Descubriendo Parte 1
Una vez que se estaba quedando dormido mirando un programa le tiré un poco de agua en la cara, de un vaso que tenía en una mesita, para hacerle una broma, y ese fue el detonante de todo lo que vendría a ocurrir en nuestras vidas
Me llamo Andrea, la menor de tres hermanas proveniente de una familia de muy bajos recursos que vivía en las afueras de un pequeño pueblo chileno llamado Arica. Al poco de haber nacido nos mudamos para Argentina en donde la familia se dedicó a la agricultura.
Comencé la escuela en un pueblito adonde iba caminando por casi cuarenta minutos diarios. A medida que crecía mi cuerpo iba desarrollándose con musculatura en las piernas, la cola y tenía una energía insuperable. Pero todo eso que parecía tan lindo no me llevaba a ninguna parte.
- En este hueco del mundo no vas a llegar a ninguna parte –decía mi madre.
Pasado el tiempo, Andrés, el hermano de ella se aventuró al norte y por algunos años trabajó como carpintero en un poblado situado a la falda de una montaña rodeada de cabañas. Poco a poco fue creciendo su fama de buen tallador de madera y prosperó con su negocio. Se casó con una mujer del lugar llamada Ariana. Después de varios intentos descubrieron que no podían tener niños y aunque por el momento vivían solos, habían pensado en la adopción.
Como ven, las cosas se fueron dando sin quererlo para que mi madre se armara de valor y le pidiera si podían darme la oportunidad de irme con ellos bajo la promesa de poder verme crecida y con una buena carrera profesional. Mi tío aceptó y a los nueve años pasé a vivir con ellos.
Fui un poco asustada por varias razones. Primero, nunca había subido a un avión y segundo no sabía con qué me iba a encontrar. Pero desde que llegué todo fue algo especial. La cabaña era hermosa y estaba en un lugar lindísimo. A eso hay que agregarle que me abrazaron con cariño, me compraron ropa, cosas para el colegio y me arreglaron un cuarto para mi sola. Yo estaba feliz! La cabaña tenía un garaje abajo, en el primer nivel estaba la cocina, un comedor y una sala y en el segundo nivel estaban los tres dormitorios. Uno era utilizado por mi tío como oficina en donde llevaba sus papeles, había una computadora en un escritorio y archivador.
Jugábamos mucho afuera al aire libre cerca del lago, hacíamos caminatas, recogíamos hongos y palos para el fuego porque el invierno era crudo y con nieve.
Pasaron unos años hasta que el tío Andrés y Ariana comenzaron a tener diferencias y discusiones. Poco a poco se alejaron hasta que finalmente terminaron separándose.
Las caminatas y el ejercicio me siguieron ayudando en la formación del cuerpo desarrollando músculos en las piernas a pesar de lo delgadas que eran y el trasero bien redondeado. El cabello había crecido hasta llegarme casi a la cintura y se me había oscurecido. Mi color de ojos fueron negros azabache desde que nací combinando con mi piel aceitunada. Me caracterizaba por tener el labio inferior de la boca bastante más ancho que el superior y dientes bien blancos que se notaban de inmediato al reírme. Los pechos comenzaban a crecer apenas, pero el único indicio de tamaño eran los oscuros pezones bien gruesos y salientes. Algo que luego me percaté era atrayente a la vista de los amigos de Andrés incluyéndolo a él. Muy a menudo los descubría mirándome hacia ese punto porque se me notaba demasiado cuando me ponía una camiseta o una blusa. Todavía no usaba sostén.
Finalmente quedamos solos. Esto provocó que nos dedicáramos más tiempo y mis sentimientos crecieron con él. Ahora me dedicaba más tiempo. Por las mañanas yo me iba a su cuarto y me metía en la cama abrazándolo. La primera vez sucedió al mes de irse Ariana de la casa. Se sorprendió y se puso tenso pero después se hizo costumbre y nos acurrucábamos un rato hasta que llegaba la hora de levantarse.
- Ok. Vamos! Menos haraganería que hay que ir al colegio! Y así terminaba ese recreo que nos dábamos por la mañana.
