Descubriéndome

El despertar sexual no siempre es como una imagina, hay factores que la empujan a una a probar diferentes formas de alcanzar el placer, y cuando lo descubres, entonces sabes que es lo que te gusta y sobre todo, lo que sientes al gozar del clímax.

Como les he dicho en ocasiones anteriores, tengo muchas y muy buenas amigas que de cuando en cuando quieren charlar y sacar todo eso que guardan dentro de sí mismas y que desean expresar libremente.

Con algunas de vez en cuando cojo y disfruto como enano en circo, con otras simplemente nos ata un lazo de amistad, pero a todas y cada una de ellas, las aprecio y siempre estoy dispuesto a escucharlas, como a Bertha, que una tarde me llamó para citarme ya que quería platicarme algunas cosas.

Nos reunimos y esto fue lo que ella me dijo en esa ocasión:

Se que contigo puedo hablar sin rodeos y sin hipocresías, así que gracias por estar aquí y escucharme. Quiero contarte de mis vacaciones en casa de mis abuelos en el campo.

Espero que me entiendas todo lo que te digo para que me des tu opinión ya que me encuentro un poco confundida.

Resulta que partimos en el auto de mi papa, que solo nos fue a dejar allá, debido a que tenía que trabajar, y por esa razón no se podía quedar con nosotras.

El caminar sola por el campo, recorrer los parajes solitarios, es para mí muy agradable ya que puedo descansar de todo lo que me había tocado estudiar.

Mi hermana menor, Paula, se quedaba en casa puesto que no le gusta caminar como a mí.

Cierta tarde, caminaba por unos parajes nuevos para mí, oía el canto de los pajarillos, el sonido del aire al pasar por las hojas de los árboles. Era en realidad delicioso sentirlo. Me senté sobre una roca y observé hacia la distancia con la mirada perdida, sin mirar a nada en particular.

Luego de estar bastante rato así, me levanté y me fui a subir un pequeño cerro para mirar desde allí hacia la casa de mis abuelos. Al llegar a la cima, y ver desde ahí, todo se veía tan pequeñito. Miraba de aquí para allá, en fin. Solo miraba.

Me senté a la sombra de un árbol que había allí, y me puse a pensar. Sin querer me recordé que días atrás, nos habían visitado una familia amiga de mis padres y que se habían quedado a pernoctar en casa. Eran jóvenes. Ella tendría unos 19 años y él no más de 21. Aquel día se había preparado una comida exquisita y ellos, los mayores habían bebido bastante licor.

Cerca de las doce de la noche, mi madre les indico la pieza donde se acostarían. Yo estaba con mi hermana en la pieza. Paula ya dormía plácidamente. Mis padres se fueron a su dormitorio al segundo piso y todo quedo en silencio.

Algo, quizás de lo que había comido me afectaba el estómago, y eso no me dejaba dormir. Luego de alrededor de una hora, oí ruidos en la pieza contigua.

Silenciosamente me levanté y me dirigí hacia el baño. Al pasar por el dormitorio del lado la puerta estaba entre abierta muy levemente, y la luz de la lámpara estaba encendida. Me detuve y cuidadosamente vi, sin hacer ruido.

Lo que vi me dejo perpleja, Marcela, así se llamaba, estaba chupándole el miembro a Cesar. Estaba hincada sobre la cama y él de pie al lado.

La tomaba de la cabeza y se la acercaba hacia él con bastante ahínco. Cesar echaba la cabeza hacia atrás y gemía suavemente.

Ella movía su cabeza hacia atrás y hacia delante. De pronto el miembro de Cesar desaparecía completamente en la boca de Marcela. En realidad, no veía

de que tamaño era aquel miembro. Luego de unas breves sacudidas Cesar saco su miembro de la boca de Marcela y ahí si lo pude ver, en realidad era de un

tamaño bastante grande, semejaba un pepino, grueso y negruzco.

Luego de ello Marcela, se tendió en la cama y Cesar se puso sobre ella y apuntaló su miembro a la entrada de su vagina y comenzó a empujar.

Puso las piernas de Marcela sobre sus hombros y se dedicó a metérselo. Desde la posición en que me encontraba solo veía cuando Cesar lo sacaba.

Aquella visión empezó a provocar en mi algo que era inusual, es cierto que había leído algunas revistas que mostraban los genitales masculinos y femeninos, pero nunca los había visto en acción.

Entonces como te decía, algo en mi me hacia creer que aquello era excitante. Sentía dentro de mí algo que me decía que me tocara mi cosita.

Acerqué mi mano entre mis piernas y sentí que estaba mojada, lo cual me asusto de sobremanera. Entretanto Cesar y Marcela, se movían como locos.

