Descubriendo lo que deseaba

Relato de mi primera infidelidad y de como me hizo sentir cosas que había olvidado.

DESCUBRIENDO LO QUE DESEABA

Hola a todos los lectores de esta gran página de relatos eróticos. Mi nombre es Sonia y me he decidido a relatar la noche que me hizo entender que era hora de aparcar mi matrimonio para experimentar todo lo que no probé de joven.

Conocí a Mateo (mi marido) con 16 años y comenzamos una relación de pareja en el instituto. Con 17 años perdí mi virginidad con él y no he tenido otra pareja en toda mi vida. Por problemas familiares mios me apoyé mucho en la relación desde el principio y al final buscamos una salida para estar juntos. Con 18 años tuve a mi hijo Daniel y eso nos llevó al altar. El sexo con mi marido siempre pensé que era bueno, aunque no tenía con que comparar. No me importa reconocer que casi todo lo que sé del sexo lo aprendí a traves de las películas porno que veíamos Mateo y yo. Nos gustaba imitar casi todo lo que nos mostraban los videos. Así, probamos el sexo oral (que me apasiona tanto hacerlo como que me lo hagan) y el sexo anal (no tan placentero para mi como para él pero aún así muy excitante). Me gusta el sexo y no lo niego, pero todo hasta ese momento era con mi marido. El tiempo pasaba y nos fuimos acomodando en una vida rutinaria, pero hasta este verano no me había parado a pensar hacia donde quería que fuera mi vida.

Actualmente tengo 34 años y mi físico creo que está en plenitud. Soy morena, 1,70m de estatura y unas curvas mi apetitosas; utilizo una talla 95 de sujetador y una 38 de pantalón. Mi cara es normal, ojos marrones y piel mas bien morena, pero si tengo que destacar algo de ella son mis labios, muy carnosos.

Como ya he dicho todo empezó este verano. Trabajo en una gran empresa y tengo muy buenas amigas allí. A propósito de festejar la despedida por las vacaciones estivales, varias mujeres decidimos quedar para cenar y tomar unas copas. Cuando se acercaba el día mi amiga Silvia nos dijo que si nos parecía bien reservaría en un restaurante cercano y luego podríamos ir a una discoteca que ella conocía. Todas estuvimos de acuerdo sabiendo que ella era muy aficionada a los bailes latinos, por otro lado muy de moda este verano. El viernes quedamos todas en un bar para la noche del sábado, con tan mala suerte que esa misma tarde se me adelantó un poco la menstruación. El primer día tengo algún dolor, por lo general no son muy intensos, y los restantes ciertas molestias. El sábado por la tarde me encontraba bastante bien y decidí vestirme para salir. Cuando tengo el periodo me gusta ponerme pantalones porque me da la sensación de ir más protegida, aunque se que sólo son manias. Me puse un pantalón pirata vaquero ajustado y un top rojo.

Llegué al bar a la hora convenida y cuando estuvimos todas pasamos al salón para disfrutar de la cena. Al final eramos 7 a la mesa; además de Silvia, también estaban Aurora y Patricia (con las que me llevo muy bien dentro y fuera del trabajo) y otras tres compañeras con las que no tengo una amistad demasiado amplia fuera del horario laboral. En la cena dimos buena cuenta de por lo menos 4 botellas de un buen vino de ribera del duero, que para personas poco dadas al alcohol pienso que no estaba nada mal.

Salimos del restaurante y fuimos en dirección a la discoteca. En el viaje Silvia nos explicó que el local tenía varias pistas de baile con distintos ambientes pero que a ella le encantaba la pista del perreo. Entre risas comentó que también existía un reservado por si alguna de nosotras ligaba en el transcurso de la noche. Las cuatro que ibamos en el coche bromeamos sobre que nos agarraríamos a unos hombretones para disfrutar de la velada. Salvo Silvia, Aurora, Patri y yo estabamos casadas.