Por fin llegó el invierno y ya no podíamos jugar afuera, pero nos divertíamos adentro. En los fines de semana aprovechábamos a ponernos el pijama y ver películas, después de tirar un saco de dormir en el piso frente al televisor. Quemábamos leña para calentar el ambiente y con un paquete de rosetas de maíz hacíamos nuestro propio cine. Nuestra relación era casi como de padre e hija hasta que una vez que se estaba quedando dormido mirando un programa le tiré un poco de agua en la cara, de un vaso que tenía en una mesita, para hacerle una broma, y ese fue el detonante de todo lo que vendría a ocurrir en nuestras vidas. Riéndonos me empezó a pelear y yo le respondí peleándolo. Nos revolcamos hasta que en un momento dado él queda de espaldas al piso y yo me monto encima abrazándolo con mis flacas piernas mientras le intentaba agarrar las manos para inmovilizarlo, aunque fuera algo imposible por la diferencia física. Pero él se dejó vencer.
Eso fue como prender la llave de una luz. Sentí el grosor de su sexo contra el mío y no pude controlar mi cuerpo, me apreté con total inconciencia. Él no se daba cuenta de lo que me estaba pasando porque mientras lo peleaba, apenas me acomodaba por un segundo y volvíamos a continuar la lucha. Mi mente me ordenaba seguir buscando esa posición cada vez que la perdía. Por un buen rato seguimos el revolcón y yo hacía lo posible para volver a subirme encima suyo hasta que al final nos calmamos y me quedé montándolo. Mi manos aferradas a las de él, me quedé mirándolo fijamente a los ojos sin proponérmelo, con su bulto pegado en el mismo medio de mi sexo.
Él seguía hablando y bromeando sin percatarse de mi cambio hasta que me tumbé en su pecho y lo abracé poniendo mi cara junto a la suya. Era la primera vez que me sentía así. No sabía cómo definirlo ni de qué se trataba. Lo definí y lo exterioricé como el amor que tenía por mi tío. Él en ese momento se sintió agradecido por el cariño que yo le estaba demostrando y me abrazó la cintura con una mano mientras que con la otra me acariciaba la espalda por adentro de la camisa de dormir.
Levanté mi cara hasta poder mirarlo a los ojos, con mi nariz casi pegada a la suya. Yo era una autómata en ese momento y seguía mis impulsos nada más. No pensaba.
- Eres muy linda Andrea. Te quiero mucho, sabes?
No dije nada pero sentí que el bulto volvía a palpitar contra mí. Entonces me respondió sorprendiéndose después de lo que estaba diciendo.
- Me gusta que seas así conmigo.
Rápidamente volví a poner mi cara junto a la suya para no tentarme porque sentía ganas de besarlo y mover mi pelvis.
Todavía yo no ataba cabos y no me daba cuenta de porqué me invadían esos pensamientos. Me daba un poco de vergüenza. Entonces él me enderezó suave, sin soltar mis manos aferradas a las suyas. De esa forma lo sentí más firme, demostrando que se estaba calentando como yo. Mis ojos seguían clavados en los suyos y de seguro con cara de bobita, mi boca semi-abierta a punto de un quejido y a su vez gesto de sorpresa. Lo peor… no sabía qué hacer, cómo reaccionar. Él de repente reaccionó nerviosamente y como no queriendo seguir me dijo:
- Ok. Bueno. ¿Vemos o no la película?
Y suavemente me bajó hasta posicionarme a su lado. El brazo por debajo de mi cabeza. Le puse una mano en el pecho y mi cabeza quedó en su hombro. Se me había terminado la posibilidad de sentir eso que me daba una sensación nueva y muy especial. Tío Adrián se quedó viendo la película. Yo entré en un sueño pensando en lo que había pasado y finalmente me quedé dormida.
