Descubrimos a cari

Un dulce relato que además de tratar de nuestro lesbianismo, lo consideramos un trio interracial muy hermoso

DESCUBRIMOS A CARI

En nuestro último encuentro, Paty y yo decidimos que íbamos a buscar a alguna chica que deseara participar con nosotras. Paty aseguró que ella la encontraría y sería al gusto de las dos, me lo aseguró. Para ese entonces ella aún no tenía a alguna candidata, pero supuse que al ella ser tan inquieta de alguna manera se podría llegar a poner en contacto con esa candidata que deseábamos, en realidad aún no habíamos llegado al grado que fuera tan importante, pero Paty se esmeró y me llamó.

“¿Tienes algún compromiso de ir a la oficina mañana en la mañana?” me preguntó sin darme razón de ese cuestionamiento.

“¡No, pero me gustaría que nos viéramos, aunque sea un rato corto! ¿Qué te parece, podrías? Yo ya había pensado vernos pronto, deseaba probar nuevamente ese nuestro compañero de silicón.” Le dije.

“¡Te tengo una preciosa sorpresa, te gustará mucho, estoy segura!”

“Avánzame algo, no seas malita, no me dejes con ésta curiosidad!” le pedí, pero ella ni contestó, solamente me continuo la plática

“¡Bueno, ¿qué te parece vernos en el cafecito, sin ir hasta la oficina?, ahí dejamos un coche.” le propuse.

“¡No, dejamos tu coche en el estacionamiento y yo paso por ti, en mi coche nos haremos chiquitas para caber cómodas, ya verás! De ahí te llevo al otro lugar en donde Pilar sí era conocida. No al café al que ya fuiste con ella.”

Ya día martes, en el que habíamos quedado. Vestí lo mejor que pude, elegante, un vestido de cocktail, aunque no creo que fuera a ser el correcto, de una sola pieza, los hombros me quedaban descubiertos, el brasier sin tirantes, solo lo llevaba para hacer forma. Muy corto, me quedaba a mitad de mi muslo, pero bueno para que a Paty le encantara.

Me pasó a recoger y nos dirigimos a una zona bonita plagada de cafecitos tempraneros, uno de ellos con balletparking, muy decente, medio afeminado en los colores. Al entrar en la puerta la bandera de los LGBTQ, con luz tenue al entrar. Una chica muy hermosa y alta se le acercó a Paty y la abrazó. Aún estamos en lo de la pandemia, así que me pareció extraño.

“¡Mira Silvita, te presento a Cari, ¿verdad que está linda? Somos amigas desde hace tiempo, ahora sí, desde que inició lo de las restricciones por la pandemia fue que nos abrimos el armario, pero más adelante te contamos cómo sucedió todo, por lo pronto conózcanse bien y vean si se caen, eso es lo único que me importa ahora!”

La chica, más alta que nosotras, morena y muy bonitas facciones, estiró sus brazos hacia mí, se los recibí y me acaricio suavemente. Bien vestida, se veía hermosa.

Después de las cortesías y de ordenar unos cafecitos al gusto de Cari, platicamos alegremente y sí, ella es no solamente hermosa en físico, también en su forma de ser. Ella es cubana, lleva dos años de haber llegado. Platicó que trabaja en un restorán, de recepcionista, pero corrigió

“¡Pero quien dice, también de atracción, eso solamente, enfatizó. A los clientes les da por sentirse cómodos al verme y muchos me toman fotos, yo con el cubrebocas no me importa. Poco a poco les iré platicando más cosas que deseen saber de mí. Soy muy lesbiana, no he probado ninguna otra tendencia, pero me siento bien así. Supuestamente nadie lo sabe, Paty es muy investigadora y lo adivinó. También adivinó que tengo mucha curiosidad por aprender lo más que se pueda sobre nosotras las mujeres. Ella me dio la confianza de que me las enseñarán, especialmente tú, que sabes mucho.” Dijo sonriendo, me pasó su brazo por encima del hombro y me dio otro beso que en ese momento sí me hizo me estremeciera de excitación, se lo traté de regresar igual, pero ya Paty estaba lista y ella fue la que lo regresó. Las tres, sentadas frente a esa mesita, ya nos estábamos dando nuestras señales de calentura.

Nos ofrecieron un licor muy agradable de café, lo que provocó extendiéramos la plática bastante, pero al haber empezado desde temprano, aún nos quedaba tiempo para los planes que teníamos Paty y yo, y ahora con Cari.

