Descubriendo el verdadero sexo

Parte V!

Este relato se puede leer parara darle espasmos sexuales a tu morbosidad, para pervertir tu mente e incluso para disfrutar ese momento íntimo del que dispones. Todas estas pueden ir ligadas, no hace falta que vayan por separado. Pero si quieres disfrutarlo de verdad, te recomiendo que leas los relatos anteriores.

En el relato anterior…

…Me levanté, desnuda como estaba y salí disparada saltando de alegría. Llegué a la cocina y saqué dos cervezas de la nevera. Llevándole una a Diego para celebrar lo que me había dicho.

Levanté la cerveza para brindar.

-Por las folladas que nos quedan.

-¿Estas segura? Recuerda las palabras del otro día. Eres joven…

Corté su sermón…

-Calla y brinda. Apoyé mi coño en su pierna haciendo un movimiento de adelante atrás mientras bebíamos…

Descubriendo el verdadero sexo con el amigo de mis padres

PARTE V

Después de brindar, Diego dijo que teníamos que comer algo y descansar. Yo estaba refregando mi coño en su pierna, pero no tuvo ningún gesto hacía mis movimientos, y no quise forzar sobre las palabras de Diego. Así que me puse algo de ropa para no estar completamente desnuda. Unas braguitas y una camiseta serían suficientes. Cenamos unas ensaladas y en poco rato, acurrucados, nos dormíamos en la cama viendo una película. Muy romántico; todo era fantástico.

DOMINGO

A  la mañana siguiente cuando abrí los ojos, y noté la presencia de alguien más en la cama, no pude evitar sonreír sin ni siquiera abrir los ojos. Busqué contacto con él y lo abracé.

-¿Qué pasa, nena?

No dije nada solo un liguero ruidito al abrazarle muy fuerte. Al rato quise hacer un gesto de cariño a Diego y acariciaba su pecho con mis dedos.

-¿Por la mañana eres más tranquilo?

-Es relativo.

-¿A qué?

-A lo que mi mente cree.

-¿Y qué cree conmigo?

Diego se puso mirando hacia arriba mientras yo seguía abrazada a él. Y mis caricias fueron avanzando. Mi mano iba de la barriga al poco pelo que tenía en el pubis. De ahí a arriba de nuevo y bajaba un poco más. Hasta que mis ojos vieron cómo algo palpitaba bajo su calzoncillo. No pude resistirme a agarrar su polla por encima del bóxer.

-Pues ya ves… -Su polla daba espasmos debajo del calzoncillo.

-Ya veo ya… ¿Es para mí?

-¿Aún tienes que hacer esa pregunta?

Mis manos amasaban la polla de Diego, ya bastante dura. Era una escena bastante sensual, ya que su polla abultaba su bóxer y mi mano recorría toda la polla. A la iluminación del sol mañanero Diego respiraba con normalidad, y yo empezaba a sentir esa mariposa mágica. Diego deslizaba, muy sutilmente, uno de sus dedos por mi pezón. Su brazo me rodeaba y llegaba allí donde estaba mi teta. Notaba mi corazón en el muslo de Diego, y latía con más intensidad que recién despertada. No pude resistir más y una brisa de ese perfume que desprende una polla me puso en acción; metí la mano bajo el calzoncillo notando el calor que transmitía su verga. Hice un gesto con la muñeca y saqué la polla de su escondite. Mordí mi labio como quién desea algo con mucha intensidad. El placer que me daba esa polla, me volvía loca. La pajeé y admiré durante un ratito, que fue corto. Diego tomó el mando cuando de su polla se desprendió un poco de flujo pre seminal y yo lamí con muuuucha pasión esa gotita.

Me agarró del pelo dejándome inmóvil.

-Ya veo, ya. Necesitas de esto, ¿no?

Se levantó de la cama y me puso de rodillas con la cabeza apoyada en el lado de la cama.

-No te muevas.

Me quedé en esa posición, obedeciendo. Diego se alejó y se acercó de nuevo dejando un cinturón encima de la cama. Me temí lo peor después de la follada en la garganta del día anterior. Se puso detrás, haciéndome poner con la espalda recta y fue acariciando con su mano mi hombro. Puso el pelo detrás de la espalda y se arrodilló a mi lado. Su mano recorrió toda mi espalda. Hasta llegar al inicio de las nalgas.  Se detuvo y empezó a acariciar mis nalgas con delicadeza. Mi respiración empezaba a acelerarse, no sé si por pensar en lo que me iba a hacer o por la excitación que llevaba. Posó la otra mano sobre mis tetas y…

PLAAFFff, una cachetada…

-AAAh… salió de mi garganta como un gemido.