Al llegar ya nos estaban esperando Mar, Esperanza y María en la entrada. Entramos y al recorrer con la vista esa zona del local me di cuenta de que estaba llena de chicos y chicas veinteañeros. Todas seguimos a Silvia y bajamos unas escaleras que nos llevaron a otro ambiente completamente distinto. Allí sonaba música latina y estaba repleta de gente bailando. Nos acercamos a la barra y pedimos unas copas. Se notaba que Silvia era habitual del local porque saludaba por todas partes. Nos dijo que habiamos ido a bailar y que allí siempre se bailaba en pareja, por eso comenzó a presentarnos a todos los amigos suyos que encontraba. Silvia conocía mi predilección por bailar un poco todos esos ritmos y pronto estaba en la pista disfrutando en buena compañía.

Al cabo de una hora más o menos ya estaba cansada de bailar y me dirigí a la barra a por otra copa. Cuando estaba pidiendo se acercó Silvia y me dijo que me iba a presentar a un amigo que me quería conocer. Cogí el vaso y nos movimos unos metros hasta un grupo de hombres a los que ya me había presentado. Todos menos a uno que me miraba sonriente. Al llegar delante de él me lo presentaron como Marcelo y nos dimos dos besos. Nos quedamos hablando un rato mientras los demás volvían a la pista a bailar. Me contó que era de Costa Rica y que llevaba 8 meses en España por motivos de trabajo. Físicamente era atractivo; aproximadamente 1,80m, de piel negra, pero mas bien clara, de cuerpo atlético y con una cara muy juvenil a pesar de sus 32 años. Me invitó a bailar y disfrutamos de unos minutos divertidos bailando reaggeton mientras me llevaba por la pista. Se notaba que sabía bailar muy bien y con unos movimientos muy sensuales. Sin darme cuenta pasé cerca de media hora bailando únicamente con él. Con el paso de los minutos Marcelo empezó a tomar mas confianza conmigo. Se que para bailar bien este tipo de música hay que sentir su sexualidad y dejarte llevar por el experto. Sus manos pasaban por mi cintura, mis costados y mis caderas pero sin sobrepasarse lo más mínimo. Yo disfrutaba mucho con él y fui poco a poco deshinibiéndome. Tocaba sus caderas y su pecho al ritmo de la música sin pensar en nada. De vez en cuando frotaba lígeramente mi culo contra su paquete llevada por el ritmo y los movimientos cada vez más provocativos de la gente que nos rodeaba. Pensé que lo que estaba haciendo podía dar pie a malos entendidos con Marcelo, pero me dije que un día es un día y que además estaba acompañada; vamos que no me podía pasar nada. Pero en un momento en los que yo estaba en esa posición Marcelo, llevando el ritmo de la música, se atrevió a darme un par de pequeños azotes en el culo. Yo me quedé cortada un poco y decidí no darlo más importancia de la que tenía. Las palmaditas se hacían cada vez más frecuentes y yo me empecé a preocupar un poco. Nuestros cuerpos se frotaban en la pista como no lo había hecho con nadie en mi vida. No digo que no me gustara pero no podía permitir eso. Al acabar la canción hicimos otra parada para descansar y nos dirigimos a la barra. Estuve hablando unos minutos cuando Silvia me cogió del brazo y me dijo que iba al servicio. La acompañé y antes de salir me preguntó que qué tal con Marcelo. Contesté que muy bien, que me estaba divirtiendo mucho. Me dijo que él había preguntado si yo estaba casada ya que se sentía atraído por mi. Reconozco que por dentro me sentí de maravilla. La expliqué que aunque me parecía muy atractivo no quería nada con él. Silvia conoce mucho mi vida y lleva animándome a probar otra "carne" que no sea la de mi marido mucho tiempo. Me dijo, con una sonrira picarona, que me entendía pero que no tuviera ningún mal pensamiento en la cabeza y que me lo pasara bien. Salimos otra vez hacia la pista dejándola bien claro que no buscaba nada con Marcelo ni con nadie. Silvia se había limitado a sonreir y a decirme que disfrutara de la noche y me relajara.