Cari nos confesó que su nombre era Caridad, pero que aborrecía ese nombre y todo mundo la conoce por Cari, ahora, NUESTRA CARI. Se le ve muy bonita de cuerpo, tiene pechos grandes, pero no del tamaño exagerado, bonito trasero, muslos bien hermosos, largos. Es de complexión delgada, aunque afirma que sí es de sangre mulata, solo el bonito color caoba de su piel, lo rizado de su cabello y esas pestañas curveadas hacia arriba, totalmente naturales, es lo que la distingue como una verdadera cubana, sus cejas muy parejitas, probablemente bien depiladas. NUESTRA CUBANA LINDA.

Vestía bonito, también con un vestido de una pieza, muy entallado a su cuerpo, color café claro, con un cinto color café oscuro junto con su bolso de cuero, el vestido le quedaba arriba de la rodilla, elegante y modosita. Me encantó y me desboqué por ella. La complacíamos en todo.

Subimos al carrito de Paty, senté a Cari adelante, atrás es muy estrecho pero acogedor, así que ahí me tocó a mí.

Sentada de lado en el asiento trasero me incliné hacia adelante y le dije a Cari que me encantaba su piel, acariciándole la mejilla. Ella volteó y me besó mi mano. La alcancé y le besé el cuello por la parte trasera. Volteó como pudo y con sus dos manos me detuvo la cara y nos besamos con mucho fervor, bien sabroso, pasándonos las lenguas y con ellas, nuestras salivas. Paty manejaba pero me estiré y le besé su mejilla, Cari, en el semáforo, la besó con mucha fuerza sobre sus labios. Seguimos, pero ya mis manos necesitaban sentirla, por la parte del escote le introduje mis manos hasta sus pechos, debajo del brasier. La acariciaba, pero llegamos.

Paty se encargó de pagar, pidió una habitación muy bonita, queríamos impresionar a esta amiga. Nos dieron una que hasta tenía un jardincito por un lado, afuera, con una pileta de jakuzzi. La habitación una maravilla, hermosísima. La mujer que otras veces nos había atendido nos hizo plática y nos felicitó por nuestra nueva compañera.

“¿Con ella también van a probar juguetes?” nos preguntó.

“¡Claro, al rato los pedimos.” Le dije.

Bajamos, Paty a la carrera, apagó el coche y fue derechito al baño, ya después se disculpó y le explicamos a Cari que ella siempre que está excitada tiene que ir al baño. Pedimos tragos, nos pusimos de acuerdo y nos trajeron piñas coladas a las tres, como siempre, en la charola venían dobles raciones. Además la famosa latita de lubricante que para Cari era novedad, pero después, si venía el caso, le explicaríamos el uso que se le da.

Todo para Cari fue sorpresa y emoción.

“¡Todo esto es solo por ti y para ti, para que estés contenta y desees volver!” le dije.

“¡Que lindas!” nos dijo, ya con lágrimas en los ojos. Nos abrazó nuestras cabezas, apretándolas para que las tres quedáramos unidas en un beso muy cariñoso. Seguíamos de pie, nos dejamos caer sobre la cama, una muy ancha. Para deshacer el momento triste se me ocurrió empezar a bajarle a Cari el vestido, de arriba hacia abajo, Paty protestó,

“¡Así nunca se lo vas a poder sacar, ve que pechos y ya por la cintura no le pasará!”

“Tienes razón.” Solo le logré descubrir un hombro y le pude descubrir solo un seno. Llevaba un brasier de media copa, sus pechos se le dejaban ver muy lindos, desbordándose por arriba, sus aureolas con sus tetillas aún quedaban cubiertas, pero al yo bajarle ese lado, solo aparecieron invitándome. No recuerdo cuántos besos y mordidas le dí, el haberlos visto me enloqueció.

Paty le levantaba el vestido desde abajo, se lo subía con mucho trabajo, Cari feliz viendo las dificultades que estábamos pasando para retirarle ese vestido que le quedaba muy bonito, pero como untado a su hermoso cuerpo. Ayudó un poco, más que nada para que no fuera a quedar enrollado y arrugándose. Cari se nos quedó, para que la disfrutáramos, solo vestida con sus dos prendas básicas. Inmediatamente yo le retiré el brasier. Nos besamos como antes, nos mordíamos nuestros labios y nuestras lenguas se enredaban, yo no creía que fuera tan sensual, que por esos besos se podía transferir amor, eso era lo que hacíamos. Cari jaló a Paty para que entre las tres gozáramos esos besos.

