Descubriendo mi cuerpo
Una mañana de clase, Silvia nos trajo una de las revistas que su hermano utilizaba cuando se masturbaba. Creo que todas estábamos impacientes de que llegara la hora del descanso para que Silvia pudiera enseñarnos la revista. Algo nerviosas por la impaciencia, nos encerramos las cuatro en un baño...
Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mis
, donde podréis saber un poco más de mí y donde podréis encontrar algunas de mis travesuras morbosas, mis fantasías y algunos juegos de complicidad que espero sean de vuestro agrado.
Algunos de vosotros me habéis escrito preguntándome a qué edad descubrí el sexo y sí podía explicarlo en forma de relato. La idea de mirar al pasado, de alguna forma me divierte y aunque han pasado muchos años y seguramente no recordaré muchos de los detalles, voy a intentar complaceros.
No recuerdo muy bien la edad que tenía, eran mis primeros años de instituto, y aunque yo por aquel entonces era una chica tímida, siempre abría bien los oídos cuando mis amigas hablaban del tema o comentaban cosas sobre los chicos.
Recuerdo que en la clase había una chica algo mayor que se llamaba Silvia y que repetía curso, ella siempre se las daba de saberlo todo sobre los chicos y nos contaba mil cosas que nosotras escuchábamos con mucha atención como si nos estuviera dando una clase.
En el patío, nos juntábamos con mis amigas Ana Mari y Bea, y la escuchábamos embobadas cuando nos explicaba que espiaba a su hermano mayor cuando se masturbaba. Recuerdo, que en una ocasión en la que Silvia nos estaba contando que había visto correrse a su hermano frente a un espejo…, Ana Mari, que era muy inocente, se le ocurrió preguntar si la leche era como la que se bebía ella cada mañana para desayunar…. Ninguna de nosotras tenía ni la menor idea de cuál podría ser el sabor de una corrida, pero nos reímos como tontas.
Mi cuerpo ya había cambiado y yo me miraba cada noche con curiosidad frente al espejo preguntándome si los chicos se fijarían en mí. Exploraba mi cuerpo recorriéndolo con mis manos y me paraba tocándome los pechos preguntándome si sentía algo más que un ligero cosquilleo…
Una mañana, nuestra amiga Silvia nos confesó que la noche pasada había tenido un orgasmo acariciándose con sus dedos y que había sido una pasada. Desde entonces cada mañana nos contaba que lo había repetido y que lo teníamos que probar.
Nosotras la escuchábamos curiosas y nos reíamos cuando Ana Mari se le ocurría preguntar alguna tontería del tipo si era malo, si podía enfermar…o cosas parecidas.
Sea como sea, mi curiosidad iba en aumento y por la noche, cuando me acostaba entre mis sabanas, no podía evitar rozarme con los dedos sintiendo un rico cosquilleo pero sin llegar a más.
Silvia nos preguntaba cada mañana si lo habíamos probado, nos llamaba tontas al saber que ninguna lo había hecho y seguía alimentando nuestra curiosidad cuando nos contaba cosas sobre su hermano mayor.
Una mañana de clase, Silvia nos trajo una de las revistas que su hermano utilizaba cuando se masturbaba. Creo que todas estábamos impacientes de que llegara la hora del descanso para que Silvia pudiera enseñarnos la revista. Algo nerviosas por la impaciencia, nos encerramos las cuatro en un baño como si estuviéramos haciendo algo prohibido.
Silvia se reía de nosotras al vernos así de revolucionadas, pero finalmente sacó la revista de su bolso mostrándonos las fotos que tanto deseábamos ver.
Por supuesto todas habíamos visto por televisión o en el cine alguna escena de sexo pero ninguna de mis amigas excepto Silvia, habíamos visto hasta entonces imágenes de sexo tan explícitas. Ante nuestros ojos, Silvia nos mostraba fotos de mujeres totalmente desnudas que pajeaban pollas que nos parecían enormes entre sus pequeñas manos.
No pudimos dejar escapar una exclamación de sorpresa al ver la foto de una chica chupando una polla enorme y en la que en otra foto terminaba corriéndose en su boca y en su mejilla.
Al ver nuestras reacciones, Silvia se mofaba de nosotras y entre risas y bromas nos preguntaba si ya habíamos mojado las braguitas. La verdad era que nosotras seguíamos mirando la revista con tanta atención que apenas le hacíamos caso. Yo sentía las mejillas encendidas y me sentía acalorada…me hacía mil preguntas tontas sobre las imágenes que estaba viendo y supongo que era inevitable que me surgieran dudas acerca de si a mi me gustaría chuparla, si me haría daño o cosas parecidas.
Abrimos nuestros ojos como platos al ver un mosaico de fotos en las páginas centrales. En las fotos aparecía una chica rubia rodeada por un grupo de hombres de color desnudos y excitados que de una manera u otra le ofrecían sus pollas para que ella les pajeara con sus manos o con su boca…mientras esperaban el turno para follarla y terminaban corriéndose en grupo sobre el cuerpo de la mujer.
Silvia seguía divirtiéndose a nuestra costa, mofándose e intentando levantarnos la falda con el pretexto de comprobar si habíamos manchado las braguitas.
