Descubriendo el Club
Una mujer casada entra en un mundo desconocido por "primera vez", y no será lo único que pruebe por "primera vez".
Cuando entre por la puerta del local mi cuerpo era un hervidero de contradicciones, mi marido había insistido tanto que al final había accedido a ir a un punto de intercambios. No es que nuestra vida sexual fuera aburrida o escasa, pero parecía como que necesitaba un aliciente mas, y el mundo liberal era un repetitivo machaqueo que el utilizaba en momentos de extrema excitación, y no voy a decir que la idea no me atrajera, ciertamente cuando me lo mentaba mi sexo se derretía, y el utilizaba eso como argumento. Claro que no es lo mismo fantasear que hacerlo realidad, y después de muchas horas ante webs de locales, remirando fotos, precios, ambientes y demás información, nos decidimos por el mas caro de la ciudad, parecía el mas selecto y sin duda el que mejores instalaciones ofrecía, claro que la idea del primer día era ver y observar, con la condición de que si cualquiera de los dos estaba incomodo nos iríamos inmediatamente.
Para la ocasión no quise exponerme a miradas a las primeras de cambio, así que a una falta amplia un poco por encima de las rodillas, le uní una camisa, con ropa interior sexy de la que mínimamente se veía algo del sujetador, a través del escote que pícaramente mi marido había provocado desabrochándome un botón mas de la cuenta antes de entrar.
Nos recibió Irina, la relaciones publicas que nos había atendido por teléfono, un bellezón que unido a su escueto vestuario rápidamente embeleso a mi marido, y ni que decir tiene que a mi también, era extranjera pero hablaba perfectamente castellano, y con tono alegre y desenfadado nos explico las normas rápidamente. Además nos indico los lugares donde podíamos ir vestidos y en los que solo podríamos acceder desnudos o con toalla o albornoz. Como sabia de nuestra iniciación, nos dijo que si no utilizábamos las taquillas ni alquilábamos ropa, solo nos cobraría la mitad por las consumiciones, y con un “que disfrutéis” se dedico a otra pareja que acababa de entrar.
Era aproximadamente media noche y ya se veía movimiento, así que decidimos tomar algo tranquilamente en una especie de sillones al lado del bar, allí había luces y la gente andaba con ropa, había dos parejas charlando animadamente y nos sentamos en el sillón de enfrente.
Juan – nerviosa?
Luisa – Un poco
Juan – bueno ya has oído, no pasa nada que no quieras que pase
Luisa – ya ya, pero si no pasa como queremos nos vamos
Juan – si, no te preocupes cariño
Los de enfrente no tardaron en desaparecer pero fueron apareciendo mas parejas que utilizaban aquel espacio para beber y fumar y poco mas, así que cuando Juan fue a por la segunda consumición me dijo que fuéramos a la sala de dentro que era muy parecida pero mas oscura, además allí se podía estar vestido, así como en la sala de baile, así que hacia allí nos dirigimos, y claro descubrí el significado de oscura, al contraste con la de fuera se veían sobras y poco mas, hasta que poco a poco la vista se fue acostumbrando a la penumbra y nos movimos a un sofá de cuatro plazas libre al fondo. Había 8 sillones de ese tipo formando un círculo, así que se podía ver perfectamente todo lo que pasaba en cualquiera de los otros. Había 6 ocupados, pero no tuve tiempo de observar, ya que casi enseguida una de las parejas se sentó en el espacio del nuestro y aquello capto mi atención, una morenita y su acompañante se acomodaron a nuestro lado, en principio si mas interés que darse el lote, sus besos y sus respiración acelerada se hacia mas que evidentes en aquel espacio tan corto.