PLAAAAFFF, dos cachetadas… volví a desprender otro gemidito.

PLAAAAAAAFFFFFFFFFFF, tres cachetadas.

Agarró mis manos, colocándolas como si estuviera esposada y me inclinó hacia adelante.

Sin soltar mis manos agarró el cinturón y empezó a azotarme. Suave, muy suave; era placentero sentir el cuero golpear mi nalga. Pero fue aumentando y de hacerlo como un látigo poco a poco, paso a hacerlo de ida y de vuelta. El cuero chocaba con mi culo, se detenía acariciando mis nalgas con él. Pero de nuevo otra vez, y otra, y otra.

PPPPPLAAAAAAAAAAAAAFFF…

Después de un azote muy contundente, acompañado de mi gemido, se detuvo y noté cómo el cuero pasaba por encima de mi tanga. Por la parte de mi coñito se detuvo, lo acarició y dio unos golpecitos suaves en tono ascendente. Pero no fue a más. Mis manos fueron atadas con ese cinturón. Ese simple gesto me hizo sacar el aliento por mi garganta.

-Aaaaahh… estaba nerviosa. Sentía el corazón chocar contra la cama.

Diego bajó mi tanga y empezó a tocarme el coño. Evidentemente noté lo mojada que estaba. Diego también se hizo sentir.

-AAAh… diosss… estás empapada. Qué delicia…

Dejó de tocarme y pude ver de reojo cómo se llevaba los dedos a su boca. Los lamía y volvía a mi coño, clavando un dedo. Me folló con el dedo mientras lo movía rápidamente. Yo estaba muy cachonda, me daba mucho gusto cómo me estaba tocando. A veces sacaba la mano para darme algún azote pero más suave que los anteriores. Agarrando del cinturón me levantó y me obligó a darme la vuelta. Se apoyó contra la pared agarrándose la polla. Apartó mi pelo de la cabeza y puso su mano en mi mejilla. Cerré los ojos frunciendo el ceño, esperando la bofetada.

-Tranquila.

Me acarició, puso su dedo gordo en mi boca y se lo empecé a lamer. Él jugaba con mi lengua poniendo y quitando el dedo. Yo lo buscaba como una perrita que quiere jugar. Agarró su polla y la puso encima de la lengua juguetona. E hizo lo mismo que con el dedo, me quito el manjar de mi lengua. Pero en la segunda vez que la puso me dio unos cuantos pollazos, suaves, pero duros. Me acomodó poniendo mi culo en mis talones y con su mano en mi cabeza hacía que le comiera la polla. Dentro, fuera, dentro, fuera. Mis labios ejercían la presión necesaria y junto a mi saliva le hacía una mamada muy decente. La mamada fue aumentando de ritmo; cada vez su polla entraba más en mi boca y se acercaba a mi garganta, hasta que  me dio la señal para empezar a mamar.

Obedecí y metí la punta en mi boca y mi lengua la recorría con prisa. Era raro estar en esa posición, con las manos atadas. Pero iba a dar lo mejor de mí. No tenía mucho equilibrio hasta que Diego me agarró de la cabeza y me obligó a mantenerla toda dentro. En una de esas que me dejó respirar metió un dedo en mi boca y seguidamente volvieron las cachetadas.

PLAAAAAAAAF. TORTAZO AL CANTO.

-MmMmmmm… salía por mi boca.

PLAAFF PlaaFFFf, Plaaaff… me dio tres o cuatro tortazos más, seguidos.

-Mmmmmm…

PLAAAAAAFFFFFF!!!!! Cada vez gemía más fuerte y los tortazos eran compaginados con mis gemidos. Así que le miré con una mueca picarona de media sonrisa.

Me rodeó y  me agarró el cinturón tirando de él hacia arriba. Cuando conseguí ponerme de pie, cosa que me costó porque llevaba con las piernas dobladas ya hacía un rato, me puso de espaldas azotándome con el poco cuero que quedaba. No dolió pero esa sensación me encantaba. Me llevó contra la cama de nuevo. El gesto parecía como cuando un amo tira de la correa de su perro.

Guaaauuu ese gesto me puso muy cachonda. Con el culo en pompa, hacía todo lo posible por sacar aún más el culo, doblando mi espalda. Se arrodilló detrás sin soltar el cinturón. Con la otra mano insertó dos dedos en mi coño y aún aumentó más mis ganas de que me follara. Pero no tardó en darme una cachetada con los dedos que me había metido, dejando la marca del flujo en mi nalga. Al mismo instante sentía cómo su polla me perforaba de buena mañana. Empezó muy suave, pero yo me preparé para lo que me venía, sin haber desayunado ni nada.

