Descubriéndome
De nuevo te ha venido ese look de vieja puta que te queda tan bien. Tus pupilas se dilatan con un mirar en celo. La voz, acaramelada, adopta a tonos cada vez más graves, ronroneantes, aterciopelados.
Descubriéndome
De nuevo te ha venido ese look de vieja puta que te queda tan bien, tal vez porque lo hayas sido o acaso lo serás.
Tus pupilas se dilatan con un mirar en celo y expresión gatuna.
La voz, acaramelada, adopta a tonos cada vez más graves, ronroneantes, aterciopelados.
Las mejillas arden, los labios restallan y la punta de tu lengua los humedece cada vez con mayor frecuencia.
La respiración pierde la calma y tu calor me quema, aún cuando estamos distantes.
Te mueves en un baile sensual, ondeándote para mí.
Advierto bajo el bamboleante monte de Venus tu sexo en flor, embriagador aroma que caldea el ambiente.
Las curvas de tu cuerpo me llaman como una pista de carreras, a la espera de que las máquinas calientes de mis manos te enardezcan.
Tu llamado me es esquivo.
He visto la ardiente viga que se acerca, las marcas de los varoniles músculos, el rostro duro, la piel rugosa y las callosas manos del artista que te esculpe.
Y allí, al primer toque de mi sexo, eyaculé sin más, contrayéndome y dilatándome en cada escupitajo.