Teniendo a Paty a mi lado y yo ya tan excitada, le levanté la falda y le hice a un lado el tiro de sus pantis, ya mi instinto me obligó a que le acariciara y le lamiera su cosita. Mi boca disfrutaba de esa parte tan deliciosa de Paty, ya que a Cari aún estaba medio complicado llegarle.

Entre Paty y Cari me desvistieron a la carrera, dejándome, al principio, en solo mis calzones, el brasier Cari ya me lo había quitado y ella se encargaba de darme lengüetazos y acariciarme mis pechos. Paty se ufanaba en poder comerse a Cari, le hacía a un lado sus vellos y su lengua se la metía entre los labios de su vagina.

“¡Mira que hermosa la tiene!” dijo repentinamente Paty, refiriéndose a su cosita. Las dos nos pusimos a observarla, sus dos labios menores, parejitos, como cortados por algún artista. Morenos oscuro, ya en la base, junto con lo demás de su piel, y su clítoris, todos esos sí color carmesí, solo sus labios exteriores y sus menores, sí tenían todos colores oscuros.

“¡Déjamelos un momentito, que los quiero saborear! Te prometo que al ratito te los regreso, aunque ya te los deje mordisqueados y llenos de mis babas!” le pedí a Paty. Las dos rieron y Cari pidió que le permitiera comerme mi cosita y todo lo de adentro, dijo

“¡Yo no sé si te voy a regresar tus cositas y tu botón intactos. No sé qué me pasa, me emociono y NO RESPONDO! ¡Qué cosa tan rica, un bombón que tienes ahí!  ¡Préstamelo, yo te presto el mío y el de Paty!  ¡Se te ven muy lindos!” Y, realmente fue a mi cosita, me terminó de retirar mis calzones y con cariño, me lamió, luego me chupó por largo tiempo mi botoncito.

Paty terminó de desvestirla mientras Cari estaba distraída conmigo. Jugaba con sus senos, le mamaba con fuerza esos pezones tan adorables que se le paraban preciosos. Con su mano libre seguía jugando con sus vellos púbicos, a ratos le introducía un dedo en su vaginita, cada vez que se lo hacía a Cari ésta se estremecía y daba un brinquito y gemía fuerte. Gozábamos el momento, pero aún estaba pendiente la orden. Dí un respiro, ellas se unieron a mí. Claramente se les notaba que yo las había interrumpido en lo que se les perfilaba como mucho placer.

“¡Ah ver Paty, díganme que pedimos, ya la bebida está aquí. Pediremos un Bronche, que nos traigan esa selección de canapés y galletitas saladas! Pero, lo importante que se nos quedó pendiente desde la vez pasada, ¿las pido?” Yo estuve excitada toda la semana solo pensando en que a lo mejor, ahora sí se me hacía gozarlos.

Paty le consultó a Cari si estaba de acuerdo y si le interesaría y gustaría participar.

Cari, toda emocionada le contestó que cuando Paty la invitó, ella le dijo que le íbamos a enseñar esos juguetitos. “¡Claro, me enseñan y los prueban directamente en mí! Yo he oído de ellos, así que sé que existen, pero deseo tenerlos en la mano y jugar con ellos, si se puede, hasta quiero metérmelos.”

“¡Veremos, a ver que nos ofrecen!” e hice una lista basada en los folletitos que dejaron en el tocador.

“A ver, éste que ya probamos entre nosotras dos, se siente riquísimo. Este otro, de un lado te lo metes en tu vaginita y del otro lado tiene un pene, viene de dos tamaños, pero el grade se me hace exagerado. Voy a pedir también este dildo de doble cabeza, muy largo, que la vez pasada pensamos que nos hacía falta. Voy a pedir unas peras para prepararnos el trasero nos sentiremos mejor, íntimamente. ¿Falta algo más, Cari quieres alguna otra cosa, checa en los catálogos y dime, para pedirlos.”

“Me da cosa, veo ese que dice que te lo puedes meter y traer todo el día adentro, que vibra y tú puedes regular las vibraciones remotamente.”

“¡Ok, se va la lista y llamé para que la recogieran y nos surtieran además los bocadillos que nos faltan! Quieren otra cosita más?”