Su polla entraba  y salía ligeramente suave, deslizándose por mi coño. Era muuuuy placentero, a veces acababa con toda su polla dentro y la dejaba pocos segundos para seguir desplazándola. Acomodé mi cabeza en la almohada pero rápidamente me agarró del pelo para mantenerme recta la cabeza. Estuvo un buen rato follándome en esa posición. En un momento cuando su polla deslizaba cada vez con menos fricción sentí cómo su brazo rodeaba mi cadera y su mano se posaba en mi coño. Agitando mi clítoris, sentí un espasmo brutal. Comencé a gemir y estos no se escuchaban muy fuerte, porque mi boca estaba contra la cama. Mi cuerpo daba espasmos, pero de repente se detuvo. Sacó su polla e hizo que me diera la vuelta. Como no, sujetando mi pelo y sin soltar la correa que tenía con el cinturón.

Le miré con una cara de deseo que creo que más de uno se correría solo con la mirada. De nuevo introdujo su polla en mi coño. Yo puse las manos encima de mi cabeza. Diego me liberó de su sujeción por primera vez en todo el polvo. Y de nuevo la misma música que desprendían mis gemidos se escuchaba en la habitación. Sus dedos se posaron de nuevo en mi coño, cuando empecé a liberar más energía por mi boca, me agarró por el cuello. Mi espalda se arqueó al sentir la polla de Diego muy adentro y sus dedos frotar mi clítoris. Empecé a gemir como una posesa, como si algo me sucediera. Pero lo único que me pasaba es que mi orgasmo estaba llegando. Mi cuerpo poseído se movía descontrolado. Diego me soltó del cuello y me follaba muy duro y rápido agarrándome por las caderas. Mi cuerpo estaba casi fuera de la cama, estábamos muy fieros.

Entonces empezamos a gemir los dos al unísono…acabando a la misma vez. Su leche desbordaba mi coño y al sacarla salió goteando al suelo. Me quedé colgada de la cama, medio cuerpo dentro, medio cuerpo fuera. Diego se levantó sacudiendo su polla sobre mí. Cuando no cayó ni una gota más se fue y me dejó en la misma postura. Acabé cayendo al suelo aplastando el semen del suelo con mi culo. Resbalándome poco a poco, hasta que escuché la ducha y me levanté para ir con Diego. Al llegar me quedé apoyada en el marco mirando cómo el agua le empezaba a caer por la cabeza. Diego me hizo un gesto y nos duchamos juntos. Sí, me enjabonó todo el cuerpo y nos aseamos.

Después de reponer fuerzas y estar hablando un rato mientras desayunábamos, me dijo que él quería llevarme para trabajar y estar conmigo. Diego me lo comentó decidido:

-Voy a quedarme por aquí un par de días.

-¡Genial!

-Piensa en todo esto y toma una decisión, ¿ok?

Me quedé pensativa. Algo triste, porque estaba muy bien en este piso, en el que había tenido momentos épicos. Fantasías sexuales cumplidas (que con mis hormonas disparadas era algo alucinante), vida independiente, sitio inmejorable. No quería irme de allí, pero quería seguir sintiendo lo que Diego me daba.

-Vendré a verte en cuanto pueda.

Diego se acercó a mí y me alzó la cabeza con sus dedos en mi barbilla.

-Cuídate, pórtate bien y nos vemos en breve.

Diego recogió sus cosas y se marchó. Yo me quedé feliciana por el piso. Puse música y estaba inspirada así que me puse a arreglar algunas prendas de ropa que tenía por coser, cociné; vamos, que estaba encantada. Al rato, antes de comer, sonó el timbre.

Era extraño, creo que desde que vivo en la montaña, solo han picado 3 o 4 veces. Una ha sido Diego cuando vino por sorpresa y otra la primera vez que Juan se acercó por aquí. Así que fui hacía allí con mis mallas ajustadas y mi camiseta de dormir, sin sujetador. Por supuesto iba descalza y con el pelo recogido.

Abrí la puerta y allí estaba Juan. Con su mochila de siempre, y una hermosa sonrisa.

-¡Hola cosita guapa!

-¡Juaaaaan!, ¿qué haces? -exclamé contenta, pero extrañada.

Parece increíble como es la mente. Juan había desaparecido de ella en estos dos días que había estado con Diego.

-Joder, ¿cómo qué hago?

-Osea no, jeje. Pasa, pasa no te quedes ahí. Que no te esperaba, tú siempre me silbas.

