Descubrimientos en familia

Me fijo en mi cuñada y empiezo a seguir su vida íntima... y sorprendente.

Bueno, esta es mi historia, me case bastante joven, hace ahora 24 años y por aquel entonces, como es lógico, las cosas iban bastante bien en la pareja.

Como es evidente, junto con mi mujer, me "casé" con su familia, entre los cuales, se encontraba la única hermana de mi esposa, Tera, que tiene tres años menos que ella; ahora anda por los 42.

Por aquella época, venia muchas veces a Madrid a pasar unos días con nosotros y nos marchábamos a la sierra cercana a pasar los fines de semana que traían buen tiempo.

Lo habitual es que me dejaran a mi al cargo de la barbacoa y ellas se dedicaran a charlar o bien a tomar el sol, pues Tera tenia la costumbre de tomarlo haciendo top-less.

Podéis imaginar que la vista de aquellos pechos casi adolescentes me sacaba de mis casillas y entre las ensoñaciones y fantasías que me provocaba, mas de una vez acabaron quemándose las carnes (en la barbacoa) o la paella.

Por supuesto yo hacia todo lo que podía por fomentar estas aficiones, incluso intenté (sin éxito alguno), el que en casa también estuviera ligerita de ropa; creo que a mi mujer no le gustó aquello y siempre se opuso por lo menos a esto ultimo.

Pasado un tiempo, ella se casó y quedó viviendo en nuestra ciudad de origen; el marido, una persona enrollada y liberal como ella, nos cayó bien a todos y simpatizamos rápidamente.

Como vivíamos en localidades separadas, los encuentros eran bastante escasos y cuando lo hacíamos, la costumbre era reunirnos a tomar copas, comer y charlar, ir a bailar, aunque yo soy un triste bailon, pero a ellas les apetecía siempre hacerlo hasta altas hora de la mañana, y nos quedaban a mi cuñado y a mi tomando copas en la barra mientras ellas se desfogaban bailando solas o en la compañía de algún aspirante, al cual siempre dejaban tieso cuando se cansaban del baile.

Pero pasados los años, debido a mi trabajo, se me ofreció la posibilidad de volver a mi ciudad, una ciudad media tirando a pequeña de la periferia.

Allí, como ahorro, habíamos comprado una vivienda de las llamadas pareadas, pegando pared con pared con la de mis cuñados, pues ellos fueron los que nos indicaron las ventajas de la compra, en una urbanización alejada del centro y muy tranquila, casi desierta en aquellos tiempos.

Allí poco a poco fuimos preparando nuestra vivienda, aprovechando los momentos que el trabajo nos dejaba, compartiendo con la familia de mi mujer los fines de semana y ratos semejantes, barbacoas, paellas y cosa semejantes siempre en grupos numerosos y animados.

He de decir, que no tengo familia y ellos tienen dos hijas de quince y veinte años.

Pasados los primeros tiempos de estrecheces económicas, dado el tamaño de los patios traseros, se nos ocurrió –dada la confianza-, el construir una piscina común... nada ostentoso, pero suficiente para poder refrescarnos y pasar los largos veranos de mi cuidad. Le añadimos un yacusi por aquello de la novelería y al final nos quedó un bonito rincón, agradable y simpático.

Para celebrar la inauguración, invitamos a varios matrimonios, asi como amigos y amigas solteros, y todo fue estupendo, pero a media tarde, cuando el exceso de alcohol fue aletargando los espíritus, a alguien del gremio solitario, se le ocurrió el dicho de "piscina común, cuerpo común" y se baño desnudo, a ese envite, correspondió una chica, soltera de igual guisa... tanto los casados como los solteros empezaron a seguir el ejemplo y al final, cuando el sol se ponía, estábamos doce personas desnudas en el agua, riendo y pasándolo bien, sin complejo alguno.

Poco a poco la poca cordura que en el grupo quedaba, fue haciendo que todos salieran, recogieran sus prendas y se marcharan a sus casas... quedando los cuatro habitantes metidos en agua, bebidos y totalmente satisfechos del éxito de nuestro pequeño mar.

No hubo mas, recogimos todo y dada la hora cada uno se retiro a su vivienda.

Pero esa noche, bien el alcohol, o el cansancio, no me dejaban dormir, estaba desvelado y dando vueltas en la cama, solo, pues con el calor, mi esposa, duerme en el sótano mas fresco.

