Descubriendo mi lado lésbico
El día que probé el amor con una mujer
Inicié mi vida sexual muy pequeña. Me encantaba tocarme cada vez que podía y me causaba excitación ver tanto mujeres como hombres, aunque siempre había sido cogida por hombres y moría por probar con mujeres, no se había dado la oportunidad.
Tenía 18 años y tenía un buen número de pollas recorridas y ninguna conchita. Las ganas de probar me estaban acabando. Me encantaba mirar porno lésbico, ver como frotaban sus conchitas depiladas, como se comían unas a otras y eso me producía unas corridas deliciosas. Me masturbaba pensando en el momento en el que tuviera una conchita para comermela, para lamerla toda, sentir la humedad y luego frotarla contra la mía; bueno el caso es que por más que lo deseaba no encontraba con quien. En esos días no era muy bien visto y en donde vivo, que más que ciudad es un pueblo chiquito, todos saben la vida de todos y no quería chismes.
Total que pasaron como 2 años más, en los cuales, al novio que tenía en ese entonces, le rogué por hacer un trío (cosa que jamás pasó) y un viernes me habla una amiga para salir. Ella quería ir a bailar y por unos tragos como siempre acostumbrábamos.
Me arreglé como de costumbre. Aqui en mi pueblo son delicados, es pueblo pero tienes que ir entaconada a los lugares y con vestidazo si no no te dejan entrar. Me puse una blusa blanca con rayas negras con tremendo escote para lucir mis tetas; una minifaldita negra, tanguita negra, liguero, medias y tacones del 15. Cuando la vi casi me da un infarto. Llevaba un vestidito negro, corto pero no mucho, eso sí con un escotazo... cabe mencionar que me excitan muchísimo las mujeres tetonas y mi amiga tenía un par de melones delicioso.
Fuimos a dos bares por cervezas y a una disco a bailar. No ibámos viendo si conocíamos a alguien, solo queríamos salir, bailar, reirnos y emborracharnos. El plan original iba saliendo a la perfección, cuando me encontré a un amigo que nos ofreció unos shots de aguardiente. Nos tomamos varios y ahí empezó todo. Entre lo mareadas que estábamos y la bailadera que traíamos, empezamos a pegarnos más. Conforme tomábamos, los movimientos se hicieron más lentos y un poco desatinados, así que de pronto su mano rozaba mi pierna sin querer o una de mis tetas y solo nos reíamos, yo no sé si ella sentía ese cosquilleo pero mi concha estaba que explotaba. Cada roce de su piel en mi producía un relampago en mi interior. No podía parar de verle esas tetas, quería sacarlas y besarlas lentamente, jugar con sus pezones que por lo visto eran grandes y eso me estaba mojando muchísimo.
Seguimos bailando y empecé a pegarme más y ella no mostró interés por evitarlo, al contrario, tambié la veía entusiasmada. Sus ojos brillaban con ese brilo de: "quiero comerte también y lo sabes", así que sin decir nada comenzamos un jugueteo discreto. Los roces fueron siendo más largo hasta convertise en caricias. Me acariciaba las piernas debajo de la mesa, de vez en cuando me abrazaba frotandome sus tetas que yo deseaba tanto. Salimos del lugar agarradas de la mano, como era costumbre, para gaurdar el equilibrio, cuando al llegar a mi vehículo, me detuvo contra la puerta y me plantó un beso.
Me quedé petrificada, era algo que no esperaba. Pero sus labios, suaves, carnosos y húmedos prendieron en mi una llama que iba a ser imposible contener. Le devolví el beso y de pronto nuestras lenguas se encontraron. Cada movimiento de ella me mojaba más, mis manos estaban en su cuello y ella me tenía de la cintura. No sabía que hacer así que deje que ella tomara la iniciativa y lo entendió bien, pues sus manos empezaron a buscar debajo de mi falda. Entonces las mias comenzaron a descender a sus tetas poco a poco.
Ella tomo mis manos y las colocó sobre ese par que moría por tocar, por jugar y las apretó. Sus pezones saltaron inmediatamente y no me equivoqué, eran grandes.. los jugué, los aprete un poco. Quería arrancarle la ropa y besar todo su cuerpo. Ella de mientras me acariciaba las nalgas, cuando sentí que movía mi tanguita; comenzó a acariciar mi concha y yo ya no podía con tanto. Sentía que mi humedad escurría. Fue cuando me preguntó si ibámos a otro lado a lo cual accedí, pero no pudimos llegar lejos. La calentura nos ganó. Al subirnos al carro, seguímos besándonos. Yo me acomodé la falda para que me tocara, quería sentir sus dedos dentro y cuando voltee a verla, me lancé sobre sus tetas, así que me coloqué encima de ella, para poder quitarle el vestido negro. Le baje los hombros y sus melones quedaron al aire. No podía creer lo que veía. Eran perfectos, enormes, suaves, con los pezones grandes, cafes y duros.
