Descubrimientos 1
Como los descubrimientos sexuales aparecen de la forma mas inesperada
Esta historia comienza en unos años en la que la vida no era tan inmediata como lo es ahora, si bien Internet y todo lo que trajo consigo, la televisión por cable o la telefonía móvil empezaba a abrirse camino, la inmensa mayoría todavía se comunicaba por teléfono fijo, carta, veía 4 o 5 canales de televisión como mucho y la compra se seguía haciendo en la tienda y no a través de una pantalla de ordenador o móvil.
Estamos en una ciudad mediana pero que no para de crecer, todavía hay mucha inmigración interior que han tenido que dejar su lugar de nacimiento y buena parte de su familia en busca de una vida mejor. La vida giraba entorno a sus barrios, barrios donde todavía se podía correr, jugar al balón o saltar a la comba en medio de la calle sin miedo a ser atropellado por un coche en el que como mucho una vecina te podía vocear por dar demasiados gritos mientras jugabas con tus amigos en la hora de la siesta. Barrios donde muchas familias llegaron y echaron raíces, fueron prosperando, relacionándose con otras gente de su mismo barrio o aledaños formando algo parecido a una gran familia donde todo el mundo se conocía aunque fuese de vista, dándole lo mas parecido a ese toque de calidez que solo un pueblo puede dar.
Toda esto nos lleva a un bloque de viviendas normal, donde vive una familia normal compuesta por un padre: Juan, una persona trabajadora que siempre piensa en dar lo mejor para su familia, aunque ello signifique descuidar algunos aspectos mas importantes de la vida personal. Una madre, Julia, una mujer valiente y trabajadora, su máxima prioridad era que su familia estuviese siempre unida incluso en los malos momentos. Y sus dos hijos, Pablo y Silvia, con un año y medio de diferencia entre ellos. ambos dos están en esa edad en la que los descubrimientos y las hormonas pueden llegar a jugar malas pasadas. Donde cualquier observación, cuchicheo, o gesto puede ser tomado a bien o a mal.
Como se mencionaba antes las cosas cotidianas de la vida se iban descubriendo poco a poco y de forma natural y también por accidente.
Era una mañana de sábado como otra cualquiera
─¡Pablo! -Gritó Julia enfurecida─ ¡Te he dicho un millón de veces que recojas tu habitación! ¡Me tienes harta! ─Julia no era mala, al contrario era dulce y cariñosa, pero no soportaba el desorden, y mucho menos el tener que repetir las cosas, cuando se unían esos dos factores podía dar autentico miedo. Como a muchas madres de la época la técnica de la zapatilla voladora se le daba exageradamente bien, lo cual causaba bastante miedo en Pablo y por que sabia que después del zapatillazo el castigo podía ser ejemplar.
─¡Mierda, mierda, mierda! De decía Pablo a si mismo ─Esta vez parece cabreada de verdad, lo mejor sera desaparecer. ─ En un momento de lucidez pensó que lo mejor era esconderse hasta que se calmaran las aguas, pero… ¿donde? En su habitación desde luego que no, en la habitación de su hermana tampoco, sabia que mas pronto que tarde ella le delataría, aunque se llevaban bien, tenían esas cosas de hermanos. ¿En la cocina? ¿baño? ¿terraza?, demasiado obvio y si salia de casa sabia que mas pronto que tarde el hambre le haría volver.
─¡Ya lo tengo! ─se dijo a si mismo de nuevo. Era el sitio perfecto, era tan simple que su madre jamás miraría allí, debajo de la cama de sus padres era el sitio perfecto, desde hace un tiempo sus padres habían dejado claro que su habitación era como un templo sagrado, allí no podía entrar nadie bajo ninguna circunstancia salvo ellos mismos claro está, los hijos lo tenían tan asumido que jamas osaban contradecir a sus padres. Pero en este caso, la situación era desesperada.
Rápidamente se dirigió a la puerta de la habitación de sus padres, con el corazón latiendo a mil la abrio con sumo cuidado y lentitud para no hacer ruido y entró dentro, cerró muy despacio y corrió a meterse debajo de la cama hasta que pasara la tormenta. Al otro lado de la puerta se podía escuchar a Julia dando voces y buscando a su hijo.
─¡Pablo! Sal de donde estés, que no te va a pasar nada. ─Mintió Julia ─¡Silvia! ¿has visto a tu hermano?
─¡Noooo! Habrá salido a la calle ─Espetó Silvia desde su habitación.
─Este niño. ¡Cuando vuelva se va a enterar! Sentenció Julia
Pablo, tumbado boca arribaoía todo desde su escondite a la vez que se iba calmando no dejaba de pensar en la montaña que se había formado por un granito de arena, aunque para ser sinceros, a esa edad cualquier cosa parecía una montaña, pero en realidad nunca dejó de ser un granito de arena.
