Descubriendo mi cuerpo y mis deseos Parte 1

Por un momento me imaginé empinada, desnuda, y Rafa entre mis nalgas. Sentí esa rica sensación. Solté un grito, un gemido que sin duda se escuchó en toda la casa. Rafa y Andrea se rieron.

Me detuve a pensar en lo que había pasado, en lo que había visto. Mi novio, haciendo el amor con mi mejor amiga, con su prima. Era increíble.

Estaba frente a la puerta de la casa, quería salir corriendo, decirles a mi suegra y a la mamá de Andrea lo que había pasado. Pero también quería una explicación, quería desahogarme, gritarles, reclamarles. Pero tenía miedo.

Y seguía excitada por la escena, ver a dos personas haciendo el amor encendió por un momento algo en mí. Me gustó la sensación, pero eso me daba a entender que aceptaba lo que había pasado y me sentía peor. Los odiaba.

Muchos sentimientos se me acumularon durante 5 minutos. Pasado ese tiempo, decidí que era momento de ir a enfrentarlos. Regresé al cuarto. Iba temblando, cada paso que daba, era una decisión diferente. “Sí les reclamo. No les reclamo. Sí les reclamo. No les reclamo.” Mi corazón latió muy deprisa. Llegué al cuarto y me detuve frente a la puerta.

Justo en el momento que iba abrir la puerta, se abrió y salió Andrea. Quedé en shock. Nos miramos a los ojos. Pude notar en su mirada una alegría inmensa. La vi y se miraba hermosa, ella es hermosa por naturaleza. Físicamente ella es una modelo. Pero en ese momento en ella se notaba una belleza aun mayor. Y transmitía la felicidad que tenía.

-Hola Julia. –Me saludó y me abrazó.

¿Cómo era posible tanta hipocresía? Hace 5 minutos estuvo haciendo el amor con su primo, con mi novio, y en ese momento me estaba saludando como si nada. Sentí una ira inmensa dentro de mí. Quise reclamarle, gritarle. Abrí mi boca para decirle algo pero el miedo que ganó. No pude. Agaché mi cabeza.

Noté que su pantalón aun estaba desabrochado.

-Voy al baño, ya me haciendo. –Me dijo y se rió. –Regreso.

Cuando reaccioné, ya había desparecido. Mucho mejor, tendría tiempo a solas con Rafa y así podría reclamarle por lo que me hizo. Con él tenía más confianza y no me daba miedo. Abrí la puerta del cuarto y Rafa estaba agachado atándose la cinta de sus zapatos.

-Amor. –Gritó. Corrió hacia mí, me abrazó, me cargó y me dio vueltas en el aire. Me bajó y me dio un beso. Me sorprendió.

Al igual que Andrea, a Rafa también se le notaba una alegría inmensa. Estaba muy diferente. Nunca lo había sentido así. Por un momento olvidé el engaño y me dediqué a disfrutar del sentimiento que me transmitieron Rafa y Andrea. Le regresé el beso, lo abracé. Le dije que lo amaba.

“No Julia, recuerda lo que te hicieron.” Empecé a temblar.Lo separé de un empujón.

-¿Qué pasa? –Preguntó desconcertado Rafa.

Tenía miedo. No encontraba las palabras para decirle lo que sentía. No me atrevía. “Se ve muy feliz, aun lo amo y no quiero arruinarle el momento. Me sacrificaré por este día y después le reclamaré.”

-Nada. –Le respondí.

Bien o mal, fue una decisión que tomé rápido y sin pensar mucho. Lo hice por Rafa, por la felicidad que traía en ese momento. Que excusa tan tonta. Fue miedo, tuve miedo de perderlo, de reclamarle. Pero me quedaba un poco de orgullo, no iba a perdonarlo. De eso si estaba muy segura.

Estuvimos los 3 conviviendo casi por dos horas. Ellos notaron que no estaba muy bien, y me preguntaron que me pasaba. No les dije la verdad. Llegó el momento de irme y no les dije nada. Me fui con la tristeza dentro de mí.