No podía quitármelo de la cabeza. Reconozco que algunas veces había fantaseado con tener relaciones con otros hombres pero que no habían pasado de eso. Estuve bailando con otro amigo suyo un par de minutos hasta que regresó Marcelo. Cuando me pasó la mano por la espalda sentí un escalofrio que me recorrió la columna. Ahora no me atrevía a mirarle a los ojos y me sentía un poco incómoda. Seguíamos bailando y Marcelo continuaba pasándome las manos por la espalda, las caderas, la cintura... y dando palmaditas cada vez más prolangadas en mi trasero. Mas que azotitos ya me agarraba el culo uno par de segundos cada vez o pasaba sus manos recorriéndole por todos los lados. Ya no perdía oportunidad de tocarme el culo cada vez que podía y yo se lo ponía cada vez más fácil.  Me empecé a sentir excitada con esas manos; una sensación morbosa empezó a pasar por mi cabeza. Y si hoy fuera ese día en que las fantasias...., pero me estremecí al pensarlo. No podía seguir con ese jueguecito. En ese momento paró de bailar y me levantó la cara. No miramos a los ojos durante unos segundos.

  • ¿ Te pasa algo conmigo? - preguntó mirándome fijamente.

  • No me pasa nada - logré contestar en voz baja.

  • No te oigo nada - dijo al tiempo que me agarraba de la mano, - salgamos de la pista.

Salimos de allí hasta una pared lateral dentro del local. La música no se oía tanto.

  • Te sintes mal por algo en concreto - preguntó mientras yo me apoyaba en la pared, - espero que no te haya molestado que preguntara a Silvia por ti. De todos modos ya me ha dicho que estas casada y que no quieres nada conmigo. Si no te encuentras bien bailando conmigo lo entenderé.

  • No es que no quiera nada..... - me paré para pensar como acabaría la frase. Titubeé un momento y continué, - digo...., no es que no quiera bailar contigo, todo lo contrario, me siento muy a gusto contigo, quizá ese sea el problema.

  • Mi amor, disfruta de la noche. No haremos nada que tú no quieras pero si haremos todo lo que tú desees - me dijo mirándome a los ojos.

Nos quedamos mirándonos los dos sin decir nada. Marcelo en ese instante dió una paso hacia mi y nuestros cuerpo quedaron juntos. Me beso muy suave en los labios; y una segunda vez. Como no respondí con los mios, pero no moví ningún músculo, fue bajando hasta mi cuello. Despacio, muy despacio acariciaba mi cuello con sus labios. Me sentí muy excitada y cuando volvió a subir hacia mi cara ya respondí a sus besos. Primero labios con labios pero pronto nuestras lenguas chocaron. Puso una de sus manos al final de mi espalda, tocando el principio de mi culo y con la otra me acariciaba la cadera. Estuvimos así creo que un par de minutos, los suficientes para que yo estuviera excitada como nunca en la vida había estado. El morbo de ser casi un desconocido ( una de mis fantasias era follar con un completo desconocido) y que en ningún momento desde que nos besábamos me había tocado en ninguno de mis puntos de excitación ( me encanta sobre todo que me agarren fuerte del culo, como amasando pan) y así y todo estaba muy cachonda hizo por fin que me decidiera a seguirle cuando me dijo que fueramos a un lugar mas cómodo.

Pasamos por una barra y nos pedimos un par de cubatas para luego subir unas escaleras. Había un pequeño pasillo con una cortina al fondo y un chico sentado en una silla alta. Marcelo saludó al hombre mientras nos apartaba la cortina para poder pasar. Entré en una habitación casi en penumbra con un pasillo central llena de asientos y mesas. Me había llevado al reservado que nos había dicho Silvia. Entré primero yo y él se pegó a mi espalda pasándome una mano que se fue a posar en mi vientre. Estabamos llegando al final de la sala y no había ninguna mesa libre. Lo que si me quedó claro es que allí la gente no se estaba cortando de nada. En el paseo ví claramente como por lo menos cuatro parejas estaban follando sin ningún pudor a ser vistos. Al llegar a la penúltima mesa tuvimos la suerte de ver como se levantaba una pareja de la última. Nos sentamos los dos en uno de los dos butacones de dos plazas que rodeaban la mesa. Me senté apoyada en la pared y Marcelo en el lado de fuera. Cual fue mi sopresa cuando vi en la mesa de al lado a Mar ( que también estaba casada) con otro de los chicos que nos había presentado Silvia. Me quedé aterrada por poder ser vista por alguien conocido, pero pensé que ella estaba haciendo lo mismo que yo. Mar estaba sentada sobre el chico y moviendo su cadera rapidamente. Estaba follándose a aquel chico de una manera salvaje. Ver lo que hacían me excitó muchisimo. Ademas ella lo tenía más facil porque llevaba un vestido con un poco de vuelo y que la llegaba por encima de las rodillas, bueno ahora estaba recogido en la cadera porque su acompañante tenía las manos metidas debajo de él. La pena es que yo llevaba pantalones. Eso me hizo recordar algo que no había tenido en cuenta: la regla.