Mas calmado empezó a pensar en que hacer y decir para que su madre no lo castigara, allí debajo no había mucho que hacer. Mas que mirar los listones del somier que sujetaban el colchón de la cama matrimonial se puso a contarlos desde los pies hacia el cabecero. En ese momentovio algo en el somier pegando al cabecero de la cama, algo que rompía la armonía de la las laminas de madera tratada con la funda azul del colchón tan típica.
Alargó el brazo y y lo tocó era papel, ¿que hacia eso ahí? Tiró con fuerza y la sacó de su escondite. Estaba entre doblada y arrugada como si alguien lo hubiese metido ahí a toda prisa, la recompuso como pudo y lo que vio le dejó con la boca abierta. Era una revista con fotografiás de hombres y mujeres desnudos haciendo cosas que para el eran hasta ahora poco conocidas. Pablo no era tonto, en clase de naturales ya se había explicado una muy pequeña parte de la reproducción humanay se hacia una muy ligera idea, pero aquello era distinto aquello era realmente grafico, penes dentro de bocas y vaginas, bocas de hombre o de mujer chupando vaginas, besos entre ellas e incluso algun pene dentro de un ano, y algo muy común entre las fotos de las féminas, un liquido blanquecino que salia de los penes de ellos e impactaban en las caras y bocas de ellas y que parecían disfrutar puesto que siempre salían sonriendo. Pablo estaba entre confuso y excitado a el por su pequeño pene solo le salia pis. Pablo descubierto su primera revista pornográfica.
Empezó a ojear la revista en silencio pero con avidez, tembloroso por que algo le decía que eso no era lo mas adecuado para su edad, pero la tentación siempre es mas fuerte y quiso seguir con aquel nuevo mundo. La vista no le abarcaba todo lo que el quisiera. Una de las imágenes era una chica pelirroja devorando un enorme pene con gula, y en la pagina siguiente ya la tenia dentro de su pelirroja vagina. En ese momento Pablo descubrió que el tono del pelo de la cabeza no siempre es exactamente igual al de las zonas intimas, ahuecó su pijama y empezó a mirarse el pene y se empezó a preguntar de que tono lo tendría el cuando empezara a crecer. En la siguiente pagina había una chica rubia de buen cuerpo en diferentes fotografiás donde a falta de una, degustaba dos penes a la vez, y los recibíatambién por sus dos agujeros a la vez, para terminar en la tercera fotografiá con la descarga del liquido blanquecino en su cara sonriente. Eso a Pablo le produjo una sensación extraña, se sentía excitado aunque el todavía no lo supiese y se preguntaba por que su pene no se ponía así, pensó que quizás le pasaba algo y empezó a tocarlo y como por arte de magia aquello comenzó a cobrar vida, empezó a sentir calor en el cuerpo y un hormigueo en su pene, era agradable, así que siguió tocando.
Pasó a la siguiente pagina y ahí no había ningún hombre, en cambio había dos mujeres, una de ellas de cierta edad que bien podría ser su madre, castaña con el pelo liso grandes pechos y una vagina bien poblada, la otra era una chica mas jovencita, rubia, pocos pechos y poco vello ahí abajo también, aunque con cara de no haber roto un plato en su vida y que extrañamente solo vestía una falda de colegiala, parecían maestra y alumna. En las fotos no perdían el tiempo, la primera comenzaba con un dulce beso, pero ya en las siguientes la boca de ambas se lanzaban a zonas mas intimas de cada una de ellas. Pablo nunca pensó que dos mujeres pudiesen hacer eso, en clase de naturales, nunca explicaron esa parte. Pablo boca abajo con los pantalones del pijama y el calzoncillo por los tobillos y con la revista en el suelo no dejaba de mirar lo que esa revista le ofrecía mientras se agarraba con fuerza su pequeño pene el cual, por cierto, ya no era tan pequeño. Se sentíaeufórico, acalorado y con una sensación en el pene increíblemente agradable. No quería que ese momento acabase.
De repente la puerta de la habitación se abrió muy enérgicamente.
─Donde se habrá metido este niño, como lo coja─ Dijo en voz alta y para si misma Julia. Tras lo cual volvió a cerrar la puerta tras de si.