“Tenemos el Jakuzzi, ¿van a querer meterse, aunque solo sea un momentito, para que nos lo prepare para dentro, digamos, en 1 hora? ¡Alguna tiene que regresar pronto?” Las dos chicas sí deseaban darse un chapuzón en el Jakuzzi. Ninguna tenía prisa por regresar, así que teníamos tiempo para probar nuestros juguetitos y remojarse en el Jakuzzi, las tres desnudas, juntas.

En lo que yo me entretenía con los pedidos ellas continuaron dándose un agasajo que me morí de envidia, estaban en un 69, de costado para compensar estaturas, Cari a mi alcance, sus nalgas a mi mejor disposición. Me provocaban una excitación enorme. Lisitas, muy morenitas y redonditas. Mis manos se dedicaron a sobarle suavemente esas redondeces sedosas, en cada recorrido recogían parte de ese erotismo. Le separé sus nalgas, su roseta del ano apareció, le puse un poco de mi saliva y uno de mis dedos se lo introduje, lo empujaba cada vez más, para que le entrara hasta adonde mi dedo ya no se  dejaba. La llené de saliva, se le escurría hasta a su vagina. Dedos de mi otra mano comenzaron a introducírsele, bien profundos robándole espacio a Paty, que estaba debajo de Cari completando el 69.

En eso estábamos cuando llamaron a la ventanilla, nos traían, primero, los bocadillos y luego, ya por la puerta  que tuve que abrir, nuestros juguetitos. Iba a faltar el que Cari deseaba, no lo tenían disponible. Recibí todos los paquetes y pedí nos trajeran nuevamente bebidas, Piñas Coladas igual para las tres. Éstas vendrían por la ventanilla. Solamente habría que firmar.

La bebida llegó y nos trajeron otro juguetito, en vez del que no tenían. Es un huevo, más grandecito que un huevo regular, y alargado, con vibración a control remoto. “¿Te gustaría éste?” le pregunté a Cari.

“Si no cuesta mucho, sí me quedo con él.” Dijo.

“A ver, platícanos para que lo quieres.” Le pidió Paty.

“Se me ocurrió tenerlo puesto desde temprano y hacerlo vibrar solamente cuando esté aburrida y ya no lleguen clientes.” Contestó Cari.

“¿Llegan muchos chicos al restorán, chicos que se te antojen? ¿No te dan ganas de irte con alguno de ellos?” le preguntó Paty.

“No, hay recuerdos dentro de una, que te hacen olvidar.” Respondió dándonos a conocer que no quería hablar de ese asunto.

Las tres teníamos mucho apetito, nos comimos las botanas y las Piñas Coladas desaparecieron, al final sí las sentíamos ya acumuladas, dentro.

Empujé a Cari, recostándola sobre la cama, sus piernas colgaban a los lados, se las separé y no pude detenerme y darle una de las lamidas más cariñosas a su vagina cargada de sus secreciones. Mis mejillas se acariciaban sobándolas sobre ese tesoro con esos vellos negros y muy abundantes. Los peinaba con mis labios, mi lengua se les enredaba y los mantenía mojados.

A Paty le encantaban los pechos de Cari, con ellos jugaba, se los mamaba y gozaba verles sus pezones paraditos. Se los succionaba bastante fuerte, se veía cómo se los estiraba para verlos más altos. Cari no protestaba, gozaba del trato que entre Paty yo le dábamos. La volteamos boca abajo, Paty se sentó frente de su cabeza, abrió sus piernas y se dejó que la otra se la comiera. A ratos notaba que Paty daba brinquitos, y hasta uno que otro gritito. Le observaba su cara y notaba que sentía muy fuerte los embates de Cari, que la mordía, materialmente.

Cari, recostada sobre su vientre, me exponía sus nalgas, yo no las podía dejar solitas. Fui a los juguetes, abrí el que no tuvimos cuando fuimos  nosotras dos la vez pasada. Lo llené de mis babas en un extremo, a ella la preparé con lo más que tuve de saliva en su culito y, muy lentamente, inicié introducirle ese consolador de doble cabeza, muy largo, pero bien gordito, a mi gusto. Paty se despegó de la boca de Cari y se unió a mi operación de insertarle el dildo a Cari en el ano.

“¡Amorcito, ¿Alguna vez te la han metido por el trasero?!” le preguntó Paty.

“¡No, nunca, no sabía que se podía y que puede ser que guste! ¡Síganle, no me ha dolido nada, métanmelo todo lo que se pueda! ¡Síganle, un poco más, sigo sintiendo muy rico!” Mis manos me temblaban de la emoción, le sobaba las nalgas, a veces se las mordía y le agregaba más y más saliva. Poco a poco se la seguía metiendo, pero me pareció que era mucho y le pregunté si no la lastimaba.

