Estas mejor o prefieres salir y tomar el aire?

  • Mejor salimos y tomamos aire, este sitio es horrible.

Salimos de aquel sitio sin despedirnos de nadie, buscando rápidamente la salida, y al salir por la puerta trague rápidamente una gran bocanada de aire.

  • ¡Qué bien sienta esto! Bueno me prometiste enseñarme Jaén, enséñamelo.

  • Por supuesto princesa. ¿Qué quieres ver?

  • Hombre pues la playa no estaría nada mal, es que aun no la he visto con este día tan malo que ha hecho.

  • Pues no digas más, en cinco minutos hemos llegado.

Caminamos contándonos que tal nos iban las cosas, pero ninguno de los dos se atrevía a mirar al otro, solo veíamos el suelo cambiando a arena de playa bajo nuestros pies.

  • ¿Nos sentamos en la arena? – pregunté.

  • Si claro, porqué no.

Estuvimos sentados un buen rato, jugando con la arena entre los dedos, mirando la luna reflejada en el agua, contando chistes, riéndonos cuando de repente nos interrumpió el sonido del móvil. Era el mío, mis amigas tenían ganas de fiesta privada y se iban para el hotel. Yo no tenía prisa por volver a aquel agujero, así que decidí quedarme un rato mas allí sentada.

El frió hacia que cada vez nos sentáramos mas cerca el uno del otro, y la llamada de mi amiga hizo que nuestra conversación subiera un poco mas de tono hablando de fiestas privadas.

  • ¿No dijimos hace tiempo que cuando nos viéramos podría pasar algo?

  • Jajajajaaj que lanzado, a ver si resulta que corro peligro contigo ahora.

  • No, no jajajaj que no soy peligroso, yo solo hago lo que tu quieras.

  • OOOOOOH jajajaja con lo que me gustan los chicos peligrosos.

  • Jajajaaj pues no me lo digas dos veces que tu vestido me esta poniendo nervioso.

  • Pues me lo quito.

Sin decir más que aquello que parecía una broma en serio, me desnude delante de él, quedándome tan solo en braguitas negras, y poniendo mi vestido delante de mi pecho para poder taparme.

  • Vaya... no se que decir… no me lo esperaba.

  • No tienes que decir nada, solo acércate y besáme.

Se acerco a mi sin pensárselo dos veces, y comenzó a rozar sus labios con los míos suavemente, jugando con ellos, lanzándose cada vez mas, y haciéndolos mas húmedos, rozamos nuestras lenguas dentro de la boca, lo que hizo que nuestros cuerpos se juntaran mas y nos fundiéramos en un abrazo sin poder soltar nuestras lenguas. Sus manos temblaban torpemente quitándome el vestido del pecho y endureciendo mis pezones, bajo su lengua hasta mi pecho besándolo y apretándolo, mi mano bajo decidida a su entrepierna, notando un paquete ya duro, estaba muy excitado, le rodeé con mis piernas desnudas juntándome más a él. Aun nervioso me empujo hacía atrás tumbándose encima mío, nuestras bocas no paraban de besarse apasionadamente, nuestras lenguas se movían rápidamente, y nuestros cuerpos subiendo la temperatura comenzaron a rozarse simulando una penetración.

Sin decirnos nada, buscamos un condón en mi bolso, despojándonos de la poca ropa que nos quedaba. Volvimos a nuestra situación y me tumbe sobre la arena, noté como su capullo rozaba con mi clítoris, dejando escapar un gemido de mi boca, coloco su punta en mi entrada y volvió a besarme la boca apasionadamente, de un solo golpe consiguió meterla entera, dejando soltar otro gemido en su boca, dejó de besarme y me miró directamente a los ojos, la dejo metida dentro de mi, sin moverse, solo mirándome, acariciándome un muslo, hasta que comenzó a moverse muy lentamente, sacándola entera y volviendo a meterla de un solo golpe, yo estaba muy mojada, no paraba de morderme los labios sin apartarle la mirada. Comenzamos a follar a un ritmo mas rápido, sin poder controlar ya mis gemidos, su cadera golpeaba rápido y fuerte contra mi, mientras su mano iba directo a cogerme un pecho y a mordisquearlo.

  • Uhhmmmmm si siiiiiii no puedo más si sigues así me voy a correr.

  • Pues no voy a parar todavía.

  • Ohhhhhhhhhh siiiiiiii uhmmmm.

Mis pechos se movían al ritmo de sus embestidas, yo le agarraba el culo para notar más sus penetraciones fuertes y seguras que cada vez eran más rápidas. Dejándonos a los dos sin aliento.

Mi cuerpo empezó a convulsionarse dejando notar un orgasmo intenso seguido del suyo. Nos habíamos corrido los dos a la vez. Había sido todo muy pasional, perdiendo el control, pero ninguno se arrepentía, así que sellamos nuestros orgasmos con un beso intenso.

Miramos a nuestro alrededor y seguíamos solos, así que nos ayudamos mutuamente a quitarnos la arena y a vestirnos. Me cogió por atrás en un abrazo y me acompaño hasta el hotel. Nos despedimos en la puerta con la mirada, pero yo no me conformaba con eso, quería conocerlo mas a fondo, así que tiré de el cogiéndolo de la mano e invitándole a pasar el fin de semana conmigo.

Al fin y al cabo el viaje había merecido la pena.