-Hostia después de lo del otro día me quede cagado. No sabía si estarías por aquí, si venir, si no acercarme, pero no te vas de mi cabeza.

Juan dejó su mochila en la mesa y se me abrazó, agarrándome del culo. Yo puse mis antebrazos en su pecho.

-Sí… bueno… Diego es un conocido de la familia, me he llevado una buena.

-Joder que mal rollo, ¿no?

-A saco. Yo disimulaba, haciendo como si nada hubiera pasado.

-Bueno y que, ¿quieres comer? Juan siempre se refería a cosas de comida cuando follábamos. Como ahora el postre, vamos a comer, vaso de leche y a dormir… cosas así.

-Tengo pollo para hacer fajitas. Te apuntas.

-No… paso… dijo como si estuviera bromeando y se lanzó a comerme la boca. Yo seguí el beso y nos liamos durante unos minutos. Me alzó agarrándome de la cintura y se sentó en el sofá, yo a horcajadas sobre él, sin parar de besarnos. Sus manos manoseaban mi culo, mi mente por eso no estaba en ese momento. Le besé y separé mi cara mientras me manoseaba.

-Tengo hambre, ¿comemos?

-Sí, pero primero, aperitivito, ¿no? Estoy cachondísimo, nena.

Sus manos se colaron por mi camiseta. Acabó por quitarla y empezó a comerme las tetas. Yo pues, como persona que soy, reaccionaba y mi cuerpo no es tonto. Los pezones se pusieron sensibles, al recibir todo ese amor que Juan me estaba dando. Mi respiración se agitaba. Además sentía la polla de Juan saludarme en esos pantalones finos de deporte que llevaba. Mi mano fue a su paquete… y solo agarrarla Juan se lanzó.

-Chúpamela nena. –Me pidió Juan con la voz entrecortada.

Así que a esas palabras mi cerebro no podía luchar. Hacía un rato que Diego me había dado un buen meneo. Pero allí estábamos de nuevo, yo bien dispuesta a un nuevo combate.

Bajé al suelo arrodillándome delante de Juan. Mientras me colocaba, Juan se bajó el pantalón. Su polla estaba dura como una piedra, mirando hacia arriba, además él ponía de su parte para hacer notar su erección. Así que la metí en la boca y empecé a mamarla, con mis manos apoyadas en sus muslos. No la saqué en unas cuantas sacudidas, luego relamí tooooda ella, de abajo hasta arriba, recreándome en la punta. La besé unas cuantas veces pero Juan estaba tan cachondo que quería devorarme.

Me levantó del suelo agarrándome de los brazos. Sus manos fueron directamente a mis mallas, que rápidamente quedaron por mis rodillas. Sus manos me sobaban sin parar, me besaba por la barriga, pelvis, pubis, me giraba para besar mis nalgas. Sus manos me apretaban las nalgas, me las abrían. Poco duró porque me estiró del brazo para que me pusiera encima de él de nuevo. Sentí cómo su polla, que estaba durísima, golpeaba por la zona de mi coño. La agarró y busco mi agujero. Su polla estaba muy dura y no le costó mucho penetrarme. Me agarró de las nalgas y seguíamos bien compenetrados. Nuestros movimientos iban al compás. Juan se comía mis tetas y yo movía mis caderas con bastante estilo. Juan estaba a mil; lo notaba porque me apretaba muy fuerte los pezones con sus dientes. Cosa que hacía que gimiera más fuerte y, como consecuencia, él se ponía más cachondo. El pez que se muerde la cola.

Al poco de estar cabalgando Juan me apretó las nalgas y aceleró sus pollazos contra mí a un ritmo brutal seguido de unos gemidos secos y continuados. ¡¡¡¡SE HABÍA CORRIDO!!!!

Su cuerpo se relajó después de su estallido, quedando su polla dentro de mi coño. Yo me movía sensualmente. Mirando contenta porque había quedad muy satisfecho, pero a mi mente me vinieron los polvos que había recibido de parte de Diego y me dio un poco de vergüenza ajena. O propia, porque poquísimos días atrás, Juan era para mí un muso. ¿Cómo era posible que se me cayera un mito tan rápido?

Estaba claro que Diego me había cambiado.

Me levanté de encima de Juan notando cómo toda su leche se escurría por mis piernas e incluso goteaba en su pierna.

-Waaaaaaaaaaa, nena que alivio.

Sonreí, y me coloqué las mallas para no seguir esparciendo la leche. Desaparecí con esa idea de que el sexo había cambiado para mí. Diego me había hecho dar un paso más. Juan había quedado desfasado…