Al día siguiente me desperté en mi cama. Era muy temprano y me puse a pensar en lo sucedido. Por supuesto que tenía conocimiento de qué era el sexo, pero solo en teoría por comentarios entre compañeras del colegio y porque había leído y visto fotos y videos en internet a escondidas. Empecé a verlos una vez cuando estaba sola en la casa. Navegando en su computadora y buscando la dirección de un sitio que hablara sobre enfermedades para una práctica del colegio, me salió por casualidad una dirección que estaba en la memoria histórica de visitas del tío Andrés donde se veía parejas teniendo sexo. Desde ese día cada vez que podía me metía en la computadora e iba viendo nuevos sitios que él visitaba. Así aprendí a tocarme y a sentir la sensación sexual que se iba despertando entre mis piernas. Pero él se estaba dando cuenta de mis visitas en su computadora desde una vez que llegó a casa temprano. Entró en la oficina y casi me “pesca” tocándome. Me puse muy nerviosa y apenas pude cerrar la página cuando llegó a mi lado. Sonriendo y con cariño, calmándome me acarició el cabello y me saludó
- Uy, perdóname. ¿Estabas en algo personal?
- No, no, no… tío. Está bien, aquí te dejo para que trabajes.
Me fui al dormitorio y nunca mas se comentó el asunto. Pero de allí en adelante noté que habían cada vez más páginas de esas en el historial de visitas en internet. Hasta ese momento eso era lo más cerca del sexo que había estado. Solo por computadora.
Decidí levantarme y por la reacción que había tenido tío Andrés al hacerme a un lado en la noche, dudé en irme a su cama como acostumbraba. Me fui a la cocina. Estaba todo muy silencioso y con mi taza de leche con cereales me dirigí al escritorio y me sorprendí al verla prendida. El nunca la dejaba así. Seguro que había sido antes de irse a dormir. Me picó la curiosidad y cuando muevo el ratón, salta un lugar de chicas jovencitas desnudas, algunas teniendo sexo con hombres mayores. Eso me hizo pensar que después de lo que nos pasó jugando y excitado, él había buscado la página después que me dejó en la cama.
Mirando comencé a sentir que me mojaba y el olor bastante fuerte de mi sexo por lo de anoche y la excitación de ese momento impregnaba mi nariz y me despertaba emoción. Hice a un lado el short del pijama que es amplio y casi sin darme cuenta ya estaba acariciándome mirando esas imágenes y pensando en lo que había sentido con él. Repasé con mi mente cada instante de anoche y trataba de volver a sentir esa sensación de memoria. Poco a poco iba llegando a un punto sin retorno y en poco tiempo llegué al tope de sensación gimiendo y sacudiéndome sin control sin dejar de acariciarme el clítoris hasta relajarme. Comencé a tener la necesidad de sentirlo otra vez pero sabía que eso no era posible aunque lo intentaría jugando en alguna otra oportunidad si me daba la oportunidad. En eso estaba cuando oigo:
- Andreíta, ¿te levantaste ya?
Tío Andrés me gritaba desde su cama. Asustada apagué la computadora, acomodé el short y le respondí:
- Sí tío.
- ¿Y porqué no viniste como siempre?
Me paré y fui caminando hacia el dormitorio. Entré lentamente porque no sabía qué hacer. Ya no era igual que antes, ahora había algo mas atrayente en esa rutina diaria. Estaba coloradísima por lo que acababa de hacer y por verlo después de lo que pasó en la noche anterior.
- Es que pensé que te habías quedado hasta tarde viendo la película anoche y no te quería despertar.
- No importa. Duermo menos que tú de seguro! –dijo riéndose y haciéndose a un lado como para darme lugar.
Y agregó:
- ¿Estabas en la oficina?
- Aha… -En ese momento me di cuenta que había metido la pata apagando la computadora! Se iba a dar cuenta cuando fuera a su escritorio!
Cuando me siento para meterme en la cama, él levanta la sábana y por allí me cuelo. Como siempre me recuesto a su lado y pasándome un brazo por debajo de la cabeza me mira a los ojos y dice:
- ¿Te sientes bien?
- Si, por…?
- No sé… estas enojada conmigo por algo?
- No! ¿Cómo puedes decirme eso tío? Le dije girándome hacia él, pasándole un brazo por la cintura y poniendo mi cabeza en su pecho.
Con la mano me acomodaba y me peinaba el pelo desordenado en la almohada. Me regresaba el calor al sentir la piel de su pecho en mi cara y esa mano recorriéndome. La humedad volvía entre mis piernas y cerré los ojos soñando despierta.
- ¿Sabes que yo te quiero mucho?
- Si tío.
Y de repente me dijo algo inesperado.
- Te lo digo porque me di cuenta que algo diferente pasó anoche, ¿verdad?
