Descubriendo mi cuerpo y mis deseos Parte 2
Estaba toda mojada, mis dedos ya no me satisfacían, tomé mi cepillo para el pelo, mi acompañante fiel en mis calenturas, me lo metí a la boca, imaginaba que era la verga de Rafa, le estaba haciendo sexo oral, se la estaba mamando.
El constante recuerdo de mi novio haciendo el amor con su prima me seguía atormentando. Sin embargo, descubrí que ese tormento se debía a que usaba lo que había visto para masturbarme. Lo que pasó provocó algo que hacía que me sintiera caliente todo el tiempo; me gustó lo que vi.
Me empecé a masturbar casi todos los días y ya no me sentía triste, me sentía culpable pero no por hacerlo, sino por mi novio.
Le había cerrado las puertas, y en todo este tiempo lo vi unas dos veces y por unos momentos. No le permití ni besos ni abrazos. Y a pesar de eso, de mis malos tratos, siempre se portó bien conmigo.
Nunca le confesé que lo descubrí con su prima, nunca le confesé que me decepcionó pero sobre todo, nunca le confesé que me había gustado lo que había hecho “¿Cómo?” Sentía que la relación estaba mal por mí. “Si tan solo pudiera…”
Relato anterior --> http://www.todorelatos.com/relato/108115/
Mediados de Noviembre
En la escuela, mis amigas notaron mi tristeza y les conté, sin detalles, que estaba enojada con mi novio. Ellas me animaron a conocer a otras personas, y me presentaron a un primo del novio de una amiga. La cita se dio el viernes después de clases. Me tomaron por sorpresa así que no me quedó de otra más que aceptar. Salimos mi amiga, su novio, el primo y yo.
Cuando lo vi, debo decir, que no era tan guapo como Rafa, pero no era feo. Muy simpático, se llamaba Eduardo. Fuimos a comer, después al cine y se nos fue el día. Todo el tiempo pensaba en Rafa. No se me hacia justo lo que estaba pasando.
Ya en la noche, fuimos a la plaza los 4. En un punto, mi amiga y su novio se fueron, con la excusa de que se les olvidó algo y que regresaban rápido. Sabía perfectamente que nos querían dejar solos.
Nos sentamos en una banca. Ninguno dijo nada. Yo no tenía que decir. Me sentía incomoda. En ocasiones, nos mirábamos y nos reíamos y decíamos cosas sin sentido.
Pasaron unos 40 minutos:
-Aquellos se tardan mucho. –Me dijo Eduardo.
-Sí. –No supe que decir.
-Y ¿Si nos vamos al auto? Está un poco frio. –Dijo.
-Bueno. –Acepté y nos fuimos.
Llegamos al auto y nos subimos. De nuevo silencio. Seguía pensando en Rafa, en su prima-mi amiga. En la escena.
Eduardo me agarró la mano, no dije nada. Mi mirada seguía hacia abajo. Pero sentí como se aceleraba mi corazón, de miedo, de excitación.
-Me gustas mucho. –Me dijo Eduardo.
No le respondí. Yo seguía pensando en mi novio. Sentí como se iba acercando, volteé a verlo. Quedamos muy cerca. Nos besamos. No sé que me pasó, pero deseaba el beso desde lo más profundo de mí. Nuestras lenguas jugaron un rato, pensaba “Lo siento Rafa, no pude evitarlo”.
Me soltó de la mano y puso uno de sus dedos en mi pierna, y la subió hasta llegar a mi cintura. Me acarició un rato, luego la bajó de nuevo a mi pierna, y subió mi falda un poco (de la escuela); pude sentir su mano fría como iba entrando a mi entrepierna. Acariciaba mis muslos. Lo dejé de besar y él siguió besando mi cuello.
-No. –Le dije en medio de gemidos. Ese era un “no” traducido a un “si”.
Eduardo llegó a la entrada de mi cuevita pero ahí se detuvo por mi short. Intentó meter, de igual manera, un dedo, sin éxito, pero como quiera pude sentirlo, y solté un chorro que hizo que mojara mi ropa interior y mi short. Gemí de satisfacción. De nuevo nos besamos.