En una de las vueltas, empecé a oír un murmullo intermitente, que no tardé en identificar como a mis vecinos (mis cuñados), enzarzados en un juego erótico. Nunca antes había estado consciente sabiendo que a pocos centímetros de mi cabeza, había una pareja haciendo el amor; de pronto todas mis fantasías con mi cuñada, cobraron vida, los imaginaba de todas las maneras y posturas posibles, mientras los gemidos de ella, subían de tono y frecuencia.... una, dos, tres veces hasta que el silencio me dejo totalmente deshecho por el descubrimiento.... y con una excitación que hasta ese momento no habría pensado...yo, haciendo de voyeur de mi cuñada.

Fueron pasando los días y empecé a darme cuenta de lo que tenía en "casa"... una pareja de libidinosos, que todos los días, mas o menos hacían el amor sobre mi cabeza, mientras yo, pobre infeliz, calmaba mis ardores de forma "artesanal"; naturalmente a mi mujer, no le dije nada.

Para remate del asunto, retomaron ambas hermanas, la costumbre del top-less; sin que hubiera comentario alguno de la pequeña orgía de la inauguración de la piscina; se había olvidado, aunque en los días de reunión, en medio de los vapores del alcohol, alguno de los presentes, siempre aludía a repetir tal hazaña.

Pero no era ese mi deseo, solo estaba pendiente del cuerpo de la hermana de mi mujer, como vestía, como se movía...imaginaba las poses que debia tomar para gozar como lo hacia cada noche...al final se convirtió en una pesadilla para mi; he de contar que en contra de los hábitos de mi cuñada, mi mujer es bastante fría, como mucho el sexo la "conquista" una o dos veces al mes.

Pero lo peor estaba por venir; no he dicho que mi cuñada estaba haciendo un curso de postgrado, cuestión que la mantenía ocupada casi todo el tiempo, pues el temario era (según ella), árido y aburrido; por esa misma razón, tomaron una chica para ayudarla en las labores de la casa y que liberara tiempo de estudio.

En uno de los días de calor que atenazaron nuestra zona, no pudiendo dormir y esperando que como siempre la pareja realizara su erótico ritual diario, oyendo la ducha a través de la pared, imaginé las cosas mas excitantes, en una pareja incansable entre ella y yo; mil posturas, mil juegos hasta caer agotados, pero por alguna razón, no me llegaron a los oídos nada de lo que esperaba... desesperado y siendo ya madrugada, subí a la azotea, donde a veces, el fresco me despejaba y alejaba los fantasmas sexuales que me atormentaban... pero no esta vez, porque a través del muro medianero que nos separaba en medio de la noche, la ví, en la buhardilla, sentada en un sillón, desnuda, recitando la lección a alguien que si o no, corregía la memorización que mi cuñada relataba..... me quedé estupefacto, allí estaba el objeto de mis lujurias, sentada, con las piernas abiertas y desde mi posición, con todo su sexo al aire...

Me escondí entre las sombras de la noche, temiendo ser visto...hasta que recordé de mis tiempos jóvenes, que un ojo no ve de una zona iluminada a una obscura...cosa que me alegró, pues así podría gozar del espectáculo.

A poco de estar observando el panorama, sentí que una persona subía ...era su marido, el que se habia estado duchando, que llegó (supongo) a darles las buenas noches, cosa que hizo con un beso, y que ella devolvió con un largo, largo beso en los genitales del macho.

No sé, no podía saber lo que le hizo, solo que el le devolvió un largo y profundo beso en la boca, al tiempo que manoseaba sus pechos y su entrepierna.

Aquello como es natural, me puso a cien, y sobre todo ver que al marcharse el marido, ella fue poco a poco, masajeándose sus pechos, su entrepierna, sus piernas, arriba, abajo....como quien acaricia algo....¡¡¡demoledor para mí!!! ... La veía allí semitumbada en el sillón, contestando el interrogatorio de la chica (pues no era otra la persona), en actitud tranquila y relajada, con una mano semiabierta rozando levemente su piel, por todo el cuerpo, como una pluma roza una estatua... y como es natural mi erección alcanzó casi el umbral del dolor, tuve que masturbarme allí mismo para poder aliviar los dolores.

De cuando en cuando cambiaba de postura y ya con la izquierda, ya con la mano derecha, proseguía su tranquilo auto masaje.

Cerca ya de las cuatro de la mañana, se levantaron ambas, descubriendo que la asistenta tambien se encontraba ligera de ropa, aunque el cuerpo de esta, no tenia comparación con el de mi cuñada. Ante mi asombro, mientras se daban las buenas noches, hubo un intercambio de besos, ligeros, pero en los labios....acababa de descubrir que mi cuñada tenia una amante, que era como poco bisexual.

No me quedó mas opción que volver a autoconsolarme.

Lo que viene después ya lo contaré mas adelante.