Me sorprendió! No me esperaba que fuera a hablar de lo de anoche. Afirmé moviendo mi cabeza y me levantó la cara con su mano para quedarnos viendo a los ojos. Me puse más roja.
- ¿Sientes vergüenza?
Volví a afirmar con mi cabeza. Y me abrazó mas fuerte, con cariño. Su mano acariciaba mi espalda y yo terminaba de rodear su cintura con mi brazo acercándome más. Sentí su sexo contra mi estómago apenas a través de su short pijama. Entre las piernas otra vez me mojaba con ese solo contacto. Mi camiseta estaba subida casi hasta mis tetitas en el frente.
- Me gusta estar así contigo. ¿Y a ti?
Le respondí con un beso en el pecho aprovechando a apretarme más contra ese bulto que cobraba vida.
- ¿Parece que quieres pelearme otra vez?
- Ji, ji, ji –fue mi estúpida respuesta!
- Esta bien pero prométeme que no me vas a echar agua.
Y nos reímos los dos. Me venía bien la excusa de reírme porque el calor entre mis piernas era mayúsculo y mi cuerpo ya no respondía a mi mente. Entonces él estiró la mano a su mesita de luz y me tiró el resto de agua de su vaso en la cara como venganza de anoche cuando le hice lo mismo. Suficiente para que yo me enderezara a tratar de darle con la mano abierta en el pecho. Me agarró las muñecas y me puso de espaldas. Quedé entre sus piernas riéndome a carcajadas y empezó el forcejeo porque me revolvía tratando de zafarme de esa posición. Hizo como que me quería morder la nariz y yo traté de hacer lo mismo.
- ¿Así que crees que vas a poder vencerme? –me dijo riendo otra vez.
Se enderezó conmigo todavía debajo y mi camiseta se había terminado de subir toda dejando el oscuro pezón de una tetita al aire. Los dos miramos hacia mi pecho y enseguida nos miramos a los ojos sorprendidos con cara de bobos y estallamos en una risa con sus manos todavía entrelazadas con las mías. Yo hice un gesto de que no me importaba y él hizo como que me lo quería morder. Seguí riéndome a carcajadas pero no me resistí y me atrapó el pezón con los dientes mordisquéandolo apenas. Sin dejar de reírme e instintivamente le pegué más mi tetita en la boca. La abrió más y la atrapó toda ahora con los labios sin dejar de jugar. Pero mis sentidos se concentraron por completo en esa sensación nueva que me encantaba! Y cerré los ojos cuando la lengua mojada jugaba con el pezón.
Estuvimos en eso un par de minutos y llegué al tope. Me sentía deliciosamente calenturienta, pero no me animaba a demostrarlo. Intentando disimularlo me solté de sus manos y él se dejó caer mientras yo giraba y me posicionaba encima como lo había hecho la noche anterior. Esta vez su bulto estaba durísimo y sin disimular abrí las piernas ubicándolo mismo en medio de mi vulva. Dejamos de reírnos de golpe y nos quedamos mirando a los ojos. Sus manos aprisionaban mi cintura.
Hizo un gesto como para salir de esa posición diciendo:
- Perdona Andreita –me dijo.
No me moví de encima de él. No quería terminarlo otra vez así y sin dejar de mirarlo moví la pelvis hacia delante recorriéndole el inflamado bulto. Se dio cuenta de mi acción y dejó de esforzarse por salir de esa posición. Sus manos se deslizaron hasta mis nalgas y las apretó siguiendo el movimiento de mi cadera que a volvía a moverse instintivamente. Me tiré en su pecho con mi cara pegada a su cuello mientras una de sus manos ordenó el cabello que le había caído en la cara y acto seguido me acariciaba la nuca.
- ¿Te gusta? –me dijo.
Moví mi cabeza afirmando. No me animaba a hablar. No quería que ese momento se a romper como anoche. Ahora nos movíamos los dos de la cintura hacia abajo. Subió mi camiseta con una mano y me acarició la espalda. Cerré los ojos y me dejé llevar por el deseo sin dejar de moverme a lo largo de ese endurecido sexo. Me atrajo hacia él y volviéndolo a mirar a los ojos me di cuenta que empujaba mi cara en dirección a su boca. Su mano me ayudaba desde la nuca y juntamos los labios, pero esta vez no era un beso común. Me abrió los labios e introdujo su lengua húmeda a lo que respondí sin saber como responderle y simplemente hacía lo mismo que él.