-Vamos a buscarlos a la casa. –Me dijo. –A lo mejor ahí están.
Asentí todavía sin poder recuperarme de la rica sensación.
La casa no estaba lejos, pero todo el camino me fue agarrando la pierna, metía la mano a mi cuevita, la sacaba, me besaba cuando podía. Estaba disfrutando mucho, yo de sus caricias y Eduardo de mi cuerpo.
Llegamos y estacionó el auto en la entrada de su casa. Bajamos y entramos en la casa. Estaba muy oscuro.
-No, aquí no están. –Me dijo.
Yo sabía que no estaban ahí, me llevó a su casa para estar solos, para hacer el amor. Y no sé porque pero yo quería, pero me llegaba el recuerdo de Rafa y no quería hacerlo.
No avanzamos ni dos pasos dentro de la casa, me agarró por detrás, de mi cintura, se me acercó, pude sentir su pene erecto y me besó el cuello. Yo cedí. Me volteó y nos besamos; y sin dejar de hacerlo me llevó hasta el sillón, así a oscuras. Estaba todo en silencio, solo se escuchaban nuestros besos. Se sentó y luego me hizo la seña de que me sentara arriba de él. Así lo hice. “Lo siento Rafa, no puedo detenerme”
Sentí su pene chocar mi short, Eduardo me agarró de la cintura y me levantó, luego me dejó caer. Lo hizo un par de veces. Pronto entendí lo que estaba haciendo y lo empecé hacer yo sola. Arriba, abajo, mientras nos besábamos.
-Levántate poquito. –Me dijo.
Me bajé completamente y me senté a un lado. Por la oscuridad no miraba bien, pero si supe lo que estaba haciendo: se bajó hasta las rodillas su pantalón y su ropa interior.
-Quítate tu short y tu calzón y te subes aquí. –Me dijo, indicando su pene.
Estaba poseída, acepté sin oponer resistencia alguna. Me bajé el short y mi ropa interior, sin quitarme la falda. Así como estaba parada, Eduardo se me acercó y metió primero uno, luego dos dedos y me empezó a masturbar. Rápidamente sentí que me llegó esa rica sensación, gemí fuerte.
Eduardo sacó sus dedos, yo seguía parada y disfrutando. Vi como sacó algo de la bolsa de su pantalón.
-Un condón. –Me dijo. –Hay que cuidarnos.
Abrió, el paquete y sacó un plástico que se puso en el pene. Se lo acomodó.
-Ahora sí, vente aquí arriba. –Me dijo.
“Lo siento Rafa, no quiero hacerlo y al mismo tiempo lo deseo tanto, no puedo evitarlo. Me gusta esto. Te lo compensaré.” Pensaba.
De pronto escuché la puerta de la casa abrirse. Ni siquiera me había movido de mi lugar, me agaché a recoger mi short y mi ropa interior y me senté a lado de Eduardo. Este hizo lo mismo, se levantó de un brinco y se subió el pantalón y sentó de nuevo. Encendieron la luz.
-¿Qué hacían? –Preguntó mi amiga con una sonrisa de oreja a oreja, atrás apareció su novio.
Me morí de la pena, estaba sudada, roja, agitada, sin duda pensaban que estábamos haciéndolo. Y con razón, si lo hacíamos. Bajé mi cabeza y no dije nada.
-¿Y ustedes donde estaban? –Preguntó Eduardo.
-Fuimos a comprar unas cosas y luego nos vinimos aquí a la casa a hacer otras cosas. –Dijo su primo. Se rió y le dio un beso a mi amiga. –Pero veo que nos ganaron ¿eh?
No me gustó lo que decía ni el tono, pero era la verdad.
-Bueno, los dejamos tranquilos. –Dijo mi amiga. –Nosotros nos vamos “a otro lado”. –Indicó con su mano un cuarto. –Cuídense.
Y se fueron. Durante un momento ninguno de los dos dijo nada. Hasta que Eduardo habló:
-Nos arruinaron el momento.
-Sí. –Dije a secas. –Llévame a mi casa.
