Descubriendo mis fetiches
Me muerde como si quisiera comer la carne de mis labios, su lengua acaricia la mía y el interior de mi boca; su mano alcanza meter en mi cuca empapada dos de sus dedos deliciosos;
Con las piernas abiertas en medio del umbral, a mi espalda me recorre en un escalofrío su respiración; me arropa y me hace jadear con su tamaño, me mueve y me dispone a su antojo; me arranca un beso profundo sin dejarme girar, me muerde como si quisiera comer la carne de mis labios, su lengua acaricia la mía y el interior de mi boca; su mano alcanza meter en mi cuca empapada dos de sus dedos deliciosos; parece saber que mi delirio son las manos, el roce con las paredes de mi vagina me hace desearlo más y levanto una pierna para que mi coño se abra y pueda recibir más dedos.
Umm, escribir este extracto de mis recuerdos prende un corrientazo que me recorre toda.
Se abre camino en mis medias rojas, el color que me pidió; con unas tijeras filosas, dejando en el interior de mi cukita la sensación del frío metal. Amé su mano tibia en la espalda para inclinarme hacia adelante con un leve empujón, ya desde hace rato resbalan gotas por mis muslos, que humectan la superficie de mi piel, provenientes de la excitacion que hay en mi sexo, me embiste como un toro, tan duro que hace perder la estabilidad a mis pies, me clava el güevo y lo desplaza por mi interior una y otra vez, me sostiene en el aire como una muñeca.
En una mesa, me sube una pierna para abrirme lo suficiente como para metérmelo todo de nuevo, me coje con más intensidad, lo disfruto tanto que sin darme cuenta muerdo mis labios y me los lastimo; me rindo al placer y aprovecha para mantenerme pegada a la mesa; sin medida se empuja contra mí y me jala el cabello, dándome la alegría de sentirme como la más puta de las putas. Nunca me habían pegado tan duro y tan rico, azotó con la mano abierta la carne blanca de mis nalgas, haciéndome gritar y brincar en cada azote; sin embargo, quería que me diera más; disfruté intensamente del dolor que me dio aquel hombre.
Doy la vuelta, y quedo frente a él cara a cara, jugamos con un plug anal, que le pido por favor me lo meta despacio. Me hace sudar, pero le gusta saber que me duele y me lo mete sin mucha ceremonia. Enseguida me rellena la cuca y me encuentro gozando por mis dos agujeros, me devora a besos los labios y también mis pechos, muerde uno de mis pezones, y le suplico que pare con ganas de que lo siga mordiendo; me pide penetrarme por el culo, pero lo pienso unos segundos, sé que me va a doler; ya el plug lo ha dilatado un poco y se lo doy con total sumisión; están temblorosas mis piernas ante la expectativa.
Me lo empuja duro sin esperar, su mueve sin contemplación y me estremece con toda su longitud y su grosor, se me escapan gritos que no puedo ahogar, con su cabeza dura entrando y saliendo completamente; al principio quema, pero luego se transforma en placer, en un corrientazo que va desde la punta de los pies hasta el ombligo; mientras me mete sus dedos en la boca y sorprendentemente quiero que me los llegue hasta la garganta, se mueve imparable y frenético hasta desbordarme el culo de leche.
Estoy con ganas de más, he descubierto nuevas sensaciones. Quiero entregarme en sumisión al hombre que me sepa excitar y complacer, maltratar y acariciar, cuidar y dominar. que despierte en mi gran admiración, deseo y amor. Ese hombre me permite estas aventuras, tiene un rostro en el que me refugio todos los días, me hace suspirar y soñar, me hace reir y desear.