Sin despegar los labios nos hablamos.
- ¿Qué sientes?
- …nnno sé. Ganas de estar así…! -no sabía explicarme. Y volvíamos al beso. Nuestros alientos se mezclaban. Era un momento muy sensual.
- ¿Cuántas ganas?
- Muchas ganas tío –le dije moviendo mi pelvis un poco más fuerte.
Gimió y volvíamos a apretar los labios juntos, bien juntos.
Él también movía la cadera hacia arriba para hacer más contacto.
- Te gusta mucho sentir la pija así, ¿verdad? Era la primera vez que la llamaba así.
- Si! –y me chupó la lengua, los labios y de vuelta me besaba pero ahora más apasionado.
Mis caderas se movían solas, yo no las guiaba. Ya no era movimientos de arriba abajo, sino en círculos apretando a cada empellón.
Amagó a quitarme la camiseta y dejé hacerlo levantando mis brazos. Un poco avergonzada bajé a abrazarme a él y el contacto de mis tetitas con su pecho más me atraía. Sus manos se deslizaron al short y liberó el bulto que hacía rato intentaba salirse de su encierro. Sentí el calor que emanaba de allí y lo sentía mucho más! Solo se interponía mi short entre los dos. Y me dijo:
- ¿Quieres seguir?
- Si ahh… -le contesté casi en un suspiro.
- ¿De verdad quieres seguir?
- Siihh… -le dije ansiosa.
Y otra vez la pasión entre los labios sin dejar de besarnos la boca y sus manos se deslizaron hacia mi short bajándomelo. Me enderecé y volví a buscarlo con mi entrepierna hasta sentir su dureza en completo contacto con mi conchita. Abrí los ojos bien grandes y gemí cerrando los ojos otra vez.
- Ahhhh…! –es todo lo que podía decir.
- ¿Sabes lo que estamos haciendo?
- Si.
- ¿Lo has hecho?
- No! Lo vi en tu computadora.
- Ya lo sé mi amor… me daba cuenta cada vez que entrabas en esos sitios a ver videos…
Mi conchita le mojaba toda su pija recorriéndolo a lo largo. Estaba ensopada. Me acercó para chuparme las tetitas y lo miraba cuando lo hacía. Me derretía viéndolo con mi pezón entre sus labios. Se tomaba su tiempo pasándole la lengua y sobandolos.
- ¡Tienes los pezones hermosos!
- ¿Si?
- Son los más lindos y deliciosos que he chupado en mi vida!
No se me había ocurrido que yo podía sentir tan intensamente en mis tetitas!
Tomó mi mano y me la llevó hasta su pija.
- Agárrala con tu manito y acaríciala así –me dijo guiándome con su mano.
Desde que vi todo eso en internet nunca me imaginé cómo se sentiría algo así en la mano. Me encantaba esa piel y el grosor entre mis dedos. Miré hacia abajo y me acomodé para verla con mas atención. Se dio cuenta de mi curiosidad y me dijo:
- No sientas vergüenza. Tócala todo lo que quieras, es para ti que está así dura y crecida.
Me dio más confianza. No le quitaba los ojos al ver cómo la piel descubría la cabeza mojada y brillante. Esa humedad se pegaba a mi mano y era algo gomosa, transparente.
- Bésala. Y pruébala con tu lengua y tus labios –me dijo.
Me agaché un poco y el olor que despedía me fascinó! Mi mano no la soltaba, seguía masajeándola arriba y abajo. La besé en la punta y el líquido transparente se pegó en mis labios. Le pasé la lengua para descubrir ese nuevo sabor.
- Abre la boca y chúpala.
Sin dejar de mirar lo que tenía entre mis manos, abrí la boca y chupé.
- Chúpame metiéndola un poco dentro de esa boquita. Mmmm…! –me pidió mientras empujaba delicadamente mi cabeza.