Pablo se sobresaltó. La excitación desapareció y la euforia dió paso al miedo. Miedo a que su madre lo encontrara de esa guisa, entonces ya no habría explicación posible a eso. Se quedó muy quieto y callado, en ese momento podría haber pasado perfectamente por una piedra. Pudo ver como algo cayó al suelo, era la bata que usaba su madre para estar en casa. La curiosidad pudo con el y empezó a moverse muy despacio para acercarse al umbral de la cama y poder ver que hacia su madre. Aquello no era lo que esperaba, su madre estaba en camisón de dormir, Podía ver perfectamente sus piernas que eran muy parecidas a la de mujer de la revista, algo regordetas y mas blancas. Sus bragas blancas asomaban justo por debajo dejando entrever un culo un poco ancho pero que sorprendentemente aguantaba bien la fuerza de la gravedad . Inconscientemente Pablo empezó a tocar de nuevo su miembro, mientras miraba con un ojo a la revista y con el otro a su madre, ella no era tan diferente de la mujer que salia en la revista con la otra chica. Julia abrió la puerta de su armario y empezó a buscar ropa, de pronto se quito el camisón, ella de espaldas a el no percibía como dos ojos no le quitaban la vista de encima. Ahora si podía ver la forma del culo de su madre y en uno de los movimientos también pudo ver uno de los pechos de su madre muy fugazmente, eran grandes pero no demasiado y muy bonitos, acto seguido se bajó las bragas y en ese momento la visión del culo de su madre al natural le subió aun mas las pulsaciones. Ella se agachó para recogerlasy al hacerlo dejó entrever muy fugazmente una raja rosada acompañada del vello que poblaba aquella zona. Le gustaba el cuerpo de su madre, pecho grandes, algo de barriguita que la hacia muy sensual y un culo algo ancho pero bien marcado y esas piernas en las que tantas veces se había quedado dormido. Pablo seguíaapretando y aflojando con la mano su duro pene, cada vez mas rápido, se estaba acalorando a pasos agigantados viendo aquello. Su madre comenzó a verstirse, se colocó unas bragas limpias.
─Siempre que vayas a salir a la calle lleva ropa interior limpia, por lo que pueda pasar─ Recordó Pablo en su cabeza una de las frases de su madre. Se colocó un sujetador, se puso una falda que bajaba hasta un poco por encima de las rodillas, y una blusa, se calzó unos zapatos de tacón bajo y se acercó al espejo del tocador a peinarse. Cogió su monedero y salió de la habitación, apenas habían pasado 5 minutos desde que su madre entrara en la habitación pero a el le habían parecido horas.
─¡Silvia! Voy a la compra, si ves a tu hermano dile que se prepare─ Oyó Pablo al otro lado la puerta.
Se pudo oír la puerta de la calle cerrarse y Pablo sintió alivio. Decidió que ahora que no había peligro seguir un rato mas con aquello que estaba haciendo y continuó tocándose mientras miraba las diferentes escenas que la revista le ofrecían. Pero algo había cambiado, las imágenes de la revista se cruzaban en su mente con las de madre desnuda, se dió la vuelta y se puso boca arriba empezó a tocarse mas rápido, instintivamente empezó a agitar su pene hacia arriba y hacia abajo, su respiración se aceleró, junto con su pulso y su mano que no paraba de moverse rápidamente, empezó a notar algo en la punta como un hormigueo, cada vez mas placentero, solo sentía que no podía parar, cerró los ojos y en su cabeza solo estaba su madre y su cuerpo desnudo, que apenas había visto hacia 5 minutos. El calor a poesar del frio suelo donde estaba tumbado le subía por la cabeza. Los movimientos eran mas rápidos, el calor le estaba empezando a hacer sudar, algo que no sabia que era se acercaba a la punta de su pene y solo sitió la necesidad de seguir y justo un segundo después explotó, una descarga eléctrica recorrió el cuerpo del pequeño desde la punta de su pene hasta su cabeza, se quedó tenso mientras oleadas de placer le llegaban desde ahí abajo. Se relajó mientras su respiración y su pulso volvían poco a poco a su ritmo normal, Pablo se había masturbado por primera vez en su vida y le había encantado, enseguida notó como algo caliente que se enfriaba poco a poco resbalaba por su pene y su mano, miró hacia abajo y vió el liquido blanquecino y que tanto parecía disfrutar las mujeres de la revista. Lo tocó con la otra mano y jugó un poco con la textura, lo olió y no parecia disgustarle a pesar de ser un poco fuerete. Se limpió la mano en su camiseta de pijama, se subió los calzoncillos y los pantalones y decidió que era hora de salir de su escondite eso si, sin dejar donde estaba la revista que había encontrado allí abajo, puede que otro dia volviese a echarlo otro vistazo. Abrió la puerta despacio, salio en silencio y cuando iba a cerrarla oyó una voz.
─¡Pablo! ¡Que hacías en la habitación de Papá y Mamá? Está muy enfadada─
Era su hermana Silvia y lo había pillado justo en el momento que salia de la habitación. Pablo tragó saliva.
Continuara...