Cesar, tratando de entrar más y más y Marcela, abriendo sus piernas para facilitarle la tarea. Yo me sentía nerviosa, en realidad temblaba.

Metí la mano entre mi calzón y mi cosita y el sentir mi mano allí, fue exquisito. Marcela, jadeaba, pedía que se lo metiera más, Cesar, no amilanaba y empujaba. La sujetó de las caderas y la levantó acomodándola de mejor manera para entrar más profundo. Pronto, parece que ya no daban más, Cesar le dijo a Marcela que no aguantaba.

Rápidamente ella se dio vuelta y agarró el miembro y de nuevo lo llevo a su boca y saboreándolo, lo metió totalmente entre sus labios. No me imaginaba como podía caber esa cosa tan grande dentro de su boca.

Finalmente vi que Cesar tomo a Marcela de la cabeza y empujo sus caderas

hacia su cara y exclamo:

—¡Ooohhhhmmmaaaaaah! Luego quedaron acostados el uno junto al otro.

Sigilosamente, me fui a mi pieza, y me acosté, no sin antes pasar nuevamente mi mano por entre mis piernas.

Era realmente exquisito lo que yo estaba sintiendo. Algo me decía que me introdujera uno de los dedos entre los labios de mi vagina.

Estaba realmente mojada. Mi dedo entraba sin mayor esfuerzo. Y así, acariciándome, me quede dormida.

Y así, recordándome de aquellos momentos, me sentí excitada, miré alrededor y vi que aparte de los pájaros yo estaba sola. Y apoyando mi espalda al árbol bajé mis calzones y empecé a masturbarme.

Metía mis dedos entre los labios de mi vagina que estaba mojada ante el recuerdo de esos momentos. Quería meterlos bien adentro, para calmar esa excitación. Pero realmente nada conseguí. Solo apacigüe por unos instantes lo que sentía. Hubiera querido tener en ese momento a Cesar a mi lado, pero, aunque lo hubiera estado era muy grande para mí. De seguro que me habría rechazado primero por tener 13 años y segundo por ser hija de su amigo.

Aún excitada, retome mi camino a casa de mis abuelos. En mi recorrido hacia casa, pensaba en cómo podría desahogar mis ansias. Pero nada se podía hacer.

Unos primos que también estaban en casa de mis abuelos, eran mayores y ellos andaban con unas revistas escondidas, que despertaron mi curiosidad.

En un momento en que ellos salieron me di a buscarlas y bajo una de las camas las encontré. Al hojearlas casi me morí de la impresión, había allí fotos de mujeres que estaban desnudas en el campo, y que estaban con un burro, en unas fotos, una de ellas pasaba su lengua por ese tremendo aparato y metía su punta entre sus labios.

Había otra que se tendía sobre una banqueta bajo el asno y pasaba su miembro por entremedio de sus piernas tratando de meterse tamaño instrumento, lo

cual considere que era imposible.

Había otras mujeres que hacían lo mismo, pero con un perro. Unas le chupaban una cosa roja, saboreándolo, otras se ponían en posición de perras y el perro les introducía su miembro por el ano.

Realmente después de ver esas fotos quede muy excitada. Durante la noche soñaba viéndome en esas posiciones. Pero aquello era imposible.

Al día siguiente, me fui a caminar nuevamente, y como nunca uno de los perros de mi abuelo me siguió. Llegue nuevamente al cerro en donde había hecho recuerdos.

Seguí caminando un poco más y llegué a un bosquecillo bastante denso. Tomaba un palo lo lanzaba y Danger salía corriendo a buscarlo. Corría detrás de los conejos.

Ladraba a diestra y siniestra. Era juguetón.

Luego de bastante camino recorrido, me senté a descansar. Danger se echó a mi lado y yo lo miraba.

—Perro loco —le decía yo— como me hubiera gustado que fueras un hombre para que me ayudaras en mis aprendizajes.

Él movía la cola como sonriendo. Recordé las fotos de la revista y sus fotos. Estaba sentada en el suelo con mi espalda apoyada a un árbol y con Danger a mi lado. Su cabeza estaba a la altura de mis zapatos y su cola al moverse me golpeaba mi brazo. Puse mi mano sobre su lomo y acaricié su pelaje, volvió su cabeza y como que me sonreía. Mi otra mano la puse sobre mis muslos. Luego la moví hacia mi entrepierna, subí suavemente mi falda y

me di a acariciarme sobre mi calzoncito. Luego bajé el elástico y metí mi mano

entre los labios de mi vagina, estaba sintiéndome en forma muy agradable.

Mientras tanto seguía acariciando a Danger, baje mi mano hacia su estómago, y el se queda quietecito, seguramente se sentía agradado por las caricias que le dispensaba.