El tamaño era muy grande para mi boca. Finalmente pude alojar la cabeza entre el paladar y la lengua. El sabor era cada vez mas delicioso y me estaba gustando demasiado! Todo sucedía con lentitud, tomándome el tiempo para no dejar escapar ni un instante de toda esa novedad que me afectaba tanto y me hacía vivir uno de los momentos mas disfrutables de mi vida.
- Deja que tu saliva moje bien mi pija y tus labios. ¡Asssiii! Ahhh! ¡Qué rápido aprendes mi cielo!
Me pidió que girara y le pusiera mi conchita en su boca sin dejar de chuparle la pija, como él me enseñó a llamarla. Yo no sabía qué iba a hacer, pero me dejé llevar porque hasta ahora todo lo que me había hecho me encantaba!
Giré mi cuerpo sin soltársela, no la quería dejar ni por un momento, era demasiado lindo todo lo que sucedía. Me ayudó con sus manos y abriéndome las piernas acercó mi conchita a su boca y me la besó como lo hizo en mi boca! Me sacó un gemido que se convirtió casi en un grito “¡Ahhhhh….!” La sensación fue tan deliciosa que arqué la espalda para apoyar mi concha más fuertemente contra esos labios y lengua que la invadían. Mi concentración iba desde mi mano aferrada a su pija a los lengüetazos y besos que me daba en la concha. Instintivamente me la metí en la boca otra vez y seguí chupándosela. De pronto todos mis sentidos se concentraron entre mis piernas, me enderecé apretando mi conchita más contra su boca, acelerando mis movimientos increíblemente y un cosquilleo riquísimo me recorrió el cuerpo entero que lo exterioricé en otro grito:
- Ahhhhh…. Siiii!!
¡Por fin conocía un verdadero orgasmo! Cerré los ojos. Tío Adrián me quitó la boca y acariciándome las nalgas me hizo relajar un poco la tremenda tensión que eso me había provocado.
- ¡Hazme lo mismo que quiero sentir lo que tu sentiste! –me pidió.
Ya sabía lo que venía porque también lo había visto en Internet y me lancé a chupársela otra vez. Me pidió que lo masturbara con la mano mientras se la chupaba y así hice. Se retorcía disfrutando.
- Voy a acabarte en la boquita. Trata de tragarte un poco si puedes… eso me encanta!!
Las venas de su pija hinchadas entre mis manos y los movimientos enérgicos de su pelvis me dieron el alerta de que iba a probar otra cosa nueva que en ese momento se volvió un deseo intenso entre los dos.
- ¡Toma! –me gritó
Y una inundación viscosa invadió mi boca. Estaba intentando tragármela cuando otro tanto volvió a llenármela. Solté por un momento para tragar. Resbaló por mi garganta y me dio mucho placer! El tercer impulso me cayó en la mejilla. Él se retorcía gimiendo y volví a metérmela en la boca chupando lo que iba quedando en su huequito. Me gustó tragarme eso. No tenía casi sabor, pero el hecho de que él se volviera loquito por lo que le estaba haciendo, me llenó de satisfacción y calentura.
- Ven –me dijo. Me acosté a su lado y me preguntó.
- ¿Cómo te sientes ahora?
- Bien lindo.
- ¿Te lo imaginabas así?
- No.
- No tengas miedo o vergüenza de hablarme de esto. Me hace sentir maravillosamente bien que me hables lo que de verdad sientes. No tengas pena en usar palabras. ¿Qué fue lo que te gustó mas de este momento?
- …cuando nos chupamos.
Se giró quedando de frente a mí y nos besamos en la boca. Después bajó a besarme los pezones que estaban empinadísimos. Sus manos seguían acariciándome las nalgas y me pasaba los dedos por la entrada de mi trasero. Pasamos un largo rato entre caricias y besos. Perdí la noción del tiempo. Todo eso parecía un sueño, algo irreal, algo que nunca me había imaginado que podía sucederme. Entonces me dijo suavemente:
- Me imagino que entre las páginas de Internet que mirabas habrás visto todo esto que hicimos y más.
- Si. Y hoy también me la encontré encendida con algo que dejaste tu. Yo no quería…
- No te excuses. Yo te las dejaba a propósito para que aprendieras. Yo no sabía cómo enseñarte esas cosas de la vida y aquí no hay una mujer para que te hable de ello. Y todo eso lo pensé cuando una vez te vi que te tocabas mientras mirabas algo en la computadora.