Juan – no te gustaría meterle mano por debajo de la toalla? Me dijo Juan al oído
Luisa – no
Juan – y si te la mete el a ti
Luisa – calla loco
Juan se afano en comerme el cuello y sabiendo mis debilidades comenzó a acariciarme los pechos por encima de la camisa
El chico estaba sentado a mi lado, y cada movimiento que hacia se acercaba mas a mi llegando a estar pegado. Entre el magreo de mi marido y la cercanía de aquel extraño mi nerviosismo estaba a flor de piel. Mi marido había desabrochado un par de botones más de mi blusa y sus manos alcanzaban sin ningún tipo de impedimento mis pechos . Mi brazo ya contactaba con su desnuda piel, se le veía en buena forma y no tendría más de treinta. Su acompañante estaba tumbada con la cabeza sobre el y las piernas abiertas mientras una de sus manos se perdía entre sus piernas, ella gemía sin ningún tipo de reparo. Entonces me hablo.
German – no te gustaría estar como ella?
Luisa - parece que lo pasa bien
German – como te llamas?
Luisa – Luisa
German – yo German
Y su mano se poso en mi pierna acariciándola por la rodilla mientras saludaba a mi marido.
German – hola me llamo German, a mi novia le encanta que le coman el coño, te atreves
Juan – por mi encantado
German – pues venga
Y Juan se levanto, ella no tardo en ponerse al borde del sillón mientras mi amadísimo marido se apoderaba de su sexo, arrancandole sus primeros gemidos de placer. German se cambio de sitio colocándose tras de mi, yo estaba aun sin poder responder al pronto de mi marido que sin ni si quiera consultarlo se había lanzado a por aquel manjar.
German – no te gustaría estar como ella?
Luisa – no
German – ah, entiendo, te gusta mas chupar a ti
Luisa- no no quería decir eso, dije girándome hacia el, German se había despojado de la toalla dejando su pene totalmente erecto a la vista, me gire de nuevo centrándome en mi marido, el cual se dedicaba en cuerpo y alma a aquella jovencita a la cual la toalla le había descubierto gran parte de sus encantos.
German – me encantan las mujeres como tu, con buenas tetas y buen culo
Sus manos sacaron la camisa de la falda, mi marido no había dejado ningún botona si que le resulto fácil, sus manos desde atrás se posaron en mi vientre y subieron hasta asir mis pechos con fuerza
German – además me encanta ese punto de inocencia que tienes pese a que tu maridito te habrá follado un montón de veces, con ese cuerpo que tienes es para tenerte empalada dos o tres veces al día
Sus manos magreaban mis pechos mientras su boca se repartía entre mi cuello y mi oído deshaciendo mis reticencias y arrancándome unos casi imperceptibles gemidos.
German – seguro que ya tienes el coño a punto de caramelo preciosa, sabes me encantaría meter la mano en el y sentir como te corres en mis manos pero para eso tienes que abrir las piernas.
Mi sexo ardía de deseo, y más cuando mi marido me miraba de reojo y me veía en manos de aquel hombre.
German – que no te gusta abrirte de piernas? Prefieres que te las abran?
Su mano bajo por encima de mi falda y cuando llego al borde entro sin prisa por debajo de ella hasta posarla encima del borde de mis bragas. Acariciaba mi pubis por encima de ellas, pero mis piernas cerradas no le permitían llegar a más.
German – vaya, si debajo de esa ropa tan decente lleva ropa interior de zorra, me encantas luisa, seguro que cuando te follan berreas como una perra, y te voy a follar aunque te hagas la estrecha. Mira tu maridito en nada se va a follar a Lorena.
Juan se estaba poniendo un condón y en cuanto lo tubo puesto no se lo pensó dos veces para metérsela a su acompañante.
German – lo ves, el follando y tu apretando las piernas
Ciertamente aquella situación fue la que acabo de romper mi resistencia, llevándome a la locura, me levante y que quite la camisa, la falda cayo a mis pies, German me observaba mientras de colocaba un condón con maestría. Entonces desabroche el sujetador y el se encargo de bajarme las bragas. Sin decirme nada mas me monte a horcadas sobre el y sentí su polla en la entrada de mi sexo y me senté sobre el sin pensar. De mi garganta salio un terrible gemido y comencé a cabalgarlo.