Se me paró el corazón. No podía tener tan mala suerte. El día que me decido a probar con otro hombre tengo "ese" impedimento, por lo menos al estar en una discoteca. En ese momento Marcelo me pasó el brazo por detrás de la cintura y me levantó. Me abrió un poco las piernas con la otra mano y me hizo poner las rodillas en el asiento una a cada lado suyo y mi culo sobre sus piernas. Me besó apasionadamente y posó sus manos en mi culo. Me deshice de placer al notar como me sobaba el culo una y otra vez sin sacar su lengua de mi boca. No me pude contener y desabroché los botones de su camisa para tocar su pecho. Él hizo lo propio subiéndome el top y metiendo sus manos por dentro de mi sostén. Me sentía como una quinceañera en los primeros rollos de juventud. Solía colocarme en esa posición para rozarme con el bulto de los chicos con los que estaba y notar su excitación. Además esa posición dejaba acceso a mi culo y a mis tetas pero no a mi coño, que por ese tiempo no dejaba que casi nadie tocara. Me movía como si Marcelo estuviera dentro de mi. No se cuanto tiempo pasó en esa posición, pero solo por la fricción y la excitación que tenía llegué al orgasmo. Paramos un segundo para refrescarnos con los cubatas que estaban sobre la mesa.

  • Mi amor me muero de ganas de sacarte el pantalón - me dijo mientras intentaba desabrochar el primer botón, - quiero disfrutarte y que tu lo hagas.

  • Tenemos un problema Marcelo - dije mientras dejaba el vaso sobre la mesa, - tengo la regla.

  • No me jodas mi amor - medio gritó dejando caer su espalda sobre el asiento.

Yo estaba todavía muy excitada y me fije que Marcelo tenía una montaña elevadisima bajo su cremallera. No lo pensé ni un segundo y llevé mis manos a su entrepierna.

  • Tengo más técnicas con los que hacerte disfrutar - le dije mirándole a los ojos y sacando un poquito mi lengua que pasé suavemente por mis labios - te aseguro que no te arrepentiras.

Desabroché el botón y bajé la cremallera lentamente. Aproveché también para echar un vistazo a Mar pero ya se había ido. Introduje mi mano dentro y sentí un calor inmenso. Quité también el pequeño botón que tenía el boxer y pude sacar un pene hermosamente negro. Era más bien normal, mediría 14 o 15cm y con un grosor normalito. Mi mano subía y bajaba lentamente deslizando su piel y dejando al descubierto un glande muy apetecible. Me incliné hacia abajo y besé ese trocito de carne más blanco que el resto. Sentí un estremecimiento de Marcelo. Comprobé que además tenía un olor especialmente agradable y con alivio noté que la tenía limpia y con un sabor nada desagradable.

No había marcha atrás. Estaba a punto de comerme una hermosa polla que no era de mi marido. Además tenía una excitación y un sentimiento de agradecimiento, por haberme hecho recordar el morbo que había perdido con Mateo, que me moría de ganas. Comencé un juego que consistía en besar suavemente su glande y retirar la cabeza cuando él intentaba introducir su pene en mi boca.Cada vez notaba más su excitación. Aproveché para, con la otra mano, sacar sus huevos y masajearlos. Yo estaba igual de excitada que Marcelo y decidí demostrarle todo lo que sabía hacer. Metí poco a poco cada centimetro de su pene en la boca, lo sacaba y recorría con mi lengua, desde la punta hasta llegar a la base. Como ya os he dicho me encanta el sexo oral, que aprendí viendo pelis porno, y tengo una facultad extremadamente excitante para los hombres: con un poco de ejercicio y tiempo consigo introducirme casi todo el pene en la boca. Esa sorpresa se la reservaba a Marcelo pero si duraba el tiempo suficiente para poder acomodar su pene en mi garganta. Lo digo porque quería que solo se la chupara rápidamente y me apretaba la cabeza hacia abajo. A veces no conseguía ni respirar bien.