Le sonreí y me puse coloradísima al saberme descubierta.
- No te pongas así. Me gustaba verte hacerlo.
Y tomando valentía le pregunté:
- ¿De verdad me viste?
- Si.
- ¿Qué viste? –le dije juguetona.
- Como te tocabas y cerrabas los ojos. Pero me di cuenta que no sabías a qué llegar. También noté que después de eso, me abrazabas con mas ansiedad. Por eso te dejaba sentir un poco, para satisfacer tu curiosidad. ¿Buscabas mi erección, verdad?
- …s… si. –Y bajé la mirada para verlo en mi mano. Lo acariciaba con delicadeza y otra vez estaba poniéndose duro y crecía. Vi todo el proceso con una concentrada curiosidad.
- Me encanta como me la acaricias!
- ¿Te gusta que te haga así en la pija tío? Me animé a decir esa palabra por primera vez.
- Me encanta que me la toques.
Y mojó dos dedos con saliva poniéndomelos en la entrada de mi culito. Otra sorpresa. Me gustó esa sensación!
Nos miramos a los ojos y nos besamos. Rodé hasta ubicarme encima suyo con mis piernas abiertas hasta enfrentarlo con mi conchita. Empecé a moverme acompasadamente de arriba hacia abajo. Se la recorría toda y se la mojaba con los labios de la vulva. El comenzó a revolverse también y volvió a mojarse los dedos para acariciarme con más firmeza la entrada de mi trasero.
Esos movimientos adquirían cada vez mayor fuerza. Uno de sus dedos intentaba entrarme. Me molestaba un poco pero a la vez me gustaba.
En una de las movidas de mi conchita, la punta de su pija quedó atrapada entre los labios de mi vulva. Fue el sumun del momento. Sentí un deseo irreprimible de empujarla para hacer como había visto en internet tantas veces. Abrí los ojos y volvimos a besarnos en la boca. Me agarró con mas fuerzas las nalgas y la cabeza entró un poco. Sentí dolor y deseo a la vez. Intenté retroceder por instinto al dolor pero sus manos no me dejaron.
- ¿Te duele?
- Un poco.
- ¿Quieres que siga?
Gesticulé con mis hombros sin saber qué responder.
- ¿Sientes ganas de que te la meta dentro?
- Si…
- La primera vez te va a doler un poco por un ratito, pero después ya no duele más en toda tu vida y vas a disfrutarlo muchísimo.
- Ok. –le dije abandonando la tensión, cosa que aprovechó para empujarla más.
Nos movíamos los dos a la vez. Hasta ahí me animaba a hacerlo. Apenas me entraba la cabeza de su pija, volvía a sacarla. Pero mi deseo no me dejaba tranquila y en un momento empujamos los dos con vehemencia hasta que un buen pedazo se metió adentro de mi! Salté del dolor que me provocó, pero no me asusté y me quedé quietita esperando que se me pasara. Él también se quedó quieto. Me rodaron unas lágrimas por las mejillas.
- Sabía que te iba a doler, pero es la única forma de que quedes libre para coger el resto de tu vida con placer. ¿Lo entiendes?
- Mhm…. Le dije moviendo mi cabeza afirmativamente y con los ojos cerrados para concentrarme.
Sentía su pija alojada dentro mío y eso me daba ánimos. También pensé en que estaba pasando de niña a mujer. Me concentré en esa sensación tan rica y en todos estos pensamientos y el dolor se calmaba más rápido. Pasamos así, besándonos abrazados por unos minutos. Entonces Andrés se animó otra vez y empujó con muchísima suavidad un poco más hasta penetrarme totalmente. Lo tenía dentro de mis entrañas. Me fascinaba pensarlo. No me dolió ese último empujón.
Mi conchita empezó a contraerse respondiendo al sentimiento de deseo. Cada contracción le apretaba la pija y él a su vez me hacía sentir pulsaciones.
- Así mi amor, así. Me tienes muy caliente Andreíta!
- Mhmm… -atiné a gemir y moví un poco la pelvis. El deseo era más fuerte!
- Te siento apretarme con la conchita mi cielo! ¿Quieres que me mueva?
- Si, pero despacito tío por favor!