Finalmente regresamos a clase sin dejar de comentar entre bromas y risas las fotos que habíamos visto…pero en el fondo debo de reconocer que mi deseo por explorar y descubrir ese mundo nuevo iba en aumento.
Durante el resto de la clase apenas pude prestar atención, mis pensamientos seguían en esas fotos que acababa de ver y si ello no fuera poco Silvia nos pasaba papelitos en los que escribía que sabía en lo que estábamos pensando y nos dibujaba una polla…
Cuando finalizó la clase, Silvia se me acercó y me ofreció prestarme la revista con la condición de que se la devolviera al día siguiente y que le contara lo que hubiera hecho.
Yo deseaba volver a ver esas fotos en la intimidad de mi habitación y sin pensármelo mucho acepté y agradecí el ofrecimiento de mi amiga. Puse la revista entre mis libros y no me demoré en regresar a casa.
Cuando llegué a casa le dije a mi madre que tenía que estudiar para un examen que nos habían puesto para el día siguiente y me encerré en mi habitación impaciente por sacar la revista y volver a ojearla.
Me tumbe en la cama y mientras miraba la revista, me preguntaba si yo me parecía en algo a esas mujeres que salían fotografiadas. Todas aparecían muy maquilladas y yo apenas utilizaba un ligero toque de colorete y alguna cremita para ocultar alguna espinilla…
Sus pechos eran grandes, muy distintos a los míos que a pesar de que ya habían crecido no eran ni mucho menos tan grandes como los de esas mujeres…
Sin dejar de mirar las fotos, ¡me empecé a mirar al espejo y una horrible idea se cruzó por mi cabeza…no me veía atractiva…tierra trágame!!!!
Supongo que de una u otra manera afloraban mis inseguridades, pero yo sentía la necesidad de averiguar si de alguna forma podía llegar a parecerme a esas mujeres…
Me paré a fijarme en la ropa que llevaban cuando en alguna foto aparecían aun vestidas. Todas ellas llevaban prendas muy sensuales, algunas aparecían directamente con bonitos conjuntos eróticos de lencería donde las medias y ligueros adquirían protagonismo, otras, llevaban algún minivestido con medias y zapatos de tacón alto de aguja, que les daban una imagen elegante, sofisticada y sensual…
Yo no tenía en mi armario ninguna prenda parecida y sentía como me estaba deprimiendo por momentos.
Las fotos de nuevo iban pasando ante mis ojos y aunque me fijara en esos detalles, mi atención se centraba en ellos, en sus cuerpos atléticos, sus abdominales bien musculados, sus grandes espaldas, sus fuertes brazos y por supuesto en sus enormes pollas…
De nuevo sentía mis mejillas acaloradas y no pude evitar colar mi mano por debajo de mi falda para comprobar que efectivamente mis braguitas estaban mojadas.
Me paré en un book de fotos de una chica universitaria que aparecía vestida con una minifaldita escocesa plisada y una blusita blanca semitransparente en la que se dibujaban claramente sus pezones oscuros.
La minifaldita era extremadamente corta y en alguna de las fotos en las que seducía a un joven profesor se descubría que no llevaba braguitas…
En mi armario recordaba que tenía una falda parecida de mi época de colegiala, por supuesto no la recordaba tan corta, pero yo tampoco era ya una niña…así que decidí probármela para comprobar como me quedaba.
Cuando encontré la faldita me pareció mucho más pequeña de lo que recordaba, afortunadamente el ajuste de velcro de la cintura permitía que pudiera probármela sin problemas y cuando me vi frente al espejo no pude hacer otra cosa que sonreír por el resultado…
La faldita me quedaba algo estrecha de cintura, pero el velcro hace maravillas y aunque me parecía que era algo más corta que la chica de la foto no me importaba porque tampoco pensaba salir a la calle así vestida.
También me cambié la camiseta que llevaba por una blusita, no sin antes quitarme el sujetador y las braguitas para jugar frente al espejo imaginando que yo era la chica de la foto…que deseaba seducir al profesor….
Me sorprendí a mí misma pensando en uno de mis profesores e imaginando si su polla sería como la que tenía la chica entre sus manos …de nuevo sentí mis mejillas acaloradas. Mis ojos ya no podían dejar de mirar esa polla que me parecía enorme y que imaginaba tenerla entre mis manos...
Me tumbé en la cama sin dejar de mirar las fotos al mismo tiempo que mis dedos ya habían empezado a rozar mis pechos, mis muslos…deseaba sentirlos entre mis piernas, y acariciar mis labios con suavidad…me sorprendí de nuevo al sentir lo mojada que estaba.
Mis dedos se fueron empapando por completo y mi deseo seguía creciendo…comprendí que ya nada iba impedir que ese día descubriera lo que significaba sentir un profundo estremecimiento de placer que convulsionó todo mi cuerpo dejándome felizmente extasiada sobre la cama.
Al día siguiente le devolví la revista a mi amiga Silvia que acompañé con una sonrisa como señal de que ya lo había probado… No hizo falta mucho más en ese momento aunque más tarde me pidió que le explicara los detalles tal como me había comprometido siendo el inicio de una bonita amistad plena de confidencias y complicidades que espero ir contando en próximos relatos.
Espero que os gusten mis relatos y que me hagáis llegar vuestros comentarios a
lynda.bcn@hotmail.com