German – lo ves zorrita, sigue así, fóllame
Luisa – uf, que bueno
Mi culo era agarrado con sus manos haciendo que mis movimientos se acompasaran con los suyos, mientras esto sucedía, mi marido se corría con un gruñido que conocía muy bien. Mi cuerpo se pego al de German haciendo que mis pechos fueran apretados contra su cuerpo y eso me proporciono el primer orgasmo no provocado por mi marido. Mis movimientos cada vez más salvajes hicieron que German no aguantara mucho más y nos corrimos entre ruidosos gemidos de placer.
German y su acompañante se juntaron de nuevo besándose mientras mi marido me dijo que iba a limpiarse y a ver si alquilaba una taquilla para dejar la ropa. Yo aun estaba en una nube, mi sexo palpitaba y German volvió a acercarse a mí
German – aun estas excitada?
Luisa - si
German – pues saca el culo hasta el borde y abre las piernas
No me lo pensé y le hice caso, y el con un gesto hizo que su novia se levantara y sin mediar palabra se puso entre mis piernas y su boca se apodero de mi sexo, era la primera vez que una mujer me tocaba y la sensación era rara, pero las oleadas de places que sentía no dejaron espacio a ningún tipo de rechazo.
German – ya sabia que te gustaría, tienes pinta de zorra necesitada
No sabía porque aguantaba aquel lenguaje, pero cada palabra sucia me excitaba todavía más. El tampoco perdió el tiempo y llevo una de mis manos a su todavía erecta polla y encasquetada en el condón.
German – venga, quítame el condón y pajéame, seguro que están deseando llenar tus finas manos con mi leche. Seguro que eres de esas remilgadas que no se atreven pero que cuando les das un empujón se lo tragan todo
Mi mano se puso en la base y comencé a subir la goma, restos de leche comenzaron a resbalan por mis manos, pero no pare hasta liberarla por completo, ciertamente nunca había jugado de aquella forma con el semen de mi marido pero entre German que me tenia como hipnotizada y su novia que me estaba poniendo a mil con su lengua, me deje llevar. Mi mano subía y bajaba por aquel mástil mientras German me besaba mientras sus manos no dejaban un centímetro de mis pechos por explorar. Mi orgasmo no tardo en llegar, apretaba las piernas sobre la cabeza de aquella chica que no se detuvo por mis gemidos, todo lo contrario se afano en presionar mas mi sexo.
por primera vez en mi vida un segundo orgasmo sacuxio mi cuerpo, mi mano se agarraba sin ningun pudor a la pollo pringosa de german, moviendola con fuerza
german - como la meneas cabrona me vas a sacar la leche a chorros como sigas asi
su novia lo oyo y dejandome a mi se puso a su lado y sin decir nada puso sus labios sobre el glande hinchado de german. Mi mano subia hasta llegar a rozarlos y volvia a bajar, y mientras, mi mirada estaba hipnotizada en la boca de aquella chica.
German - venga perra más rapido que me corro, huf
German comenzó a gruñir y mi mano exprimía con fuerza su eyaculación, que la boca de su novia tragaba sin ningún tipo de problema. Cuando por fin termino se enzarzaron en un calido beso.
Cuando fui volviendo a la realidad vi que mi marido se había sentado enfrente, y no sabia cuanto tiempo había estado allí observando, pero por el evidente bulto bajo la toalla la situación no le había desagradado. Al ver una toalla en sus manos fue consciente de mi desnudez y me levante para ponérmela y sentarme a su lado.
Juan – te lo has pasado bien?
Luisa – si, y tu?
Juan – y hace un rato me llamabas loco
Luisa – si, estaba nerviosa
Juan – y ya no lo estas?
Luisa – Más todavía, igual deberíamos irnos
Juan – de verdad quieres irte?