- Claro mi vida. ¡Quiero que te guste mucho para que tu y yo podamos coger cada vez que tengamos ganas!
Y se levantó de la cama conmigo penetrada. Me aferré de su cuello y mis piernas como tenaza alrededor de él. Me apoyó contra la pared y besándome en la boca con sus manos en mis nalgas se movió dentro de mí sin sacarla ni una pulgada. La tenía tan adentro que solo restregábamos las pelvis. Mi calentura volvía a tomar la delantera y el dolor ya casi se había disipado.
Me animé y le moví las caderas. La sentí salir un poco y volver. ¡Cada vez que me volvía a penetrar sus venas y mi concha palpitaban apretándose más! ¡Su pija se sentía enorme adentro de mi!
- Ay tío! Qué rico se siente!
- ¿Ahora te está gustando tenerla adentro?
- Si! Me encanta! –me sorprendí confesándole sin vergüenza ya.
- ¿Tienes ganas de que tu tío te coja?
- Si! Cójeme! –le dije moviendo la conchita con más libertad.
- ¡Es que eres estrechísima y eso es peligroso porque me vas hacer acabar muy rápido!
El anillo de mi huequito estaba estirado al máximo. Estaba tan ajustada que podía sentir cada pulgada de su pija al entrar y al salir.
- ¡Parece como si me estuvieras masturbando! Qué rica la tienes mi vida! ¡Me encanta esa conchita!!
Ahora me movía con más desespero. Lo quería adentro nada más. Era un momento mágico. Yo solo respondía a mis impulsos debido a la inexperiencia y mi tío me disfrutaba como enloquecido también. Me hacía sentir que le gustaba cojerme! Los movimientos se tornaron más violentos y cada vez que me la metía toda su pelvis pegaba muy fuerte contra la mía haciendo ruido.
Retrocedió sentándose en la cama conmigo abrazada y quedé encima de él sentada también. Nuestras caras frente a frente, nos restregábamos los labios y las lenguas se ensopaban. Ahora me tocaba a mí moverme encima de él y le daba fuertes empellones acompañados de gemidos que eran casi gritos mientras sentí su dedo entrando en mi culito.
- Me encanta que grites así Andreíta! –me dijo abrazándome con más fuerza.
Y los movimientos de la pelvis los aceleré porque me invadía ese mismo deseo que me había dado cuando me chupó la conchita. Su dedo también me había penetrado por completo y ni me enteré cuándo terminó de meterlo! Andrés se dio cuenta que estaba por tener un orgasmo y me gritó:
- Voy a acabarte! Te voy a llenar la conchita con mi leche!
- Ay… siii!! Dije con violencia apretada a su pelvis casi al punto de dolor.
- Toma! –me gritó mientras sus manos me apretaban.
- Ahhhhhhggg….!!! Gemí, grité, lloré de placer! Y sentí el calor de su leche en mi interior. ¡Qué delicia!!!
Su pija seguía teniendo pulsaciones dentro de mí y me abalancé a su boca chupándosela con desespero. El olor a sexo nos invadía y me enloquecía. Mis movimientos todavía no se podían calmar porque esa pija me seguía dando placer moviéndose apenas.
- ¿Te gustó tenerla adentro?
- Me encantó tío!
Y me abracé a él lo mas fuerte que pude. Desde mi barriguita hasta su cara toda bien pegadita a él.
- Puedes cogerme cada vez que tengas ganas y yo haré lo mismo contigo. ¿Si?
- Si, tío, siiI!
Nos recostamos en la cama otra vez, de lado. Mirándonos a los ojos y sonriendo. Era una especie de enamoramiento de ambos. Ahora fui yo quien avanzó y lo besó en la boca con mis manos en sus cachetes. Me encantaba hacerlo! Finalmente, por la flaccidez de su pija, se salió de mi y un poco del semen cayó sobre sus piernas.
Al ratito de seguir acariciándonos y besándonos, se levantó y fue a buscar una toalla. Me limpió la sangre pegada en las piernas y el semen semi-rojo que seguía saliendo de mi conchita. El se limpió la sangre que quedaba en su pija y un poco en las sábanas. Tiró la toalla a un lado de la cama se acostó detrás de mí pegado a mi culito, se abrazó y así nos quedamos dormidos.