Descubriendo mi puta esclava (4)

Otra situación más por la que la hice pasar y en la que disfruté. Espero disfruteis en su lectura

Cada día arriesgaba más, cada día quería ponerla más a prueba, conocer sus límites, ¿hasta dónde estaría dispuesta a llegar? ¿Tan mal follada estaba y tanta necesidad tenía que así se entregaba a mí?

Estuve todo el día trabajando fuera de la ciudad, me mantenía en contacto con ella a través del whatsap, enviando mensajes, recibiendo sus respuestas.

Le indiqué que esa tarde haríamos algo especial y le indiqué cómo quería que se vistiera. Os recuerdo que era la época previa al verano y, este año, hemos tenido días de temperaturas muy altas.

“Como siempre zapatos de tacón, quiero que te pongas un mini short vaquero, el más ajustado y corto, si has de salir a comprarlo lo haces, yo lo pago. Tanga negra y una blusa blanca abotonada por delante. Ya sabes, prohibido el sujetador”

“Tendré problemas, no puedo salir así de casa”

“Traes la ropa hasta donde yo te indique, buscarás dónde cambiarte” fue mi respuesta

“OK, lo que quieras” la suya.

Pasé a recogerla por un centro comercial conocido, ella llegó allí en su coche y en los baños se cambió y me esperaba. Yo no había pasado por casa, la mezcla de cansancio y deseo así me lo pidió.

La hice entrar en el coche y fuimos a un barrio muy concurrido de la ciudad. Allí paseamos un rato por las calles mientras la contemplaba, una auténtica belleza, esta mujer modosa, casada, trabajadora ahora entregada a mí, en mis manos para disfrutarla como mi puta personal y particular.

Una hembra que ahora ( y más tal y cómo estaba vestida) todos miraban con cara de deseo mientras yo gozaba con eso.

En nuestro paseo pasamos delante de un sex shop.

Me detuve valorando la situación, la miré a los ojos y, sin decir palabra, la arrastré hasta dentro.

Amplio local con afluencia de gente, muchos hombres merodeando las estanterías que, de inmediato, clavaron sus ojos en ella

Unos con mayor disimulo, otros, descaradamente. En ambos casos...me sentí orgulloso de que despertara eso.

Mientras ella miraba las estanterías, yo me acerqué a hablar algo con el encargado de la tienda, después regresé a su lado.

Necesitaré algo que me ayude en tu adiestramiento, le dije mientras miraba en las estanterías sin soltarla de la mano.

Lo primero que tomé fueron unos lazos para los pezones unidos por una cadenita dorada "verás que bien te sientan" le dije. Toma sujétamelo, dije mientras se los entregaba.

Lo segundo fue un huevo vibrador con mando a distancia, después unas muñequeras, unas tobilleras.

Elegí para ella un fino y muy bonito collar de perra con su cadena desmontable, mejor que el que ya teníamos. El collar se lo puse directamente en su cuello ajustándoselo "te sienta de maravilla, el mejor collar para mi perra" le dije mientras los allí presentes no paraban de mirar.

Portamos todo eso al mostrador bajo la atenta mirada de los que allí estaban y, dedicándoselo a todos, la tomé de las nalgas para acercarla a mí  y darte el beso con lengua más profundo que ellos han visto jamás.

Su respiración entrecortada, Sus pezones muy marcados y la manipulación de mis manos en sus nalgas hizo que se subiera más su mini short dejando parte de sus nalgas a la vista.

Fuimos y tomé unas películas X dejándola ver los títulos mientras continuaba metiéndole mano.

Tras dejarlas en el mostrador, la llevé hacia la zona de las cabinas de espectáculo y entramos en una de ellas.

Pinché la moneda y estuvimos un rato viendo el espectáculo de la chica que estaba en la silla, tras desnudarse y nos ofrecía una masturbación.

“Tú lo haces mejor, cari y estás más buena”, le dije mientras pellizcaba sus pezones

¿Seguro? me dijo.... "es que quiero estés orgulloso de tu perra"...dijo y, según terminaba, le tomé de la mano saliendo de la cabina.

Fui a hablar con el encargado de tienda que me miró, dio su aprobación, y me entregó una llave mientras él se dirigía a cerrar la puerta del establecimiento.

Tiré de ella hacia una puerta que abrí con aquella llave adentrándonos por un pasillo oscuro hasta el pequeño escenario que veíamos antes y donde la chica gemía en el final de su masturbación. Según terminó, nos miró y nos dejó solos.

La llevé al centro del escenario y le dije "Quiero que vean lo obediente que es mi zorra"

Al escuchar esto me sonrió y su respuesta fue "a tu entera disposición, mi señor"

Teníamos pleno de asistencia, todas las ventanitas estaban abiertas mientras me senté y le dije

"Quítate la blusa...muy lentamente" mientras giraba dando el espectáculo a los allí presentes, se quitó la blusa dejando parte de tu cuerpo muy visible. Sonreía a los asistentes mientras se acariciabas los pechos

Sus pezones duros como piedras eran pellizcados mientras miraba y me miraba

El encargado, a mis órdenes, dio las luces para que pudiéramos ver a los que se encontraban en las cabinas machacándosela por ella y para ella.

Fuera el mini short, ordené y con toda su parsimonia, se lo quitó.

Mientras hacía que admiraran su cuerpo, mientras pasaba ventanita por ventanita mirando los rabos erectos en su honor, me aproximé a ella.

"Cómeme el rabo, perra" le ordené y sin pensárselo, se colocaste de rodillas mientras liberaba mi pene erecto.

Sabiendo cual era su misión como puta sumisa, colocó las manos en su espalda y empezó por lamer con su lengua para tragarse después todo mi pene

Agitaba la cabeza mientras yo le tomaba de los cabellos y las babas caían por su mentón.

Tirándole del cabello la puse de pie exhibiéndola ventana por ventana mientras tocaba todo su cuerpo. Su calentura era ya muy evidente y, llevándola nuevamente al centro, metí mis dedos en su coño masturbándola para ellos. Su respiración se aceleró hasta que estalló en otro de sus sonoros orgasmos

"Voy a romperte el culo" le dije y, automáticamente, se colocó en cuatro separando sus rodillas. Primero me puse delante de ella para metérsela en la boca, cuando la tenía bien ensalivada, me coloque detrás insertándosela en el culo de un sólo golpe de cadera y llenándola de mi polla

Estuve bastante rato dándole duro, golpeándole las nalgas mientras me decía que quería correrse... "Sólo cuando te dé permiso, perra" mientras la seguía enculando fuerte y profundo.

"Ahora, verán a esta perra, mi puta tragona, correrse como nadie lo hace con una poya en el culo" dije en alto para los allí asistentes.

Justo en ese momento, comenzó a golpear con sus puños el suelo, convulsionándose y gritando nos deleitó con su poderoso orgasmo mientras yo derramé toda mi leche en sus intestinos.

Se quedó rendida en el suelo mientras se escuchaban aplausos y yo volví a vestirme. La tomé en mis brazos y salimos del escenario. La vestí en el pequeño túnel de acceso.

Cuando salimos a la sala del establecimiento, se oyeron vítores y aplausos. Lo que habíamos comprado, nos lo regaló el encargado que ya nos esperaba en la puerta con la bolsa.

"Vuelvan cuando quieran..." nos dijo a modo de despedida