-Está bien. –Aceptó. Me puse el short y la ropa interior y nos fuimos.
Ya fuera de mi casa.
-¿Nos vamos a volver a ver? –Me preguntó.
-No. Tengo novio y lo amo mucho. –Le dije.
-Y ¿Lo de ahorita? ¿Qué fue? –Me preguntó desconcertado.
-No se pero ya no quiero nada. Como te digo, tengo novio. –Y me bajé de su auto antes de que dijera algo más.
Entré a mi casa. Mi tía aun no llegaba del trabajo, faltaba mucho. Aproveché eso, me había quedado con las ganas, seguía excitada, muy excitada. Encendí la computadora de mi tía. Tecleé: “Videos porno”. Iba a masturbarme.
Entré a una página que visitaba muy a menudo. En cuanto se abrió, vi una gran cantidad de videos; había aprendido un poco sobre posiciones. Lo primero que busqué fue sexo normal pero en “posición de perrito”. Me gustaba ver esa posición e imaginarme a mi novio y a su prima haciéndolo. Abrí el primer video “la maestra y el alumno”. La fantasía se me hacía muy poco creíble. No me gustaba pero era lo que había.
La maestra, con un cuerpazo. Vestida con minifalda, y con un escote muy marcado. Con lentes y una varita. Le daba clases a un alumno, muy guapo, con un cuerpo increíble. En un punto del video, la maestra empezó a seducir al alumno y terminaron por hacerlo de todas las maneras posibles en el escritorio. Yo solo ponía atención es las partes donde se ponían de perrito; parados y sobre el escritorio. La maestra terminó de rodillas dándole sexo oral al alumno (que tenía un pene enorme) y este bañándole la cara de semen.
Vi un par de videos más. Me gustaba leer los comentarios de la gente.
“Que buena la mujer, increíble cogida que dio y que le dieron”
“En el minuto 3:48, cuando muestra el culo y su panochita. Para tenerla así”
“Yo me la cogería todos los días a todas horas”
“Con esas tetas se antoja una rusa”
“Enorme la verga del tipo. Y que rico se ve el semen”
“Esa verga la quiero sentir dentro de mi”
“Yo tengo una verga igual de grande. Para las que gusten”
Entre otros comentarios.
Yo ni siquiera había empezado a tocarme. Estaba más caliente que cuando llegué y debo decir que ya había sentido esa rica sensación solo viendo los videos. Me quité el short y la ropa interior y me quedé solo en falda. Puse un video de sexo oral. Abrí un poco mis piernas y empecé despacio a tocarme.
La verga del tipo era enorme. La mujer empezó pasando su lengua por todo el falo. De arriba-abajo y de abajo-arriba. Luego se detenía en la punta y con su lengua jugaba en ese lugar. Después se la metió en la boca, hasta el fondo. “¿Como le entra?”. Se movía hacia arriba y hacia abajo, rápido. Se la sacaba, para tomar aire. La verga salía toda llena de saliva. Ella lo seguía masturbando con la mano.
Estaba toda mojada, mis dedos ya no me satisfacían, tomé mi cepillo para el pelo, mi acompañante fiel en mis calenturas, me lo metí a la boca, imaginaba que era la verga de Rafa, le estaba haciendo sexo oral, se la estaba mamando. La llené de saliva, y cuando estaba toda llena, lo guié hasta mi cuevita. Lo introduje, solté un gemido, lo metí completamente. Empecé un mete y saca.
A los 10 segundos me llegó esa rica sensación. Al mismo tiempo que el tipo del video porno vaciaba su semen en la cara de la mujer.
Estaba disfrutando de la sensación que sentía, estaba agitada, loca. En eso escucho que tocan a la puerta de la casa. Me levanté de un brinco, me acomodé la falda sin ponerme ni el short ni la ropa interior. Mal disfruté de la sensación. Tomé aire y corrí a abrir la puerta.
Al abrirla, me sorprendió la persona que vi. Me excité aun más.
-Hola, amor, ¿Cómo estás? –Me saludó Rafa.
Continuará.