Clavé mi cara en el medio y los agité, la sensación de su piel tan suave me excitó tanto. Le agarre una teta y se la bese y al llegar al pezón lo lamí, lo jugué con mi lengua y lo mamé mientras con una mano tocaba la otra teta y con la otra me detenía en el asiento. Escuché su respiración entrecortada, le seguí mamando un rato hasta que me dijo que era su turno. Me abrió la blusa y me bajó el brassier. Dejo mis tetas al aire y comenzó a lamerlas. Las junto y los pezones quedaron juntos, y así se los llevó a la boca.. yo estaba que gemía, su lengua era lo mejor. Me los mordió un poquito, lo suficiente para hacerme retorcer de placer y gemir más fuerte.
De pronto clavó la mirada en mi falda, la subió a mi cintura mientras me acariciaba las piernas y ví como se relamía los labios, yo ya quería sentir su lengua en mi concha. Moría por ser comida por una mujer. No tardó mucho en suceder. Me empezó a jugar la concha y movió la tanga a un lado, cuando pasó sus dedos por mi rajita, me los enseñó, llenos de fluidos. Abrí la boca para que me los diera, pero los chupo ella. Entonces yo hice lo mismo. Le meti la mano. Fue la mejor sensación. Su conchita depilada, suave, resbalando con mi mano. Estaba mojadísima también. Trate de sacar lo más de jugos que pudiera, se los mostré y me los llevé a la boca. Los lamí lentamente extasiada. Era delicioso el sabor.
Me reclinó sobre el tablero, mis piernas estaban sobre las suyas y me pidió que me subiera un poco más. Me acomodé y mi concha quedó a la altura perfecta. Ella se acomodó también y se llevó mi chochito a la boca. El sentir el roce de sus labios hizo que me mojara aún más, pero cuando empezó a lamerme, sentí como una corriente me recorría. Mis manos se fueron a mis tetas en automatico. Me pellizcaba los pezones mientras ella, pasaba casa rincón de mi concha con su lengua. Me succionó el clítoris haciendome gritar de placer. Ya quería correrme pero quería esperar a frotarle mis jugos en su concha. Me temblaban las piernas y sabía que no iba a aguantar mucho.
Recliné su asiento y le dije que ahora me tocaba a mi. Le subí el vestido y le moví el calzón. Tenía enfrente de mi lo que tanto había deseado, así que aspiré su aroma, me moje los labios y empece a darle besos por toda la rajita. Estaba mojadisima, sentía como sus jugos se me embarraban por los labios y el mentón. La lamí completa sin separarle los labios, cabía perfecto en mi boca. Poco a poco le abri los labios y empecé a meterle mi lengua. Ella se movía y gemía. Sus gemidos eran como ronrroneos suaves y excitantes. Vi que se tocaba las tetas también y esa imagen me enloqueció.
Su clìtoris estaba hinchado, riquísimo. Se lo lamí y lo mamé un rato, quería que me diera todos los jugos que pudiera. Me bajé a su hoyito y le metí la lengua. Estaba calientita por dentro, quería seguir pero yo sabía que ya iba a correrme así que con ella tendida en el asiento del copiloto, abierta de piernas, me incorporé y me le acomodé de manera que nuestras conchas se tocaran, gemimos las dos. Nuestra humedad era una. Su clítoris se frotaba con el mío y nuestras rajitas empapadas subían y bajaban ritmicamente. Yo ya no podía más. Ella jugaba con mis tetas de vez en cuando y yo le pellizcaba un pezón. Empezamos a movernos más y más fuerte y por fin, nos corrimos juntas. Era impresionante la cantidad de jugo que sacamos, se hizo cremoso, delicioso. Yo estaba agotada pero moría por seguir follando con ella, pero ella tenía que llegar a casa. Nos acomodamos la ropa y todo el camino fuimos jugueteando, nos acariciabamos la concha o nos tocabamos las tetas.
Yo no lo podía creer. Mi primera experiencia con otra mujer.
De ahí, surgieron más historias, que serán para otro día.