“¡No, pero siento que hasta ahí está buena, después me dejan ver cuánto me entró! Dijo.

Paty, que estaba de rodillas observando el cómo le iba entrando a Cari el dildo, me acariciaba a ratos.

“¡Ven, acurrúcate aquí junto, boca abajo, abre tus piernitas! ¡Que lindas se ven unas blancas y las otras color morena!” Le separé sus nalgas y, después de darme gusto chupándole su roseta, excitándola lo más que pude. Le deposité otro poquito de saliva que apenas me salia, hice que Paty misma lubricara el otro extremo, lo chupara y le dejara algo de su saliva. Cari quietecita, con su parte del dildo adentro, solo observaba de reojo lo que yo les estaba suministrando a su compañera. Se dio cuenta de que en el otro extremo estaba Paty enganchada y comenzó a decir cosas agradables, en voz alta, que al final se convirtieron en gritos pidiendo más y llamándome para que la consolara, para que se la metiera más adentro.

Las dos se movían desincronizadamente, a lo loco, sin ritmo, sólo daban tirones y se retorcían. Las dos alcanzaron con sus propias manos, la parte que quedaba libre entre los dos extremos y cada una la jalaba hacia sí, para sentirla más adentro. Pataleaban y de repente, las dos cayeron en una calma, sus orgasmos les habían llegado a la vez.

Así quedaron unos minutos, sin movimiento alguno, de repente Cari se desprendió, fue y revisó los otros juguetitos. Noté que los desenvolvía, jaló a Paty del brazo y me obligaron a voltearme de panza. Paty me colocó un cojín en mi vientre y Cari se encargó de insertarme uno de los otros dos sobrantes, por mi cosita. Lo sentí maravilloso, apretadito y bien adentro, sin que sobrara afuera nada. Mi reacción fue tremenda, lo sentí con mucho placer, pero me colocaron de costado. ¿Qué me irán a hacer? Era mi curiosidad, pero cuando ví que Paty preparaba el otro consolador, que sí era el que ya conocíamos, salté de la sorpresa.

“¡Quieta, que ya verás cómo te hacemos cosas bonitas!” dijo Cari, ya sin vergüenza ni pena, ya había despertado. Paty me tomó de la cabeza y me besaba efusivamente, no me permitía voltear a ver qué me intentaban hacer. Mientras tanto empecé a sentir la humedad de las salivas que me estaba dejando Cari, entre mis nalgas.

“¡OOUUCH! ¿qué me hacen?” Les pregunté. Ellas reían y nos besábamos por cualquier motivo. El dildo empezó a metérseme por el ano, lentamente, como yo se los había insertado a ellas. Siguió, ¡¡¡MÁS!!! Por favor, les decía. Por mi cosita ya tenía insertado el otro consolador, la sensación que me causaban entre los dos, era enorme, maravillosa, exquisita. Esta vez sí grité mucho, pero de puro placer, un placer enorme, desconocido para mí hasta entonces. Tuve el orgasmo más durable, largo que yo he tenido en mi vida, ellas me dijeron lo mismo.

El otro juguete no lo probamos, nos quedamos con muchas ganas de experimentarlo, pero por ahora ya estábamos las tres rendidas, ya ni nos metimos al Jakuzzi.

“¡Vamos a descansar, a recuperarnos y veremos si mañana le podemos seguir, hasta terminar de probar éste que nos faltó y ver cómo le hace a Cari el huevo dentro de su cosita!” Les dije.

“¡Muy buena idea, pero yo entro a trabajar a la 1, solo podríamos estar juntas hasta una hora antes!” dijo Cari.

“¡Suficiente, venimos temprano, ya casi desvestiditas, tú te traes tu ropa de trabajo, te probamos el huevo, u otro, si ese no te acomoda, nos metemos al Jakuzzi para quitarnos los olores y nos alcanza el tiempo para ducharnos e ir limpias al trabajo!” propuso Paty.

“¿Cómo la ven, se puede? ¿Le hacemos así? Yo puedo pasar por ustedes temprano.” Propuse.

“¿Cari, te puedes quedar a dormir en mi casa? Pasamos por tu muda y pijama y en mi casa nos divertimos, vemos tele y a lo mejor te dejo ver algún video que te enseñe algo que te interese.”