Llegué a mi casa, tuve que fingir que todo estaba bien. Cayó la noche. Ya en mi cama se me vino a la mente la imagen de Rafa besando a Andrea, no pude contenerme y lloré hasta dormir.

El fin de semana pasó muy lento. Sobre todo porque Rafa me estuvo enviando mensajes a mi teléfono y también me estuvo llamando. No le respondí ni a sus mensajes ni a sus llamadas. Solo le envié un mensaje diciéndole que me sentía mal de salud y que no podía verlo.

Fue una agonía hasta el domingo en la noche. Por tercera noche consecutiva, lloré hasta dormir.

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Abrí mis ojos, se escuchaba mucho ruido en mi casa. Había mucha luz fuera, de seguro ya era tarde. “¿Tarde?” Di un brinco de la cama, se me había hecho tarde para ir a la escuela. Nadie me despertó. Bajé las escaleras y vi a toda mi familia en la sala.

-Se te hizo tarde. –Me dijo mi mamá apenas llegué a la sala.

-¿Por qué no me despertaste? –Le pregunté.

-Te vi dormida, por cierto, te miras muy linda cuando duermes. Y no quise despertarte. –Dijo. Me sorprendieron sus palabras. –Ya que no fuiste hoy a la escuela, ¿No quieres ir a ver a Rafa?

Estas palabras también me sorprendieron. Lo que menos quería en ese momento era ver a mi novio. Obvio le dije que no, pero mi mamá insistió tanto que al final fuimos a su casa. Cuando llegamos:

-Vamos, te acompaño. –Me dijo.

Todo estaba muy raro. Era muy temprano, el día apenas iniciaba. Y yo estaba en la casa de Rafa con mi mamá. Bajamos, tocamos a la puerta y nadie abrió. Entré y me dirigí al cuarto de mi novio. Estaba parada frente a la puerta y recordé lo que había pasado hace un par de días.

Me acerqué a la puerta y alcancé a escuchar gemidos. Me entró un miedo y una angustia inmensa. “¿Otra vez?”

Abrí la puerta de un golpe y ahí estaban:

Andrea, desnuda, empinada, con sus manos en la cama y Rafa, desnudo también, de rodillas con su cabeza entre las nalgas de su prima. Me llegó un coraje y al mismo tiempo, una excitación enorme.

Me quedé paralizada viendo la escena. Cerré la puerta y no dije nada. Rápidamente me mojé.

-Te gusta lo que ves, ¿verdad que si, amiga? –Me sorprendieron las palabras de Andrea. Se rió. No dije nada. –Que rico. Mas. Mas. Mas. –Empezó a gemir mi amiga. Empujó su cuerpo hacia Rafa, que se notaba que disfrutaba mucho.

-Deseo mucho hacerte esto que le estoy haciendo a mi prima, amor. –Me dijo mi novio.

Por un momento me imaginé empinada, desnuda, y Rafa entre mis nalgas. Sentí esa rica sensación. Solté un grito, un gemido que sin duda se escuchó en toda la casa. Rafa y Andrea se rieron.

-Baja tu ropa, y lleva una mano a tu entrepierna. Y metes uno y después dos dedos. –Me ordenó Andrea y yo lo hice.

Bajé mi pijama y mi ropa interior y guié mi mano hasta mi cuevita. Estaba muy húmeda. Metí un dedo, después dos.

-Bien hecho Julia. –Me felicitó Andrea.

Vi que Rafa se levantó, me dio la espalda y se llevó sus manos a su pene. Después se acomodó detrás de Andrea y se la metió. Empezó con su mete y saca, primero despacio, luego se movió más rápido. Mi amiga gemía como loca. Rafa me miró en todo momento.

Yo no dejaba de ver la escena. Metía y sacaba mis dedos al ritmo de los movimientos que estaban haciendo mi novio y su prima. Cerré mis ojos e imaginé por un momento que Rafa me hacía el amor de la misma manera que se lo estaba haciendo a Andrea. De nuevo me llegó esa rica sensación, que recorrió cada parte de mi cuerpo.

-¿Julia? –Alguien estaba tocando la puerta del cuarto.

Me levanté de un brinco y me subí rápido la ropa.