Ya estaba a punto de levantarme cuando la novia de German apareció de improviso entre las piernas de Juan, apartando la toalla y engullendo el pene de Juan sin ningún reparo, el cual como única respuesta soltó un soplido de satisfacción. German no tardo en levantarse y tendiéndome la mano me hizo levantarme, sentándose el en mi sitio y abriendo las piernas.
German – lo mismo por favor, dijo señalando la mamada que Juan y su novia estaba realizando.
No se muy bien porque pero me arrodille y comencé a besar aquella polla, aun pringosa, mientras ellos se dedicaban a hablar.
German – que como la chupa Eva?
Juan – uf, de maravilla
German – a la tuya le hace falta práctica
Me cogio del pelo y comenzó a follarme la boca sin ningún tipo de reparo
German – venga zorra, mas dedicación, lo ves, como antes con la mano pero con tus labios, que pasa, no te la chupa mucho no?
Juan – de vez en cuando
Mi ritmo aumento, mirando como lo hacia Eva fui consiguiendo la aprobación de German
German – vaya, la putita aprende rápido
Juan – no la llames así, se va a enfadar
German – que va, llevo llamándola así desde antes de follarmela y lo único que ha hecho es calentarse más
Juan – si?
German – cuando estaba vestida, tenía el coño chorreando y la he tratado como una perra
Juan – vaya
German- cuando te quieras correr apriétale bien la cabeza y correte en su garganta, le encanta
Juan – pues a ella no le gusta
German – no?
Juan – es muy recatada para eso
German – bueno, para todo hay una primera vez, dijo mirándome a los ojos
Recatada? Esa palabra resonaba en mi mente, mientras las manos de German en mi cabeza acompasaban el ritmo que mas le gustaba, y seguía guiándome con “así putita” o “delicioso perrita”, y mi marido al lago gimiendo de gusto sin importarle lo mas mínimo.
German - te importa si la llevo a la piscina?
Juan – si ella quiere?
German – te quieres venir a la piscina?
Mira a mi marido y estaba con los ojos cerrados disfrutando de la felacion, así que me levante y German me cogio de la mano. El local ya estaba muy animado y se oían gemidos y ruidos característicos por todos los sitios. Cuando llegamos a la piscina dentro había una pareja follando y alrededor varios colchones con diversas combinaciones de personas, German entro por unas escaleras que descendían suavemente, yo le seguía mirando a mi alrededor, otros dos hombres se encontraban dentro mirando a la pareja y con evidentes signos de estar masturbándose. El se dirigió al borde y se sentó en una especie de borde sumergido
German – ven date la vuelta
Me puse de espaldas a el y me hizo abrir las piernas, encajándome su pene el la entrada de mi sexo.
German - ahora déjate caer y clávatelo
Al hacerlo no pude evitar un gemido profundo de placer. Al hacerlo mis pies dejador de tocar el suelo
German - Ahora pon los brazos detrás de mi cuello y mueve las caderas a ver si te gusta
La penetración no era profunda pero mis movimientos hacia que su pene se moviera por la entrada de mi vagina produciéndome un placer inmenso, y sus manos libres recorrían mi estirado cuerpo a su voluntad.
German – te gusta que te folle así?
Luisa – si
German – eras una zorra desaprovechada, hasta esos que están mirando se están haciendo una paja contigo.
Cuando repare en ellos habían cambiado ahora estaban cerca, y sus movimientos eran mas descarados.
German - te gusta que se pajeen para ti?
Luisa – no se
German – si que te gusta zorra, desde que los has visto tu coño se derrite y estas deseando que te metan esas pollas hasta los huevos, las putas como tu solo quieren eso, sentirse folladas
Mi cuerpo de derritió en un nuevo orgasmo que solo hizo que envalentonar aun mas a los mirones, mientras gemía de placer cado uno se apropio de un pecho sobándolo y besándolos con descaro.
Tal cantidad de estímulos no tenían mas remedio que llevarme a un segundo orgasmo que German no tardo en celebrar.