  • Marcelo despacio - dije cuando al fin logré sacar mi cabeza de su entrepierna, - si me dejas sola te prometo que tengo una sorpresa buenisima para ti.

Yo por ese momento estaba tan excitada que me hubiera encantado meterme ese pene en la vagina aunque tuviera el tampón puesto. Él no decía nada pero me miraba con cara de querer comerme entera.

  • Ponte de pie - dije mientras le ayudaba a levantarse.

Se levantó y se puso frente a mi. Su polla quedó junto a mi cara. Pasé mi lengua otra vez por todo lo largo de su pene. Con las manos dejé caer su pantalón hasta los tobillos.

  • Chupamela, así, así, mi amor - gemía Marcelo, - Por favor las bolas también Sonia.

Entonces volví a meter su aparato dentro del boxer y se lo bajé de un golpe. Solo entonces pude observar en todo plenitud aquella máquina de sexo. Sencillamente precioso. Pensé que eso lo quería tener todo dentro de mi y que esa era la posición perfecta.

-Marcelo, ahora dejame a mi sola, no te arrepentiras. Te lo prometo.

Comencé a meterme la verga poco a poco en la boca. Cada vez un poco más. Sacaba mi lengua por debajo para dejar sitio a ese caramelo tan apetecible. Mis manos agarraban su culo y de pasó le empujaba contra mi para que poco a poco fuera entrando toda la verga. Él no hacia más que gemir pero no se movía. Después de un par de acometidas estuve a punto de metérmela toda pero Marcelo se movió un poco.

  • Sonia, no aguanto más, me corro - dijo apuradamente, - donde lo echo mi amor.

Entonces empecé a mover su pene con la mano y pasaba mi lengua justo por la punta del glande. Me la volví a meter y ahora chupaba como loca sin soltar su culo. Notaba como se estremecía y me retiró la cabeza para mirarme.

  • No te preocupes por nada - le dije sonriendo sin dejarle decir nada. Le metía la punta de mi lengua en el orificio de donde tenía que salir mi recompensa.

Cuando noté el primer espasmo premonitorio del primer chorro introduje el glande en mi boca y con la mano seguía masturbándole. En ese momento Marcelo pegó un golpe de cadera y me introdujo toda la polla en la boca. Ese primer chorro fue directamente a mi garganta, que me apresuré a tragar. El segundo chorro ya lo recibí sobre la lengua al igual que los siguientes. Mientras se corría yo no dejaba de apretar su glande con mis labios y de utilizar mi mano dando ritmo a la eyaculación. Estuve así durante unos segundos hasta que noté que ya se había vaciado por completo. Me saqué el pene de la boca con todo el semen sobre la lengua y lo escupí dentro del vaso que había sobre la mesa. Inmediatamente seguí chupándole el glande y dándole besitos por todo su aparato. Por fin se sentó a mi lado sin decir una sola palabra. Solo nos mirábamos con una sonrisa en los labios.

  • Gracias mi amor - dijo acariciándome la cara - me encantó, de veras.

  • Lo he notado cariño - dije yo con la misma sonrisa en la cara - te aseguro que yo también lo he disfrutado muchisimo. Si supieras hace cuanto que no me excitaba tanto...

Se acomodó la ropa y salimos del reservado en dirección a la pista. Marcelo me dijo que quería volver a verme pero yo dije que ahora tenía mucho en que pensar y que, por ahora, era mejor dejarlo así. Cuando llegué a la pista dije a Silvia que me quería ir y decidimos irnos todas. Yo todavía tenía mi vagina empapada y con un sabor a semen que no me permitía pensar en nada más. Silvia se limitó a mirarme y me dijo que me llamaría a la mañana siguiente.

En próximos relatos os contaré como sigue la historia, pero ahora quiero que me hagais un favor. Espero recibir vuestros correos para decirme que os ha parecido mi historia, pero sobre todo para que me deis ideas sobre como seguir ampliando mis conocimientos sobre el sexo. Estoy abierta a cualquier idea, pero por favor no sólo escribáis hombres, animaros también vosotras. Como ya conocereis en un futuro, os ayudaré comentando que me encantan las situaciones morbosas y voyeuristas. Gracias por todo y hasta mi próxima historia.

Mi correo es sonia_star@mixmail.com