-¿Quién es? –Pregunté entre gemidos.

-Soy yo, tu mamá. Abre la puerta.

Me entró el peor sentimiento de miedo. Les hice una seña a Rafa y Andrea de que dejaran de hacer lo que hacían, pero ellos ni se inmutaron.

-Más rápido primito, más rápido. –Gritaba, gemía Andrea. –Que profundo.

-Qué rica estás, primita. Qué buena y hermosa estas. –Gimió Rafa.

-¿Quieres ponerte aquí, amiga? –Me preguntó Andrea.

-Sí, ven ponte aquí, amor. –Me dijo Rafa.

Yo no podía creer lo que pasaba. ¿Acaso no se daban cuenta de lo que pasaba?

-¡Los odio! –Les grité.

En ese momento abrí mis ojos y desperté en mi cama. Todo había sido un sueño. Sentí mojado en mi entrepierna. La cama también estaba mojada.

-¿Julia? –Escuché la voz de mi mamá. –Ya despierta, es hora de ir a la escuela.

“¿Qué me pasó?” Me levanté y me fui a darme un baño. A limpiarme. Estaba desconcertada.

Me desnudé y abrí la llave de la regadera. Dejé que el agua me cayera por un rato. Pensaba en Rafa, en Andrea, en la escena.

Sentí unas manos en mi cintura. No dije nada.

-Te amo mucho, mi amor. –Escuché decir a Rafa. Me empezó a dar besos en el cuello. Cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar.

Sentí su pene pegado en mis nalgas. Puse mis manos alrededor de su cuello. Así, dándole la espalda, nuestros labios se unieron. Sus manos se posaron en mis pechos, los acarició, y poco a poco las fue bajando por mi vientre, por mi cintura, y de nuevo las subía a mis pechos. Me acariciaba el cuerpo.

-Házmelo como se lo hiciste a Andrea. –Le dije entre gemidos.

No sabía porque decía esas palabras, lo que si sabía es que quería probar, sentir lo que hace unos días, Andrea había hecho y disfrutado tanto.

Rafa se separó de mí y puso una de sus manos en mi espalda. Me indicó que me inclinara y así lo hice con mucho gusto. Mi novio se puso de rodillas y me separó las piernas. Con sus manos me abrió mis nalgas y sentí como metió su lengua en mi cuevita.

En ese momento solté un chorro y me llegó esa rica sensación. Imaginé la escena entre Rafa y Andrea y sentí aun más rico.

-Que rico. –Gemí. –Que rico. –Gemí. –Que rico.

Empujé mi cuerpo, mis nalgas, hacia Rafa, así como lo había hecho mi amiga. Estaba disfrutando muchísimo. Pero no quería esperar más:

-Ya házmelo, ya métemela. –Le ordené entre gemidos.

Rafa se levantó y de un golpe me la metió. Abrí mis ojos lo más que pude y solté un grito. El dolor era increíblemente rico y lo podía sentir muy profundo. Mi novio se empezó a mover. Primero lento, después aceleró. Se escuchaba como golpeaba su cuerpo con mis nalgas, que estaban mojadas. Se inclinó para agarrar mis pechos, lo sentí aun más profundo.

Me llegó de nuevo esa rica sensación.

-Me vengo. –Gimió Rafa.

Se me vino la imagen de Andrea.

-En mis pechos. –Le dije.

Me volteé y me puse de rodillas, lista para recibir el semen en mis pechos. Mi novio apuntó su pene a mis pechos y expulsó su semen. Me llenó toda.

-Está muy calientita. –Dije. –Te amo mucho, bebé.

Cerré mis ojos y levanté mi cabeza. El agua me caía en toda la cara.

Abrí mis ojos. No vi a Rafa. “¿Se fue? Que idea tan tonta”. Vi mis pechos, no vi rastro de semen. De pronto me di cuenta, todo había pasado en mi imaginación, nunca estuvo mi novio ahí, nunca metió su cabeza en mis nalgas, no me había hecho el amor en ese momento.

Yo solo había estado fantaseando, y me había masturbado.

Lloré.

¿Qué me estaba pasando?

Continuará.