German – muy bien zorrita, correte como una cerda, te gusta que te coman los pechos mientras te follan, eh, creo que te dan poca caña y a ti te va la marcha. Venga a ver como os falláis a esta perra que tiene el coño ardiendo deseando vuestras pollas.
Me hizo levantarme liberando mi coño de su invasión y me hizo sentarme en sus rodillas y tumbarme hacia atrás. No tardo el primero de aquellos hombres en situarse entre mis piernas y de un empujón me enterró su herramienta sin ninguna dificultad. Del ombligo para abajo permanecía bajo en agua así que sus movimientos eran pausados, el hombre rondaría los 50 y no tardo mucho en comenzar a correrse entre bufidos, cuando se aparto, el otro no tardo en ocupar su posición, su pene, lo sentí mas grande, y mi gemido fue el pistoletazo de un metisaca salvaje, empujaba con fuerza arrancándome gritos de placer, su polla me taladraba hasta lo mas profundo.
German – te gustan las pollas grandes eh, ibas a disfrutar tú con unos amigos negros que tengo, te iban a abrir bien abierta.
Las palabras de German no hacían mas que excitarme, mientras aquel hombre me llevaba a otro mundo, mi cuerpo hacia rato que era un clímax continuo, y cuando aquel hombre se apretó contra mi y empezó a gemir mis caderas reclamaron un ultimo orgasmo y lo consiguieron arrancando los gemidos de placer de aquel desconocido, que sin mas se retiro.
German si mediar palabra me bajo y me llevo a un sitio mas profundo donde me la volvió a clavar, el de pie, y yo encarada a el con las piernas rodeándole y mi espalda apoyada el la pared de la piscina. Si lo de antes había sido escandaloso este lo supero, German se movía dentro de mí a toda velocidad y no paro hasta correrse. Después de unos momentos para tranquilizarnos German me hablo.
German – uf, que gusto, como follas
Luisa – no suelo ser así, pero he disfrutado mucho
German – eso es porque el pichafloja de tu marido no te trata como debes
Luisa – y como debería tratarme?
German – yo pondría a disposición de un montón de pollas
Luisa – y crees que aceptaría
German – jajaja, después de ver como te follan dos desconocidos? Si
Luisa – eso ha sido, diferente, la situación era excitante
German – ya, cuentos
Luisa – es verdad
German – bueno, ya es tarde, me tengo que ir, pero te dejare una tarjeta en la barra, pregúntale a Isa, si quieres venir aquí sola me llamas.
Y se retiro sin mas, lo vi alejarse mientras mis piernas aun no respondían, cuando pude caminar salí poco a poco del agua, en uno de los colchones de fuera estaban mis dos amantes casuales junto a dos mujeres, supuse que sus esposas, que andaban enzarzadas en un 69. Ellos se masturbaban mientras veían la escena.
Hombre – quieres otra ración
Luisa – no, por hoy tengo bastante, pero gracias
Hombre – como quieras guapa
Y me aleje de allí, dirigiéndome al interior para buscar a Juan, al que encontré en el sillón donde lo había dejado.
Luisa – solo?
Juan – si, Eva se fue a cambiarse, se tenía que ir
Luisa- si, German también
Juan – te ha gustado?
Luisa – no se, ha sido diferente
Juan – repetirías?
Luisa - no se
Juan – bueno, ya lo hablaremos
Luisa - bien
Juan – nos vamos?
Luisa – si, estoy cansada
Juan – demasiado ajetreo para una noche, no
Luisa – si, demasiado
Nos dirigimos a los vestuarios, donde encontramos saliendo a German y Eva, y después de una despedida corta y protocolaria, nos vestimos. Yo había contado demasiadas primeras veces aquella noche, y eso que no estaba muy por la labor, incluso, cuando salí, mientras Juan se despedía de Irina, me acerque a la barra con la escusa de pedir agua y le pedí la tarjeta a la camarera, no pensaba usarla, pero la pedí.