Puse mi mano sobre su miembro que estaba aún oculto, y me di a masajearlo suavemente, tuvo un pequeño sobresalto, pero siguió quieto. Al parecer se estaba sintiendo muy agradable ya que su miembro empezó a asomar levemente. Era una punta roja y puntiaguda.

Entre mis cavilaciones me preguntaba como aquellas mujeres de la revista podían haber chupado ese tipo de miembro.

¿Qué sabor tendría? ¿Sería malo hacerlo?

Con las caricias que le proporcionaba, su miembro asomo casi completamente.

Medía algo así como unos 12 centímetros, estaba húmedo. Yo aún no se lo tomaba, solo lo acariciaba por sobre su cubierta. Luego de un momento acerque mis dedos y toque su miembro desnudo, estaba mojado, tibio y resbaladizo. A cada caricia mía, este engrosaba más y más.

Mi curiosidad era cada vez mayor de saber si realmente se podría besar y chupar aquel miembro. Me sentía totalmente excitada.

No dudando más, acerqué mi boca a su miembro, y con mi nariz lo olí. No era

desagradable. Le di un beso y Danger, dio un sobresalto que me asusto.

Me tendí a su lado formando una T. Danger, atravesado y yo a lo largo, con mi cabeza cerca de su miembro. Me di a besárselo, y luego abrí mis labios y lo introduje.

Aprisionado entre mis labios, por el interior de mi boca, pase mi lengua por la

punta. En realidad, no era desagradable. Es más, su sabor tenía una sensación

extraña. Danger, empezó a mover su vientre muy rápidamente.

A cada movimiento suyo, su miembro aparecía cada vez más grande. Mientras yo se lo chupaba, sentía un líquido en mi boca. Danger, jadeaba.

Y no pudiendo más se levantó quedando parado bajo mi cabeza. Sus movimientos eran similares a los de Cesar cuando se lo estaba metiendo a Marcela. Su sabor ya lo sentía exquisito. Pero Danger, aparentemente no se iba a conformar con que solo se lo chupara, parece que quería otra cosa, porque con su hocico, hurgueteó entre mis piernas.

Sabiendo lo que él quería me levante subí mi faldita y saque mis calzoncitos. Me senté en el suelo apoyando mi espalda en árbol, abrí mis piernas y Danger se dio a pasar su lengua por mi sexo. Yo le ayudo abriéndome los labios de mi vagina. Era una delicia sentir su lengua acariciando mi clítoris. En realidad ahora me daba cuenta que eso era lo que yo buscaba para calmar mi apetito el día anterior. De pronto Danger, acercó su hocico a mi cara y me lamía.

Trataba de acercar su miembro a mi sexo, pero estaba muy alto. Me recordé de la revista y sacándome la faldita, me puse en cuatro patas para ser la perrita que él quería. Se monto sobre mí. Puso sus patas sobre mi espalda y acerco su

miembro el cual me tocaba entre las nalgas. Me acomode bien, baje una de mis manos y tomé su miembro para acercarlo a mi vagina. Al sentir el contacto de mi vagina empujó y empecé a sentir como suavemente entraba entre los labios de mi vagina. Era tan rico sentir ese goce. Bajé hacia atrás mis caderas abriendo más mis muslos.

A cada movimiento su miembro entraba más en mi interior. Hasta que ya no pudo entrar más se dio a moverse rápidamente mientras yo acariciaba mi clítoris. La sensación era fenomenal, lo sentía tan calentito dentro de mí, tan

cálido, y cada vez engrosaba más y más.

Mi estado de excitación era tremendo, quería sentirlo más adentro. Sentía que mi liquido se estaba juntado con el de Danger. Ya no podía más.

En un estremecimiento sin límite sentía que estaba llegando mi orgasmo. Lo mismo pasaba con Danger. La diferencia era que su miembro estaba cada vez más grueso, sobre todo su punta,

esta abarcaba todo el interior de mi vagina. De pronto empujo con tanta fuerza

que sentí como su liquido me estaba mojando toda por dentro. Pero la punta de su miembro aún seguía engrosando. Pronto me di cuenta que Danger ya no hacia intento por sacarlo dentro de mí. Se quedo quieto y yo quise salirme de la posición en que estábamos, pero tampoco pude hacerlo debido a que su miembro no salía dentro de mí. Trate de forzarlo, pero me dolía. Finalmente, nos quedamos así por espacio de unos 10 o 15 minutos en los cuales sentí unos 2 orgasmos más cuando sentí que el sacaba de mi interior su miembro que estaba totalmente mojado por mis jugos y los propios de él.

Por fin había sentido lo que era un orgasmo, y lo había hecho con uno de los

perros de mi abuelo. Lo había hecho con un adorable Pastor Belga que desde ahora cuando viniera a ver a mi abuelo, sería mi más leal compañero.